Esta historia empieza con una muerte clínica. David Foenkinos estuvo 40 segundos muerto cuando tenía 16 años. Después de ese silencio raspado a los latidos del corazón, con su madre al lado, arañó de nuevo el camino de regreso, volvió a respirar y fue operado del corazón. El escritor y cineasta francés habla de esa experiencia radical que le cambió la vida a pocas horas de su presentación en la 48° Feria Internacional del libro de Buenos Aires este sábado a las 19 horas en la sala Victoria Ocampo. Quizá esa temprana proximidad con la muerte le permitió desarrollar una sensibilidad singular para narrar las heridas de la infancia y la adolescencia. Algo de esa marca de origen aparece en su última novela publicada en español, Número dos (Alfaguara), una lúcida tragicomedia cuyo disparador surge de la empatía hacia el derrotado.
Centenares de jóvenes británicos pasaron por las audiciones para interpretar a Harry Potter, el joven aprendiz de magia imaginado por J.K. Rawling. Dos candidatos llegaron a la final y el actor Daniel Radcliffe fue el elegido, por tener según la directora de casting, “ese algo extra”. Foenkinos inmediatamente sintió una conexión con el chico que fue descartado; entonces decidió escribir sobre lo que significó para Martin Hill, un nombre inventado por el escritor, asistir a cada nueva entrega de los libros y de las películas de la saga y la dificultad para poder huir del recuerdo de su fracaso.
“El aburrimiento es la mejor formación para escribir”, plantea el narrador de Número dos. “Esa es una frase que escribí en mi biografía novelada sobre John Lennon. En mi infancia yo pasé mucho aburrimiento; ahora que las nuevas generaciones están tan sujetas al entretenimiento permanente creo que no habrá más nuevos escritores; entonces puedo afirmar que soy el último escritor”, bromea el autor de La delicadeza (2009), novela que fue finalista de los premios literarios más prestigiosos de Francia, como el Goncourt, el Renaudot, el Médicis, el Femina o el Interallié, y que posteriormente fue llevada al cine por el propio autor y su hermano Stéphane. Foenkinos (París, 1974), que cumplirá 50 años en octubre de este año, tiene una sólida formación de jazz, es un melómano y fan incondicional de Lennon. “Los escritores tenemos la capacidad de enriquecer el mundo a través de la soledad, pero tengo la impresión de que nunca estoy solo. Cuando escribo, estoy hablando con mi cabeza todo el tiempo. No estamos tan lejos de la locura”, aclara el autor Estoy mucho mejor (2013), Charlotte (2018), novela que rescató del olvido a la pintora alemana de origen judío Charlotte Salomon, que fue asesinada en Auschwitz a los 26 años, cuando estaba embarazada de cinco meses; La biblioteca de los libros rechazados (2017), Dos hermanas (2020) y La familia Martin (2021), entre otros.
--La locura es uno de los temas de “Número dos”. Martin Hill, el que no llegó a interpretar a Harry Potter, en una parte de la novela termina internado en un hospital psiquiátrico. ¿Por qué te interesaba también explorar la cuestión de la fragilidad?
-La locura es un tema que me rodea porque este libro aborda en particular la fragilidad psicológica de un niño que vive una experiencia traumática. Quise ser lo más positivo posible con la idea de tener un fracaso muy violento, pero que a veces tiene un valor. Es un libro que también habla de la virtud del fracaso; no digo que hay que sufrir para ser feliz pero podemos finalmente encontrar una razón para enfrentar nuestras dificultades.
-¿Averiguaste algo sobre ese niño que fue el número dos, o todo lo que hay en la novela es una fabulación muy bien amalgamada con la historia de la saga de Harry Potter y las películas?
-El principio es totalmente real, me encontré con esa entrevista de la directora de casting de la película, que reproduzco palabra por palabra. Durante varias semanas, hubo una duda entre dos actores. En mi libro, yo cuento la vida del que no quedó en el casting. Y también cuento una parte de la vida de Rowling, una vida increíble y romántica. Pero yo no soy un periodista y lo que es gracioso es que hay gente que después de leer la novela quiere saber lo que es cierto y lo que no. Como el libro salió en Inglaterra y se va a filmar una película (y también se estrenará una obra de teatro), estoy seguro de que voy a conocer al número dos. Me gustaría mucho que actuara en la película. Quiero que sea el número uno de la película. Mi novela es la revancha de los números dos. Cuando publiqué este libro, me contaron tantas historias de números dos, de gente en situaciones de número dos también en las familias. Lo que es muy violento en este tipo de situaciones no solo es el fracaso, sino que además no pueden pasar un día de su vida sin estar pensando en la vida que hubieran podido tener. Eso me parece muy literario.
-¿Por qué la literatura prefiere al derrotado, al fracasado, al que se queda al margen?
-No sé si alguna vez estuve frente a un libro sobre la felicidad o sobre alguien a quien le va todo bien. Creo que sería un desafío increíble… Me estás dando una idea, la historia de alguien a quien todo le sale bien hasta que le pasa algo. Ya estoy escribiendo otro libro, así que esta idea la voy a poner en la fila de espera. Cuando escribo, lo que más me gusta es tomar una situación que parece extraordinaria, como podría ser el casting de Harry Potter, algo parece algo muy lejano, que no tiene que ver con nuestras vidas. Sin embargo, poco a poco en el libro hago todo lo posible para que cualquiera pueda reconocerse en la historia. Me encanta la idea de partir de lo extraordinario para ir hacia lo íntimo. No digo que eso funcione para todo el mundo, no es una receta, sino que en la literatura podemos encontrar un medio para pensar en nuestra propia intimidad. Me emociona mucho cuando recibo comentarios de lectores que en cada uno de mis libros ven cosas personales de ellos. La literatura sirve también para extraer reflexiones propias.
-En esta novela, la historia de Martin empieza a cambiar cuando se encuentra con otro número dos, con Karim. ¿Qué importancia tiene el encontrarse con otros que fracasaron?
-Cuando empecé a pensar esta novela, me apasionó el aspecto tragicómico porque escribí libros y películas con mucho humor, pero también tengo libros extremadamente dolorosos. Tenía el sentimiento de que este tema permitía abordar muy seriamente el dolor de ese niño, porque pienso que ha sido horrible, pero al mismo tiempo es un tema cómico extraordinario: alguien que intenta escapar de Harry Potter y no puede. Entonces progresivamente empecé a jugar con la idea del número dos. Me encantaba esa comunión entre todos los números dos, todos los que fueron rechazados, todos los actores que no fueron elegidos. Me gustaba mucho la idea de que pudiera conocer a otro actor que casi obtiene un rol importante y que se le escapó de las manos. Como director de cine, yo viví esto también y tuve que elegir entre dos actrices.
-¿Y qué paso con la número dos, la que fue rechazada?
-Fue para mi película Algo celosa, pero por suerte esa joven actriz, Nadia Tereszkiewicz, acaba de ganar un César como mejor actriz. No la elegimos porque no se parecía a la actriz principal y tenía que actuar como hija. Lo maravilloso es que la que no elegimos se hizo muy conocida; así que no tengo ningún Martin Hill en mi consciencia (risas).
-¿Cómo dialoga “La biblioteca de los libros rechazados" con “Número dos”?
-La verdad es que me da mucho gusto que veas ese paralelismo o diálogo. Escribo libros bien distintos, sobre todo después del éxito mundial de La delicadeza, pero siento que inconscientemente uno está atravesado por los mismos temas y estos dos libros hablan de cómo vivir en las sombras. También han hecho un paralelismo entre Charlotte y La biblioteca de los libros rechazados. Mi deseo es echar luz a personas que han sido olvidadas. Y esto podría ser lo mismo con el número dos. Tengo ganas de rehabilitar al número dos; que no olvidemos a aquel que fue olvidado.
-Si un autor siempre pone como pedazos de su alma en lo que escribe, ¿qué hay de Foenkinos en Martin Hill?
-Yo he sido muchas veces número dos. Antes de ser tan sexy, tuve muchos fracasos en mi haber (risas). Mis libros no se vendieron durante años y años. Me nominaban para muchísimos premios literarios y siempre era el número dos. Estuve gravemente enfermo en la adolescencia, me operaron del corazón, así que no vivo los fracasos como una tragedia. Y el gran éxito que puedo tener tampoco me hace sacar los pies de la tierra. Creo que tengo una relación bastante equilibrada con la vida. Viví una experiencia de muerte a los 16 años, tuve una muerte clínica de unos 40 segundos. Mi madre estaba al lado mío; fue justo antes de la operación de corazón. Eso cambió mi vida porque después me puse a leer y a escribir. Esto lo conté mucho en Francia en las últimas semanas por la publicación de mi nuevo libro, La vida feliz, que tiene como tema la muerte, un libro en el que cuento la historia de un ritual en Corea del Sur que consiste en vivir el propio entierro. Cada país tiene una relación distinta con la muerte y eso me parece apasionante.