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Yo me pregunto

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Vale decir

Quienes viajen en la línea aérea TAM recibirán, una vez sentados en sus asientos y con los cinturones abrochados, una obra maestra del género epistolar: una carta escrita por el presidente de la empresa y dirigida a los pasajeros de su aerolínea. Con un membrete en el que se lee “Carta del Presidente”, y bajo el enigmático título “Napoleón y María Leticia”, el directivo de TAM narra, a los pasajeros que tengan a bien demorarse en el contenido de la misiva, las sabias palabras de un amigo suyo que atravesaba una severa crisis económica: “Creo que perder dinero fue una sensación menos penosa que perder a los amigos”. A partir de esa epifanía, El Presidente se despacha con una serie de apreciaciones referidas a las nefastas consecuencias que cuestiones como el éxito, la fama y el dinero tienen sobre los hombres. “Generalmente se vuelven arrogantes e inaccesibles”, concluye sus culposas disquisiciones. Y se interna, a continuación, en las comarcas de la fábula histórica: durante el auge del imperio francés, cuenta nuestro humilde servidor, Napoleón descubrió que su madre recogía las sobras de los banquetes celebrados en el Palacio de las Tullerías y las utilizaba para alimentarse ella y el personal del Palacio de Elíseo. Napoleón la reprendió, pero su madre, con infinita humildad (tema recurrente en la carta), le respondió: “Hijo mío, no sé cuánto durará todo esto”. ¿Se trata de una oscura referencia al origen de la comida que sirven las azafatas en los vuelos de TAM? En la tarjeta personal que acompaña la carta, el señor Rolim Adolfo Amaro -tal el nombre del capo de TAM- se presenta como Comandante Rolim, Presidente. Valdrá la pena esperar las próximas misivas del Señor Presidente, para comprobar hasta dónde llega el síndrome napoleónico en él. Porque otra de las moralejas de la historia nos enseña que de comandante a emperador hay apenas un paso. Y, de creerse Napoléon al chaleco de fuerza, otro.


LA PERRA VIDA DE BEETHOVEN

La revista Caras, empecinado bastión de la estupidez gráfica frente al imparable embate de la estupidez televisada, publicó una entrevista a la modelo Roxana Zarecki (26) titulada “Mi perro es vegetariano”. Luego del impacto de la producción fotográfica (que muestra a la modelo casi desnuda y al perro vestido), el lector se sumerge en una profunda emotividad, al narrarse la odisea que debió atravesar la pobre Roxana para “cumplir el sueño de toda su vida: tener un perro”, aun poniendo en riesgo un equilibrio familiar hasta entonces nada precario: “Sin el consentimiento de su padre pero con el apoyo de su mamá, la modelo decidió comprar un cocker de apenas tres meses”. Beethoven -así se llama el animal- vivió en el baño del fondo hasta que el padre lo aceptó. Pero, lejos de superar aquellos días de encierro, sus consecuencias han signado por siempre las vidas de la bella y la bestia. Roxana revela sin ningún pudor que Beethoven y ella duermen juntos. El la despierta, “y me pide que vayamos a la plaza”. Claro que los días de lluvia, en un gesto de supina sensatez que parece sobrepasar por mucho la capacidad de su ama, “él prefiere no salir”. A esta altura, cualquiera puede suponer que no se trata de un animal cualquiera, y estaría en lo cierto: Beethoven es alérgico a la carne, por lo que esta chica despliega sus mejores habilidades cocinándole zapallitos al horno y premiándolo con “queso light” en lugar de los vulgares Doggies.

El secreto a todo este desquiciado desperdicio de tiempo se deba quizás a la inversión que la modelo ha hecho en el perro: además de las dos intervenciones quirúrgicas que le realizaron en el lomo y la oreja, al perro -auténtico can de los 90- le hicieron un lifting. Así, de concretar Zarecki un matrimonio de las características del de Susana Giménez, el perro podría representar una cifra al menos considerable a la hora del divorcio, por lo que Zarecki controla su inversión aun cuando se encuentra lejos de Beethoven: “Cuando viajo, hablo por teléfono con él. Le acercan el teléfono a la oreja, yo le hablo y escucho cómo me da besos y lame el tubo”. ¿Qué le pasa a esta chica? ¿Acaso es ella la que come Doggies? Como fuere, y mientras se agradece la llegada de un perro más pelotudo que Jazmín, sólo queda esperar una producción en la que algún eximio compositor sordo se fotografíe junto a su muñeca inflable, una muñeca llamada Roxana.


LA SALUD DE LOS ENFERMOS

El domingo pasado, en su sección “Ultima página”, el diario La Nación anunció que el actor y director Emilio Alfaro se recuperaba paulatinamente de los cinco by-pass que se le habían realizado, y su mujer, Cristina Díaz Alberdi, y sus amigas Norma Aleandro, Tita Tamames y Marilina Ross ya lo habían visitado. La recuperación de Alfaro bien podía significar una noticia más que bienvenida no sólo por quienes lo visitaron en la clínica. Esto, claro, si en la página 24 de la edición del mismo día no hubieran aparecido publicados nueve avisos fúnebres participando con dolor el fallecimiento de Emilio Alfaro e invitando a acompañar sus restos esa misma mañana hasta el Cementerio de la Chacarita.