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ASESINARON A UN EJECUTIVO DE TECHINT: LOS HOMICIDAS SERIAN SUS HIJOS

CUANDO UNA COARTADA SE VUELVE EN CONTRA

Tras el asesinato, los hijos dijeron que habían sido dos asaltantes. Pero la  versión sembró dudas. Uno ya fue detenido.

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El juez hizo cortar la calle Chacabuco y revisó minuciosamente el departamento.

En el baño apareció el arma que habría sido usada para matar a Da Bouza.

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El momento en que detienen a uno de los hijos, Manuel, de 25.

El otro, de 22, era anoche buscado por la policía.

Un ejecutivo de la empresa Techint, ex funcionario del equipo económico durante la gestión de Raúl Alfonsín, fue asesinado a balazos en su departamento, en el barrio porteño de San Telmo, en un episodio en el que quedaron seriamente involucrados dos hijos de la víctima, de 25 y 22 años. El mayor de ellos fue detenido, mientras que el otro era buscado anoche por la policía. Ambos le habían dicho a la policía que su padre, el economista Ramón Antonio Da Bouza (44), había sido asesinado por dos delincuentes que intentaron asaltarlos. Pero incurrieron en contradicciones y al final, el juez a cargo de la causa, Gustavo Karam, ordenó su detención.

El crimen de Da Souza conmovió a las decenas de amigos que supo ganarse a lo largo de su carrera. Pero lo que más sacudió a sus allegados es la versión que involucró a los hijos del ejecutivo, a quien todos consideraban como un padre ejemplar.

El hecho ocurrió después de las 0.30 de ayer, en el departamento "O" del cuarto piso, en el edificio ubicado en Chacabuco 584, donde el ejecutivo vivía solo. A esa hora, los vecinos escucharon una fuerte discusión, varios disparos y luego una nueva disputa. Entonces, dieron aviso a la policía, que se hizo presente de inmediato. El personal de la comisaría 2ª --ubicada a unas seis cuadras-- llegó en cinco o diez minutos. Los efectivos encontraron al ejecutivo muerto, de tres balazos; al hijo menor, Santiago, herido de un disparo en el pie, y al mayor, Manuel, con un traumatismo en la cabeza.

Los dos heridos fueron llevados al Hospital Argerich, donde recibieron atención y fueron dados de alta. Trasladados a la comisaría 2ª, fueron interrogados por el juez Karam y por la policía. "El juez detectó algunas contradicciones en los testimonios de los hermanos. Por eso, decidió no tomarles declaración y los dejó en libertad, hasta reunir más elementos", dijo una fuente policial a Página/12.

Con todo, a media mañana, la versión que ganó fuerza fue la de homicidio en ocasión de robo, tal como habían relatado los hijos de la víctima. Según esa versión, Santiago había bajado a comprar cigarrillos y a su regreso fue interceptado por dos hombres en la puerta del edificio; los desconocidos habrían logrado así subir hasta el departamento, donde le exigieron dinero al ejecutivo y, ante la resistencia de la víctima, le dispararon a quemarropa.

El jefe de la Policía Federal, en la Quinta de Olivos, dijo por la mañana que, "en principio, el móvil del crimen habría sido un asalto", aunque aclaró que no se descartaba ninguna hipótesis". Y en su quinta edición, el vespertino La Razón se atrevió a decir que "crece la inseguridad" en territorio porteño.

Sin embargo, para los investigadores la historia no cerraba. A mediodía, el juez Karam dispuso una inspección ocular en el edificio. Ordenó cortar el tránsito en la calle Chacabuco y se constituyó nuevamente en el domicilio de la víctima, junto con personal de Homicidios, peritos forenses y efectivos del cuerpo de bomberos. En uno de los dos baños de la vivienda, la policía encontró, cerca de las 14, una pistola calibre 22, con proyectiles que se correspondían con los cinco casquillos hallados en el departamento.

El magistrado terminó de cerrar su hipótesis cuando los efectivos de Bomberos descubrieron que la soga que estaba amarrada al balcón, en el contrafrente de la vivienda, que habría sido usada por los ladrones para emprender la huida --según la versión de los hijos--, no estaba amarrada con la fuerza suficiente como para soportar el peso de un cuerpo. Fue entonces, a eso de las 17.30, cuando Karam ordenó la detención de los dos hijos de la víctima. Los vecinos habían dado otro dato fundamental: el perro no había ladrado ante la supuesta presencia de desconocidos.

Manuel Da Bouza, el hijo mayor, fue detenido poco después en la casa de su madre, en Perú al 1500, a diez cuadras del lugar del homicidio, y quedó alojado en la seccional 2ª. Hoy. el juez Karam podría tomarle declaración indagatoria.

La víctima tenía cuatro hijos de dos matrimonios: además de los dos mayores, otro de 14 y el restante, de 10 años. Con los más chicos solía reunirse los fines de semana. Con los mayores, acostumbraba a cenar algunos días, entre semana. Manuel había vivido hasta hace dos meses con su padre, hasta que éste decidió reformar su departamento y convertir el dormitorio del joven en una ampliación del living, que había quedado chico para la cantidad de amigos que recibía el economista.

El miércoles por la noche, horas antes del crimen, los dos jóvenes habían cenado con el padre, en el departamento. Los investigadores piensan que el crimen pudo haber sido premeditado: ese indicio lo da la soga que los sospechosos pusieron para simular el robo. Una versión policial hablaba, a última hora, de un móvil económico: Da Bouza habría contratado un seguro de vida varias veces millonario, a nombre de sus hijos.

 


 

EL CASO SCHOKLENDER, COMPARACIÓN OBLIGADA

Mientras la hipótesis sobre un parricidio cobraba fuerza en el asesinato del gerente de Techint Ramón Da Bouza, un caso se convirtió en comparación obligada: el de los Schoklender. En un famoso juicio, los hermanos Sergio y Pablo Schoklender, acusados de asesinar a sus padres, Mauricio y Cristina el 31 de mayo de 1981, fueron condenados a prisión perpetua. Sin embargo, desde un primer momento el abogado de Schoklender, Jorge Goodbar, sostuvo que los hermanos eran inocentes y afirmó que el móvil "tuvo que ver con el tráfico de armas que realizaba Mauricio Schoklender padre" desde su cargo de gerente en la firma Pittsburgh y Cardiff.

La sombra del incesto, los turbios negocios con armas del ingeniero y una relación familiar perversa rodearon el caso de 1981. Luego del proceso judicial que dictó la eximición de prisión del hermano menor, Pablo, y condenó a prisión perpetua a Sergio por "doble homicidio calificado por el vínculo", más el agravante de "alevosía", la Corte Suprema revocó el fallo referido a la situación procesal de Pablo, que se había fugado al extranjero. En 1994 lo detuvieron en Bolivia y fue extraditado a la Argentina. Se reencontró con Sergio en la cárcel de Caseros, con el que compartió las horas de encierro. Juntos organizaron una huelga de hambre que se extendió varios días denunciando "la gravísima situación de las cárceles y en particular las condiciones de vida de los internos menores". Desde adentro, Sergio estudió Psicología y se recibió de abogado. Desde agosto de 1995 se le permitió salir a trabajar fuera de la cárcel, hasta que obtuvo la libertad condicional. Siempre dijo que poseía información que podía probar su inocencia y la de su hermano en el crimen, pero hasta ahora no la ha dado a conocer.

 

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