La Competencia Argentina del Bafici tuvo continuidad con la presentación de otros cuatro títulos. Uno de ellos es el documental El cambio de guardia, en el que Martín Farina retrata a un grupo de amigos cuyo vínculo creció luego de haber compartido el antiguo servicio militar en 1977, integrando el Regimiento de Patricios. Casi 50 años después, el director los acompaña a lo largo de varios años, durante las (no siempre) lúdicas reuniones que realizan de manera periódica.
De forma nada involuntaria, El cambio de guardia se erige como un retrato de la “grieta” que divide políticamente el sentido común de los argentinos, a partir de las discusiones acaloradas que se dan entre los miembros del grupo. Por ese camino empuja al espectador a realizar el ejercicio de identificarse y, tal vez, reconocer algunos vicios propios reflejados en las disputas que se ven en pantalla. Con generosidad, el documental de Farina propone otros caminos: abrazar la empatía y aceptar que quien piensa distinto no necesariamente es un enemigo. Nada mal para una película sobre un grupo de chicos grandes que añoran sus días en el ejército.
También pudieron verse en esta sección las películas Vrutos, de Miguel Bou, y Hombre muerto, de Andrés Tambornino y Alejandro Cruz. Ambas tienen en común la intención de narrar a través de géneros cinematográficos populares. La primera abraza el molde de las películas de pandillas y el realismo sucio para registrar otro tipo de enfrentamiento: el que se da entre un grupo de adolescentes del barrio de Lugano y otro de chicos rugbiers. Con una abierta mirada social, Vrutos da cuenta de la complicada vida en uno de los barrios más estigmatizados de Buenos Aires e intenta utilizar como contrapunto a los rugbiers, sobre quienes también pesa un anatema no menos clasista. En la película de Bou se reconocen elementos que la acercan al cine de directores como Raúl Perrone, Eduardo Pinto o José Campusano, cuya última película, Territorio, también ya puede verse en esta competencia.
Hombre muerto resulta un nuevo intento por adaptar el universo del western al ámbito local, aprovechando recursos geográficos como los del propio noroeste argentino, tan similar en sus paisajes al del oeste estadounidense. Pero también a partir de una historia de pueblo chico que encuentra un paralelo natural en los clásicos relatos del género y al mismo tiempo resulta genuinamente argentina. Con un elenco destacado que incluye a Osvaldo Laport, Diego Velázquez y Roly Serrano, entre otros, Hombre muerto consigue darle forma a una máscara reconocible del western, en especial desde lo fotográfico. Sin embargo, nunca logra equilibrar los elementos de comedia y farsa costumbrista, que a veces raspan contra el fondo dramático de la historia.