Juan Perón decía que, muchas veces, se hace política cabalgando sobre la realidad. Axel Kicillof pareció hacerle caso con la actividad militante en Florencio Varela que coronó como único orador. Se subió a la realidad con su discurso, que fue bien nacional, con Javier Milei de contrincante. Y con la concurrencia. Tanto la masiva, con más de 35 mil personas, como la del escenario y las primeras filas, donde no faltaron la política partidaria ni los intendentes ni el sindicalismo. El conjunto marcó no sólo una forma de plantarse hacia afuera del peronismo. También señaló un modo de pararse hacia adentro. El gobernador lo afirmó, por omisión, en su discurso. La presencia de la ausencia, diría el compañero Jacques Lacan en su unidad básica de París: ni una sola referencia a la interna. Nada de Partido Justicialista. Sólo el movimiento, en los hechos y en el sentido de las palabras.

La realidad evidencia que Kicillof es gobernador de la provincia más importante de la Argentina. La que concentra el 38 por ciento de la población y el 50 por ciento del PBI. Esa misma realidad dice que Kicillof es peronista y de Unión por la Patria. Que fue reelecto en 2023. Que en 2023, al revés del país avioletado, en la Provincia ganó UxP también para Presidente. Que por eso la oposición no consiguió el 4,3 por ciento, como a veces parece creerlo cuando se apichona, sino el 44,35 por ciento de los votos contra el 55,65 de Milei. Son muchos votos, que encima hoy están en busca de representación firme. Esa firmeza quizás sea una condición necesaria para disputar una parte del 55 por ciento restante.

Esa realidad palpable, física, concreta, permite sólo dos modos de lectura.

Una es no asumir la realidad. En términos de gestión equivaldría a una catástrofe, porque la agresión contra las provincias desde un poder central con vocación de unicato, como es el de Milei, no frena. La saña contra la Provincia tiene componentes sociales, porque hay una densidad de trabajadores y pymes que son el obstáculo a remover, y políticos, porque gobiernan el peronismo y sus aliados a través de Kicillof.

El otro modo de leer la realidad es, volviendo a la frase de Perón, cabalgarla. Y entonces lo natural es que Kicillof encarne cada vez más un perfil nacional como gobernador, por el peso de Buenos Aires, y un perfil nacional como dirigente, porque de los peronistas que gobiernan es el que lo hace sobre el territorio más complejo y poblado de la Argentina.

Está claro que el gobernador se subió al caballo. O al Clio grisáceo de su amigo y ministro de Gobierno Carlos “Carli” Bianco, que ya marca 220 mil kilómetros. ¿Va hacia una candidatura presidencial modelo 2027? Aunque en Varela sonrió cuando escuchó el cantito de “Axel Presidente”, nunca lo dijo. Ni en público ni en privado, al menos hasta donde consta tras un paneo periodístico constante sobre sus interlocutores. El 2027 está lejos, además. Kicillof, que nunca habla de fútbol, ¿sabrá que está copiando al Reinaldo Merlo del Racing de 2001? La unidad básica "Mostaza Conducción" descansaba sobre el apotegma “Paso por paso”. Su líder no habló de campeonato hasta que, tres partidos antes el final, conquistarlo ya era probable. En cualquier caso, ir pisando sin dar grandes zancos suena razonable frente a una realidad de caída industrial, agresión al salario, parate de la obra pública y recorte de fondos para educación, transporte, jubilaciones e infraestructura, y todo a cargo de un Presidente que se codea con Elon Musk y el falangista español de Vox Santiago Abascal.

En este contexto enfrascarse en la interna sería un sinsentido. Los que no estuvieron en Varela dedicaron su sábado a discusiones en paralelo sobre la Ley Bases. Si las paralelas se tocan o no en el futuro es asunto, precisamente, del futuro. Punto. En política no hay cosa más tonta que hacer pronósticos.

Como un discurso no es un texto sino palabra en acción, y en interacción, resulta interesante notar que los mayores aplausos se dieron en dos momentos. El más sonoro fue al final, cuando Kicillof dijo gracias siete veces seguidas, en especial al apoyo y al esfuerzo de todos. Y el otro fue cuando recordó que en la misma semana se había reunido con el gobernador de Chubut y el de Santa Fe, el PRO Nacho Torres y el radical Maximiliano Pullaro. Dijo Kicillof que hay un federalismo a defender y afirmó que ninguna provincia puede salvarse sola.

Más pruebas de proyección nacional, imposible.