Un artista argentino y una brasileña presentan un documentalexperimental que reconstruye el miembro fantasma del artecontemporáneo a través un triángulo estético y geográfico.
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Por Fabián Lebenglik El miembro fantasma es el que se hace sentir a pesar de haber sido amputado. Aquel que, aunque ausente, produce picazón y cosquilleo como si estuviera allí, nuevamente implantado.En la película Miembro fantasma (16 mm, blanco y negro, 22 minutos) de Nicolás Guagnini (Buenos Aires, 1966; recientemente seleccionado entre los finalistas del Parque de la Memoria) y Karin Schneider (Rio Grande do Sul, 1966) se trata del convidado de piedra de las historias del arte del siglo XX que se escriben y muestran en los países centrales: el arte periférico.Una de las últimas megamuestras europeas sobre el arte del siglo XX, La era del modernismo, tan ambiciosa como caprichosa, fue la que organizó el crítico y curador alemán Christos Joachimides en el gigantesco edificio Martin-Gropius-Bau (MGB) de Berlín en 1997. Fue tal la polémica que se originó alrededor de esta gran exhibición, que La Casa de las Culturas del Mundo, un activo centro cultural también berlinés, contraatacó con una muestra simultánea y alternativa, Los otros modernos, para balancear la escasez en el MGB, tanto de artistas mujeres como de artistas no provenientes de Europa Central ni de EE.UU.Guagnini y Schneider reconstruyen parte del tejido nervioso de ese miembro fantasma del bello, innovador y excluido arte periférico trazando un lúcido itinerario del arte concreto y neoconcreto que une Polonia, Argentina y Brasil, a través de un film que comparte la estética del documental, el cine de ensayo y la ficción experimental.La triangulación artística de ese miembro fantasma liga al pintor polaco Wladyslaw Strzeminski (1893-1952) y a su mujer, la escultora Katarzyna Kobro (1898-1950), al argentino Raúl Lozza (1911) y a los brasileños Lygia Clark (1920-1988) y Helio Oiticica (1937-1980). El itinerario también establece una cronología artística aunque el montaje cinematográfico de Guagnini & Schneider no reivindica la cronología como principio constructivo del relato visual a través de las vanguardias periféricas de los años 20 y 30 (los polacos), de los 40 (Lozza) y de los 50 y 60 (los brasileños).La pareja de Europa Oriental fue fundadora del constructivismo polaco, y mientras Strzeminski fue el creador del unismo o unicismo una propuesta de pintura sin líneas, para defender la unidad óptica del cuadro, más allá de su admirado Malevich, Kobro (formada en Moscú e integrante de la vanguardia rusa) fue una innovadora de la escultura -.construyó la primera escultura colgante y una serie de obras realizadas en planchas de metal de colores vivos, en relación con la ubicación del volumen en el espacio.Raúl Lozza es un pionero del arte moderno en la Argentina, fundador del grupo Arte Concreto Invención y creador de su propia corriente, el Perceptismo, en 1947.Lygia Clark y Helio Oiticica se dieron a conocer a mediados de la década del cincuenta a través de las vanguardias brasileñas neoconcretas y el film se detiene en los bichos (esculturas móviles) de Clark y en los parangolés (vestimenta escultórica) de Oiticica de la década del sesenta. En el caso de estos dos artistas brasileños, debe anotarse que fueron fuertemente difundidos en ámbitos internacionales como la Documenta X de Kassel, El Jeu de Paume de París y la Bienal de San Pablo, en las décadas del ochenta y noventa. Desde los inicios del cine el eje Lumiere-Melies (el noticiero por una parte y la fantasía por otra) o, más adelante, en la década del sesenta, la polémica entre Pier Paolo Pasolini y Eric Rohmer colocaba al cine ante dos opciones militantes: el cine de prosa contra el cine de poesía. En este sentido, la película de Guagnini-Schneider cabalga entre ambas aguas, tomando la estética realista del noticiero y la del cine de ficción para construir a su vez un homenaje a las vanguardias que fundaron el lenguaje cinematográfico a partir de los años veinte. La película es muda, pero utiliza ese recurso, como una de las formas de manifestación del sonido: se trata de un silencio elocuente que concentra la atención en la imagen. Otro recurso de los realizadores es la utilización de la analogía rítmica entre arte, naturaleza y ciudad: de los planos y volúmenes de los cuadros y esculturas, pasan a los planos y volúmenes de la ciudad o a las comparaciones antropológicas o zoológicas. La analogía, un recurso básico, está usada como evocación poética e introduce, junto con el blanco y negro de la película, el montaje, los planos secuencia, entre otros elementos, un lenguaje retro, que cita las vanguardias y que por lo tanto resulta coherente con los códigos visuales que se proponen reivindicar. La película viene de ser exhibida en el Museo de Arte Moderno de San Pablo y en la prestigiosa galería paulista Luisa Strina. (Se proyecta diariamente en el microcine del Museo de Arte Moderno, San Juan 350, de martes a viernes, a las 12, 14, 16 y 17; sábados y domingos, a las 12, 13.30, 15.30 y 17 salvo el domingo 15, sin proyecciones, hasta el 22 de agosto).
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