Los pañuelos amarillos son el nuevo verde en Uruguay. Es el símbolo de la lucha por la Ley Integral Trans, recién aprobada en la Cámara de Diputados. La Campaña Nacional en Apoyo a la Ley Integral eligió ese color un poco para darle una vuelta a la mala fama que tiene en el teatro, y otro poco porque es primario, entonces, “se escapa del binarismo porque no se necesitan dos para formarlo”, dicen desde Unión Trans, una de las organizaciones que integran la Campaña, que estos meses trabajó sin respiro en darle presencia en las calles y en las redes al proyecto. Dos de sus integrantes, Josefina González –que además de activista es estudiante de Ciencias de la Educación–, y Marcela Pini –que es psicóloga e investigadora–, conversaron con SOY sobre la gesta de una ley que incluye además de la posibilidad de hacer los cambios registrales, un cupo para que el 1 por ciento de los cargos de la administración estatal sean destinados a personas trans. Y también, un régimen reparatorio para quienes hayan sido víctimas de violencia institucional, la exigencia de que todas las instituciones educativas brinden apoyo para que las personas trans puedan seguir sus estudios y programas de vivienda y acceso a la salud integral. 

La ley se aprobó a pesar de una potente campaña por parte de sectores conservadores y religiosos, que reunieron 33 mil firmas en contra. El dato que no trascendió tanto fue que después de eso la Campaña de los pañuelos amarillos duplicó el número de adhesiones. 

¿Qué impacto tuvo la reacción conservadora contra la Campaña?

Josefina González: Parecía que estaba todo bien con ley y de pronto surge esta contraofensiva por parte de la derecha. Son grupos que se están expandiendo América Latina. Uruguay no tiene un arreglo entre el Estado y la Iglesia Católica al modo de Argentina, pero sí se está dando la proliferación desde hace años de estos discursos de lo más conservador del evangelismo. Hay tres representantes de la banca del Partido Nacional que son aliados a estos sectores del evangelismo. Uno de ellos es pastor. 

Marcela Pini: Reciben mucho dinero. Impulsaron la movida de las 33 mil firmas. Empezaron a decir que se iba a hormonizar y operar a los niños y niñas, cosa que la ley no dice. Ya lo vemos en otros ámbitos: miente, miente, que algo quedará. Hubo que salir a explicar que el planteo de la ley para la niñez es sólo un acompañamiento, habilitar el cambio de nombre y sexo registral pero no la hormonización porque no es necesaria porque un niño o niña no tiene desarrollo de sus caracteres sexuales.

¿En qué consiste la ley?

J. G.: Incluye derechos nuevos y refuerza otros que están consagrados pero que no se cumplen. Por más que en la Constitución de la República estén consagrados ciertos derechos, la población trans no accede a ellos porque las instituciones, empezando por la familia, son expulsivas. Entonces el proyecto garantiza el derecho a la vivienda, derecho a la educación, el cupo del 1 por ciento de los cargos en la administración pública, el acceso a la salud, que los tratamientos específicos se incorporen al sistema nacional integral de salud.

Ya hay en Uruguay una ley para la rectificación registral, ¿qué diferencia habría en ese punto?

J. G.: La ley de 2009 es sólo un cambio de nombre y sexo registral. Nada que ver con la ley de Identidad de Género que tienen ustedes acá, que es más integral. La nuestra de 2009 sólo te habilita a iniciar un proceso judicial para reclamar tu derecho a cambiarte los datos en los registros. La Ley Integral Trans convierte eso en un trámite administrativo.

J. G.: A partir del censo que se hace sobre la comunidad, al ver materializadas las condiciones de vida que los activistas veníamos denunciando de larga data, surge la redacción del proyecto, en 2016. Se presenta al parlamente en 2017. Pasó en comisión.

¿Y cómo se formó Unión Trans?

M. P.: Hace relativamente poco. Somos todas mujeres y un varón trans. Somos personas que hace mucho que venimos trabajando temas de DD. HH., en Uruguay, todas nos conocemos, hemos transitado por distintos colectivos de los que nos hemos ido por el conflicto de quién tiene la voz en los movimientos sociales. 

J. G.: Era hora de tomar la palabra. Unión Trans, entonces, es quien convoca a la Campaña Nacional en Apoyo a la Ley Integral para Personas Trans. Una Campaña con una gran transversalidad.

¿Por qué transversalidad?

M. P.: Hay desde grupos de artesanos, artistas callejeros, centros de estudiantes, feministas, personas que viven con VIH, hasta personas independientes. Organizamos una juntada de firmas, y en un mes y medio reunimos más de 60 mil firmas. Es decir, superamos a esas 33 mil que tanto se publicitaron. Y logramos un gran pañuelazo.

¿Por qué eligieron el amarillo para el pañuelo?

M. P.: Es un color no binario, es primario. Históricamente ha sido mufa, en el teatro por ejemplo. Así que queríamos resignificar eso. Y, además, ¡ya casi todos los otros colores estaban tomados! (Risas) Pensamos en un momento en el rojo pero no, porque es el color de la lucha zapatista. El pañuelo tiene inscripto el lema de la campaña, la simbología es el puño en alto del feminismo y una balanza, que representa la búsqueda de la igualdad. También elegimos el amarillo por lo que significa en señales de tránsito: deténgase. 

J. G.: Y eso es importante porque uno de los ejes de la campaña es que las voces trans por primera vez estén al frente y en primera persona. Queríamos que el resto de las organizaciones nos acompañaran pero que también nos dejaran liderar. Es una pelea por la voz propia, básica, que damos también en otros ámbitos como la universidad. Marcela y yo somos universitarias, ejercemos la docencia, y peleamos dentro de la Academia. Las mujeres y las personas trans no hemos sido históricamente productoras de conocimiento sino que se nos ha utilizado para producirlo desde una visión del otro.

M. P: Cuando pedimos que nos dieran la palabra para pelear por esta ley, para ir a hablar a los medios y demás, la mayoría de los colectivos estuvo de acuerdo, salvo, ¡los colectivos de gays y lesbianas! Son un drama los personalismos… Detrás de esta lucha además de ego, hay poder, financiamiento y cargos políticos. Más de 120 mil personas se sumaron este año a la marcha de la diversidad con sus pañuelos amarillos en señal de apoyo a la Campaña. La popularización del pañuelo amarillo este año en Uruguay es comparable con el uso de los pañuelos verdes acá. Antes de eso las calles estaban cubiertas de pañuelos verdes, porque consideramos que la lucha de Argentina por el aborto es también una pelea regional.

J. G.: Hasta viniendo por acá nos encontramos con pañuelos amarillos en el barco.