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Trovato fue condenado a seis años de carcel e inhabilitado de por vida
El placard le costó muy caro

Lo declararon culpable de cohecho calificado. Deberá pasar, aunque tenga buena conducta, dos años y nueve meses en la cárcel. El empresario que pagó la coima fue condenado, pero puede ser excarcelado.

Francisco Trovato trató de mostrarse inmutable durante la audiencia y cuando se leyó la decisión.
No se privó de hacer un largo alegato en el que se declaró inocente y víctima de una campaña.

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Por Laura Vales

t.gif (862 bytes) Poco antes de escuchar la sentencia, Francisco Trovato ensayó su última defensa y se comparó con Jesucristo. Tal vez porque era hijo de un carpintero. Sin dudas porque, en el tema del placard que recibió como coima, al ex magistrado le gusta proclamarse una indefensa víctima “de una virulenta campaña de desprestigio”. Un chivo expiatorio “de una parte de la familia judicial que me enrostra no el asunto del vestidor, sino otra cosa”. Pero ayer los jueces del tribunal oral número 11 no tuvieron dudas; lo condenaron, por cohecho calificado, a seis años de prisión, lo inhabilitaron de por vida para ocupar cargos públicos y le impusieron una multa de treinta y cinco mil pesos. Los fundamentos del veredicto serán dados a conocer el viernes próximo.
Después de dos semanas de juicio oral quedó probado que el ex juez recibió de la firma Almagro Construcciones el lujoso vestidor valuado en 19 mil dólares a cambio de beneficiar a la empresa en una causa judicial. Los camaristas Enrique Pose, Floreal de Laurentis y Enrique Alvarez Aldana también fijaron una pena de dos años –es decir, excarcelable– para Antonio Visciglia, ex vicepresidente de la constructora. El abogado José María Orgeira, quien estaba acusado de haber pagado al carpintero Noel Tejera una de las cuotas del placard, fue sobreseído.
Trovato comenzó su descargo final a las once y veinte de la mañana, en una sala de audiencias desbordada de público. Una cámara de televisión retransmitía en vivo cada una de sus palabras.
–Estoy preso por una causa que considero ridícula –dijo el ex juez después de insistir en su inocencia–; me han convertido en una caricatura. Sin dudas esto no fue antojadizo.
Su esposa, Graciela Desimone, bajó la cabeza. Había llegado sin hacer declaraciones, y se ubicó en una discreta butaca de la segunda fila, en el sector reservado para los familiares. El miércoles no había querido presentarse a declarar en favor del ex juez; sus defensores desistieron de su testimonio para no violentarla. La de ayer fue la única audiencia que presenció.
Un asiento adelante, Pedro Bianchi, el defensor de Erich Priebke, también siguió el último descargo de su amigo. El ex juez se quejó de hacer recibido distinto tratamiento que otros jueces en apuros.
–En nuestro país muchísimos magistrados, infelizmente, han sido destinatarios de gravísimas imputaciones –puntualizó–; pero el único que se encuentra cautivo desde hace un año, tres meses y cuatro días soy yo.
Buena parte de los 45 minutos que duró su discurso estuvo dirigido a mostrar que su causa fue “atípica”. Que ya había sido juzgado, y absuelto en relación al cohecho, por el Senado. Que el entonces ministro de justicia Elías Jassan “había pedido sin hesitar su juicio político, conducta que no tuvo en ningún otro caso”. Que su departamento fue allanado mientras todavía era juez y por lo tanto tenía fueros que lo protegían. Que, en realidad, lo estaban juzgando por “esas otras cosas” que nunca mencionó directamente: desde las fotos de Caras y los pretendidos “actos de servicio” que lo impulsaron a recorrer la noche de la mano de Silvia Süller, hasta su fuga a Brasil y el escandaloso retorno luego de ser descubierto en plena luna de miel con Roxana Donadío en el lujoso barrio de la Barra de Tijuca, en Río de Janeiro. En síntesis, que todo se trataba del castigo de una parte de la “familia judicial” que siempre lo repudió.
Lo increíble llegó mucho después, en el párrafo final de su descargo. “Soy un simple hombre, un gran inocente”, anticipó al formular su último pedido. Y antes de seguir, hizo un breve silencio para fijar su mirada en los ojos del presidente del Tribunal.
–Hubo un gran inocente que fue condenado a muerte –le dijo–; me refiero a Jesús. Jesús no fue condenado por los malos sino por los buenos, por las personas más creíbles y respetables... por los escribas y losfariseos. Yo no quisiera estar en el alto sitial que ocupan ustedes, que van a decidir mi futuro. El de mis hijos, el de mi esposa, el de mis amigos. Mi vida o mi muerte. Sólo espero tener un juicio justo.
–Está bien, doctor; puede sentarse –le respondió el camarista.
Se llamó a un receso antes de dar a conocer la sentencia.
Los amigos de Trovato se fueron acercando de uno en uno. Algunos lo abrazaban, otros le palmeaban la espalda. “¿Estuve bien?” preguntó a cada cual el ex magistrado.
A las dos y media de la tarde, tras escuchar el fallo de los camaristas, Antonio Visciglia respiró con alivio. Estaba acusado, en su carácter de ex vicepresidente de Almagro Construcciones, de haber encargado y pagado con fondos de la empresa los once muebles que fueron a parar al departamento de Quintana 59. Defendido por Mariano Cúneo Libarona, Visciglia hizo el primer día del juicio oral una confesión inesperada. Aseguró que Trovato le había “pedido, prácticamente exigido” el placard. Y relató cómo se había llegado al acuerdo.
Según su versión, fue el abogado José María Orgeira quien los presentó durante un almuerzo realizado en el restaurante Veracruz. La reunión, sostuvo, se organizó porque Trovato quería conocerlo. Después inició con Trovato una curiosa amistad: iban juntos a fiestas privadas y solían concurrir a retiros espirituales evangélicos. En uno de ellos el entonces juez formuló su pedido: un placard para su flamante departamento.
Visciglia asegura que trasladó la solicitud al presidente de Almagro Construcciones, Urbano González. Y que con su venia convocó al carpintero Noel Tejera para encargale el trabajo. La empresa pagó los 19 mil dólares del presupuesto pactado, salvo una cuota de dos mil que fue abonada por Orgeira. Visciglia jura también que sólo era un empleado que quedó entre dos fuegos: Trovato le pedía y su jefe le ordenaba que se encargara “del maldito placard”.
Su declaración no hizo más que confirmar los elementos de prueba reunidos durante la investigación del caso. El miércoles, al formular la acusación, el fiscal de Cámara Eduardo Marazzi y el de primera instancia Juan Manuel Sansone pasaron revista a los recibos encontrados en la carpintería de Tejera, todos con el sello de Almagro Construcciones, y a los registros contables de la firma en la que quedaron asentados parte de esos gastos. De todas maneras, la confesión del ex directivo mejoró su situación procesal. No será encarcelado ni inhabilitado comercialmente.
Orgeira festejó su absolución y se abrazó con sus defensores. La fiscalía había pedido en su caso una pena aún más alta que para Visciglia, tras considerar que el abogado había sido partícipe necesario del cohecho al pagar al carpintero Noel Tejera dos mil pesos para que continuara con su trabajo. Durante el juicio, el abogado sostuvo que le entregó el dinero como un favor hacia Trovato, quien le devolvió la suma al día siguiente.
Sólo Trovato permaneció inmutable. “Tenía fundadas expectativas de irme caminando de este tribunal”, dijo a los medios, antes de ser trasladado nuevamente al edificio de Gendarmería Nacional donde esperará ser derivado a la cárcel de Caseros. Sus abogados apelarán la sentencia. Por ella deberá pasar, como mínimo, los próximos dos años y nueve meses tras las rejas, si se computa el tiempo que lleva detenido y la posibilidad de ser liberado cumplidas las dos terceras partes de la pena.

 

Toda una definicion.
“Una foto haciendo caca”

“¿Por qué cree que lo están juzgando?”, preguntó este diario a Francisco Trovato en uno de los pasillos del edificio de Lavalle 1171, cuando el ex juez se dirigía a la sala donde se daría a conocer la sentencia. Trovato contestó con calma. No parecía nervioso, sino
apenas molesto por una laringitis que lo tiene a mal traer. “Mi celda es muy fría y tengo largas jornadas de trabajo estudiando el expediente”, explicó.
–¿Por qué cree que lo juzgan?
–Porque hicieron una caricatura de mí: Trovato bailando con Silvia Süller, Trovato jugando al ajedrez con Alemann... hasta se burlaron del buen uso del idioma castellano que tengo. Soy profesor universitario, sé expresarme. Pero como le digo, me convirtieron en una caricatura. Es como si a una dama gentil, como usted, la hubieran fotografiado haciendo caca, y después hubieran divulgado esa imagen... Discúlpeme la expresión, sólo quiero dar un ejemplo gráfico. A partir de eso muchas cosas no se dijeron. Por ejemplo, que nadie me capturó. Fui yo quien se entregó en Brasil; y el Señor 5 (se refiere a Hugo Anzorreguy) lo sabe.


 

EL ALEGATO FINAL DE UN ACUSADO QUE NUNCA CALLO
Un micrófono ahí por favor

Por L.V.

t.gif (862 bytes) “Me siento más abogado que acusado”, se entusiasmó Trovato cuando promediaba el juicio oral que ayer terminó con su condena. Durante las dos semanas de audiencias públicas el ex juez no perdió oportunidad de tomar la palabra. Interrogó a los testigos, dio continuas indicaciones a sus defensores y ayer, al hacer uso del derecho a expresarse por última vez ante el tribunal, convirtió sus palabras en último alegato. Estas fueron algunas de sus frases:
ron2.gif (93 bytes)  “De la noche a la mañana pasé de ser una persona respetable a un enemigo público, porque como ya saben, señores magistrados, estoy preso por el tema del placard, que siempre consideré ridículo.”
ron2.gif (93 bytes)  “El fiscal general se apartó total y absolutamente de las pruebas concretas y me acusó sobre la base de suposiciones que se apoyan en otras suposiciones, lo que sorprendió a todos los que tenemos idea de cómo funciona el derecho penal.”
ron2.gif (93 bytes)  “La misma atrocidad de la pena que pidió el fiscal, nueve años de prisión, evidencia que ha adoptado la representación de aquella parte de la familia judicial que siempre me repudió.”
ron2.gif (93 bytes)  Se me acusa de no haber pagado el placard. Yo pagué dos mil pesos por intermedio de (el abogado José María) Orgeira, y en cuanto al dinero que dejé a Julio Pueyrredón Saavedra Lamas... Aquí se ha cuestionado su testimonio, sin tener en cuenta que en 1995 Pueyrredón era otra persona. El es un hombre mayor, y después de haber sufrido un accidente y de pasar por un salvaje ataque en el que mató en defensa propia a un asaltante, este hombre no es el mismo”.
ron2.gif (93 bytes)  “¿Qué pasaría si mi esposa, a espaldas de los señores magistrados, depositara 5 mil pesos en la cuenta de cada uno de ustedes sin que lo supieran? Mañana posiblemente estarían ocupados, cumpliendo con sus funciones. No se fijarían si en la cuenta tienen cinco, seis o siete mil dólares; gastarían esos fondos. Luego, una denuncia anónima les podría avisar que mi esposa ha hecho ese depósito... ¿Cómo explicarían ustedes ese tema? Con este ejemplo quiero demostrar que a cualquier magistrado le pueden fabricar un placard o una causa.”
ron2.gif (93 bytes)  “Hemos visto que en este debate un defensor asumió el rol de cofiscal. Yo creo que el doctor Mariano Cúneo Libarona no defendió a su cliente, sino que colaboró con la fiscalía. El dijo en su alegato que este proceso estaba preordenado, que se hizo para condenarlo a Trovato. ¿Cómo sabía que había que condenarme? En los últimos tiempos se propala con insistencia por la televisión su imagen; lo califican como ‘Cúneo el sucio’, y aluden a su notoria intervención en la defensa de poderosos e influyentes funcionarios y a su vinculación –profesional– con aspectos del mundo del narcotráfico. Todo esto ha movido a reflexiones a mucha gente vinculada al fuero penal, a la política, y a cualquier habitante medianamente pensante de la Nación.”

 


 

LA HISTORIA DE LA CAUSA QUE LE COSTO LA CARRERA
La muerte que jamás se investigó

t.gif (862 bytes) La historia del placard por el que fue condenado Trovato se inició en realidad el 29 de enero de 1995, cuando Lourdes Manzanares, de cinco años, murió tras caer por el hueco del ascensor en un edificio del barrio de la Boca levantado por la empresa Almagro Construcciones.
El miércoles pasado, los fiscales Eduardo Marazzi y Juan Manuel Sansone reconstruyeron ante el tribunal la cronología de la íntima vinculación entre la construcción de los once muebles para el departamento de Quintana 59 y la investigación de la muerte de la nena.
Cuando ocurrió la tragedia, Trovato estaba de vacaciones. El juez subrogante Roberto Murature ordenó una pericia para determinar los motivos de su muerte y saber si había habido fallas en el funcionamiento del elevador. La pericia determinó que se había tratado de un accidente, y la causa fue archivado el 13 de febrero.
En marzo Trovato se reincorporó al juzgado. A fines de ese mes, sin que existiera ningún pedido de las partes, desempolvó el expediente. Primero, en base a una inquietud del entonces concejal Roselló, citó a declarar al encargado de mantenimiento del ascensor, quien en rigor no había sido objetado por nadie. Luego hizo saber que interrogaría a todo el Consejo de Administración del edificio, por entonces integrado por miembros de Almagro Construcciones. La medida nunca se concretó.
Para el fiscal, Trovato revivió el expediente “entre gallos y medianoche” para advertir a la empresa que podía crear en la opinión pública un revuelo suficiente para afectar sus intereses. Y Almagro Construcciones, al regalar el placard, intentó salvar su imagen, ante el temor de que el caso terminara perjudicándola. “Todo ocurrió en una época en que los accidentes en ascensores estaban alertando a la gente”, recordó el fiscal. Y subrayó que, apenas comenzaron los trabajos de carpintería, Trovato abandonó su interés por la causa de Lourdes Manzanares y dispuso finalmente su archivo definitivo.

 


 

Robos, coimas, escándalos, los jueces de fin de siglo

Algunos ya renunciaron; otros están siendo juzgados. La larga crónica de los jueces que pasaron por el banquillo de los acusados.

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t.gif (862 bytes) Robos, coimas, borracheras en albergues transitorios, causas armadas, mal desempeño de sus funciones, enriquecimientos ilícitos, amenazas. Durante los últimos años, los jueces argentinos fueron protagonistas de escándalos varios. Carlos Branca y Carlos Wowe fueron destituidos y pasaron por la prisión. Algunos renunciaron; otros todavía mantienen sus fueros. Pero el Congreso o el Consejo de la Magistratura podrían, próximamente, dar vía libre a sus procesos.

ron2.gif (93 bytes)  Héctor Joaquín Ramos: ex juez del Juzgado de Instrucción criminal Nº 6. El 7 de febrero de 1997 protagonizó un escándalo en un albergue transitorio. Borracho y exaltando su investidura, repartió golpes, insultos y amenazas a los policías que acudieron al llamado de los conserjes. Un mes después, lloró ante las cámaras de televisión y presentó su renuncia. Fue procesado por el delito de resistencia a la autoridad.

ron2.gif (93 bytes)  Hernán Bernasconi: el juez federal de Dolores cobró notoriedad por perseguir a ricos y famosos. Consiguió el estrellato con la investigación del caso Coppola. Hace quince días, el fiscal que intervino en el juicio oral al manager de Diego Armando Maradona, Raúl Perotti, lo acusó de ser el jefe de una asociación ilícita destinada a detener personas y efectuar procedimientos al margen de la ley con el objetivo de obtener notoriedad a través de los medios de comunicación. Le imputó, además, la falsificación ideológica de instrumento público y prevaricato, por haber iniciado las actuaciones contra Coppola con una denuncia falsa. Tiene cuatro pedidos de juicio político en el Congreso y uno en el Consejo de la Magistratura.

ron2.gif (93 bytes)  Javier Mario Ruda Bart: ex juez de la Cámara Civil. Fue sorprendido cuando se llevaba calzoncillos, un protector solar, pilas y otra chucherías de un supermercado de Punta del Este. El Consejo de la Magistratura inició la acusación para destituirlo, pero Ruda Bart se anticipó y renunció.

ron2.gif (93 bytes)  Carlos Wowe: ex titular del Juzgado Civil Nº 29. Estuvo más de dos años preso en la cárcel de Caseros. En 1997 fue condenado a siete años de prisión por haber intentado cobrar –usando como intermediario a su colega Bernardo Nespral– una coima al periodista Bernardo Neustadt para fallar a favor en una demanda iniciada por el empresario Francisco Macri. Fue detenido el 31 de julio de 1996 en Mar del Plata, una semana después de haber renunciado a su cargo para evitar el juicio político. Su condena fue anulada por la Cámara de Casación, que ordenó la realización de un nuevo proceso. En el segundo juicio, que se hizo hace un mes, también fue declarado culpable, pero recibió una pena de dos años de cumplimiento efectivo. Salió en libertad porque ya había estado preso más tiempo del que le correspondía de acuerdo con esa sentencia.

ron2.gif (93 bytes)  Norberto Oyarbide: juez federal. En la Justicia existen tres causas en su contra: una por amenazar de muerte al argelino Zinedinne Raschem, un mozo del restaurante El Mirasol; otra por cobrar coimas para proteger prostíbulos de lujo; y la última, por enriquecimiento ilícito. La primera reveló la relación del juez con el propietario del prostíbulo masculino Spartacus, Luciano Garbellano. La Comisión de Juicio Político del Senado escuchó su descargo el miércoles. En Diputados, lo encontraron culpable de mal desempeño de sus funciones, inconducta, amenazas agravadas, posible comisión de tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito. Si lo destituyen, podrán proseguir las causas judiciales. Actualmente está de licencia con goce de sueldo.

ron2.gif (93 bytes)  Carlos Branca: ex juez federal. Está procesado por contrabando y asociación ilícita. Fue destituido por el Congreso a fines de 1997, después de que fuera filmado por una cámara oculta donde hablaba sobre maniobras de contrabando en la Aduana de Ezeiza. Estuvo preso diez meses en Gendarmería, donde compartió su encierro con el empresario Omar Fassi Lavalle y un tiempo con su colega Francisco Trovato. Salió en libertad luego de pagar una fianza de 30 mil dólares. Está a la espera del juicio oral y, si es considerado culpable, podría volver a prisión.

ron2.gif (93 bytes)  Raquel Morris Dloogatz: jueza federal de Morón. El juez Jorge Rodríguez pidió si juicio político para indagarla en una causa en la que se investiga su posible participación en una banda de policías bonaerenses que exigían coimas a comerciantes del Mercado Central. Se la acusa de prevaricato (fallar en contra de la ley maliciosamente o por ignorancia inexcusable), incumplimiento de los deberes de funcionario público y violación de secreto. Se presentó ante el Consejo de la Magistratura, que estudia su acusación, el mes pasado y ya tiene una nueva citación.
Jorge Pisarenco, Guillermo Tiscornia, Ricardo Bustos Fierro y Marcelo Aguinsky son otros magistrados que tienen pedidos de juicio político. Tiscornia tiene una veintena de denuncias, entre ellas por su mala actuación en la causa llamada de “mafia del oro”. Bustos Fierro deberá presentarse ante el Consejo de la Magistratura por haber habilitado a Carlos Menem para participar en la interna del PJ.

 

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