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OPINION
Un fruto de 4000 años
Por Daniel Goldman *

Las marchas no surgen por generación espontánea. Son el fruto de la bronca, el dolor y la desesperación que se percibe a diario. Resulta significativo darse cuenta que los índices de desocupación no se modifican cuando las cifras varían, sino solamente cuando pasan a tener nombre y apellido. Es decir cuando somos interceptados en la calle o en la oficina pidiéndonos desde una moneda hasta trabajo. Y mientras tanto, el gobierno de manera cínica se jacta al discutir con Monseñor Rey de que la pobreza es “apenas” de nueve millones de individuos. La miseria de los ideólogos de este modelo se evidencia cuando pueden sostener con orgullo esos nueve millones, como si no fuese una cifra que escandalizaría a cualquiera que no fuese descarado. Evidentemente las instituciones religiosas, como otras ONG, intentamos a través del camino solidario y asistencial frenar las terribles experiencias a que la cotidianidad nos enfrenta. Pero sin duda alguna debemos ser conscientes de que la solución de esta injusticia estructural es solamente política. Toda elaboración teológica que no contemple un abordaje político y económico resulta simplemente una abstracción carente de significado, y evasiva de la realidad. En este sentido, para quienes vemos en la Biblia una fuente inspiradora, la lectura del texto resulta una expresión que nos compromete y que debe servir como paradigma para el análisis de diversas y variadas problemáticas del hombre. El modelo de jubileo (Levítico 25:8-16) tiene por intención destacar el hecho de que el hombre no es el verdadero señor de la tierra. Por lo tanto, un balance de los bienes del ser humano, junto con la condonación de las deudas cada 50 años, son el fruto de una armoniosa ecuación sagrada, que no permite que la desigualdad surja, crezca y quiebre el lazo entre los miembros de la sociedad o la relación entre los pueblos. Por eso esta marcha no es nueva. Es un acto político con un profundo sentido religioso. Es el fruto de una elaboración que tiene cuatro mil años, y que reivindica el símbolo de liberación de esta sutil forma de dominio, de modo tal que los habitantes de cualquier rincón de la tierra puedan sentir que respiran un aire diferente.

* Rabino de la Comunidad Bet El.

 

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