El ataque a balazos contra el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, se suma a un largo historial de magnicidios, crímenes políticos y atentados que marcaron la vida europea en el último siglo.
Sarajevo, 1914: la chispa de la Primera Guerra
El 28 de junio de 1914, un doble asesinato fue la mecha que encendió la Primera Guerra Mundial. Ese día, el archiduque Francisco Fernando, heredero al trono austro-húngaro, murió a manos de Gavrilo Princip, un joven serbiobosnio de 19 años. Princip atacó al príncipe y a su esposa, Sofía Chotek, mientras avanzaban en auto por el centro de Sarajevo.
La pareja real murió en el acto. Princip fue arrestado y le dieron veinte años de prisión, ya que por siu edad no se le podía aplicar la pena de muerte. La tuberculosis acabó con su vida en abril de 1918. Faltaban pocos meses para el fin de la Gran Guerra. En rigor, el juego de alianzas que se montó entre las distintas potencias después de la victoria del Kaiser Guillermo en la guerra franco-prusiana (1871) había mostrado un equilibrio muy endeble. El crimen de Sarajevo fue lo que provocó una guerra que podía estallar en cualquier momento.
Ekaterimburgo, 1918: la matanza de los Romanov
El 17 de julio de 1918, otro crimen en la realeza europea conmocionó al mundo. Ese día, los bolcheviques asesinaron a la familia real rusa en Ekaterimburgo. Prisioneros desde la caída del zarismo, Nicolás II, su esposa Alejandra y sus seis hijos, fueron llevados a un sotano con la excusa de que les sacarían una foto.
Los Romanov se sentaron con sus sirvientes. Yakov Yurovski entró con sus hombres y anunció la condena a muerte. Los acribillaron allí mismo. Más tarde llevaron los cuerpos a una mina abandonada. Con los años se instalaría la leyenda de que la princesa Anastaia había sobrevivido, sobre todo a partir del relato de Anna Anderson, una joven que quiso suicidarsde en 1920 en Berlín y dijo ser la Gran Duquesa. La verdadera Anastasia no salió vida de aquel sotano.
Roma, 1924: Matteotti, el rival de Mussolini
El siguiente crimen que se puede mencionar es el de Giacomo Matteotti. El político socialista era el más enconado opositor a Benitto Mussolini en Italia. Ya habían pasado dos años desde la Marcha sobre Roma y el ascenso del fascismo cuando el 30 de mayo de 1924 denunció la manipulación de las elecciones en favor de los fascistas. Al cierre de su potente alocución desafió: "Yo ya he hecho mi discurso. Ahora toca a ustedes preparar el discurso fúnebre para mi entierro".
El 10 de junio, Matteotti fue subido a un auto en Roma. Su cuerpo recién apareció el 16 de agosto, en las afueras de la ciudad, y en avanzado estado de descomposición. La muerte había sido por apuñalemiento y nunca se probó que la orden la diera Mussolini.
Leningrado, 1934: Kirov y la purga de Stalin
Una década más tarde, otro crimen político desató una fuerte persecución. El 1º de diciembre de 1934, Sergei Kirov, uno de los principales dirigentes de la Unión Soviética, entró al edificio del soviet de Leningrado. Un joven de 30 años, Leonid Nikolaev, se acercó y le disparó a quemarropa.
El estado emocional del asesino (militante comunista), tras el crimen, llevó a que las autoridades decidieran el caso de manera expeditiva. El 29 de diciembre Nikolaev fue ejecutado. José Stalin sostuvo que el crimen obedecía a una interna partidaria y ordenó la pesecución de sus opositores. Así fue como comenzó la gran purga por parte del estalinismo.
Madrid, 1936: Calvo Sotelo y el inicio de la Guerra Civil
En 1936, un asesinato político preludió una guerra, como había ocurrido 22 años antes. José Calvo Sotelo, referente de la derecha española, fue muerto tras su arresto por parte de un grupo de guardias civiles en Madrid, el 13 de julio de 1936. Horas antes había sido asesinado el socialista Joé del Castillo. Calvo Sotelo fue llevado detenido por este hecho, pese a que era diputado y gozaba de fueros.
Cuando el dirigente derechista se sentó en la furgoneta a la que fue subido, le dispararon dos veces en la cabeza y arrojaron el cuerpo frente a un cementerio en Madrid. El crimen causóuna enorme conmoción. El 18 de julio, cinco días después del asesinato, las tensiones acumuladas desde la caída de la monarquía en 1931 hicieron eclosión con el alzamiento de la guarnición de Marruecos, al mando de Francisco Franco. Así comenzó la Guerra Civil Española.
Rastemburgo, 1944: complot contra Hitler
El 20 de julio de 1944, con la Segunda Guerra casi definida en favor de los Aliados tras el desastre alemán en Stalingrado, y transcurrido un mes y medio del desembarco en Normandía, el Tercer Reich podría haberse rendido si se consumaba un golpe de Estado que incluía el asesinato de Adolf Hitler.
Ese día, el coronel Claus von Staufenberg entró a la reunión del alto mando que el dictador encabezó en la "Guarida del Lobo", el cuartel ubicado en Rastemburgo. Stauffenberg, que había perdido un brazo y un ojo en la campaña de África, ingresó con un portafolios que llevaba explosivos. Activo la bomba antes de entrar y salió a los pocos minutos.
La explosión en la sala de reuniones causó cautro muertos entre los más de veinte presentes. Hitler apenas resultó herido. Stauffenberg viajó a Berlín para activar la Operación Valquiria; esto es, la puesta en marcha de una gran purga de nazis a través del ejército de reserva, que le debía fidelidad a Hitler. Como el Führer, según se informó, había sido asesinado, se debía descabezar a la primera línea del nazismo. Era una forma de detener a los jeraracas al tiempo que se ganaba tiempo para que otras guarniciones se sumaran al golpe y negociar la paz con los Aliados.
Pero todo cambió en la noche del 20 de julio, cuando Hitler habló por radio. Los reservistas detuvieron a Stauffenberg, que con un grupo de conspiradores fue fusilado en la madrugada del 21. El Reich de los mil años apenas sobreviviría nueve meses.
París, 1962: la OAS atenta contra De Gaulle
El 22 de agosto de 1962, uno de los protagonistas de la Segunda Guerra pudo haber muerto en un magnicidio. Ese día, Charles De Gaulle, presidente de Francia y héroe de guerra, iba en auto en la localidad de Petit Clamart, en las afueras de París, acompañado por su esposa. Un grupo de ultraderechistas de la Organización del Ejército Secreto (OAS en francés) se propuso asesinarlo como respuesta a la decisión presidencial de conceder la independencia a Argelia.
El ingeniero militar Jean-Marie Bastien-Thiry planeó el atentado. Al pasar por una calle, el Citroën DS en el que viajaba De Gaulle fue baleado desde varios ángulos. Los atacantes realizaron casi 200 disparos y la carrocería recibió catorce impactos de bala. La investigación derivó en arrestos y la desactivación de la OAS.
Bastien-Thiry fue detenido y, tras un rápido juicio, ejecutado en marzo de 1963. El episodio derivó en la publicación de uno de los grandes thrillers literarios: El día del chacal de Frederyck Forsyth, llevado al cine en 1973 y que ficcionaliza un atentado contra el presidente galo.
Salónica, 1963: el crimen que inspiró Z
En Grecia, el 27 de mayo de 1963, fue muerto Grigoris Lambrakis, uno de los políticos más populares del país. Ese día, Lambrakis encabezó un acto en Salónica en favor de la paz mundial y contra el desarme nuclear. El clima se había enrarecido en las horas previas con agresiones a las personas que llegaban para participar del mitín.
A la salida de la convocatoria, y ante la anuencia de la policía, una moto con sidecar se cruzó delante de Lambrakis, que cayó ensangrentado al piso. Lo habían golpeado con un objeto contundente. Lo llevaron en coma a un hospital y murió cuatro días más tarde. Mientras, un ciudadano se había trepado a la moto y reducido a los atacantes, que fueron arrestados.
El crimen causó una enorme conmoción. La derecha se quiso desligar de lo ocurrido y fue inocutable que la policía había estado involucrada en el ataque. El caso llegó a juicio en 1966, y apenas hubo penas leves para los asesinos, mientras que los acusados de instigar y encubrir el crimen fueron absueltos. Vassili Vsilikos ficcionalizó los hechos en Z, su novela de 1967. Ese mismo año se produjo el golpe de Estado que instauró una dictadura hata 1974. La versión fílmica de Z, dirigida por Costa-Gavras en 1969, le dio alcance mundial al caso y al drama del régimen de los coroneles.
Madrid, 1973: el almirante Carrero Blanco va en coche al muere
El 20 de diciembre de 1973, la España franquista se conmovió por el asesinato de Luis Carrero Blanco, el delfín de Francisco Franco. Apenas seis meses antes, el dictador había nombrado al almirante como presidente del Gobierno, en la primera vez que cedía atribuciones en 37 años de dictadura.
ETA planificó el asesinato, que pasó a la historia como Operación Ogro y que, para muchos estudiosos, marcó el inicio de la transición a la democracia, con un franquismo en retirada mientras su líder agonizaba. Aquel 20 de diciembre, Carrero Blanco fue a misa en Madrid. Los etarras habían planificado el atentado desde hacía un año y conocían las rutinas del militar.
En las horas pevias colocaron cargas equivalantes a 50 kilos de dinamita en el asfalto de la calle por la cual circularía el auto de Carrero Blanco. El comando de ETA activó las cargas segundos antes de que pasara el coche. La explosión se escuchó a varios kilómetros a la redonda.
Carrero Blanco murió en el instante, mientras se abría un cráter en la calle. El auto voló por los aires y cayó sobre la azotea de la iglesia que el almirante había visitado minutos antes. ETA reivindicó el atentado. El rostro de Franco, impertérrito durante su larga dictadura, no pudo esconder la emoción en el funeral.
Roma, 1978: Aldo Moro en manos de las Brigadas Rojas
Medio siglo después del crimen de Giacomo Mateotti, Italia afrontó otro asesinato político. En marzo de 1978, las Brigadas Rojas secuestraron al exprimer ministro Aldo Moro, referente de los demócratas cristianos. El secuestro se produjo cuando se estaba por concretar el entendimiento en el Parlamento entre el Partido Comunista y la Democracia Cristiana, lo que se había definido como "Compromiso Histórico".
Los raptores exigieron la liberación de militantes presos a camio de Moro. Para agregar más dramatismo a la situación, las Brigadas Rojas difundieron cartas de Moro escritas en su cautiverio, en las que abogaba por una negociación. El espectro político italiano se dividió al respecto.
No hubo concesiones y el cuerpo de Moro apareció en el baúl de un auto el 9 de mayo de 1978. Los hechos fueron retratados por Leonardo Sciascia en El caso Moro, tras su experiencia como integrante de la comisión parlamentaria que investigó el crimen. El gran escritor siciliano se detuvo en la pulsión de las cartas de Moro.
Estocolmo, 1986: El misterio de Olof Palme
Olof Palme era primer ministro de Suecia y un emblema de la socialdemocracia cuando fue asesinado el 28 de febrero de 1986. Esa noche, regresaba de un cine en Estocolmo, junto con su esposa, y no llevaba custodia. Un extraño se le acercó por detrás y le diparó dos veces a quemarropa.
Nunca se halló al asesino y se blandieron varias teorías conspirativas en el marco de la Guerra Fría. Palme era un militante en favor del desarme nuclear y un nombre incómodo para la derecha de buena parte del mundo. Stieg Larsson, el autor de la saga Millennium, arriesgó que la Sudáfrica del apartheid había estado detrás del magnicidio.
Christer Pettersson, un hombre con antecedentes penales, fue detenido por el crimen. La mujer de Palme lo reconoció en rueda de sospechosos y lo condenaron, pero la sentencia fue anulada por falta de pruebas. En junio de 2020 se apuntó a Stig Engström, fallecido en 2000, como probable autor de los disparos.
Madrid, 1995: Aznar se salva por milagro
El último caso para mencionar en la política europea ocurrió en 1995. El 19 de abril, José María Aznar, líder del Partido Popular, sufrió un atentado de ETA en Madrid. El líder conservador salvó su vida gracias al blindaje del coche que lo transportaba en el momento de la explosión de un coche bomba. Una mujer de 73 que pasaba por allí fue la víctima mortal del ataque. Diez meses más tarde, Aznar ganó las elecciones y se convirtió en presidente del Gobierno.