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Por Mariano Blejman Es difícil resumir tanta vida, dice Luis Clur en su trono de jefe de noticias de Canal 13, que dejará a fin de año. Cuando llegue el año 2000, este veterano del oficio dejará la profesión para siempre y le gusta pensar que con su retiro se irá un pedazo de la historia argentina. Es que este hombre, con más de 60 años de profesión, reinventó varias veces la forma de hacer periodismo y fue partícipe de algunos de los momentos cruciales de la memoria de este país. Fue el creador de la agencia Télam, trabajó para la United Press, entrevistó al Che Guevara en 1962, a John F. Kennedy un mes antes de su asesinato y a Juan Domingo Perón, que lo echó de Casa Rosada. Trabajó con Roberto Noble en Clarín y con Jacobo Timerman en La Opinión, pensó y dirigió el Reporter ESSO, el noticiero que generó la idea de que la televisión argentina no podía perderse ninguna noticia y debía capturarlas todas en imágenes. Hizo debutar a Mariano Grondona en televisión y una vez logró lo que hoy parece imposible: reprimidos de una marcha peronista y represores del gobierno de Illia se juntaron para repetir la escena porque las cámaras del Reporter ESSO no habían podido filmarlos. Y ambos sectores aceptaron. Clur retiene los datos de su historia de manera notable. Mi memoria es espantosamente buena, garantiza. ¿En qué estado cree dejar el periodismo? En otras épocas no hace muchos años se valoraba mucho la labor personal y profesional del periodista. Había una preeminencia del periodista sobre las instituciones en las cuales trabajaba. Ahora las empresas han pasado a primer término con la globalización, la economía, las fusiones, los arreglos y el factor gravitante de que el obrero que le da la sangre y el corazón a todas estas expresiones ha caído en una especie de sopor del que no sabe cómo salir. Es fuerte esa apreciación viniendo de alguien que trabaja en el Grupo Clarín. Yo digo lo que siento. No digo que eso signifique una especie de aplastamiento de los medios, sino que todavía no se ha definido el rol de las comunicaciones en la globalización. El periodismo no puede depender tanto de los factores de tipo económico y de poder económico. De empresas que responden más a problemas de tipo industrial económico que a problemas de comunicación e información. ¿Dónde comenzó su carrera periodística? Empecé a trabajar a los 14 años como asistente de redacción de la agencia de noticias ANDI (Agencia Nacional de Informaciones), que en ese momento competía con Saporiti. Era, además, una escuela de información periodística, que cubría diarios y radios del interior, que es lo que hacen las grandes agencias actuales. Unos años después fundé Télam, que se ha convertido a través del tiempo en una agencia a veces estatal y otras oficial. Apartarla del partido del gobierno ha sido difícil, ya que cayó siempre en el vicio típicamente argentino de transformarse en agencia de gobierno. Usted cubrió la llegada de Perón al poder, ¿qué recuerda de ese momento? Yo estaba en United Press, en el año 45, cuando Perón asumió la presidencia. Había cubierto la etapa previa de Perón desde Télam y parte de Perón como candidato en United Press cuando él se inserta en el GOU y va trepando posiciones. Lo curioso es que forma su plataforma política no con los sindicatos, como muchos creen, sino con un grupo de periodistas, que trabajaban para él en la Secretaría de Guerra y en la Sala de Periodistas de Casa de Gobierno. Lomuto, Pacheco, Apold, Rocha de María fueron un grupo de ideólogos de la formación política de Perón. Lehicieron la plataforma de lanzamiento para ubicarlo en la Secretaría de Trabajo y proyectarlo a la presidencia. Yo di la primicia de la muerte de Eva Perón tres horas antes de que la anunciaran oficialmente el 26 de julio de 1952. ¿Cómo era trabajar en Casa de Gobierno con Perón como presidente? Estuve como corresponsal de United Press desde el 46 al 52. Me fui porque mi actividad en la Casa de Gobierno resultó peligrosa para el gobierno de Perón. Trabajaba independientemente y cubría cosas que no hacía nadie. Tuve dos expulsiones de Casa de Gobierno. ¿Cómo recuerda la primera época de Clarín? Fue muy interesante, porque agarré la época de la caída de Perón. Yo era prosecretario general del diario y el secretario general era Moisés Jacoby, que venía de Crítica y había sido secretario de El Diario de la Mañana. Este es el único individuo que identifico como maestro. El tomó como experimento inicial en Clarín que una sola mano centralizara la información y la reescribiera, y yo reescribí la historia de la caída de Perón. Fue un trabajo fenomenal. Clarín avanzó mucho con la elección de Frondizi. Roberto Noble consiguió créditos y compró las primeras rotativas. Tuve el privilegio de ser el primer secretario general del edificio de Clarín en el año 60. El primero que apretó el botón de la rotativa fue Frondizi y vio el diario impreso con su foto entrando en la redacción, media hora antes. Hicimos un trabajo de ingeniería periodística para lograr sacar la foto, sacar la plancha y hacer la impresión caliente, el armado en plomo y ponerlo en plancha en el momento que llegaba Frondizi, en un pequeño halago oficialista. ¿En esa época entrevistó al Che? Un poco después, en 1962. Tuve una charla muy típicamente de argentinos. El era ya una figura mítica y a mí me consideraba un porteño, no un periodista. Pero al final quedamos muy amigos. Eso fue antes de que él viniera a Buenos Aires, que fue una de las causas de la caída de Frondizi. Lo trajeron para entrevistarse en Olivos y fue una de las excusas que utilizaron los golpistas que al final lograron derribarlo. Un tiempo después entrevisté a Kennedy, un mes antes de que lo mataran. El tuvo una premonición conmigo cuando me anticipó: Un hombre que se expone públicamente tiene la posibilidad de que algún loco lo mate. El Reporter Esso, que usted fundó, se convirtió en un clásico. Fue el primer noticioso privado de la televisión argentina, con una conformación realmente novedosa. Era un compendio de noticias de 15 minutos, a las 11 de la noche, que cubría todo lo que pasaba en imágenes. La gente decía lo vemos esta noche en el Reporter Esso. Era un gran desafío no perder ninguna imagen de lo que sucedía. Gainza Paz, el director de La Prensa de la época de oro, me confesó que él veía el Reporter Esso, porque sabía qué títulos iba a ubicar en su primera página al día siguiente. Duró casi siete años. Cubrimos a Perón en el exilio e intentando regresar a la Argentina. Registramos su parate en Río de Janeiro en el mismo día en que quedó allí. Logramos hacer cosas increíbles. ¿Cuáles? En la época de Illia registramos represiones a los peronistas. Cuando nos dimos cuenta de que no se había filmado porque el rollo se había trabado, entramos en negociaciones con los policías por un lado y con los reprimidos por el otro, para repetir el acto y la represión, así lo podíamos filmar de vuelta. Eso fue en Parque Patricios. Así que logramos armar una puesta en escena con gases, corridas y gritos, de nuevo, para filmarlo para la televisión. El Reporter Esso no se lo podía perder. A Juan Carlos Onganía le hicimos repetir ceremonias porque había fallado la cámara o el sonido. Onganía era un tipo muy duro, miraba de reojo y no admitía contacto con los periodistas de cerca. Pero había camarógrafos quele decían este acto no sirve, porque el Reporter Esso no lo ha registrado, falló la cámara. ¿Y qué hacemos?, contestaba algún asesor, Hay que hacerlo de nuevo. Y los tipos armaban todo de nuevo. ¿Cuándo termina el Reporter Esso? Luego de siete años me fui a la Editorial Abril. Tiempo más tarde fundé la revista Siete Días, volví a canal 11 con Teleonce Informa cuando el canal pasa a manos de Héctor Ricardo García. Después, tuve como columnista por primera vez en televisión a Mariano Grondona. También estaban Claudio Escribano, Pepe Peña, el programa se llamaba El Diario Alpargatas, a las 7 de la tarde y no tuvo rating. Si lo hacía a las 8, iba a tener éxito. En el 73, cuando Perón intervino los canales, me fui a La Opinión, porque Jacobo Timerman me estaba reclamando. ¿Dónde lo conoció a Timerman? Trabajamos juntos cuando Timerman era movilero de canal 9. Después yo lo incorporé como redactor de Clarín. Fue uno de los periodistas que logró hacer renunciar a Alejandro Gómez, el vicepresidente de Frondizi, porque había entrado en contacto con los militares. La Opinión fue muy interesante, hasta que la intervinieron. Secuestraron a Edgardo Sajón, pusieron preso a Timerman y luego la extinguieron. Usted fue parte del nacimiento de TN. Sí. Ricardo Pipino y Carlos DElía fueron los principales organizadores, pero yo estuve en el trazado del esquema de trabajo. Cuando hay demasiados intereses en juego, ¿se puede hacer periodismo independiente? Yo no soy vocero del multimedio, pero le diría que el Grupo Clarín es el primer grupo de información y comunicación dedicado exclusivamente a eso. La primera reunión de gerentes y directores estableció la pauta de hacia adónde debían orientarse. No fabrica zapatillas, no produce pelotas de fútbol, no hace departamentos. Se dedica a información y entretenimiento. ¿Es casual que cuando se va Menem, usted también se va? Absolutamente circunstancial. Yo tengo 77 años, más de 60 en el periodismo. Tengo cuatro operaciones de corazón y un marcapasos. El año pasado anduve con problemas de salud, pero siempre traté de llegar al 2000... Trato de llegar... se lo digo con todo corazón. ¿Cómo ha sido su relación con el poder político? Menem nunca nos quiso conceder una entrevista. Pero A dos voces, de Todo Noticias sí se la dio. A Telenoche no. Ahí tiene el ejemplo de TN, donde tienen independencia en cuanto a la elección de los personajes, los temas, cómo tratarlos, etc. No hay un poder omnímodo. Es lo mismo que ejercer poder sobre Mónica y César, después de la carrera que tienen ellos, o de Santo, o de Enrique Sdrech. Ellos son el poder también. ¿Se va con alguna preocupación? Mi gran preocupación es la de que sigan existiendo los medios de comunicación hechos por periodistas, fundados por periodistas de familias de periodistas, o de gente vinculada exclusivamente al periodismo. A diferencia de grupos que no tienen nada que ver con la comunicación, que toman al periodismo como un negocio más. Que parece ser la tendencia... Eso es lo que me revuelve las tripas: la falta de independencia.
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