Si en la Viña del Señor hay de todo, recurriendo a la matusalénica expresión, en el parral del post punk pasa lo mismo. No sólo sucedió en la primera ola del género, surgida a fines de los años 70, sino que también acontece con su más reciente progenie, parida en la década pasada. Lo que demuestra nuevamente que se trata de uno de los mayores laboratorios de experimentación que se desprendió del rock. A medio camino entre la libertad y el libertinaje. Amén de la cosecha local, en constante efervescencia, de esto pudieron dar constancia los artistas ingleses que desembarcaron en Buenos Aires en los últimos tiempos. Desde Idles hasta Dry Cleaning, pasando por King Krule (debutó en marzo pasado). Delegación a la que se sumará en octubre el tándem Sleaford Mods.

A pesar de sus diferencias estéticas, lo que aúna a todos ellos es el poder de la canción. Esto ubica a Squid en la vereda de enfrente, por más que practique el mismo estilo y haya nacido en el mismo periodo. Y es que su propuesta apunta a llevar a la vanguardia sonora hasta sus últimas consecuencias. “No tenemos la ambición de ser un artista convencional ni comercial”, explica Anton Pearson, guitarrista del grupo fundado en 2016. “Lo que más nos importa es hacer música que resulte emocionante. El día que eso quede en un segundo plano, estoy seguro de que la banda dejará de existir. No vale la pena hacer las cosas si no hay sinceridad en ellas. Nuestra ambición pasa por ahí, y por ganar dinero suficiente para llegar a fin de mes. No nos interesa tocar en el estadio Wembley”.

El quinteto se estrenará en Buenos Aires este martes, a las 20 hs, en Niceto Club, como parte del festival Tribulaciones South London. Lo hará además un día después de que la sala del barrio de Palermo sala reciba a la banda estadounidense Tortoise, cuyo líder, el baterista John McEntire, se encargó de la mezcla del más reciente álbum de los británicos: O Monolith (apareció en junio de 2023). Pero no es fortuito que hayan convocado a este paladín del post rock para esa función. Y es que su audio y concepto musical están notablemente atravesados por esa escena. Al punto de que el nacimiento del grupo se produjo a partir de que sus integrantes descubrieran a otro de sus nombres referenciales: el ensamble canadiense Godspeed You! Black Emperor.

“Cuando empezamos a hacer música, escuchábamos post rock y jazz. Cosas como Oscar Peterson, Neu! y Can. Un día, junto a Louis (bajo) y Ollie (voz y batería), fuimos a ver a Godspeed You! Black Emperor. Fue una experiencia increíble. Aunque parezca una exageración, ese recital nos iluminó”, evoca Pearson, en diálogo por zoom, desde su hogar. Que un grupo como Squid naciera en Brighton no debe causar sorpresa. La urbe inglesa se convirtió a partir de los 90 en hogar de una de las movidas musicales más eclécticas del Reino Unido. De ahí provienen, por ejemplo, Fatboy Slim, The Kooks, Metronomy y Toy. “Desde muy chico, acá consumís mucha música. También hay un montón de recitales”, dice el violero. “De lo que fui a ver últimamente, lo que me llamó la atención fue la guitarrista Gwenifer Raymond”.

El grupo llega al país tras poner a circular en las plataformas digitales de música “Fugue (Bin Song)”: flamante single que redobla la apuesta experimental de sus dos álbumes de estudio. “Por suerte, no tenemos que lidiar con el desconcierto”, explica el artista. “A la gente le gusta nuestra música, y eso es todo lo que importa. Es demasiado trabajoso tener que contrastar lo que hacemos con lo que ya hicimos. Sólo queremos llevar a cabo las nuevas ideas que van surgiendo. Si la gente nos compara con otro grupo, eso está fuera de nuestro alcance. Somos conscientes de lo que está pasando en la escena. Cuando sentimos que copiamos a alguien, descartamos la idea de inmediato”.

El primer punto de inflexión significativo de la formación que completan el tecladista Arthur Leadbetter y el bajista Laurie Nankivell (hay que advertir que los músicos intercambian instrumentos, al tiempo que suman otros de percusión y cuerdas) sucedió en la grabación de O Monolith. En principio, porque pasaron de su estudio casero a grabar en los estudios Real World (fundado por Peter Gabriel). Tras salir de esa sensación claustrofóbica, hilvanaron esta vez un repertorio guiado por el ritmo. También cambió la manera de cantar del baterista, aproximándolos, por momentos, a esa forma que tiene Juana Molina de hacer de su voz un instrumento más. Resaltando así la característica que mejor define a la banda: la exploración musical abstracta.

Al enterarse de que hay un club del fútbol argentino que los haría miembros honorarios sólo por llamarse igual que su apodo (Squid significa “Calamar”, como le dicen a Platense), Pearson se ríe y, a continuación, confiesa que esta odisea sudamericana los tiene expectantes. “Nunca fuimos para allá ni de vacaciones”, expresa. “Imaginate la alegría que nos da ir por primera vez a Argentina a mostrar nuestra música”. Aparte de presentar su segundo álbum, el grupo repasará temas de su debut, Bright Green Field (lanzado en 2021 por el sello de culto Warp, y producido, al igual que O Monolith, por Dan Carey, quien trabajó con artistas como Black Midi). “Lo que cambió entre un disco y otro es que hoy nos sentimos cada vez más seguros con nuestros instrumentos”, revela. “Supongo que forma parte del proceso”, completa.