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Por Claudio Zlotnik Tras la caída de Raúl Juan Pedro Moneta, a Carlos Menem sólo le queda un banquero amigo. O, mejor dicho, dos: los hermanos Rohm, José y Carlos, presidente y vice del Banco General de Negocios. José "Puchi" Rohm es habitué de los cumpleaños del jefe de Estado. Carlos, el menor, cultiva un bajo perfil. Y como rasgo distintivo presenta el procesamiento judicial en la causa IBM-Banco Nación, bajo la sospecha de que el BGN fue utilizado como nexo para la efectivización del pago de las coimas. Precisamente, sin el paraguas del poder se hace difícil pensar cómo un banquero con problemas judiciales pueda comprar un banco oficial. Hace justo un año, el BGN adquirió el Banco de Santa Fe. Por otra parte, gracias a los fluidos contactos de Puchi con Henry Kissinger y grandes banqueros estadounidenses y por su sociedad con el Credit Suisse First Boston de David Mulford, los Rohm fueron los abrepuertas del menemismo al establishment financiero internacional. El Banco General de Negocios, creado en 1976, es una entidad mayorista. Es decir, sus negocios no están centrados en la atención al público en general sino en aquellos que pueda pactar con otros bancos, con grandes inversores o con el Gobierno. De hecho, el BGN posee sólo una casa matriz y depósitos que a febrero pasado alcanzaban a los 374,2 millones, apenas el 0,47 por ciento del total del sistema. Sin embargo, su escasa presencia en la city no impidió que el BGN formara parte del selecto club, junto al Nación, al Galicia y a los bancos de provincia, mediante el cual el Estado paga las obras y los servicios que contrata. No hay que dejarse llevar por las apariencias. Detrás del edificio situado en Esmeralda 120, varios pesos pesado del mundo de las finanzas sostienen al BGN. Además de los Rohm, son socios de la entidad el citado CS First Boston, cuyo mandamás es el banquero estadounidense David Mulford, el Dresdner Bank y el Chase International Finance, una subsidiaria del Chase Manhattan Bank. Mulford es un hombre que se acostumbró a realizar buenos negocios durante la administración Menem. Amigo personal del ex ministro Domingo Cavallo --a quien el banquero tildó de "héroe"--, el ex secretario del Tesoro estadounidense colocó al tándem CS First Boston-BGN primero en el ranking de agentes colocadores de deuda externa argentina, por las cuales los banqueros cobraron importantes comisiones. Pero no fue todo. En 1993, el banco de Mulford tuvo a su cargo la colocación de acciones de YPF y de varias ex empresas estatales, como Segba y las petroquímicas General Mosconi y Bahía Blanca. Por aquel entonces, el romance Mulford-Cavallo-Menem despertó suspicacias en la city y broncas entre los demás banqueros, que impávidos asistían a cómo se les escurría un excelente negocio de las manos: se calcula que sólo por la venta de YPF se cobraron comisiones por 200 millones de dólares. En el mismo año '93, Mulford fue condecorado por el Gobierno con la Orden de Mayo al mérito. La entramada de relaciones de los Rohm con el Gobierno quedó cristalizada a través del actual ministro de Trabajo, José Uriburu. El funcionario fue presidente de Biblos Trading Corporation, una empresa fantasma uruguaya subsidiaria del BGN, que a su vez era dueña del 70 por ciento del paquete accionario de la dulcera Noel en sociedad con Humberto Romero, ex ministro de Defensa de Menem. En 1990, el entonces titular de Defensa adjudicó al BGN el jugoso negocio de asesorar a su cartera en las privatizaciones de Somisa, Petroquímica Bahía Blanca y Altos Hornos Zapla, entre otros activos. Por otra parte, Uriburu estuvo vinculado a una operación de compraventa de campos, en la que intervino el BGN, y sobre la cual pesa una denuncia por estafa. "El que me recomendó este lugar fue mi amigo Rohm, que estuvo acá en otras oportunidades." Henry Kissinger se refería así a Puchi Rohm, y desmentía que los campos que hace un año acababa de adquirir en Bariloche se los hubiera recomendado Bill Clinton, cuando pasó allí varios días durante su última estadía en la Argentina. El dato de color no hace más que confirmar la estrecha relación entre esos banqueros locales y los máximos exponentes de las finanzas internacionales. Otro ejemplo: cuando Mulford llega a Buenos Aires y se contacta con los periodistas, es José Rohm quien muchas veces oficia de traductor de su colega estadounidense. Sucedió cuando a fines del '98 Mulford vino a supervisar personalmente la operación de venta de Molinos, la privatización del Hipotecario y la colocación del 15 por ciento de las acciones de YPF que finalmente se llevó la española Repsol. En las dos primeras operaciones, la dupla CS First Boston-BGN actuó como operador. Y en el caso de YPF fue asesor del directorio de la petrolera. Por aquellos días, Mulford se corrió hasta Santa Fe. Quería estar en persona cuando se concretara su nueva adquisición --el Nuevo Banco de Santa Fe--, comprado a través del BGN. El banco de los Rohm y Mulford controla el 90 por ciento de las acciones, por las que pagó 57,2 millones de dólares. Quizá para cuidar las formas, ni el procesado Carlos Rohm ni José Alfredo Martínez de Hoz --estrechamente ligado a los banqueros-- forman parte del directorio de la entidad provincial, una de las más importantes en su tipo. El BGN, además, es dueña de la empresa Química Estrella --su presidente es Martínez de Hoz-- en sociedad con dos fondos de inversión estadounidenses. Química Estrella elabora la yerba Cruz de Malta, el café Arlistán y el polvo chocolatado Toddy, entre otros productos de consumo masivo. Y es propietaria de La Arrocera Argentina (Arroz Gallo). El ocaso del poder no perdona. Desde el plano político, a medida que se va acercando la fecha de entrega del bastón presidencial, los funcionarios del Gobierno van sintiendo en carne propia los vientos fríos que llegan desde el llano. El poder del menemismo se va erosionando y los potenciales candidatos a sucederlo le condicionan cada paso. Pero otro síntoma del ocaso, quizá más reservado que el anterior pero no menos importante, se manifiesta cuando quienes encontraron cobijo en los despachos más importantes no logran mantenerse firmes cuando sufren un traspié. Este es el caso del banquero Raúl Moneta, ex dueño de los bancos Mendoza y República, que ahora pasa sus días no ya en un lugar privilegiado sino eludiendo presentarse ante la Justicia para no correr el riesgo de quedar preso. Cuando cayó el Banco Mendoza, el BGN hizo una oferta para comprarlo. Finalmente, la entidad quedó en manos de un club de bancos. Pero la señal dada por los hermanos Rohm fue inequívoca: los últimos banqueros amigos del Presidente tendían un puente de oro hacia el otro amigo que había caído en desgracia.
Los camaristas Luisa Riva Aramayo, Horacio Vigliani y Juan Cortelezzi consideraron probado que la empresa CCR --a través de la cual se habrían canalizado los sobornos-- poseía la cuenta número 3494/4 en el BGN, a través de la cual se ordenaron las transferencias al exterior, el pago de cheques a personas fallecidas, a una mesera de pizzería, a un profesor de gimnasia y otras que jamás concurrieron al banco a cobrar el dinero. "Ello demuestra un presunto manejo irregular y un nivel de disponibilidad dentro del banco para realizar operaciones financieras en situaciones poco claras, por más que Rohm y los empleados de la entidad se empeñen en demostrar lo contrario", sostuvieron en aquella oportunidad los integrantes de la sala I de la Cámara. Y agregaron que "Rohm no podía desconocer el origen irregular de los fondos de las operaciones que se estaban realizando" a través de sus bancos. El juez Adolfo Bagnasco le había dictado la falta de mérito, medida que fue apelada por el fiscal Carlos Cearras. Uno de los principales investigadores del caso aseguró a Página/12 que también cobraron cheques en el BGN el presidente y el director de CCR Alejandro De Lellis y Marcelo Cattaneo. El 11 de mayo los hermanos Rohm declararon durante cuatro horas ante los diputados de la comisión investigadora de los contratos entre IBM y el Estado. Prometieron aportarles información referida al dinero cobrado en las ventanillas del BGN. Con respecto a los extraños cobradores que pasaron por allí los hermanos argumentaron que no los conocían pero tenían poderes suficientes como para cobrar. "Constatamos que eran cheques de IBM por lo cual no había motivo para dudar", dijeron. Los Rohm aseguraron que sólo abrieron las cuentas y mandaron el dinero a determinados lugares, según las órdenes que recibieron de CCR o Consad, sin participar de la ingeniería de ocultamiento del dinero. Y negaron conocer a Alfredo Aldaco, Genaro Contartese, Marcelo y Juan Carlos Cattaneo. Quienes estudiaron este caso, tanto en el Parlamento como en la Justicia, reconocen que los Rohm tuvieron estrechas relaciones con los integrantes de la Fundación Mediterránea, antes que con el menemismo. Uno de los investigadores consultados por Página/12 opinó que "estos banqueros son uno de los engranajes del poder y por eso su protagonismo en estos casos tiene que ver con favores entre poderosos". La denominada "ruta de la coima" IBM-Nación tiene su punto de partida en la cuenta 3494 que tenía CCR en el BGN de Uruguay. El 5 de mayo de 1994 IBM depositó allí 10 millones 628 mil pesos. En la cuenta 126241 de BGN en el Credit Suisse, los investigadores del caso IBM-Nación habían detectado un depósito de 3 millones y medio de dólares. El 14 de abril de 1998 Carlos Rohm declaró ante Bagnasco que el "suicidado" Marcelo Cattaneo le ordenó que entregara 3 millones al presidente de esa empresa, Alejandro De Lellis y que luego los transfiriera a Suiza. Por otra parte, BGN informó a Bagnasco que el mismo día, Juan Ignacio García del Río retiró 193 mil pesos en efectivo por ventanilla. Este agente de bolsa había dicho, cuando fue indagado por Bagnasco, que en el tercer piso del BGN funciona una oficina de inversiones "off shore" del propio Banco General de Negocios. La sombra de Yoma sobre el banquero Raúl Moneta
La Caja retiró en esas fechas 2 millones de dólares; Limay SA, 1,5 millón; Cepas Argentinas SA, 2,5 millones; Telefónica de Argentina, 5 millones; CEI Citicorp Holding, 4,2 millones; Banco Bansud, 1 millón y, claro, República Holdings SA, salvó 30 millones de dólares. Además de las instituciones, hubo también particulares intuitivos: el ex miembro del directorio del Banco Central, Alberto Petracchi, socio y amigo de Moneta, retiró 1,6 millón; Heriberto Handley, 3 millones; Alejandro Romay, 5,5 millones; Jorge y Patricia Acevedo (de Acindar), 1,2 millón; Jorge Blanco Villegas (ex UIA), 1,3 millón. Las financieras y off-shore ubicados en paraísos fiscales se llevan el palmarés a la previsión: Dresdner Bank Lateinamerika llevó a zonas más seguras 2 millones de dólares; Bladex Panamá resguardó más de 4 millones; First Pine Bank, 1 millón; Barclays Bank de Nassau, 4 millones cien mil; Bayersche Landesbank, 3 millones; South Asset Management Ltd, 1 millón doscientos mil; Banc Agricol de Andorra, 2 millones. En total, a dos meses de su extinción, la caída de los depósitos del Banco República ascendía a 75 millones de dólares. El Banco República tenía, entre su llamativa y prestigiosa clientela, a uno cuya sola mención levanta suspicacias: el Manfra, Tordella y Brooks Bank, más famoso en Argentina por sus siglas MTB, un banco norteamericano sospechado no hacerle asco al lavado de narcodólares y en cuya sede de Nueva York figura Daforel, la cuenta que operaba Pedro Stier, propietario de la financiera Multicambio, y por la que ha circulado el dinero negro de los negociados del oro, de la venta ilegal de armas a Croacia y de las sobrevaluadas informatizaciones del Banco Nación y la DGI. Emir Yoma, el cuñado favorito del presidente Carlos Menem, no es ajeno a Daforel. Se ha especulado y se especula aún con que el nombre de la cuenta coincide con el anagrama de Alfredo, una conjetura que hizo pensar a unos en Alfredo Yabrán y a otros en Alfredo Karim Yoma. Lo cierto es que si bien el MTB ha mantenido relaciones comerciales con otros bancos caídos --el Austral, concesionario de la Terminal portuaria 6, desde donde fueron embarcadas las armas destinadas a Croacia--, sus operaciones con el República ascienden a cifras millonarias. No se explica con claridad qué oportuna ola de desconfianza asaltó a quienes hasta esas fechas habían mantenido con tranquilidad sus cuentas en un banco de envergadura y tradición escasas. Autorizado a actuar como banco a principio de los '80, el República se caracterizaba por concentrar grandes depósitos de pocos clientes y en una sola sede: la de Sarmiento 336. El perfil fue apuntado por el propio Banco Nación, que en su informe 541/070/99 del 19 de febrero de este año, señaló: "Los depósitos del Banco República se concentran en pocos clientes que invierten sumas importantes. En cambio, la cartera del Banco Mendoza está atomizada, excepto por los depósitos del sector público". El Banco República era el banco VIP. AUGE Y CAIDA DE BANQUEROS FAVORITOS DEL
MENEMISMO
Por Alfredo Zaiat En la era Menem, el primer financista que besó el polvo de la lona y, en este caso, de forma humillante fue Marcos Gastaldi, del Banco Extrader. Cuando Adelina Dalesio de Viola era una de las mujeres-funcionaria preferida del Presidente, Gastaldi se convirtió en el banquero favorito del menemismo y de la farándula que giraba alrededor del Gobierno. Emir Yoma, el embajador Jorge Vázquez, Martín Redrado, Ramón Hernández, entre otros, operaban con Extrader. La crisis mexicana, precipitada a fines de diciembre de 1994, derrumbó los sueños de poder y dinero de Gastaldi. Otra entidad que cerró sus puertas con estrechos vínculos con el poder menemista fue el Medefin. Uno de sus principales directivos, Fernando Mayorga, mantenía una cercana relación con el procesado presidente del Banco Central Pedro Pou, quien, por ese motivo, a diferencia de otros casos similares, no inició una causa penal en contra de los dueños del Medefin. Uno de los ejecutivos más importante del Grupo André, de La Plata Cereal, de apellido Chretegny, consiguió que Carlos Menem, compañero de golf en una jornada soleada en Suiza, se interesara por la suerte de la entidad, cuando ese holding internacional abrió la caja de Pandora que compró con el Medefin. Angel "El Tábano" Moyano nunca figuró como principal accionista del fallido Banco Feigin, pero era el hombre que movía los hilos de esa entidad con fuerte presencia en Córdoba. Amigo del canciller Guido Di Tella y del jefe de los espías, Hugo Anzorreguy, Moyano jugó siempre el rol de banquero de bajo perfil. Entre sus amigos más cercanos en el mundo de la finanzas se encuentra el banquero prófugo, Raúl Moneta. Los directivos de los dos bancos vinculados a la comunidad judía que más ruido hicieron con su caída también poseían aceitados canales de comunicación con el poder menemista. Rubén Beraja, titular del Banco Mayo, tenía cuando era banquero y tiene ahora como ex un acceso privilegiado al ministro del Interior, Carlos Corach. Alberto y Sergio Spolski, del también quebrado Banco Patricios, eligieron como contacto con la Rosada al jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez. Por su parte, el BCP era la base de operaciones del banquero de la Iglesia, Francisco Trusso (hijo), quien también sigue prófugo como Moneta. Amigo del secretario privado del Presidente, Ramón Hernández, Trusso utilizó el Banco de Crédito Provincial para manejar parte del dinero de la Curia, gracias a los buenos oficios del ex cardenal Antonio Quarracino. Otras entidades, que siguen funcionando en la city, mantienen línea directa con el menemismo, como Banco Macro. Esa entidad colabora con Emir Yoma, sin descuidar su histórica relación que lo une con sectores del radicalismo. Otros optaron directamente por tener un banco propio, como el amigo del presidente Elías Sahad, quien controla el Nuevo Banco de La Rioja. Con la estrella de Menem apagándose, ciertos financistas empiezan a buscar el calor del sol en otras playas. Uno de ellos es José Luis Pardo, del Banco Mariva, compañero de noches de fútbol y cartas del candidato presidencial por el PJ Eduardo Duhalde.
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