El
final de mi nota de ayer --"La noche correntina tiene sombras, todavía"---
intentaba sugerir que la sola intervención federal a Corrientes distaba de solucionar la
tremenda crisis social de esta provincia. Pero nunca imaginé, ni jamás hubiese querido
escribir, que entre esas sombras estuviera la decisión de mandar a la Gendarmería a
reprimir a los ocupantes del puente.
Hace dos días se escribió en esta columna:
"Cada vez más, lo sensato y atinado sería que quienes están sobre el puente
decidieran terminar voluntariamente con la ocupación. Pero no lo harán. Cuando la gente
está desesperada, furiosa y resentida, no se le puede pedir sensatez y buen tino. La
gente que está sobre este puente va a resistir cualquier represión. Que nadie lo dude.
Por eso dan miedo esos 500 gendarmes con carros hidrantes y equipos antimotines que están
del otro lado del puente. Mientras los tiempos políticos van por la escalera, la tensión
social va por el ascensor y encima es un ascensor neumático. Si a alguien se le ocurre
que intervengan esos gendarmes, esto va a ser una masacre. Innecesaria y absurda, y que
sólo ha de producir sonrisas en los que criaron cuervos y en los propios cuervos".
La que se tomó, sin lugar a dudas, fue la
peor decisión. Había que liberar el puente, es cierto. Pero no era éste el camino. Esto
es propio de Onganía en el '66, no del gobierno de la Alianza en el '99 y a sólo una
semana de haber asumido. Peor prólogo no pudieron elegir. Porque alguien eligió este
camino. Alguien dio la orden de lanzar esta represión estúpida que ha causado por lo
menos dos muertos y varios heridos, y que dejará a esta sociedad mucho más resentida.
Alguien, durante la noche, pensó y propuso lanzar a la Gendarmería sobre la gente, y
alguien aceptó esa idea. ¿Fue en el Ministerio del Interior? ¿Fue en el juzgado federal
correntino? ¿Fue en la cúpula de la Gendarmería? ¿Quién fue?
La ceguera política siempre conduce a la
torpeza. Y una vez más parece tener que ver con alguna forma de soberbia. Porque los que
decidieron esta "solución" a la crisis correntina lo hicieron en el peor estilo
del centralismo unitario: lo decidieron en algún escritorio a mil y pico de kilómetros
de un conflicto sobre el cual no saben casi nada, no preguntaron ni se informaron
adecuadamente para decidir bien, no vinieron a ver el escenario ni a dialogar, y por
supuesto lo decidieron sin conocer la idiosincrasia de este pueblo. Parecería --y creo
que es lo más probable-- que toda la asesoría que recibieron fue la de los mismos
políticos correntinos que desfilaron por la Casa Rosada durante la última semana y a los
cuales se suponía que la intervención iba a desplazar. No puede haber mayor ironía.
Esto se hubiera solucionado si los 60
millones de dólares (que según anunciaron los ministros Machinea y Storani estarán
disponibles el lunes para pagar sueldos, y luego Mestre dijo que incluso se pagarán dos
sueldos antes de Navidad) se hubieran adelantado para ayer. Con sólo ese anuncio del
interventor, que pudo y debió haber venido en cualquier avión de la tarde, y con un
consistente llamado a la concordia, se hubiera evitado todo esto. Había muchos
correntinos probos y de buena voluntad que lo hubieran acompañado, porque el jueves a la
noche había ya un clima propicio para que los mismos correntinos les pidieran a los
correntinos autoconvocados que bajaran del puente.
La represión siempre es el peor camino y
todo lo que hace es fortalecer a los provocadores. Y ahora les da, encima, víctimas y
futuros eslogans. Sin dudas, anoche hubo muchos cuervos sonriendo: en la misma Corrientes;
en alguna provincia del noroeste; en algunos grupúsculos maximalistas y violentos. ¿Se
darán cuenta de esto en la siempre lejana, distraída y soberbia Casa Rosada? ¿O
represiones como ésta serán un nuevo estilo de cría de cuervos?
* Desde la ciudad de Corrientes. |