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Por Daniel Otero Henri: Te envío un artículo publicado en Página/12 concerniente al affaire de nuestros amigos de SOFREMI con el Ministerio del Interior argentino. Te remarco que el principal problema es la metodología para desarrollar el proyecto. Para el Sistema María se me ocurrió una idea que permitirá evitar este tipo de problemas. Te la comentaré por teléfono. El autor de esas líneas, fechadas el 10 de mayo de 1991, es el ciudadano francés Jean Claude Darsonville, proveedor del sistema informático de la Aduana, y fueron enviadas a Henri Prats, director de la Aduana francesa. La carta de Darsonville es parte del material secuestrado por el juez Gustavo Karam a cargo de la Causa 56.582 en 1994 de las oficinas de SIF SRL, empresa proveedora. Con la documentación en la mano, el juez embargó los fondos destinados al pago del Sistema Informático María SIM. La medida, sin embargo, quedó en letra muerta por disposición presidencial. El Decreto 117/96 autorizó a la Aduana a cancelar los gastos provenientes de la implementación del SIM, pero no estableció montos a pagar. Por lo pronto, esos pagos continúan hasta el presente el último se efectuó el pasado 12 de agosto y ni siquiera el propio director de la Aduana, consultado por este diario, pudo contestar cuándo concluirán (ver nota aparte). El 4 de mayo, Página/12 publicó una investigación con un título sugestivo: Más caro que una francesa. La nota decía: El ministro del Interior, Julio Mera Figueroa, otorgó sin licitación a una empresa francesa SOFREMI la provisión del Documento Nacional de Identidad por 200 millones de dólares. El precio internacional no llegaría al tercio. El fracaso de la privatización inicial de los DNI modificó la ingeniería comercial de informatización aduanera. Y la reingeniería llevó a que el proceso derivara en una paradoja: no vendió el vendedor, ni compró el comprador. Pero mantuvo las modalidades cuestionadas: contratación directa y sobrefacturación. La documentación, a la que accedió este diario en forma exclusiva, permite conocer por primera vez las negociaciones entre funcionarios y empresarios sobre la informatización aduanera. Su contenido es elocuente: demuestra que desde una empresa privada argentina SIF, socia de la empresa mixta francesa fabricante del sistema Bull SA, se filtró información reservada del Estado argentino al Estado francés, y desde allí se monitoreó una operación pagada por contribuyentes argentinos. Entre otros documentos, el juez halló una carta de Héctor Domeniconi, ex subgerente de Coordinación Administrativa del Ministerio de Economía, enviada al director de la Aduana francesa el 27 de mayo de 1991: Se ha recibido con sumo interés aseguraba la oferta de financiamiento alternativo. Semanas después, SIF envió un fax a la Aduana francesa que transmitió el estado de las negociaciones, pero en lenguaje llano: La Aduana argentina firmará un contrato sólo con la empresa SIF. No conocían la versión del contrato alternativo con los despachantes, ni la pensaron nunca. Ese contrato alternativo modificó el proyecto original por el que el Estado francés iba a vender al Estado argentino un sistema informático. La operación, finalmente, se efectuó entre una empresa privada SIF y una entidad sin fines de lucro Centro de Despachantes, que luego donó el Sistema a la Aduana. El ingreso de entidades privadas permitió la contratación directa vedada para la Aduana y, además, justificó una sobrefacturación estimada por la Dirección de Auditoría Fiscal de la DGI entre un 50 y un 90 por ciento. A ello se agregó un peritaje de la Policía Federal incluido en la causa, que determinó que los comprobantes de la firma SIF son producto de copias electrostáticas fotocopias. Con el patrocinio de José Luis Gussoni, los despachantes Jorge Safe, Luis Bernardello y Carlos Segovia impugnaron en tiempo y forma el Decreto 117. Está probado que Darsonville confeccionó las facturas que sehicieron pasar como emitidas en Francia. Llevamos gastados 24 millones de dólares aseguró Gussoni y se pretenden justificar nuevas erogaciones. La impugnación se convirtió en el Expediente 15889/96-23. La lentitud administrativa llevó a Gussoni a gestionar una entrevista con el presidente Menem. La solicitud fue aceptada. Pero la audiencia nunca se concretó. En enero de 1997 Gussoni murió en un accidente ocurrido en el Acceso Oeste. Desde ese día la impugnación adquirió una celeridad que careció en los meses previos: desde la fecha de su presentación, febrero de 1996, hasta enero del 97, el expediente tuvo 13 actuaciones. Y desde el 10 de enero del 97 día en que murió Gussoni hasta abril del 98, tuvo 62 actuaciones. Y el 23 de ese mes, otro decreto presidencial el 433/98 rechazó la impugnación. Con ese rechazo quedó ratificada la autorización a la Aduana a cancelar sin límites los gastos derivados de la implementación del SIM, a pesar de que un juez consideró que había elementos suficientes para suspenderlos. El juez nunca cuestionó el decreto que avasalló su autoridad.
SOLUCION INFORMATICA DE URGENCIA Por D.O.
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