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Por Patricia Chaina Un juego en el que la confrontación de ideas desde la óptica política moviliza la escena es el eje sobre el que gira Palabras cruzadas. Como en sus versiones anteriores una temporada en el cable, por CVN y una en TV de aire por América, el programa conducido por Eduardo Aliverti y Carlos Varela hace pie en las posiciones políticas de sus conductores: Aliverti a la izquierda del espectro y Varela bien a la derecha. Y puede verse, ahora en vivo, de lunes viernes a las 20, por la pantalla de América, aunque con más moderación que la anunciada para el debate del ciclo. En la entrevista con Página/12, los conductores reeditan el efecto de punto y contrapunto al que apuestan en el set. Aliverti habla de dictadura militar; Varela, de Proceso de reorganización nacional. Varela promueve la necesidad de la flexibilización laboral; Aliverti señala el aumento en la precarización del trabajo producto del alto grado de desempleo. Pero coinciden en algo: mantenerse fieles a sus propios parámetros ideológicos. No vamos a pelear porque sí, eso significaría mauriovializar el programa aclara Aliverti. Mantendremos nuestras posturas, sean coincidentes o no, aunque el rating mande que tenemos que pelearnos, diceVarela. Mientras la estructura del programa respeta el formato de sus versiones anteriores, un debate central explícito en la concesión de un tiempo de cruzarse y uno para la conclusión, lo nuevo viene con los invitados sorpresa que afirman la postura de cada coconductor: el as en la manga de cada uno de ellos, convocado según el tema del día. Siempre lo tuvimos pero grabado, acá va en vivo, destaca Aliverti. ¿Qué condiciones impusieron, si las hubo, al sentarse a hablar del ciclo en su inicio y ahora, en el retorno? E.A.Se charló más ahora por el formato diario. Y por el hecho de no caer en lo que se podría denominar la maurovialización del programa. Sería absurdo suponer que todos los días vamos a estar en desacuerdo. Es tan insano que dos periodistas están de acuerdo en todo, como en desacuerdo en todo. Y una de las condiciones que pusimos ahora fue respetar el hecho de que haya temas en los que coincidimos. C.V.Coincidentemente muchos buenos programas de la temporada anterior fueron aquellos en los que coincidimos. No vamos a mantener una postura sólo porque el rating mande eso. Nosotros hacemos periodismo. Algo que se desdibujó en la TV en la faceta política, porque el periodismo político le faltó el respeto a la gente. Hay mucho opinólogo y el sueño de mucha gente que hace televisión es encontrar dos personas que sobre el mismo tema piensen diferente y si se pueden matar en cámara incluido, que lo hagan, por favor. Eso, al televidente no le sirve para nada. Le falsea la verdad. ¿Cómo tomaron la propuesta cuando los convocaron a trabajar juntos? E.A.En mi caso llevó varios meses, porque me satisfacía el esquema de posicionarme frente a alguien ubicado en la vereda ideológica opuesta, pero puse como condición que fuera un cuadro de esa vereda ideológica, y no un mercachifle. Se tiraron cuatro o cinco nombre hasta que apareció el de Varela y acepté. C.V.En mi caso fue un mecanismo bastante parecido. Recordemos que esto tiene un antecedente en Estados Unidos, Crossfire, pero tiene a alguien que orienta el debate, cuando los dos conductores se calientan demasiado y se salen del rol. ¿Les pasó eso alguna vez, de apasionarse tanto? C.V.Por supuesto, y ni respetamos la chicharra, ni el corte comercial en esos momentos. Pero también nos pasó de llegar por caminos diferentes a una misma conclusión.
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