El gobierno porteño formalizará en la tarde del lunes la autorización de la marcha universitaria. Con ese paso, el tándem entre el jefe de la Policía de la Ciudad, Diego Kravetz, y el ministro de Seguridad, Waldo Wolf, completarán el trámite iniciado por las autoridades del Consejo Interuniversitario Nacional.
El gran problema es la irrupción en la escena de la ministra Patricia Bullrich que, supuestamente, desplegará a la Policía Federal, la Gendarmería, la Prefectura y la Policía de Seguridad Aeroportuaria sin tener facultades. Lo que corresponde es que las fuerzas federales custodien los edificios federales -el Congreso, la Casa Rosada, la Catedral-, de las verjas hacia adentro, no hacia afuera. Sucede que utiliza como argumento que “el gordo Mortero tiró desde 200 metros”, por lo que considera que puede expandir su área de intervención, llenando de efectivos la Avenida de Mayo, a seis, ocho o diez cuadras del Congreso o la Casa Rosada.
-¿Ustedes tienen claro que habrá una multitud que caminará por Rivadavia, Avenida de Mayo y muchas otras calles?¿Tienen claro que el protocolo es inaplicable frente a miles y miles de personas que caminarán tranquilos, pero no por la vereda?- le preguntó Página/12 a un alto funcionario porteño.
-Veremos cómo se ordena-, fue la acotada respuesta.
Lo que sobrevuela es que la seguridad de CABA parece disciplinarse a lo que decide Bullrich, aunque por lo bajo admiten que la ministra invade su territorio, los patotea, pese a que no tiene facultades reales.
Como se sabe, la ciudad es autónoma, por lo que las autoridades federales sólo tienen competencia en los edificios que son del gobierno federal, en este caso los tres señalados. Pero siempre se consideró -cuando convivían el macrismo en el gobierno porteño y el peronismo en el nacional- que los federales sólo pueden actuar detrás de las verjas de cada uno de esos edificios y, en el caso de la Catedral, detrás de las vallas que se ubican sobre la vereda. Bullrich pasa por encima de esa norma.
Parece evidente que el gobierno porteño quiere transitar la marcha del martes con la mayor tranquilidad posible: el reclamo es contra Javier Milei, no contra Jorge Macri. Pero el problema es que los efectivos, envalentonados por Bullrich, ya registran antecedentes de haber disparado balas de goma hasta contra personas que estaban en la vereda. Ocurrió, por ejemplo, en febrero, cuando se discutía la Ley Ómnibus, y hubo una concentración frente al Congreso. En ese caso, no es que las fuerzas federales respondieron a ataques con supuestos morteros: el único objetivo era imponer el protocolo Bullrich, sin facultades para intervenir en las calles porteñas. Las autoridades de CABA, en lugar de plantarse ante la ministra, le delegan el poder suponiendo que, ante cualquier problema, ella cargará con la responsabilidad.
En ese escenario, habrá que ver el martes mismo como se plantean las cosas. El gobierno nacional, desde el domingo, viene amenazando con el protocolo, es decir con la intervención de las fuerzas federales, cuando en marchas multitudinarias como la del 24 de marzo, no hubo problema alguno. El riesgo arranca con el caótico entorno de Milei que le dibuja la fantasía de que tiene gran respaldo. La realidad es que las encuestas le dan mal principalmente en tres temas: el manejo del dengue, de las jubilaciones y de las universidades. Cualquier provocación de las fuerzas federales tendría consecuencias imprevisibles.