Soledad
La protesta se ejerce ante la sociedad, frente a todos aquellos en condiciones de escuchar un mensaje o ponderar una actitud. Es un gesto dirigido al espacio público. Supone un auditorio. Todas las consecuencias que se produzcan con posterioridad forman parte del acto originario. Hoy en día, la protesta no puede obviar los medios de comunicación. La resonancia mediática contribuye a generar reacciones de condescendencia y sentimentalismo por parte de muchos que no se conmoverían por otros acontecimientos. La imagen joven, tierna e inocente que muere en un trance de amor y libertad es capturada por la misma maquinaria de producción y circulación que prospera con Titanic. En la Argentina se suma cierta predilección morbosa por la muerte, que es tradición nuestra.
¿Qué sucedió en realidad? El espíritu contestatario no convoca a la técnica judicial para establecer las pruebas y los detalles. Sabe que el aparato del Estado, los dueños de las cosas y de las personas, y las leyes al servicio de todos ellos son inapelables de cualquier manera. Y la protesta se dirigía precisamente contra todos ellos, de modo que, producidas las consecuencias, sólo cabe recordar la fuente del mal, y no pedir justicia a quien la contradice en su esencia. La protesta se dirigía contra la imposibilidad de hablar en una sociedad que no hace otra cosa que hablar sin decir nada. Se dirigía contra las imposiciones de la técnica, frente a las cuales se presume imposible otra cosa que aguardar suplicantes como esclavos cada nuevo obsequio.
La muerte de un anarquista es accidental finalmente siempre, porque se la asume como riesgo desde que se decide protestar. Cómo y qué suceda depende ya de la suerte y de otras circunstancias secundarias frente a la prevalecencia del poder.
Lo que dicen los anarquistas es: protestar puede no tener éxito, pero es posible, es necesario, no vale la pena vivir de otra manera. Para los argentinos, para la propia Soledad, lo acontecido tiene también otra cara relacionada con la conversión intensa y vertiginosa que sufrió esa chica. En pocos meses pasó del primer mundo que alucina nuestra acomodada clase media, ese confort apoyado sobre cadáveres, pretencioso, módico y mezquino, al primer mundo real. La historia de Soledad expresa el tedio y la chatura que experimenta una juventud carente de ideales y de verdad, engendrada por una sociedad culpable que no puede hacerse cargo de un pasado sangriento. A Soledad se le abrieron los ojos acerca de un modelo impuesto entre nosotros sobre todo en lo que tiene de brutal. Se entregó de lleno a una mirada que desnuda desde atrás lo que para nuestra vida cotidiana se presenta desde la vidriera multicolor de los triunfos de la técnica y las delicias del consumo. ¡Qué pena que le haya costado la vida!
Alejandro Kaufman, Docente
El origen de las okupaciones
Breve historia
Como lo explican los textos fundacionales de los creadores de los squatts (traducidos a diez idiomas luego del Congreso Internacional de Squatters en Hamburgo en diciembre de 1990), buscar un origen de las okupaciones puede llevar a décadas antes de la Revolución Francesa, y más atrás inclusive. La intención político-social de tales acciones (más importantes que la ocupación misma) tiene sus albores en las comunidades de provincia autogestionadas y solidarias que enfrentaron al desarrollo comercial y policial del Estado, unos diez o veinte años antes de la Revolución de 1789.
Las paradas de la historia squatter se ubican en los momentos ilustres del comunismo y el anarquismo (la liberación de espacios comunales, la abolición de derechos de privilegio), siempre arruinados por algunos revolucionarios que terminaban reimplantando las herramientas del poder centralizado (los impuestos, la policía y el dinero). Así es como al fin del feudalismo le sigue el Terror de la República, a la Comuna de París (un sistema creado por anarquistas y comunistas) la represión y la construcción de una nueva ciudad antidisturbios y a la Revolución Rusa de 1917, el totalitarismo del PC. Todos parecen concordar en que uno de los momentos en que más cerca se estuvo de un ideal libre sucedió antes de la Guerra Civil Española, cuando se logró colectivizar ciudades enteras. Lograr la independencia con respecto al Estado, vivir en un lugar que rompa el aislamiento y permita el intercambio sin dinero, la expresión o la lucha ecológica son metas permanentes de un ideal libertario. Los métodos para lograrlo (el uso o no de la violencia, qué y cuánto usar del sistema que nos rodea), en cambio, no parecen estar tan consensuados.
Frente a un fenómeno con más de tres décadas en Europa (que permite adivinar algún contacto con las comunidades hippies), en la Argentina existen innumerables asentamientos aunque pocos se han embanderado con el pabellón okupa. El caso de los galpones ferroviarios de Wheelright y España (Rosario) o el Centro Cultural Germinal en 7 y 43 (La Plata) son los que más se identifican con el movimiento, aunque también existen otros como los del Abasto (relacionados hasta el hartazgo con grupos políticos de izquierda), un bar y centro cultural en Costanera Sur o la casa ubicada en 69 y 1 (también en La Plata), donde vivía y ensayaba la banda liderada por Miguel Bru.
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Resumen de los hechos
Quienes y por qué
Esta historia de María Soledad Rosas, Edoardo Massaro y los arrestos a anarquistas en Italia empieza, en realidad, el 17 de septiembre de 1996: 300 carabinieri (la policía italiana) comenzaron un largo raid para encarcelar a casi todos los libertarios del país. Las órdenes provenían del juez Antonio Marini y los fiscales Ionta y Vigna, quienes pretendían asociar a los anarquistas y a los okupas o squatters (no todos son necesariamente libertarios) con una organización paramilitar ecoterrorista que se llaman Lobos Grises y que, según los squatters de Turín, ni siquiera existe. Los cargos a los detenidos (no se sabe exactamente cuántos cayeron aquella vez) van desde la asociación subversiva hasta asesinato y venta de armas: según el juez, muchos squatters serían encubridores de los grupos armados. Una de las principales acusaciones fue el sabotaje al TAV, un tren de alta velocidad de la compañía Val Sussa en 1996, además de atentados a varios canales de televisión.
María Soledad llegó a Italia en julio de 1997, en un viaje que le regalaron sus padres como premio por terminar la facultad, en donde cursó la carrera de hotelería. Era ecologista, vegetariana (incluso no comía derivados animales, ni leche ni queso, y practicaba urinoterapia, es decir, se tomaba su propio pis para purificarse), no usaba materiales plásticos ni aerosoles. En el norte de Italia conoció a Edoardo Massaro, Baleno, que le llevaba 11 años y ya vivía como squatter en Turín. Se enamoraron y juntos viajaron a España. Después de Navidad y de vuelta a la capital piamontesa, se instalaron en un palazzo abandonado. En ese barrio también funciona Radio Blackout, una emisora libre que se autoproclama defensora de las ocupaciones, los centros sociales, las radios libres, el antiprohibicionismo, la nueva tecnología, las raves, los transexuales, los movimientos de liberación, las editoriales independientes, la buena cocina, la autogestión, los indios, la antipsiquiatría, los estados alterados, etc. (el e-mail es [email protected]«MDNM»). Para entender la onda basta con echar un vistazo a la programación: un programa se llama Ya basta, y fundamentalmente se dedica a Chiapas y el EZLN, TDK pasa punk, ska, rap, reggae y raggamuffin, Tuttosquat es el programa de noticias de los okupas de Italia, Crack es de confrontación antiimperialista, y así también hay espacios para el jungle, los gays, los estudiantes y la música extrema. También transmitía desde allí el Comité de Defensa Anarquista en Italia, individuos que se ocupan de los militantes perseguidos y encarcelados: básicamente les conseguían abogados, recibían cartas, les prestaban plata y les mandaban libros. En este momento el Comité ha dejado de funcionar.
Ahí vivió Soledad hasta el 6 de marzo, cuando dos cuerpos especiales de carabinieri irrumpieron en los squatts buscando a Edoardo y Silvano Pelliseri, un amigo. Los arrestaron acusándolos del atentado al tren, y se la llevaron a ella también (en Italia, para hacer un allanamiento tiene que haber por lo menos tres personas en la casa). Al otro día, hubo una manifestación y disturbios en la calle, con más de 20 detenidos. Se retomaron los squatts y los okupas festejaron toda la noche.
Soledad ni siquiera estaba en Italia en el momento del atentado al tren y no parece haber pruebas concluyentes de que Silvano y Edoardo pertenecieran a un grupo armado. Según los okupas, se trataba de buscar un chivo expiatorio después de dos años de investigaciones infructuosas, y a esto han contribuido los medios masivos italianos que enseguida los bautizaron ecoterroristas. La noche del 29 de marzo, Baleno se suicidó en la cárcel. El 2 de abril se hizo el funeral: a través de la radio se le pidió a los medios y a la policía que no aparezcan. No hicieron caso y un periodista terminó herido. El 4 de abril, 8000 manifestantes apedrearon el Palacio de Justicia de Turín. Después del suicidio de Baleno, a Soledad se le concedió el arresto domiciliario en Benevagenna, en la comunidad terapéutica Bajo Los Puentes de Piamonte. Allí la visitó su hermana MaríaGabriela y su mamá Marta. La noche entre el 10 y el 11 de julio Soledad se suicidó, ahorcándose con una sábana. Silvano está detenido en la prisión de alta seguridad de Novara, donde cumple una huelga de hambre y sed para que se le conceda el arresto domiciliario, o al menos se lo informe de la fecha del juicio. El supuesto arsenal que se encontraba en la casa ocupada de Turín nunca fue mostrado al público. El jueves pasado, cuando las cenizas de María Soledad salieron de Italia, miles de manifestantes se acercaron al aeropuerto y allí hicieron 42 minutos de silencio. Los restos de la Sole son considerados por el Estado italiano como de alto riesgo. Tienen miedo a las represalias y/o acciones de sus compañeros.
LA CARTA
Apenas conoció la noticia de la muerte de su compañero Eduardo, Soledad escribió esta carta que hoy se puede encontrar en Internet, en el sitio de la Comisión de Defensa Anarquista.
Compañeros y compañeras: La rabia me domina en este momento. Siempre he pensado que cada uno es responsable por sus actos, pero esta vez hay culpables y los quiero mencionar en voz alta, son aquellos que mataron a Edo: el Estado, los jueces, los abogados, la prensa, el T.A.V., la policía, las leyes, las reglas y toda la sociedad de esclavos que acepta este sistema.
Siempre luchamos contra esta dominación y es por ello que hemos terminado en la cárcel. La cárcel es un lugar de tortura física y psíquica, aquí no se dispone de absolutamente nada, no se puede decidir a qué hora levantarse, qué comer, ni con quién hablar, ni con quién encontrarse, ni a qué hora ver el sol. Para todo hace falta hacer una solicitud, hasta para leer un libro. Ruido de llaves y cerraduras que se abren y se cierran, voces que no dicen nada, voces cuyo eco se escuchan en los pasillos fríos, zapatos de goma que no hacen ruido y una linterna que en los momentos menos pensados está ahí para controlar tu sueño, correo controlado, la palabra prohibida.
Todo un caos, todo un infierno, todo la muerte.
Así es como te matan día a día, despacio pero seguro para hacerte sentir más dolor. Por eso Edo ha decidido terminar abruptamente con este dolor infernal. Al menos él se permitió tener un último gesto de mínima libertad, de decidir él mismo cuándo terminar con esta tortura.
Entre tanto, me castigan a mí y me ponen en incomunicación. Eso significa no sólo no ver a nadie sino tampoco recibir ningún tipo de información, no tener una frazada para taparse. Ellos tienen miedo de que yo me suicide. El mío es un aislamiento cautelar, lo hacen para salvaguardarme, y así no tener que asumir la responsabilidad si yo decidiera también ponerle fin a esta tortura.
No me dejan llorar en paz, no me dejan tener un último encuentro con mi Baleno. Veinticuatro horas al día, un agente me custodia a cinco metros de distancia.
Después de lo que pasó, los políticos del partido verde que vinieron para darme su pésame y para tranquilizarme no se les ocurrió nada mejor que decirme que ahora seguramente todo se va a resolver más rápido, ahora todos van a seguir con más atención el proceso y pronto te darán arresto domiciliario.Después de este discurso me quedé sin palabras, estaba sorprendida, pero pude preguntarles si se necesita de la muerte de una persona para conmover a un pedazo de mierda, en este caso el juez.
Insisto, en la cárcel ya mataron a otros y hoy mataron a Edo, estos terroristas con licencia para matar.
Voy a buscar la fuerza de alguna parte, no sé de dónde, sinceramente ya no tengo ganas pero tengo que seguir, lo hago por mi dignidad y en nombre de Edo. Lo único que me tranquiliza es saber que Edo ya no sufre más. Protesto, protesto con mucha rabia y mucho dolor.
Sole
P.D.: Si el hecho de encarcelar a una persona es un castigo, entonces a mi ya me castigaron con el asesinato de Edo. Hoy empecé la huelga de hambre. Quiero mi libertad y la destrucción de toda esta institución carcelaria. La condena la voy a pagar todos los días de mi vida.
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