Se dio la lógica en Las Vegas y ganaron los que tenían que ganar. El mexicano Saúl "Canelo" Álvarez derrotó por puntos a su compatriota Jaime Munguía y retuvo la cuádruple corona de los supermedianos. Y el texano Mario Barrios superó también por decisión al santafesino Fabián Maidana en una defensa exitosa del título interino de los welters del Consejo Mundial. Eso si, hubo diferencias: mientras la guerra azteca levantó de sus asientos a los 20 mil espectadores que completaron el T Mobile Arena de la capital del estado de Nevada, sobró cálculo y faltaron emociones reales en el duelo de Barrios y Maidana. A tal extremo que de las tribunas brotaron silbidos y abucheos en los tres últimos asaltos.
Canelo (75,636 kg) desmintió a aquellos que, como su expromotor Oscar de la Hoya, sostienen que lo mejor de su tiempo se conjuga en pasado y que recorre los primeros tramos de su ocaso. Lo suyo fue lo de siempre: una fortaleza granítica para dar y recibir y una inalterable convicción de victoria. Alvarez no es el mejor boxeador del mundo libra por libra, ni siquiera el más excitante y carismático. Tampoco tiene una pegada anestesiante: de hecho ganó por puntos sus últimos cuatro combates. Pero es mucho más que eso: es el elegido de la industria, el que más dinero produce y reproduce, el que mueve más millones de dólares cada vez sube a un ring a partir de esa fuerza interior que da la impresión de no haberse agotado todavía.
Munguía (75,975) es siete años más jóven y diez centímetros más alto que Canelo. E hizo una muy buena pelea aunque haya resignado su invicto. Tanto que aunque los tres jurados lo dieron perdedor por tres, cinco y siete puntos, para quien esto escribe perdió apenas por uno (114 a 113) porque Álvarez cerró el round final con mayor presencia y golpes mas claros. Pero antes le había ganado cuatro consecutivos del 8º al 11º. Munguía conectó manos muy firmes arriba y abajo. Pero nunca lo pudo mover al Canelo ni logró controlar sus golpes ascendentes. Con uno terrible de derecha lo derribaron en la cuarta vuelta. En el compendio general de una pelea de cruces sostenidos y electrizantes, Alvarez aplicó los impactos más nítidos y efectivos. Por eso ganó.
"Me gané el derecho de elegir cuándo, con quién y por cuánto peleo. Si me pagan el dinero que quiero, peleo esta misma noche contra quien sea" dijo excitado el tetracampeón de los medianos cuando tras la 61º victoria de su carrera le preguntaron por su futuro inmediato, En Las Vegas se rumorea que el promotor inglés Eddie Hearn le hizo una oferta multimillonaria en nombre del reino de Arabia Saudita para llevar hasta allí sus próximas peleas. Las negociaciones ya comenzaron.
En la previa de la guerra mexicana, Maidana (66.337) dejó la impresión de haber dado un paso atrás cuando debía dar uno adelante. Había caído en el 3º asalto tras recibir una derecha cruzada y poderosa. Pero luego le birló a Barrios (66,451) los tres rounds subsiguientes a partir de una potente izquierda voleada y en gancho que le cerró al campeón interino su ojo derecho. Si Maidana se atrevía a asumir el mando de la pelea, podía dar el batacazo de la noche (estaba 14 a 1 abajo en las apuestas). Pero no se atrevió.
De allí hasta el final, el santafesino, hermano menor del bravo Marcos René, solo abrió el ring y jamás se prendió en los cruces ni tomó mas riesgos. Y aunque al campeón le costó encerrarlo y fijarlo, al final Barrios, con pocos golpes, se alzó con todos los rounds de la segunda mitad, del 6º y al 12º y construyó un triunfo por 116 a 111 en las tres tarjetas que ni a él lo dejó conforme. Maidana entregó buenas sensaciones y tal vez haya abierto la posibilidad de seguir siendo llamado para integrar grandes carteleras. Pero no tuvo un gesto de grandeza cuando el combate lo llamaba a tenerlo. Solo quiso terminar de pie para perder dignamente, no más que eso.