Parece que la historia se repite como si fuéramos parte de la película “El día de la marmota” cuyo personaje principal vuelve a vivir el mismo día una y otra vez. Pero lejos de pensar este escenario como un hecho extraordinario e inesperado es necesario retroceder en el tiempo y analizar las decisiones que nos colocan en esta situación de fragilidad. Desde sus inicios el gobierno comenzó un sendero de desregulación del mercado cambiario y financiero perdiendo las herramientas para frenar una corrida. A ese proceso se sumó el endeudamiento utilizado en financiar la fuga, el turismo, la remisión de utilidades y casi ningún proyecto productivo. No solo el gobierno nacional, también las provincias que lejos están de tener capacidad de repago. Al déficit comercial previsto en el presupuesto 2018 se agregan la mala cosecha y la retención de soja que agravan la situación al frenar el ingreso de dólares genuinos. Frente a este contexto, no comprender que Argentina tiene un problema estructural de restricción externa y que cualquier brisa en los mercados internacionales aquí se transforman en tornado es un error.
Es así que las devaluaciones de los últimos días en los países emergentes, el incremento de la tasa de interés de los bonos del Tesoro estadounidense, la aplicación del impuesto a la renta para los inversionistas extranjeros aprobada en la reforma tributaria, sin ningún mecanismo de contención se vuelve una combinación explosiva.
La jugada terminó otra vez en las puertas del FMI para pedir un salvavidas de plomo que llegará con sus condicionalidades. Distintas versiones indican que el crédito solicitado llegaría a unos 30 mil millones de dólares, el mismo monto que el próximo vencimiento de Lebacs. Nada dice que todos corran a hacerse de su dinero, pero por lo menos una buena parte de ellos lo harán generando más presión al tipo de cambio.
El Indicador de Vulnerabilidad Externa (IVE) elaborado en el OCEPP muestra un incremento del 97 por ciento desde que asumió el nuevo gobierno. Mayor vulnerabilidad implica mayor exposición a cualquier shock internacional como quedó demostrado en estas dos semanas. El IVE se acelera significativamente desde 2016 hasta alcanzar niveles similares a los registrados en los años noventa.
El IVE nos permite ver que, en el plano financiero, se aceleró la fuga de capitales, creció el giro de ganancias de las empresas extranjeras a sus matrices, aumentó el déficit comercial y se incrementó el pago de los servicios de la deuda. La estrategia para financiar estas crecientes salidas fue la de recurrir al endeudamiento externo y al ingreso de capitales especulativos. En el plano comercial, por su parte, creció la participación de las importaciones ociosas.
El incremento de la fragilidad externa quedó demostrado cuando ante la primera turbulencia internacional los capitales especulativos empezaron a huir y se inició una corrida sumamente costosa. No se puede dejar de mencionar que estos días el BCRA decidió operar en el mercado de futuros, una política monetaria que las mismas autoridades de la entidad judicializaron limitando su utilización.
Venta de dólares para intentar contener la corrida que consumió más de la mitad de la deuda tomada en el año, incremento de la tasa de política monetaria, operaciones en el mercado de futuros, conferencias de prensa para calmar los ánimos anunciando más ajuste fiscal y un salvataje con el FMI, no lograron aún que el dólar pare de subir y no hay evidencias de ningún otro país emergente que esté tomando las mismas medidas.
* Economista del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (Ocepp).