Se sabe: Maximiliano Pullaro es pragmático. Un día puede recibir al ministro del Interior, Guillermo Francos, y después tildar al gobierno nacional de “centralista, unitario y porteñocéntrico” por arreglar una recomposición de fondos con la Universidad de Buenos Aires (UBA) en detrimento del resto. También puede elogiar a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, por el despliegue de las fuerzas federales en Rosario, y por lo bajo reprocharle la finalización de las obras en la cárcel federal de Coronda. Lo dejó claro desde su asunción: estará del lado de todo lo que beneficie a la invencible provincia de Santa Fe. Por eso, este viernes se abrazó con Axel Kicillof que –casi como un presidente paralelo– a mediados de marzo envió 80 móviles de la policía bonaerense para reforzar el patrullaje en Rosario, en medio de la escalada de violencia, y ayer arribó a la ciudad para rubricar un convenio de seguridad y prevención del narcotráfico. Por un momento, al margen quedaron las diferencias partidarias. “Hoy se da un ejemplo de que cuando hay algo que solucionar, no hay banderías políticas”, resumió el gobernador santafesino.

Kicillof llegó a la sede de gobierno en Rosario al mediodía, pese a que se lo esperaba una hora antes. El dirigente peronista viene con una agenda apretada. El miércoles estuvo en la provincia de Chubut, donde firmó un acuerdo de colaboración sanitaria para enviar 15 ambulancias de alta complejidad en comodato al gobernador Ignacio Torres, figura del PRO, que a poco de asumir mantuvo un encontronazo virtual con Javier Milei. Es todo un mensaje. Mientras el Pacto de Mayo convocado por el presidente pende de un hilo, Kicillof tiende puentes con las provincias sin mirar las escuderías. Previo a 2019, a bordo de un Renault Clio prestado, recorrió los 135 partidos de la provincia de Buenos Aires para ser gobernador. Sin reelección en el horizonte, la estrategia para posicionarse como una figura presidenciable parece ser la misma, aunque su arribo a la ciudad este viernes fue a bordo de una furgoneta Hyundai H1.

No fue una llegada estruendosa. Apenas un custodio en la calle y sin controles en la entrada. Tampoco se cortó el tránsito en su arribo. Atrás quedó el operativo de seguridad montado para la llegada de Bullrich y su par de Defensa, Luis Petri, que cercaron la exjefatura de Policía para anunciar un nuevo arribo de Gendarmería a la ciudad. Es cierto que en ese entonces la ciudad venía de cuatro trabajadores asesinados en cinco días, y hoy los ánimos parecen ser otros. Pero la llegada de Kicillof se dio con total normalidad. A su recepción fue Pullaro, acompañado por el ministro de Seguridad provincial, Pablo Cococcioni, y el secretario general del Gobierno, Juan Cruz Cándido. Hubo foto en conjunto y manos en “V” por parte del gobernador bonaerense. Y luego, reunión de trabajo.

En conferencia de prensa los mandatarios explicaron los alcances del acuerdo. La intención es mantener un trabajo articulado para el análisis de las actividades criminales, con el objetivo de facilitar las investigaciones. A través del convenio, ambas provincias se comprometieron a cooperar en la investigación de los delitos complejos y el crimen organizado intercambiando información. “Generamos el instrumento para una actividad de cooperación y asistencia mutua en materia de seguridad”, explicó Cococcioni. “Una línea divisoria no frena a los delincuentes, por eso nosotros tenemos que profundizar la cooperación”, agregó el secretario de Seguridad bonaerense, Javier Alonso.

Hacer el bien sin mirar a quien

En diálogo con la prensa, Kicillof comentó que el acuerdo con la provincia de Santa Fe se gestó a partir de una mirada común sobre el tema: el narcotráfico no es un fenómeno propio de un distrito en particular. Y esa lógica se tradujo en el envío de recursos, cuando los hechos violentos recrudecieron en la ciudad a principios de marzo. Para el gobernador bonaerense, el convenio “es una fase superior” de las acciones que se venían haciendo, y que da un marco institucional a las tareas de investigación e inteligencia en cada uno de las provincias. 

“Creo que es un hecho para celebrar que podamos seguir trabajando de esta manera. Lo hemos hecho desde el primer día. Aún existiendo desacuerdos sobre varias cuestiones, en esto no podemos tener diferencias. Hay que dar respuestas y soluciones a cada uno de los pueblos de la provincia”, expresó y agregó: “Hoy se está dando un ejemplo de que más allá de las banderas políticas, cuando hay algo que solucionar, hay que ponerse de acuerdo, hay que buscar la coordinación, compartir los recursos y la provincia de Buenos Aires siempre ha sido solidaria. Creo que en ese sentido también estamos cumpliendo un mandato en una época difícil”.

Por su parte, Pullaro aprovechó para agradecer públicamente a Kicillof por su acompañamiento. No es para menos: cuando el crimen organizado puso en jaque la ciudad todos los gobernadores firmaron un documento en solidaridad, pero no todos mandaron 80 patrulleros ni tecnología de punta para intentar lograr un poco de paz. Y el gobernador santafesino lo dejó claro: “En la lucha contra el narcotráfico no hay banderías políticas, no hay diferencias políticas; hay una sola línea trazada entre quienes estamos de un lado y quienes están del otro. Y en la pelea contra las mafias estamos del mismo lado”.

“Vi críticas que hicieron hasta desde nuestra propia coalición al gobernador de Buenos Aires e imagino que hasta tal vez ha pagado un costo político. Y por eso quiero agradecerle aquí sinceramente”, reconoció Pullaro. “Lo que hizo es entender que hay momentos en que las ideas que nos dividen no tienen sentido cuando hay cuestiones de fondo que tienen que ver con la vida y con organizaciones criminales de carácter internacional, que están golpeando fuertemente a nuestras provincias y particularmente a la nuestra”, añadió.

¿Pacto de junio en Rosario?

Los gobernadores mostraron buena sintonía. Hasta se acompañaron al momento de las preguntas naturalmente incómodas para ambos, porque estuvieron enfocadas en la coyuntura política nacional, de la que tienen miradas distintas. Consultados sobre el blanqueo de capitales contemplado en la Ley Bases, ambos dirigentes se mostraron de acuerdo en que generaría dificultades para la lucha contra el narcotráfico.

“Se dice habitualmente que hay que seguir la ruta del dinero. Y si uno no puede seguirlo es realmente una dificultad. Me parece que debemos poner mucha alerta en cuestiones de blanqueo y que, cuanto más rigurosos seamos en el seguimiento del dinero de origen desconocido, más facilidad vamos a tener para controlar el narcotráfico en Argentina. Esperemos que no se ponga nuevas dificultades en algo que ya es sumamente difícil”, sostuvo Kicillof. En tanto, Pullaro adelantó que, de avanzar la ley como está prevista, se implementarán “normas provinciales” que permitan tener una mirada más estricta sobre el tema.

Los dirigentes también fueron consultados sobre el Pacto de Mayo, el cónclave que el presidente busca celebrar en Córdoba junto a los gobernadores, para acordar una serie de “reformas estructurales” en su gobierno. Pero la aprobación de la Ley Bases, que aparecía como condicionante, aún no está garantizada y el tiempo corre. Por eso se especula con que pueda cambiarse de sede y fecha. Esta mañana, Francos deslizó que Rosario, el próximo 20 de junio, podría ser una opción. “Tiene un efecto simbólico importante, porque la bandera nos une a todos. Es algo que el presidente tiene que decidir”, expresó el ministro del Interior.

Los gobernadores se enteraron en plena conferencia. Pullaro tomó la palabra y marcó postura. “No lo quiero comprometer, claramente tenemos posiciones distintas”, dijo sobre Kicillof y remarcó su voluntad de participar del Pacto, con la posibilidad de poder llevar algunos planteos: fortalecimiento del sector productivo y financiamiento educativo son dos puntos que preocupan al gobernador santafesino y que lo posicionan en la vereda contraria al gobierno nacional. “En Argentina desde hace muchos años perdimos la capacidad de dialogar entre quienes no pensamos igual. Lo importante de la relación que hemos construido con el gobernador Kicillof, es que a pesar de pensar distintos estamos dispuestos a escucharnos que es lo que se ha perdido en la Argentina”, sostuvo. 

Por su parte, el gobernador bonaerense también ratificó su postura. “Un pacto suele ser un acuerdo entre partes que no están del todo en la misma sintonía y que entonces resignan algunas cuestiones para llegar a un punto común en otras. A mí nadie me consultó ninguno de los puntos. No es un pacto, en todo caso sería un contrato de adhesión”, cuestionó. E incluso se permitió hacer una broma: “Sobre la fecha había escuchado algo de Tucumán, yo pensé que tal vez lo querían hacer un 4 de julio”, dijo haciendo mención al día de la Independencia de los Estados Unidos. Ante la risa generalizada, el gobernador santafesino esbozó una mueca, pero se mantuvo serio. “Con lo que mencionó Pullaro estoy de acuerdo: si nosotros pudiésemos discutir sobre puntos de interés común, por supuesto que estamos dispuestos”, cerró.