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Página/12 en Gran Bretaña Por Marcelo Justo Desde Londres La verdad (y la trampa del caso) está en el informe médico sobre el estado de salud del general Pinochet, al que ninguna de las partes intervinientes tiene acceso. Un sólido frente formado por diputados laboristas, organizaciones de derechos humanos y exiliados chilenos tiene plazo hasta el martes próximo para presentar por escrito su oposición a la decisión preliminar del ministro del Interior Jack Straw de suspender el proceso de extradición del ex dictador a España. Ayer, renovaron sus presiones al gobierno británico para que dé a conocer el informe de la junta médica. Vamos a luchar contra esta decisión, que a mi juicio debería ser prerrogativa de la Justicia española. Además el ministro no puede pedir que presentemos nuestros argumentos legales sobre el caso si no tenemos acceso al informe en que se fundamenta esta decisión, resumió la presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de los Comunes, la laborista Ann Clywd. Pero analistas políticos y juristas expertos en extradición consideran que a fines de la semana próxima Pinochet podría estar embarcándose hacia Chile. Siempre que las emociones y los sobresaltos de la espera no perturben su vía de escape. En una tormentosa sesión en la Cámara de los Comunes el ministro del Interior Jack Straw indicó que, como todo ciudadano, el general tenía derecho a la confidencialidad del informe médico. Straw insinuó que el deterioro de su salud mental, ostensible a partir de septiembre pasado, sería la razón clave para suspender la extradición del general a España por tortura y conspiración para torturar. Según el ministro, el senador vitalicio no está en condiciones de seguir un proceso judicial, dar instrucciones inteligentes a quienes lo representan y ofrecer una declaración coherente. Una de las primeras reacciones del frente opositor a la decisión anunciada el martes por la noche fue puntualizar que, de acuerdo a la ley británica, el proceso de extradición debe continuar, siempre y cuando no esté deteriorada la capacidad mental del general. La intervención de Jack Straw no logró acallar el clima de suspicacia que provocó en la Cámara de los Comunes su sorpresivo anuncio. La crítica de los conservadores fue previsible aunque ingeniosa. La ministra del Interior en la sombra, Ann Widencombe, se burló de los actuales argumentos de salud esgrimidos por Straw para la puesta en libertad del general señalando que Pinochet fue arrestado cuando estaba en cama recuperándose de una operación. Más preocupante para el ministro fue la reacción no sólo de la izquierda laborista sino de sectores del centro del espectro partidario. El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de los Comunes, Donald Anderson, subrayó que nadie con los antecedentes del general podía refugiarse en el derecho a la confidencialidad del paciente y que el informe médico debía darse a conocer.El problema para los que buscan una reconsideración del dictamen preliminar de Straw es hallar un mecanismo legal que les permita montar una convincente ofensiva legal. Amnesty International indicó ayer a Página/12 que estaba trabajando en los argumentos legales que presentarán al ministro para persuadirlo de que revierta su decisión preliminar. Pero el principal argumento que esgrimirán es la necesidad de derribar la muralla que el mismo Straw ha insinuado que es inviolable: la confidencialidad del informe médico. El cuestionamiento que hacemos es que no se puede confiar únicamente en la decisión adoptada por médicos que muy bien pueden no entender lo que se requiere de la persona en un proceso de extradición y que sería importante tener una segunda opinión alrespecto, indicó Andy Mac Entee, director de Amnesty en el Reino Unido y coordinador de su equipo legal. Los grupos de exiliados chilenos también han manifestado su decisión de montar una judicial review, mecanismo que contempla la Justicia británica para que los súbditos de la Corona puedan apelar las decisiones de las autoridades. Vamos a apelar a esta decisión de Straw por todos los medios posibles, indicó a este diario Carlos Reyes, de Chile Democrático. Pero aún exiliados como Reyes, que fueron arrestados y torturados durante el régimen de Pinochet, tendrán que enfrentar con argumentos legales sólidos la opinión unánime e inequívoca de los facultativos según los cuales Pinochet no está en condiciones de ser sometido a un proceso de extradición. La decisión de Straw de no revelar a las partes el informe médico puede ser cuestionable, pero es altamente improbable que se pueda montar una apelación porque por el momento el único argumento a la vista es poner en duda la palabra del ministro del Interior, decir que él y los cuatro médicos mienten, indicó a Página/12 el experto en temas de extradición Michael Birnbum.La mirada de muchos se dirige ahora más allá de Gran Bretaña, a lo que pueda surgir del magistrado Baltasar Garzón (quien ayer hizo trascender tanto su satisfacción por el veredicto favorable a la extradición como su desilusión por la decisión de Straw) o de los otros países que han solicitado la extradición del general. En el mejor de los casos es por el momento una esperanza incierta. Si Pinochet no está en condiciones de salud para ser sometido a un juicio de extradición en España, difícilmente lo esté en otros países, aunque haya otras legislaciones en juego. Por último, aun en caso de que Straw decida suspender de forma definitiva el proceso de extradición, está el dictamen que debe librar el director del Servicio Fiscal de la Corona. El mismo informe médico valdría en este caso, aunque hay cierta incertidumbre sobre si el director, a diferencia de las partes intervinientes, tendría el privilegio de estudiarlo antes de formular su dictamen. Por el momento los analistas políticos británicos vaticinan que el caso entró en la recta final, aunque dadas las continuas sorpresas que ha dado, comenzando por el mismo arresto del general el 16 de octubre del 98, preferían anoche guardar un resto de cautela antes de darlo por definitivamente concluido.
LOS TRASCENDIDOS DEL PARTE MEDICO Página/12 en Francia Gabriel García Márquez no hubiese podido encontrar un mejor epíteto que el que define las enfermedades que aquejan al general Pinochet. Sin juzgar sobre los fundamentos de la probable liberación anticipada de Augusto Pinochet, fuentes cercanas al dossier médico revelaron a Página/12 el contenido de las conclusiones a las que llegaron los cuatro doctores que revisaron al tembloroso ex dictador. La fuente retrató así el estado de salud de Pinochet, según se desprende del informe que le fue entregado a Jack Straw: El general se hace pipí encima por la mañana y llora por las tardes. Está realmente mal, ni siquiera es capaz de mantener una conversación y se pone a llorar por nada, intempestivamente. Aunque esto no justifique en nada el gesto del Reino Unido, las páginas del informe abundan en detalles semejantes. Por lo pronto, luego del terremoto de la noche precedente, los gobiernos europeos que habían solicitado la extradición del general reaccionaron con escasa pasión al anuncio del eventual regreso de Pinochet. Francia se limitó a decir que toma nota de los elementos suministrados por Londres, Bélgica precisó que había pedido informaciones complementarias sobre la salud del detenido, al tiempo que una fuente oficial suiza destacó que el pedido de extradición sigue vigente. No obstante, Berna admitió que la Convención Europea que rige la extradición reconoce que una demanda de extradición puede quedar sin efecto por razones de salud. El magistrado europeo que reaccionó con más vigor fue el juez de instrucción francés Roger Le Loire, quien tiene a su cargo la investigación sobre la desaparición de cinco ciudadanos franceses en Chile y la Argentina. Le Loire, en una carta remitida al canciller francés Hubert Vedrine, solicitó que París interviniera directamente ante el gobierno británico para obtener la autorización de interrogar a Pinochet. Este juez, que lanzó dos mandatos de arresto contra Pinochet el 5 y el 20 de noviembre de 1998, más un pedido de audiencia sobre el que jamás nadie le respondió, ya había sido desautorizado el pasado 5 de enero por la Justicia chilena a interrogar en Chile a ex miembros de la dictadura pinochetista. Ayer, Le Loire fundó su nuevo pedido argumentando que si la solución de la repatriación fuese rápidamente adoptada, el enjuiciamiento de Pinochet quedaría en la nada. Por su parte, tal como lo había adelantado ayer a este diario, la abogada de las familias de los chilenos desaparecidos en Chile y la Argentina, Sophie Thonon, presentará ante la Corte Europea de Derechos Humanos en Estrasburgo un recurso para exigir la prolongación del arresto de Pinochet. La abogada también reclamó al gobierno francés que se oponga a la liberación de Pinochet ya que el enjuiciamiento del ex militar constituye una exigencia de la Justicia. Londres parece haber sorprendido a los acusadores del general, principalmente a los organismos de defensa de los derechos humanos. Al igual que en otras capitales, en París, la Federación Internacional de Ligas de Derechos Humanos reclamó un nuevo examen médico de Pinochet y, por sobre todas las cosas, que se haga público el contenido completo del informe. La liga y los abogados franceses destacan con justa razón que si bien Straw fijó un plazo de siete días para atender los reclamos, el ocultamiento de los exámenes médicos coarta toda posibilidad de recurso puesto que es sobre ese documento que se basaría el gesto humanitario de Gran Bretaña. Desde ya, las organizaciones de exiliados chilenos convocaron a varias manifestaciones frente al consulado de Gran Bretaña, al tiempo que la Coordinadora Franco-Chilena contra la Impunidad y por la Democracia en Chile consideró que la liberación de Pinochet constituyeuna victoria del gobierno chileno, líder indiscutido de la campaña de defensa y del rescate de Pinochet. Es de presumir que si sus partidarios acceden algún día al dossier médico de Pinochet no tardarán en lanzar una campaña internacional: Pañales para Pinochet.
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