¿A cuánto está Carlos Tevez del monumento en Independiente? En poco más de un mes puso al equipo arriba en la tabla de posiciones y lo levantó en la del promedio, lo volvió sólido y confiable y encima ganó el clásico de Avellaneda 2 a 0 y como visitante. Pero hay más: es posible que hasta haya dejado a Racing sin técnico. Todo indica que Fernando Gago no seguirá como entrenador. Los insultos de los hinchas de Racing, la mala campaña de este año y el mal partido ante el Rojo lo dejan al borde del abismo. La foto de la noche es, sin dudas, la de los solitarios jugadores rojos celebrando el triunfo en medio de una cancha caldeada por demás.

Fueron dos goles pero pudieron ser más. El Chaco Martínez se perdió dos increíbles para hacer su noche inolvidable y encontró la revancha con el penal, que fue el 2 a 0, a los 35 del segundo tiempo. Para entonces el estadio de Racing era una caldera.

Hay una imagen entre tantas que puede resumir el clásico. Van 30 minutos del primer tiempo. Se sabe que Independiente gana 1 a 0 desde los 4 minutos con gol de Canelo. Se sabe que el estadio de Racing es una caldera desde mucho antes, cuando se empezó a llenar de hinchas que sólo pensaban en ganar. Hinchas que cantaban “te vas para la B” al rival de siempre, que intenta, desde hace unos partidos, revertir la pobre imagen de los últimos tiempos y que, encima, lo apremia el descenso. Pero ahora, a los 30 minutos, ya no hay aliento sino nerviosismo. Se insulta a los propios jugadores, ya no se canta que hay que mandar a la B al rival sino que hoy no se puede perder, que hay que poner un poco más de huevos.

Lo que no se sabe, y ahora lo se verá, es el espectáculo que se avecina en la platea, muy cerca del sector de prensa. Dos adultos se trompean y se insultan ante la mirada de la multitud. Uno de los de seguridad liga algún que otro golpe en su intento por separar. Otros plateístas también separan. En ese momento, nadie observa que Racing avanza y que ese avance terminará en la nada. La pelea, la de los hinchas, termina con sus protagonistas alejados, que se insultan. A uno de ellos se le suma una nena que no tiene más de diez años y que no para de llorar; una nena víctima de los nervios de ver a ese adulto que la acompaña (¿su padre, tal vez?) en una situación de violencia.

¿Hasta dónde nos lleva el fútbol? ¿Qué hace que un clásico con tanta historia impulse a dos personas del mismo equipo a pelearse a trompadas sólo por un color? ¿Por qué los hinchas visitantes tienen que privarse de participar de espectáculos en canchas ajenas? Preguntas que surgen de una tarde de fiesta como tiene que ser un partido entre Racing e Independiente.

Tener un estadio a favor puede ser un arma de doble filo. Vaya uno a saber por qué, a los jugadores de Racing los mató el favoritismo. Los de Independiente, en cambio, se aprovecharon de la situación. Con un gol a favor de entrada, empezaron a tener menos para perder. Racing nunca pudo entrar en juego. Manejó la pelota pero nada más. Rodrigo Rey sacó una increíble que pudo ser el empate y después fue todo de Independiente. No tanto en lo futbolístico como en lo mental: ahí es dónde el visitante sacó ventaja.

Independiente jugaba al ritmo del “movete Racing movete, movete dejá de joder…” y así manejó los 90 minutos. Le dejó la pelota al local e intentó con el contraataque. A veces, hasta con lujos: pases, toques. Y aunque ahora sean momentos de alegría, en Independiente deberán replantearse el déficit de gol. La falta de puntería de sus jugadores no será un tema menor. Un equipo con goles se podría haber hecho un festín ante una defensa como la de Racing. Por momentos, hasta el gran Gabriel Arias mostró deficiencias. No era, se ve, el partido de Racing, que ni siquiera pudo aprovechar la salida, por un golpe, de Federico Mancuello, gran figura del equipo.



Queda para Independiente, sin dudas, un balance más que positivo de una noche hermosa. Si el Chaco Martínez sigue así, pero con más eficiencia goleadora, el equipo podría estar para cosas serias. La que se perdió sobre el final del primer tiempo, sólo ante Arias, fue tremenda.

Volvamos a Racing, el derrotado de la noche. ¿Cómo saldrá de ésta? Tan loco es el fútbol que aquel que estaba para ganar, unas horas después está para el cachetazo. Leonardo Sigali y la mamá de Fernando Gago fueron de los más insultados; un periodista partidario, de esos que hacen show como streamers, gritaba contra el presidente, Víctor Blanco. Y en la cancha, todo era caótico. El ingreso de Agustín Almendra, por ejemplo, no fue para sumar sino para restar: intentar calentar a los rivales no tenía sentido cuando estaba a las claras que los jugadores del rojo se sentían tranquilos.

Y ahora, de nuevo Independiente. Ganar el clásico en la situación en que venía el Rojo es un tremendo paso adelante. Se nota que hay juego, que hay intenciones y que hay tranquilidad. Tevez logró lo que parecía imposible: levantar a un Independiente que no pegaba una, que estaba al borde del descenso y acéfalo a nivel dirigencial. Ahora parece el momento de disfrutar. Ganar el clásico de Avellaneda es mucho más que ganar un partido. Del otro lado, a unos metros de esta platea solitaria, se escucha el enojo de los hinchas de Racing.