Por Laura Vales Poco antes de escuchar la
sentencia, Francisco Trovato ensayó su última defensa y se comparó con Jesucristo. Tal
vez porque era hijo de un carpintero. Sin dudas porque, en el tema del placard que
recibió como coima, al ex magistrado le gusta proclamarse una indefensa víctima de
una virulenta campaña de desprestigio. Un chivo expiatorio de una parte de la
familia judicial que me enrostra no el asunto del vestidor, sino otra cosa. Pero
ayer los jueces del tribunal oral número 11 no tuvieron dudas; lo condenaron, por cohecho
calificado, a seis años de prisión, lo inhabilitaron de por vida para ocupar cargos
públicos y le impusieron una multa de treinta y cinco mil pesos. Los fundamentos del
veredicto serán dados a conocer el viernes próximo.
Después de dos semanas de juicio oral quedó probado que el ex juez recibió de la firma
Almagro Construcciones el lujoso vestidor valuado en 19 mil dólares a cambio de
beneficiar a la empresa en una causa judicial. Los camaristas Enrique Pose, Floreal de
Laurentis y Enrique Alvarez Aldana también fijaron una pena de dos años es decir,
excarcelable para Antonio Visciglia, ex vicepresidente de la constructora. El
abogado José María Orgeira, quien estaba acusado de haber pagado al carpintero Noel
Tejera una de las cuotas del placard, fue sobreseído.
Trovato comenzó su descargo final a las once y veinte de la mañana, en una sala de
audiencias desbordada de público. Una cámara de televisión retransmitía en vivo cada
una de sus palabras.
Estoy preso por una causa que considero ridícula dijo el ex juez después de
insistir en su inocencia; me han convertido en una caricatura. Sin dudas esto no fue
antojadizo.
Su esposa, Graciela Desimone, bajó la cabeza. Había llegado sin hacer declaraciones, y
se ubicó en una discreta butaca de la segunda fila, en el sector reservado para los
familiares. El miércoles no había querido presentarse a declarar en favor del ex juez;
sus defensores desistieron de su testimonio para no violentarla. La de ayer fue la única
audiencia que presenció.
Un asiento adelante, Pedro Bianchi, el defensor de Erich Priebke, también siguió el
último descargo de su amigo. El ex juez se quejó de hacer recibido distinto tratamiento
que otros jueces en apuros.
En nuestro país muchísimos magistrados, infelizmente, han sido destinatarios de
gravísimas imputaciones puntualizó; pero el único que se encuentra cautivo
desde hace un año, tres meses y cuatro días soy yo.
Buena parte de los 45 minutos que duró su discurso estuvo dirigido a mostrar que su causa
fue atípica. Que ya había sido juzgado, y absuelto en relación al cohecho,
por el Senado. Que el entonces ministro de justicia Elías Jassan había pedido sin
hesitar su juicio político, conducta que no tuvo en ningún otro caso. Que su
departamento fue allanado mientras todavía era juez y por lo tanto tenía fueros que lo
protegían. Que, en realidad, lo estaban juzgando por esas otras cosas que
nunca mencionó directamente: desde las fotos de Caras y los pretendidos actos de
servicio que lo impulsaron a recorrer la noche de la mano de Silvia Süller, hasta
su fuga a Brasil y el escandaloso retorno luego de ser descubierto en plena luna de miel
con Roxana Donadío en el lujoso barrio de la Barra de Tijuca, en Río de Janeiro. En
síntesis, que todo se trataba del castigo de una parte de la familia judicial
que siempre lo repudió.
Lo increíble llegó mucho después, en el párrafo final de su descargo. Soy un
simple hombre, un gran inocente, anticipó al formular su último pedido. Y antes de
seguir, hizo un breve silencio para fijar su mirada en los ojos del presidente del
Tribunal.
Hubo un gran inocente que fue condenado a muerte le dijo; me refiero a
Jesús. Jesús no fue condenado por los malos sino por los buenos, por las personas más
creíbles y respetables... por los escribas y losfariseos. Yo no quisiera estar en el alto
sitial que ocupan ustedes, que van a decidir mi futuro. El de mis hijos, el de mi esposa,
el de mis amigos. Mi vida o mi muerte. Sólo espero tener un juicio justo.
Está bien, doctor; puede sentarse le respondió el camarista.
Se llamó a un receso antes de dar a conocer la sentencia.
Los amigos de Trovato se fueron acercando de uno en uno. Algunos lo abrazaban, otros le
palmeaban la espalda. ¿Estuve bien? preguntó a cada cual el ex magistrado.
A las dos y media de la tarde, tras escuchar el fallo de los camaristas, Antonio Visciglia
respiró con alivio. Estaba acusado, en su carácter de ex vicepresidente de Almagro
Construcciones, de haber encargado y pagado con fondos de la empresa los once muebles que
fueron a parar al departamento de Quintana 59. Defendido por Mariano Cúneo Libarona,
Visciglia hizo el primer día del juicio oral una confesión inesperada. Aseguró que
Trovato le había pedido, prácticamente exigido el placard. Y relató cómo
se había llegado al acuerdo.
Según su versión, fue el abogado José María Orgeira quien los presentó durante un
almuerzo realizado en el restaurante Veracruz. La reunión, sostuvo, se organizó porque
Trovato quería conocerlo. Después inició con Trovato una curiosa amistad: iban juntos a
fiestas privadas y solían concurrir a retiros espirituales evangélicos. En uno de ellos
el entonces juez formuló su pedido: un placard para su flamante departamento.
Visciglia asegura que trasladó la solicitud al presidente de Almagro Construcciones,
Urbano González. Y que con su venia convocó al carpintero Noel Tejera para encargale el
trabajo. La empresa pagó los 19 mil dólares del presupuesto pactado, salvo una cuota de
dos mil que fue abonada por Orgeira. Visciglia jura también que sólo era un empleado que
quedó entre dos fuegos: Trovato le pedía y su jefe le ordenaba que se encargara
del maldito placard.
Su declaración no hizo más que confirmar los elementos de prueba reunidos durante la
investigación del caso. El miércoles, al formular la acusación, el fiscal de Cámara
Eduardo Marazzi y el de primera instancia Juan Manuel Sansone pasaron revista a los
recibos encontrados en la carpintería de Tejera, todos con el sello de Almagro
Construcciones, y a los registros contables de la firma en la que quedaron asentados parte
de esos gastos. De todas maneras, la confesión del ex directivo mejoró su situación
procesal. No será encarcelado ni inhabilitado comercialmente.
Orgeira festejó su absolución y se abrazó con sus defensores. La fiscalía había
pedido en su caso una pena aún más alta que para Visciglia, tras considerar que el
abogado había sido partícipe necesario del cohecho al pagar al carpintero Noel Tejera
dos mil pesos para que continuara con su trabajo. Durante el juicio, el abogado sostuvo
que le entregó el dinero como un favor hacia Trovato, quien le devolvió la suma al día
siguiente.
Sólo Trovato permaneció inmutable. Tenía fundadas expectativas de irme caminando
de este tribunal, dijo a los medios, antes de ser trasladado nuevamente al edificio
de Gendarmería Nacional donde esperará ser derivado a la cárcel de Caseros. Sus
abogados apelarán la sentencia. Por ella deberá pasar, como mínimo, los próximos dos
años y nueve meses tras las rejas, si se computa el tiempo que lleva detenido y la
posibilidad de ser liberado cumplidas las dos terceras partes de la pena.
Toda una definicion.
Una foto haciendo caca¿Por qué cree que lo están juzgando?, preguntó este diario a
Francisco Trovato en uno de los pasillos del edificio de Lavalle 1171, cuando el ex juez
se dirigía a la sala donde se daría a conocer la sentencia. Trovato contestó con calma.
No parecía nervioso, sino
apenas molesto por una laringitis que lo tiene a mal traer. Mi celda es muy fría y
tengo largas jornadas de trabajo estudiando el expediente, explicó.
¿Por qué cree que lo juzgan?
Porque hicieron una caricatura de mí: Trovato bailando con Silvia Süller, Trovato
jugando al ajedrez con Alemann... hasta se burlaron del buen uso del idioma castellano que
tengo. Soy profesor universitario, sé expresarme. Pero como le digo, me convirtieron en
una caricatura. Es como si a una dama gentil, como usted, la hubieran fotografiado
haciendo caca, y después hubieran divulgado esa imagen... Discúlpeme la expresión,
sólo quiero dar un ejemplo gráfico. A partir de eso muchas cosas no se dijeron. Por
ejemplo, que nadie me capturó. Fui yo quien se entregó en Brasil; y el Señor 5 (se
refiere a Hugo Anzorreguy) lo sabe. |
EL ALEGATO FINAL DE UN ACUSADO QUE NUNCA CALLO
Un micrófono ahí por favor
Por L.V.
Me
siento más abogado que acusado, se entusiasmó Trovato cuando promediaba el juicio
oral que ayer terminó con su condena. Durante las dos semanas de audiencias públicas el
ex juez no perdió oportunidad de tomar la palabra. Interrogó a los testigos, dio
continuas indicaciones a sus defensores y ayer, al hacer uso del derecho a expresarse por
última vez ante el tribunal, convirtió sus palabras en último alegato. Estas fueron
algunas de sus frases:
De la
noche a la mañana pasé de ser una persona respetable a un enemigo público, porque como
ya saben, señores magistrados, estoy preso por el tema del placard, que siempre
consideré ridículo.
El fiscal
general se apartó total y absolutamente de las pruebas concretas y me acusó sobre la
base de suposiciones que se apoyan en otras suposiciones, lo que sorprendió a todos los
que tenemos idea de cómo funciona el derecho penal.
La misma
atrocidad de la pena que pidió el fiscal, nueve años de prisión, evidencia que ha
adoptado la representación de aquella parte de la familia judicial que siempre me
repudió.
Se me acusa de
no haber pagado el placard. Yo pagué dos mil pesos por intermedio de (el abogado José
María) Orgeira, y en cuanto al dinero que dejé a Julio Pueyrredón Saavedra Lamas...
Aquí se ha cuestionado su testimonio, sin tener en cuenta que en 1995 Pueyrredón era
otra persona. El es un hombre mayor, y después de haber sufrido un accidente y de pasar
por un salvaje ataque en el que mató en defensa propia a un asaltante, este hombre no es
el mismo.
¿Qué
pasaría si mi esposa, a espaldas de los señores magistrados, depositara 5 mil pesos en
la cuenta de cada uno de ustedes sin que lo supieran? Mañana posiblemente estarían
ocupados, cumpliendo con sus funciones. No se fijarían si en la cuenta tienen cinco, seis
o siete mil dólares; gastarían esos fondos. Luego, una denuncia anónima les podría
avisar que mi esposa ha hecho ese depósito... ¿Cómo explicarían ustedes ese tema? Con
este ejemplo quiero demostrar que a cualquier magistrado le pueden fabricar un placard o
una causa.
Hemos
visto que en este debate un defensor asumió el rol de cofiscal. Yo creo que el doctor
Mariano Cúneo Libarona no defendió a su cliente, sino que colaboró con la fiscalía. El
dijo en su alegato que este proceso estaba preordenado, que se hizo para condenarlo a
Trovato. ¿Cómo sabía que había que condenarme? En los últimos tiempos se propala con
insistencia por la televisión su imagen; lo califican como Cúneo el sucio, y
aluden a su notoria intervención en la defensa de poderosos e influyentes funcionarios y
a su vinculación profesional con aspectos del mundo del narcotráfico. Todo
esto ha movido a reflexiones a mucha gente vinculada al fuero penal, a la política, y a
cualquier habitante medianamente pensante de la Nación.
LA HISTORIA DE LA CAUSA QUE LE COSTO LA
CARRERA
La muerte que jamás se investigó
La
historia del placard por el que fue condenado Trovato se inició en realidad el 29 de
enero de 1995, cuando Lourdes Manzanares, de cinco años, murió tras caer por el hueco
del ascensor en un edificio del barrio de la Boca levantado por la empresa Almagro
Construcciones.
El miércoles pasado, los fiscales Eduardo Marazzi y Juan Manuel Sansone reconstruyeron
ante el tribunal la cronología de la íntima vinculación entre la construcción de los
once muebles para el departamento de Quintana 59 y la investigación de la muerte de la
nena.
Cuando ocurrió la tragedia, Trovato estaba de vacaciones. El juez subrogante Roberto
Murature ordenó una pericia para determinar los motivos de su muerte y saber si había
habido fallas en el funcionamiento del elevador. La pericia determinó que se había
tratado de un accidente, y la causa fue archivado el 13 de febrero.
En marzo Trovato se reincorporó al juzgado. A fines de ese mes, sin que existiera ningún
pedido de las partes, desempolvó el expediente. Primero, en base a una inquietud del
entonces concejal Roselló, citó a declarar al encargado de mantenimiento del ascensor,
quien en rigor no había sido objetado por nadie. Luego hizo saber que interrogaría a
todo el Consejo de Administración del edificio, por entonces integrado por miembros de
Almagro Construcciones. La medida nunca se concretó.
Para el fiscal, Trovato revivió el expediente entre gallos y medianoche para
advertir a la empresa que podía crear en la opinión pública un revuelo suficiente para
afectar sus intereses. Y Almagro Construcciones, al regalar el placard, intentó salvar su
imagen, ante el temor de que el caso terminara perjudicándola. Todo ocurrió en una
época en que los accidentes en ascensores estaban alertando a la gente, recordó el
fiscal. Y subrayó que, apenas comenzaron los trabajos de carpintería, Trovato abandonó
su interés por la causa de Lourdes Manzanares y dispuso finalmente su archivo definitivo.
Robos, coimas, escándalos,
los jueces de fin de siglo
Algunos ya renunciaron; otros están siendo
juzgados. La larga crónica de los jueces que pasaron por el banquillo de los acusados. |
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Robos,
coimas, borracheras en albergues transitorios, causas armadas, mal desempeño de sus
funciones, enriquecimientos ilícitos, amenazas. Durante los últimos años, los jueces
argentinos fueron protagonistas de escándalos varios. Carlos Branca y Carlos Wowe fueron
destituidos y pasaron por la prisión. Algunos renunciaron; otros todavía mantienen sus
fueros. Pero el Congreso o el Consejo de la Magistratura podrían, próximamente, dar vía
libre a sus procesos.
Héctor
Joaquín Ramos: ex juez del Juzgado de Instrucción criminal Nº 6. El 7 de febrero de
1997 protagonizó un escándalo en un albergue transitorio. Borracho y exaltando su
investidura, repartió golpes, insultos y amenazas a los policías que acudieron al
llamado de los conserjes. Un mes después, lloró ante las cámaras de televisión y
presentó su renuncia. Fue procesado por el delito de resistencia a la autoridad.
Hernán
Bernasconi: el juez federal de Dolores cobró notoriedad por perseguir a ricos y famosos.
Consiguió el estrellato con la investigación del caso Coppola. Hace quince días, el
fiscal que intervino en el juicio oral al manager de Diego Armando Maradona, Raúl
Perotti, lo acusó de ser el jefe de una asociación ilícita destinada a detener personas
y efectuar procedimientos al margen de la ley con el objetivo de obtener notoriedad a
través de los medios de comunicación. Le imputó, además, la falsificación ideológica
de instrumento público y prevaricato, por haber iniciado las actuaciones contra Coppola
con una denuncia falsa. Tiene cuatro pedidos de juicio político en el Congreso y uno en
el Consejo de la Magistratura.
Javier Mario
Ruda Bart: ex juez de la Cámara Civil. Fue sorprendido cuando se llevaba calzoncillos, un
protector solar, pilas y otra chucherías de un supermercado de Punta del Este. El Consejo
de la Magistratura inició la acusación para destituirlo, pero Ruda Bart se anticipó y
renunció.
Carlos Wowe: ex
titular del Juzgado Civil Nº 29. Estuvo más de dos años preso en la cárcel de Caseros.
En 1997 fue condenado a siete años de prisión por haber intentado cobrar usando
como intermediario a su colega Bernardo Nespral una coima al periodista Bernardo
Neustadt para fallar a favor en una demanda iniciada por el empresario Francisco Macri.
Fue detenido el 31 de julio de 1996 en Mar del Plata, una semana después de haber
renunciado a su cargo para evitar el juicio político. Su condena fue anulada por la
Cámara de Casación, que ordenó la realización de un nuevo proceso. En el segundo
juicio, que se hizo hace un mes, también fue declarado culpable, pero recibió una pena
de dos años de cumplimiento efectivo. Salió en libertad porque ya había estado preso
más tiempo del que le correspondía de acuerdo con esa sentencia.
Norberto
Oyarbide: juez federal. En la Justicia existen tres causas en su contra: una por amenazar
de muerte al argelino Zinedinne Raschem, un mozo del restaurante El Mirasol; otra por
cobrar coimas para proteger prostíbulos de lujo; y la última, por enriquecimiento
ilícito. La primera reveló la relación del juez con el propietario del prostíbulo
masculino Spartacus, Luciano Garbellano. La Comisión de Juicio Político del Senado
escuchó su descargo el miércoles. En Diputados, lo encontraron culpable de mal
desempeño de sus funciones, inconducta, amenazas agravadas, posible comisión de tráfico
de influencias y enriquecimiento ilícito. Si lo destituyen, podrán proseguir las causas
judiciales. Actualmente está de licencia con goce de sueldo.
Carlos Branca:
ex juez federal. Está procesado por contrabando y asociación ilícita. Fue destituido
por el Congreso a fines de 1997, después de que fuera filmado por una cámara oculta
donde hablaba sobre maniobras de contrabando en la Aduana de Ezeiza. Estuvo preso diez
meses en Gendarmería, donde compartió su encierro con el empresario Omar Fassi Lavalle y
un tiempo con su colega Francisco Trovato. Salió en libertad luego de pagar una fianza de
30 mil dólares. Está a la espera del juicio oral y, si es considerado culpable, podría
volver a prisión.
Raquel Morris
Dloogatz: jueza federal de Morón. El juez Jorge Rodríguez pidió si juicio político
para indagarla en una causa en la que se investiga su posible participación en una banda
de policías bonaerenses que exigían coimas a comerciantes del Mercado Central. Se la
acusa de prevaricato (fallar en contra de la ley maliciosamente o por ignorancia
inexcusable), incumplimiento de los deberes de funcionario público y violación de
secreto. Se presentó ante el Consejo de la Magistratura, que estudia su acusación, el
mes pasado y ya tiene una nueva citación.
Jorge Pisarenco, Guillermo Tiscornia, Ricardo Bustos Fierro y Marcelo Aguinsky son otros
magistrados que tienen pedidos de juicio político. Tiscornia tiene una veintena de
denuncias, entre ellas por su mala actuación en la causa llamada de mafia del
oro. Bustos Fierro deberá presentarse ante el Consejo de la Magistratura por haber
habilitado a Carlos Menem para participar en la interna del PJ.
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