A dos cuadras de la residencia presidencial de Olivos, un impresionante despliegue de fuerzas policiales le corta el paso a una marcha de los movimientos sociales. El operativo es el típico show para los medios de la ministra de Seguridad, Patricia Bullich: los efectivos van preparados como para la guerra. Las pantallas de los canales afines al gobierno libertario tienen algo para decir: sostienen que la protesta ocurre en territorio de la provincia y que “Kicillof no va a querer desalojar”, azuzando a Bullrich. A la protesta llega mucha gente, que se va sumando de a grupos -la mayoría son mujeres- hasta que ocupan dos cuadras, en los cuatro carriles de la avenida. Hay cantitos sobre el hambre y sobre la libertad. Finalmente, la policía federal avanza; hay tanta tensión en el aire que todos los canales de cable transmiten en vivo y en directo: empujones a los manifestantes para que suban a la vereda, gritos, puteadas, incluso algún piquetero que pierde el control y tira un banderazo en dirección a los policías, que como piñón fijo y sin ningún cálculo razonable siguen ejecutando la orden, todos arriba de la vereda. En eso están cuando una de las mujeres de la protesta se descompone, asfixiada por los apretones, y logra, por suerte, ser sacada del amasijo humano. La mujer queda tendida en el piso y convulsiona.

¿Qué nueva escena de horror seguirá después de esta? En la movilización anterior en pedido de alimentos, la policía le disparó a la cara a un manifestante, que perdió la visión de un ojo.

A dos días del paro general convocado por la CGT, esta jornada de protesta de las organizaciones sociales buscó hacer visible un paquete de demandas. El más urgente es la crisis alimentaria, agravada por la decisión de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, de no enviar insumos a los comedores de los movimientos.

“El problema afecta a millones de familias, nosotros lo venimos denunciando: hoy la gente vuelve a chupar cartón para meter algo en la panza. Aunque pongan a la policía federal, a la policía de la Ciudad, a la Gendarmería vamos a seguir protestando porque estamos atravesando un problema humanitario”, planteó en Olivos Alejandro Gramajo, el titular de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular.

Se suman otras demandas: la más reciente es que a los titulares del programa Acompañamiento (que junto al Volver al Trabajo reemplazaron al antiguo plan Potenciar) no les depositaron el pago de este mes, que Capital Humano debió haberles acreditado el viernes.

Otra razón fue que a 260 mil trabajadores del antiguo Potenciar -entre cuidadoras de jardines de infantes comunitarios, recicladores, cocineras de comedores y merenderos- el ministerio le bajó sus ingresos a la mitad. Hasta el mes pasado, cobraban el Potenciar más un Nexo, complemento que equiparaba sus ingresos a un salario mínimo.

Poco después de la protesta el presidente Milei llegó a la quinta de Olivos, de regreso de su viaje a Estados Unidos. Allí, según la información dada a los medios, se reunió con sus ministros. No habló del tema, pero a través del vocero Manuel Adorni hizo saber su postura: no se dejará “extorsionar” por los piqueteros.

La ministra Pettovello, a su vez, hizo trascender que durante la protesta estuvo en su despacho “con la televisión apagada”. En resumen, que no recibirá a dirigentes de los movimientos.

Olivos, polarizado

En los bares de Olivos el sánguche más barato está a 4.500 pesos y el agua caliente -única compra posible para los manifestantes- se cotizó en $100 el termo. El barrio, a pesar de tener la quinta presidencial, no está acostumbrado a las marchas piqueteras. Posiblemente por eso, pero también porque el despliegue de fuerzas era demencial, muchos vecinos miraban su desarrollo. Se escuchaban opiniones bien polarizadas.

-Quieren plata fácil -decía en la puerta de una ferretería una señora.

Pero había también quienes estaban de acuerdo con la marcha. Sobre todo los mayores:

-Que vayan a a Quinta.  ...si está todo imposible! -planteó un jubilado que, bastante ajeno al peligro de la situación, miraba el operativo. 

La corresponsal de una agencia de noticias, juntando material para su nota, preguntaba a manifestantes y vecinos cómo hacían para seguir el aumento de los precios. En la protesta, los militantes estrenaban cantitos: "Olé Olé, Olá Ola, si tenés hambre no hay libertad".   Otro, ya más instalado fue "Pettovello, Pettovello, qué amargada se te ve, entregá los alimentos, los pibes quieren comer". 

La mujer que se descompensó 

Silvia Saravia, coordinadora territorial de Libres del Sur, asistió a la manifestante que se descompensó. “A ella la policía la fue empujando, como a todos los que estábamos ahí, y entró en crisis. Tuvo varias convulsiones; en el hospital nos contó que no está tomando la medicación que debería tomar porque no tiene dinero. Los médicos y enfermeras que la atendieron, esos profesionales que uno valora tanto, no sólo la estabilizaron, sino que antes de firmarle el alta le dieron de comer”

“Es una señora de 55 años que está yendo al comedor que tenemos en la Villa 31. Estaba en situación de calle, con un hijo discapacitado. Las compañeras la vieron con tantas dificultades que le dieron un espacio en el comedor, para que pueda vivir. Cuando hoy le pregunté cuánto hacía que estaba en Buenos Aires, porque tiene una tonada cordobesa, dijo que ‘hace dos inviernos’. Me contó que no tiene para comer, que estuvo mucho en la calle y que ahora está en un espacio donde a veces hay para comer y a veces no. Su historia es tremenda y es, al mismo tiempo, una más de las muchas vidas que al gobierno no le importan”, planteó la dirigente.

“Este es un gobierno de cínicos”, agregó. “Quedó muy claro el pensamiento de Milei cuando una periodista extranjera le preguntó qué le diría a la gente que la está pasando tan mal y él respondió con números de la macroeconomía. Evidentemente, sólo le importa que los números de la macroeconomía cierren, pero esos números están cerrando con un sufrimiento terrible y mucha muerte. Hay que decirlo: mucha gente se nos está muriendo por no tener los remedios que necesita y por el nivel de angustia y desesperación que está pasando”.