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![]() No me acuerdo haber recibido ningún llamado. Es extraño que llamen a esa hora, explicó ayer al tribunal Eugenio Ecke, que además contó que la noche del 24 al 25 de enero de 1997 estuvo en Mar del Plata. Fui a comer a una parrilla llamada Pehuén con un amigo marplatense. Después nos fuimos a tomar algo al Divino. Pero sí reconoció que el celular 404-3246 fue utilizado por él durante 1996. De traje y bronceado perfectos, Ecke negó mantener cualquier relación con personal de Bridees, la empresa de seguridad ligada al imperio Yabrán fundada por el ex represor del Servicio Penitenciario Federal Víctor Dinamarca. Actualmente, Ecke ocupa en el Grupo Exxel la misma función que Gregorio Ríos el presunto instigador del crimen de Cabezas tuvo en la estructura de seguridad de Yabrán: jefe del aparato de seguridad. En enero de 1997, cuando fue asesinado Cabezas, Ecke estaba a cargo de Segar SA, empresa de seguridad del Exxel Capital Partners VLP. Ese holding le compró a Yabrán, a fines de ese año, las empresas Oca, Edcadassa, Villalonga Furlong e Interbaires. Los Hornos parece el Líbano, estamos rodeados de gente que lamentablemente anda de caño, con la droga. Así explicó, gráficamente, el testigo Roberto Borches, sargento de la policía y vecino de Horacio Braga, las características de los horneros. Borches contó que varios días después de la muerte de Cabezas escuchó en el barrio que Héctor Retana estaba diciendo que él y sus amigos habían matado al reportero gráfico. Con su testimonio agravó la situación procesal de los cuatro ladrones de Los Hornos, aunque la defensa de Auge, Retana, Braga y González recalcó la manifiesta enemistad que mantenía el testigo con sus defendidos. Por la mañana, declaró Domingo Montoya, el actual presidente de la agencia de seguridad Bridees SA, a la que pertenecían todos los custodios de Yabrán. Aclaró que la contratación de personal de seguridad se hacía por intermedio de Yabito y que las violaciones a los derechos humanos (cometidas por los postulantes) no constituían un impedimento para el ingreso. Montoya explicó que los vigiladores disponían de armas en las casas que custodiaban, pero que en general eran armas propias, porque la mayoría era personal retirado de las fuerzas armadas.
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