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Por Claudio Zlotnik La calificadora de riesgo norteamericana Moodys encendió las luces de alarma. Ayer bajó la nota de los bonos de deuda de Brasil y Venezuela y puso bajo revisión a los títulos emitidos por la Argentina y México. La noticia impactó en las bolsas de la región. Las acciones líderes en Buenos Aires cayeron en promedio 5,9 por ciento, y los bonos entre el 1,5 y el 3 por ciento. San Pablo se derrumbó 8,6 por ciento. La determinación de Moodys significa que, en su opinión, ha aumentado el riesgo de que la crisis termine arrastrando a las economías de los países latinoamericanos. Esta evaluación de Moodys tomó por sorpresa al grupo de ministros de economía latinoamericanos que están reunidos en el FMI (ver nota aparte). Lo que sucede es que Moodys no quiere quedar nuevamente descolocado, luego del papelón que hizo a fines del año pasado en Corea, cuando mantuvo la calificación AA de sus bonos días antes de que ese país entrara en una profunda crisis. La mala nota a Brasil y Venezuela se conoció en el recinto a cincuenta minutos del final. Y no hizo otra cosa que profundizar más a las ya deprimidas cotizaciones. El índice de acciones líderes MerVal terminó en 367,36 puntos, un nivel que no tenía desde marzo de 1995. Y pudo ser peor si el comunicado de Moodys sobre la Argentina se hubiese conocido durante la sesión y no cuando las operaciones habían concluido. De un año a esta parte, el derrape de los papeles empresarios alcanza al 56 por ciento. Desde Europa a Wall Street pasado por América Latina, todos los recintos finalizaron con pérdidas. Las acciones brasileñas fueron las más perjudicadas. En Nueva York la baja resultó del 1,3 por ciento, en Chile y en México del 2,4 y en Caracas el 7,5. En Europa, las pérdidas fueron de entre 2 y 3,2 por ciento. La decisión de la evaluadora de riesgo internacional de bajarles las notas a Brasil y Venezuela y de reconsiderar las otorgadas a la Argentina y México no hace más que echar luz sobre el principal temor de los financistas. Que América Latina acabe por transformarse en el espejo del sudeste asiático. Esto es, que como sucedió con los tigres y tigrecitos asiáticos tras la devaluación en Tailandia en julio del 97, se produzca una caótica sucesión de devaluaciones competitivas después del paso dado por Colombia, que anteayer amplió la banda de flotación de su moneda en un 9 por ciento. Ayer el peso colombiano se devaluó un 5 por ciento. Las economías de la región se encuentran en el ojo de la tormenta. La debacle de la economía rusa, devaluación y moratoria de por medio, fue determinante para que los también emergentes países de América Latina pasen a ser los que más dudas despiertan entre los financistas. En este sentido, Brasil y Venezuela son las economías que hoy se encuentran bajo la lupa. Las notas de los bonos de estos países fueron degradados por Moodys de B1 a B2, lo que denota un alto grado especulativo para invertir en ellos. En tanto, la agencia revisará, con posibilidad a la baja, su calificación Ba3 (bajo grado especulativo) que otorgó a los títulos argentinos. El escalón que está inmediatamente por debajo a esa nota es B1, lo que colocaría a los papeles locales también como de alta especulación. Además, Moodys examinará los bonos de deuda lanzados por empresas argentinas, como Bridas, Camuzzi Gas Pampeana, Camuzzi Gas del Sur, Fargo, Supermercados Coto, Disco y Maxus Energy, una subsidiaria de YPF. Sin embargo, los posibles efectos de la crisis no son evaluados de la misma manera por las calificadoras internacionales. Standard & Poors (S&P), por caso, dijo ayer que mantiene su calificación de la Argentina. En su consideración, no existen riesgos de una devaluación y es remota la posibilidad de que se presenten dificultades en el pago de su deuda. Es posible que la Argentina sufra una recesión, pero desecho la posibilidad de una devaluación, opinó la directora para Latinoamérica de S&P, Lacey Gallagher. Y añadió que los países de peor calidad crediticiaen la región han sido y seguirán siendo los más afectados por la crisis. Particularmente Venezuela y, secundariamente, Brasil. En la city siguen de cerca la evolución de la economía del país vecino. Tras la devaluación en Colombia, los inversores se preguntan si el próximo no será Brasil. Y si el gobierno de Fernando Henrique Cardoso será capaz de soportar una eventual corrida cambiaria. La Argentina es una isla. Está totalmente ajena a los problemas internos de Brasil, aseguró el presidente de la Bolsa, Eugenio De Bary, apenas conoció la rebaja de calificación por parte de Moodys. Los financistas, en cambio, cruzan los dedos para que la crisis no termine por voltear a Brasil.
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