El gobierno de Javier Milei puso en marcha una serie de medidas, todas obvias y más bien torpes, porque “la Argentina está en el radar el terrorismo”, según los dichos del propio mandatario. En realidad, eso no era así para nada. Por lo menos hasta ahora. Sucede que las provocaciones de Milei, la sobreactuación del alineamiento con Estados Unidos e Israel, la de ida de mover las embajada argentina a Jerusalén, abren la posibilidad de que algún grupo chico de fanáticos o incluso un lobo solitario emprenda una represalia. Ya ocurrieron hechos así en Europa y Estados Unidos y, además, hace recordar a la sobreactuación de Carlos Menem, en 1990, cuando mandó dos naves al Golfo Pérsico para combatir a Sadam Hussein. Fue la previa de las masacres contra la Embajada de Israel (1992) y la AMIA (1994). Frente a ese cuadro de peligro objetivo, el Ministerio de Seguridad emitió un informe de Inteligencia Criminal que sienta las bases de las medidas que se adoptan, todas básicas y elementales: “Se recomienda prestar atención y custodia a los centros religiosos de la cultura judaica en todo el territorio nacional; los objetivos sensibles de Estados Unidos; las represas hidroeléctricas, centrales nucleares y de generación de energía; aeropuertos, pasos fronterizos, terminales portuarias”. En realidad, en los últimos tiempos no hubo indicios de la existencia de grupos chicos, fundamentalistas, en la Argentina. Pero sí en Brasil. Y lo cierto es que en las causas por los atentados de la Embajada de Israel y la AMIA hay rastros de alguna participación de individuos brasileños.
Jugando a la guerra
El comunicado de la Oficina del Presidente por el ataque de Irán a Israel transita desde la “solidaridad con el Estado de Israel”, a “la defensa de los valores occidentales” y hasta “la defensa de la propiedad privada”. En todo el texto no se utiliza la palabra paz ni se insta a evitar una escalada bélica, como lo hicieron todos los gobiernos del mundo. Los de derecha, como el de Uruguay o los de izquierda como el de Chile y el México de Andrés Manuel López Obrador. En una palabra, Milei se puso el casco y ubicó a la Argentina --como si alguien tomara en serio al mandatario-- en una especie de protagonismo bélico.
En ese marco, no dejó de impactar la presencia del embajador de Israel, Eyal Sela, en la reunión del Comité de Seguridad, con todos los ministros presentes. Un día antes, el sábado, también Joe Biden convocó a un Comité de Crisis en la Casa Blanca y no había ningún embajador ni funcionario extranjero sentado en la mesa. Es seguro que lo mismo ocurrió en los comités de crisis de todos los países: los temas de seguridad son sensibles, reservados y la lógica indica que se tratan de manera cerrada, sin representantes extranjeros.
En el caso de Milei, es obvio que quería llevar al nivel de provocación su alineamiento con Israel y Estados Unidos. Está claro que Irán es un régimen teocrático, con fuerte sojuzgamiento de las mujeres y de los opositores al clero, pero la prioridad --según se ve en la gran mayoría de los pronunciamientos del mundo y hasta dentro de Israel, en la oposición al primer ministro Benjamín Netanyahu-- es evitar que el conflicto escale y haya más muertos. Las posturas caricaturescas de Milei tal vez no levanten polvareda en países o en grandes organizaciones, pero sin dudas pueden despertar la locura de un pequeño grupo fundamentalista o incluso de alguna persona desequilibrada. Episodios protagonizados por núcleos e individuos así produjeron tremendas catástrofes en Europa y Estados Unidos.
Treinta años atrás
En la extensa entrevista que le hizo el periodista Alejandro Fantino, Milei sostuvo “Argentina ya está en el radar del terrorismo. Acá se produjeron los dos atentados. La diferencia es si somos cobardes o nos plantamos del lado del bien”. La afirmación es burda. Los ataques a la Embajada de Israel y a la AMIA se produjeron hace 30 años, justamente cuando Carlos Menem también sobreactuó la sumisión a Washington enviando dos naves al Golfo Pérsico en 1990.
Desde entonces, las tensiones de la Argentina con los países árabes se redujeron mucho y cuando hubo atentados fundamentalistas fueron en Europa y Estados Unidos. Como es obvio, la tirantez con Irán --que es persa, no árabe-- continuó, por los dos atentados y porque nunca colaboró con la investigación. Pero en los 30 años transcurridos no volvió a pasar nada en América Latina ni en la Argentina. Los shows cotidianos de Milei, incluyendo la intención de mudar la embajada argentina a Jerusalén (aunque sea a la parte occidental), vuelven a poner al país en la mira.
Un manual de lugares comunes
El texto emitido el sábado por la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC) fue revelado el domingo por el sitio Data Clave y es un compendio de lugares comunes, sin el menor análisis fino de la situación. El organismo está en el ministerio que conduce Patricia Bullrich, quien mantiene una intensa disputa con la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y con su conducción, manejada por el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el propio titular de la central de espías, Silvestre Sívori. En materia de terrorismo, cualquier tema de seguridad debería hacer referencia a informes de inteligencia, en este caso de la AFI. Lo evidente es que la central de espías está bastante desmantelada, no tiene agentes en las calles, no tiene informantes y depende pura y exclusivamente de la información de la CIA norteamericana. Tampoco tiene información el Ministerio de Seguridad, entre otras cosas porque la gran mayoría de las fuerzas de seguridad están en manos provinciales y son esos agentes, los de cada distrito, los que cuentan con algunos confidentes -buches- que aportan datos.
El documento de la DNIC incluye varios relojitos en que la aguja señala como riesgo alto a las representaciones diplomáticas de otros países, embajadas argentinas en la zona del conflicto; considera de riesgo crítico las sedes diplomáticas argentinas en Israel y países de Medio Oriente, mientras que la aguja señala nivel bajo de riesgo la actividad anarquista y la conflictividad en la Patagonia. Es asombroso que se asocie a la Patagonia con el conflicto Irán-Israel. Finalmente, como moderado riesgo se evalúa que aprovechen la oportunidad las bandas narco de Rosario. Todo el análisis es de una pobreza llamativa.
En la página 4 de ese documento se enumera un recetario cantado:
* Se recomienda prestar especial atención en la custodia de los centros religiosos espirituales de la cultura judaica (sic), así como de los diplomáticos de los países amenazados (concepto que no se entiende ni se explica).
* Custodiar los objetivos sensibles de Estados Unidos y a empresas vinculadas a ese estado.
* Reforzar la custodia de las represas hidroeléctricas, centrales nucleares y de generación energética.
* Aeropuertos
* Pasos fronterizos
* Terminales portuarias.
Una mirada a Brasil
En la Argentina no aparecen evidencias de actividad fundamentalista ni se produjeron (afortunadamente) hechos de antisemitismo de envergadura. Pero, tanto hace 30 años como ahora, hay ciertos indicios de actividad fundamentalista en Brasil y algunas pruebas de que en los atentados de los años noventa hubo mano de obra proveniente de Brasil.
* La camioneta Ford F-100, utilizada en el ataque contra la Embajada de Israel de 1992, fue comprada en una concesionaria de la avenida Juan B. Justo, con un documento brasileño a nombre de Elías Ribeiro Da Luz. Un informe de 42 páginas de la Mossad, el servicio de inteligencia de Israel, indica que quien manejó la camioneta hasta la sede diplomática fue un al Mohammad Nur Al-Din Nuer Al-Din, libanés que vivía en Foz de Iguazú.
* En el caso del atentado de la AMIA, unos días antes del ataque, se presentó en la embajada argentina en Roma un sujeto brasileño, Wilson Dos Santos, confidente de la Policía Federal de Brasil, quien advirtió de que habría un atentado. La Mossad también produjo un informe diciendo que los explosivos se trajeron del vecino país.
Los informes de la inteligencia israelí, publicados en su momento por Infobae, contienen elementos que están desmentidos en el expediente, pero sí es verdad que quedan vigentes indicios de que parte de la trama de los atentados se desarrolló en Brasil.
* A esto hay que sumar que, en noviembre de 2023, tras informes del FBI y la Mossad, la Policía Federal de Brasil detuvo a varios ciudadanos libaneses, nacionalizados brasileños, por el armado de una célula terrorista. El juicio iba a empezar en marzo, pero está demorado. Brasil tiene la mayor comunidad libanesa del mundo.
El peligro que sobrevuela la situación es que las medidas que se toman tengan escasa seriedad y carezcan del bajo perfil que se requiere. En cambio, se hacen anuncios que son producto del show, las internas y una búsqueda desesperada de Milei de protagonismo internacional como supuesto referente de la derecha. Es un alineamiento desmedido, bélico, que pasa por encima de la necesidad de pacificar y que vuelve a traer los fantasmas de hace tres décadas.