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León Gieco, Abel Pintos y otra masiva tarde patriótica

El autor de “Orozco” y el joven folklorista protagonizaron una
jornada que, con suelta de globos y profusión de banderas, sirvió
para recordar un día patrio y cerrar con el coro de “Sólo le pido a Dios”.

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Por Pablo Plotkin
t.gif (862 bytes)  León Gieco subió al escenario sin ninguna estridencia. Apenas eran las tres y media de la tarde y la gente se acercaba de a poco a Plaza de Mayo, mientras los vendedores ofrecían banderas, prendedores, escarapelas, artesanías en cuero, garrapiñada y –patriotismo gastronómico– pastelitos de membrillo y batata. Gieco dijo “feliz día del padre” y, acompañado sólo por el tecladista Luis Gurevich, abrió el recital del Día de la Bandera cantando “Cinco siglos igual”. Los presentes –unos tres mil en ese momento, después la cifra subiría a más de siete mil–, aplaudieron al artista y agitaron banderitas argentinas. Casi tres horas después, tras la actuación del adolescente Abel Pintos, hubo una suelta de cinco mil globos celestes y blancos a un cielo de junio salpicado de nubes, minutos más tarde del show extenso que dio León, que terminó con todo el público coreando “Sólo le pido a Dios”. Un clásico.
“Nosotros hacemos esto porque nos gusta”, expresó al micrófono Abel Pintos. “Y nos gustaría poder levantarnos cada mañana y decir, sin que nada nos detenga... ¡que viva la chacarera!”, haciendo referencia al tema de Horacio Fontova que estaba a punto de interpretar. Gieco había presentado a Pintos hacía instantes, y el muchachito apareció mucho más esbelto que hace un año y medio, cuando irrumpió en público por primera vez, apadrinado por el cantautor santafesino. Vestido con un pantalón y una campera de cuero negro, el crédito folklórico de Ingeniero White (15 años) fue recibido con bastante calor por un grupo de admiradoras que se amontonaba cerca del escenario al grito de “olé, olé, olé... Abel, Abel”. Pintos cantó junto a su banda –integrada por dos guitarristas acústicos, un bajista, un baterista y un percusionista– “La Tucumanita” (de Atahualpa Yupanqui), “Todos los días un poco” (de León Gieco) y “Ojos de Cielo” (de Víctor Heredia), que será el primer corte del nuevo álbum que está a punto de editar.
A esa altura la plaza ya estaba más poblada. Muchas parejas con bebés en brazos, mujeres abrigadas blandiendo banderitas de plástico compradas por un peso, vendedores de maní con chocolate aquí y allá, bandadas de palomas perturbadas, y León Gieco tocando sobre el escenario “Cachito campeón de Corrientes” –con un nuevo arreglo de violín–, “El Fantasma de Canterville”, “Aleluya” y “El embudo”, una canción que en Orozco, su último álbum, interpreta junto a Mercedes Sosa y una troupe de rockeros integrada por Ricardo Mollo (Divididos), Iván Noble (Caballeros de la Quema), Ricardo Iorio (Almafuerte) y Chizzo (La Renga). Para reemplazarlos, subieron a aportar sus voces los plomos de León.
“Es la primera vez que venimos a un espectáculo al aire libre”, dijeron Florencia y Yamila, dos quinceañeras de Ituzaingó. “A los de Buenos Aires Vivo no nos dejaban venir porque se hacían de noche y nos quedaba lejos. No somos fanáticas de León Gieco: lo tomamos más como una salida”. Muchos de los que estaban ahí se habían acercado por lo mismo. No era una mala idea, para un domingo víspera de feriado que asomó gris y luego dejó salir el sol, ir a escuchar un poco de música a Plaza de Mayo. Por eso también había turistas de otras provincias que viajaron a Buenos Aires para pasar el fin de semana largo. El final fue seguramente el momento más emotivo -como siempre sucede en los shows de León– con él y todo el público coreando las estrofas de “Sólo le pido a dios”, ese himno popular que sintetiza buena parte de las injusticias sociales de este tiempo. “Somos de acá del barrio, y además nos gusta Gieco”, dijo Fernando, de 25 años, acompañado de su mujer, que coreaba eufórica los estribillos de Gieco. La tarde ya se estaba yendo y al otro lado del escenario, frente al Cabildo, todo estaba listo para el cambio de guardia que se hace tradicionalmente cada 20 de junio. Para verlo se habían dispuesto unas gradas sobre la vereda que da a Bolívar, y algunos prefirieron ocupar unlugar ahí desde temprano para ver el acontecimiento. Del lado opuesto (frente a la Casa Rosada), cuando Gieco abandonó el escenario, por los parlantes empezó a sonar el Himno Nacional argentino según Charly García, esa versión alternativa que quedó registrada para siempre en el álbum Filosofía barata y zapatos de goma. Antes de que empezara todo, ya habían sonado las canciones patrias en las voces de Fabiana Cantilo, Víctor Heredia, Juan Carlos Baglietto, Pedro Aznar, Alejandro Lerner, Jairo y Sandra Mihanovich, todos reunidos bajo la dirección de Lito Vitale en el compilado El grito sagrado, publicado recientemente, y que presentaron en esa misma plaza el 25 de mayo pasado.

 

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