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Por Raúl Kollmann
"No, la historia no se va a caer --asegura Fernando Burlando, un abogado muy ligado a la Bonaerense y al gobierno provincial, que defiende a Los Horneros--; es cierto que no quedaron rastros de sangre en la cava y que sí había sangre en el auto, pero no hay ninguna prueba que indique que los tiros se hicieron en el vehículo. La sangre en la cava pudo haber sido pisoteada y hay partes del cuerpo que no sangran." El abogado de la revista Noticias, Oscar Pellicori, resume lo que opinan los demás letrados. "Las pericias, autopsias y los médicos forenses, tanto bonaerenses como de las partes querellantes, indican lo contrario. Por la forma en la que se pegaron los tiros debió manar una cantidad muy grande de sangre, de la que hubieran quedado rastros. Tampoco coinciden los ángulos de los disparos y por otra parte no se puede hablar de una versión de Los Horneros porque no sólo se contradicen entre sí sino que incluso cada uno de ellos cambió la versión dos y hasta tres veces." En la versión obviamente falsa de Los Horneros está la intención de mejorar su situación, pero también la de preservar a los demás participantes del operativo de aquella noche. Por ejemplo, esa historia oficial que sostienen Los Horneros intenta limpiar la zona liberada que --según presume Pellicori y los demás letrados-- funcionó aquella noche. Toda la operación del crimen empezó frente a la casa de Oscar Andreani, donde Cabezas participaba de una fiesta; continuó con el seguimiento del fotógrafo hasta su domicilio, después se produjo el secuestro y finalmente el traslado a la cava. El grupo asesino se movió durante varias horas sin que lo molesten a pesar incluso de los avisos a la comisaría de Pinamar. También la historia oficial intenta preservar a las otras personas que estuvieron en la cava. En la causa judicial está plenamente probado que a la hora en que quemaron el cadaver de Cabezas estaba estacionada una camioneta, a la que se dio en llamar "de los pajareros", porque inicialmente se creyó que eran cazadores de pájaros. Hoy en día quedó claro que esos individuos --de los que incluso existen identikits-- fueron parte del operativo del asesinato. El abogado de Gustavo Prellezo intentará también mantener su historia de que el ex oficial de la Bonaerense no estuvo en la operación. Aunque reconoce que efectivamente la organizó --dice que sólo para darle una golpiza a Cabezas--, asegura que recién llegó a la costa a las 6 de la mañana, después del crimen. Prellezo tiene la ventaja de que hasta el momento nadie lo reconoció, nadie dijo que lo vio esa noche, pero es evidente que él llevó el grupo a la costa --en esa y otras oportunidades-, la banda lo tuvo a él como capataz y, después del crimen, los trajo de regreso a La Plata. En toda esta parte de los hechos, la historia oficial encubre algunos de los datos fundamentales: ¿a qué se dedicaba habitualmente esa asociación ilícita? ¿Sólo robaban o eran parte de una organización de tráfico de drogas? ¿Prellezo era el jefe o había otro jefe policial por encima de él? ¿Para quién trabajaban? Nunca quedó muy en claro por qué, pero el juez José Luis Macchi siempre se negó a investigar la asociación ilícita que actuaba en la costa, incluso a pesar de que la Cámara de Apelaciones se lo ordenó. Macchi nunca quiso investigar la llamada pista policial. El siguiente paso del juicio oral en el que la historia oficial debería hacer agua es el referido al arma del crimen. "Es posible que nunca se aclare, pero no impide que se condene a los asesinos", sostiene resignado Pellicori. La revelación hecha por Página/12 de que el segundo disparo fue hecho por un policía para tener un arma para "plantarla" es hoy un dato que aceptan todos los investigadores, incluyendo al propio comisario Víctor Fogelman, jefe de la pesquisa. En el juicio oral todo el intento será mantener la historia oficial y evitar la profundización sobre la cuestión del arma, no vaya a ser que aparezca la pistola con la que se disparó el primer tiro, el que efectivamente mató a Cabezas, y se abran las puertas hacia los que han sido los mandos superiores de la Bonaerense. En síntesis, el cuadro más favorable a los verdaderos culpables del crimen de Cabezas, es el siguiente: * Yabrán sugirió que estaba cansado de las fotos del reportero. Yabrán no puede ser inculpado porque está muerto. * El jefe de los custodios del supercartero, Gregorio Ríos, dirá que no sabe nada, que Yabrán nunca le hizo ese comentario, que no participó en nada y que estaba en Buenos Aires. * Prellezo sostendrá que sólo le sugirió a los ladrones de Los Hornos que le dieran una paliza a Cabezas, pero que él no estaba en la cava y no apretó el gatillo. En todo caso, aspira a que lo condenen por mandar a pegar. * Los Horneros aceptan que hicieron el secuestro, pero que la idea era sólo darle un susto al fotógrafo y que Prellezo lo mató. Toda esta parodia no se parece en nada al asesinato de Cabezas: al
fotógrafo lo secuestraron, le pegaron dos tiros en la nuca, lo mantuvieron esposado y
quemaron su cadáver en el marco de un operativo en el que participaron más personas y se
usaron más vehículos. Lo que sucede es que la historia oficial les sirve a todos, sobre
todo a los que ordenaron el crimen. Por eso la quieren mantener a toda costa y se la
quieren vender al conjunto de la población.
--Trabajo acá --explica--, atendiendo al público. ¿Me preguntas si es la primera vez que tengo que trabajar para comer? Sí, es la primera vez. Estoy viviendo en Pinamar con Candela y mi mamá, que me ayuda a cuidar a la gorda. Hace un rato inauguramos una muestra de fotografías de José Luis, y mañana (por el domingo) vamos a estar en la marcha.
--¿Cómo evalúa estos dos años de investigación? --No estuve pendiente al milímetro, porque tenía que elegir entre leer cada nueva foja o cuidar a Candela. Yo me propuse estar con ella, porque mi hija tenía cinco meses cuando le mataron al padre, y no podía quedarse también sin su mamá. Pero creo que el expediente está muy confuso, hay muchos elementos que se contradicen y cosas que no se investigaron. No está claro, por ejemplo, el tema del arma utilizada, ni quiénes fueron los policías que participaron esa noche.
--¿Va a presenciar el juicio oral? --Sí, espero que allí se conozca la verdad. Eso es lo único que quiero: saber quiénes fueron y por qué lo mataron.
--¿Cree que la causa fue manipulada políticamente? --Fue lo que pasó; todos los políticos en cierta forma se apoyaron en el caso, pero eso corre por cuenta de cada uno de los que lo usaron o hicieron lo que no correspondía. Yo no sé exactamente qué fue lo que perjudicó o demoró la investigación. En este país las cosas se hacen a medias y por eso sigue habiendo crímenes como el de José Luis. UNA MULTITUD EN LA CAVA
Era una multitud silenciosa y doliente. Los familiares de José Luis Cabezas iban al frente. Detrás periodistas y fotógrafos de los gremios de Utpba y Argra. Vecinos de Pinamar. Veraneantes. Turistas. Pibes. Convocados por la conmemoración de los dos años del crimen partieron del centro de la ciudad balnearia y recorrieron a pie el camino hasta la cava convertida en santuario. Allí estaban en vigilia hasta las 5.20, la hora en que presumiblemente se consumó el asesinato y cuando comenzó la historia que gira, da vueltas y concluirá con final incierto en el juicio oral previsto para mayo. Como ocurrió el año pasado, cientos de personas estuvieron en el acto más emotivo de todos cuantos habrá hoy en recuerdo del fotógrafo asesinado. La caravana partió a las 23.15 desde Libertador y Bunge, en pleno centro de Pinamar para concluir en la cava donde Cabezas fue encontrado esposado, acribillado y quemado el 25 de enero de 1997. Desde temprano la ciudad tuvo un clima distinto de los de las jornadas comunes en tiempos estivales. Se advertía pesadumbre y recogimiento en la gente que caminaba, al atardecer, en la clásica "vuelta del perro" tras la playa. Se hablaba en voz baja en los cafés del centro y de la costa, como anticipando el recogimiento y el duelo de la noche. Cerca de la cava, donde centenares de personas pasaron la noche, el padre Luis Farinello dará una misa a las 10. Los actos en memoria del asesinato continuarán hoy en todo el país. A las 18, en la sede de la editorial Perfil (donde trabajaba Cabezas) de Chacabuco y Diagonal Roca, partirá la columna de los trabajadores de prensa rumbo al Obelisco donde una hora después se "enlutará" el monumento, se hará un minuto de silencio y se encenderán las 24 antorchas que recuerdan cada mes de los transcurridos desde el crimen. La cantidad de meses también estará representada por personalidades del periodismo, la cultura, el deporte, el sindicalismo y de las organizaciones de derechos humanos quienes dirán 24 palabras en memoria de Cabezas. Por la mañana, en su habitual reunión de los lunes, Memoria Activa organizó un homenaje al fotógrafo y a las víctimas de los atentados a la Embajada de Israel y a la sede de la AMIA. Durante el día habrá actos en todo el país. Se descubrirán placas recordatorias en la Plaza Rocha de Mar del Plata, a las 15; en la platense Plaza San Martín al mediodía y a las 19 en la esquina de Castells y Sáenz, de Lomas de Zamora. En Córdoba se inaugurará una muestra de los trabajos de Cabezas y por la noche, en Mar del Plata, en el Estadio Mundialista, habrá suelta de globos negros y un minuto de silencio antes del partido de la Selección juvenil frente al combinado paraguayo.
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