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![]() De los 11 millones de guatemaltecos, sólo 4,5 están habilitados para votar. Y no es una cuestión de edad. La mayoría de los inhabilitados son indígenas, que habitan lugares alejados de los centros de votación y nunca fueron empadronados. Siguiendo con los números, el nuevo gobierno de Guatemala heredará un país con un saldo de 200.000 muertos y desaparecidos durante la guerra civil. El 80 por ciento de la población guatemalteca vive por debajo de la línea de pobreza, el desempleo y el subempleo alcanzan a casi un 50 por ciento de la población y el analfabetismo asciende al 32 por ciento en la población general y al 58 por ciento en los pueblos indígenas. Portillo, el favorito para ganar estos comicios, fue cuestionado por haber matado a dos hombres, hace 17 años, en el estado mexicano de Guerrero. Portillo alegó defensa propia, pero nunca se sometió a la Justicia. Varios grupos de derechos humanos hicieron otro cuestionamiento, menos anecdótico. El secretario general de su partido, el FRG, es el ex general golpista y efusivo converso al evangelismo Efraín Ríos Montt, a quien se le responsabiliza de crímenes de lesa humanidad durante su gobierno (1982-83).
La campaña electoral se calentó durante esta última semana por denuncias de fraude entre los dos partidos que con más probabilidades aspiran a la presidencia. El FRG denunció en reiteradas ocasiones que se podría dar algún tipo de fraude por parte del oficialista PAN, el que por su parte denunció anteayer que por supuesto es el FRG quien pretende hacer fraude. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) llamó a la calma, e indicó que garantizará la transparencia de los escrutinios, ya que previamente se tomaron todas las medidas necesarias. El director de la Misión de las Naciones Unidas para Guatemala (Minugua), Jean Arnault, y voceros de la Organización de Estados Americanos (OEA) también avalaron al TSE. Pero la Justicia electoral también piensa en la fiesta: el TSE contrató grupos de marimbas, el instrumento típico de Guatemala, para que ofrecieran un ambiente de fiesta a la jornada electoral. Este es un dato de color, pero de larga data en Guatemala. Las marimbas y las fiestas en épocas donde convivían las elecciones y la guerra civil constituían una forma de "convertir" a los guatemaltecos al evangelismo, "una religión cívica", contra el catolicismo que hasta los años '70 dominada sin competencia el país. El evangelismo, religión del poder en Guatemala, apoyada por Estados Unidos, fue una forma de modificar un mapa donde los obispos católicos podían plantarse contra las matanzas indiscriminadas dirigidas por el Ejército guatemalteco y los grupos paramilitares que dependían de él. Ahora, Guatemala está a punto de elegir, en la primera vuelta, al partido que representó de manera ejemplar ese evangelismo.
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