Página/12 revela por primera vez el increíble caso
Stoulman, un chileno vinculado a las finanzas comunistas desaparecido en
Buenos Aires. Cómo colaboraban la inteligencia chilena y la argentina en
la dictadura.
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Por Lila Pastoriza
Aeropuerto de Ezeiza, domingo 29 de mayo de 1977. El avión de Braniff
procedente de Santiago de Chile detuvo sus motores en una pista lateral.
Ante los agentes de seguridad que rodeaban la escalerilla, los pasajeros
descendieron, documentos en mano. Por última vez en su vida, Jacobo y
Matilde Stoulman sintieron el roce del viento que alborota el pelo en los
aeropuertos. Abajo, cuando presentaron los pasaportes su suerte quedó
sellada: en un movimiento casi imperceptible para los demás pasajeros,
fueron conducidos a un automóvil que partió de inmediato. Comenzaba así
el caso mas misterioso del Plan Cóndor, pieza clave de un operativo
criminal a ambos lados de los Andes que compromete directamente a Pinochet
y Videla.
A los 43 años Jacobo Stoulman Bortnik era, paradójicamente, el
menos anónimo de los personajes. Sin militancia política, inteligente y
seductor, en sólo ocho meses su empresa Cambios Andes había captado a
los más codiciados inversores, en particular los de la comunidad judía.
Estrella en alza del mundo financiero, Stoulman no podía ser secuestrado
en su país sin que se armara un escándalo. La DINA chilena, la poderosa
central de inteligencia de Manuel Contreras que asesinó a Orlando
Letelier en Washington, buscó la captura por el golpe político y por el
rédito económico. La policía secreta sabía que Stoulman manejaba los
dineros de los grandes inversores locales, los suyos propios y los que el
financista chileno-húngaro Klein pudiese haber enviado a través de
Cambios Andes para el Partido Demócrata Cristiano y el ex presidente
Eduardo Frei Montalva. Y, además, había detectado que el cambista
sería el intermediario de un operativo financiero del Partido
Comunista chileno para ingresar al país fondos que rearmaran su
estructura.
Efectuar el secuestro en Chile podía arriesgarlo todo. Entonces
entró en acción el Plan Cóndor que, como todos los de la conexión
chilena de la coordinación represiva en el Cono Sur abundaba en
misterios.
En el caso Stoulman la inteligencia operó para demostrar que el
matrimonio había proseguido tranquilamente viaje a Montevideo, versión
que dio oficialmente a la cancillería chilena en un cable firmado por
Videla y, después, inexplicablemente "extraviado". Junto con
esto se desplegó una acción psicólogica exitosa. El boca a boca --y en
especial el dirigido a la comunidad judía-- travistió a Stoulman en una
suerte de demoníaco Graiver chileno, que traficaba fondos recolectados en
secuestros subversivos en aras de la célebre "conspiración
judeo-bolchevique apátrida" y que, por supuesto, estaba relacionado
con el caso Graiver-Montoneros. Instalada esta versión, que
"justificaba" así su secuestro por los militares argentinos y
liberaba a la DINA de toda responsabilidad, nadie --salvo
sus hijas y un hermano de Matilde-- osó reclamar por su suerte.
Menos aun los grandes financistas, cuyas inversiones habían sido
prolijamente detectadas por la DINA. Revelaciones
En realidad, el cerco había comenzado a cerrarse sobre los
Stoulman 13 días antes de su viaje. El 16 de mayo, al capturar en Buenos
Aires al responsable de finanzas del PC chileno aquí, Ricardo Ramírez
Herrera, el Cóndor lanzaba un operativo que incluyó el secuestro de
diecinueve personas, de las
cuales sólo sobrevivieron tres. En la capital argentina fueron
desaparecidos, además de los chilenos, nueve militantes del PC argentino.
Recién ahora, al esclarecerse el caso Stoulman, aparece el vínculo entre
todos estos crímenes.
Según ha reconocido últimamente el Partido Comunista chileno,
hacia fines de 1976 y con el objetivo de trasladar a Chile fondos
provenientes del exterior había organizado un complejo mecanismo cuyo
nexo sería, precisamente, Jacobo Stoulman. "El nunca supo el origen
ni el destino que tendrían esos dineros", relató el dirigente
comunista Carlos Toro, quien estimó en un millón de dólares la suma que
aquél recibió. El plan incluía el viaje del joven economista
suizo-chileno Alexei Jaccard, residente en Suiza, a quien Ramírez Herrera
instruiría en Buenos Aires. Pero
sólo se cumplieron los pasos iniciales. Según Gladys Marín, secretaria
del PC trasandino, el operativo había sido infiltrado por la DINA en
Europa. El Cóndor vuela Los
movimientos de la inteligencia fueron precisos e implacables.
* El 15 de mayo Alexis Jaccard desembarcó en Ezeiza y se alojó en
el Hotel Brístol. Fue secuestrado.
* El 16 por la noche, un grupo represivo que llevaba a Ricardo Ramírez
Herrera irrumpió en el departamento de quien lo alojaba, el comerciante
argentino Marcos Leder, de 70 años, a quien secuestraron, raptando luego
a su hijo Mauricio. Los tres desaparecieron.
* El 17, cerca de mediodía, Mario Clar, militante del PC, fue
"levantado" por policías que lo liberaron luego. Pasada la
medianoche, fue secuestrado junto con su hijo Sergio, en el departamento
de éste. Nunca se supo de ellos.
* También fueron "desaparecidos" en esas fechas el
chileno Héctor Velázquez Mardones y su empleador, el argentino Rodolfo Sánchez
Cabot.
* El 20 de mayo por la tarde, un comando operativo que desde
temprano vigilaba el local central del Partido Comunista de la Capital,
ubicado en Callao y Sarmiento, secuestró a siete militantes que salían.
Tres de ellos fueron liberados. Los otros cuatro
--Luis J. Cervera Novo, Ricardo Isidro Gómez, Carmen Candelaria
Román y Juan Cesáreo Arano-- siguen desaparecidos.
* En Santiago de Chile, a las orillas del río Mapocho, apareció
el 28 de mayo el cadáver de Enrique Ruiter Correa Arce, del aparato
financiero del PC. El día 29 fueron secuestrados los Stoulman en Ezeiza.
El 7 de junio fue capturado en Santiago Hernán Soto Gálvez, encargado de
finanzas del PC chileno.
En esta secuencia delictiva abundaron las acciones de ejecución
compartida. Agentes de los dos países participaron en el secuestro de
Ezeiza y los ministerios de Relaciones Exteriores encubrieron todo el
operativo. El funcionario internacional enviado desde Suiza a investigar
sobre Jaccard, perseguido y amenazado en Buenos Aires, debió ser
escoltado hasta el avión por una diplomática helvética.
Los chilenos Juan Pablo Moreno e Iván Cabezas relatan que en marzo
de 1996 el rabino Angel Kreiman les dijo que un alto oficial militar de
origen judío lo había instado a no seguir con el caso Stoulman ya que
"el secuestro era un problema de seguridad nacional que había sido
convenido directamente por teléfono por los generales Pinochet y
Videla". Capturar a Stoulman, apoderarse del dinero de sus cuentas y
golpear a la resistencia antipinochetista cobró siete víctimas chilenas
y, por lo menos nueve entre los comunistas argentinos. Al unir las piezas
de este rompecabezas queda expuesto un operativo de ejecución imposible
sin la ingerencia directa de los jefes de gobierno de ambos países, un
operativo concertado entre la DINA de Contreras y la inteligencia militar
autóctona que dependía, según la cadena de mandos, de su par Carlos
Alberto Martínez.
LA VISION DEL PC ARGENTINO SOBRE LAS
DESAPARICIONES Por L.P. En cinco días de mayo de 1977 fueron secuestrados en Buenos Aires doce militantes del partido Comunista Argentino. Nueve jamás aparecieron. Hoy se sabe que su captura por los servicios de inteligencia nativos que operaban en el Plan Cóndor estuvo relacionada con la del matrimonio Stoulman, aunque el PC argentino siempre atribuyó la represión a la tarea solidaria con Chile, sin referencia alguna al operativo financiero internacional. Para el PC, las caídas de cuadros porteños como �Carmencita� Román y �César� Arano quedaron entre las que entonces se explicaron como �provocaciones de los sectores fascistas�. Es que la caracterización de la conducción partidaria sobre la Junta Militar chocaba con cualquier indagación racional. �¿Cómo íbamos a imaginar una coordinación internacional entre Pinochet y Videla, si éste era el �bueno� del gobierno?�, reflexiona hoy irónicamente un ex activista. �Uno pensaba que si el Partido diferenciaba sectores entre las Fuerzas Armadas debía tener buena información para hacerlo. Yo trabajaba en denunciar cada uno de los casos y no me entraba que Videla era democrático, pero...�, dice una antigua militante, evocando aquella práctica esquizofrénica.�La acción de las bandas fascistas busca desestabilizar la ya complicada situación nacional con el propósito de crear condiciones propicias para un Golpe de Estado sangriento que instale un régimen autoritario antipopular�, precisaba la denuncia que el apoderado del PC hizo al ministro del Interior, Albano Harguindeguy el 30 de mayo de 1977 por la sucesión de secuestros de sus militantes. El golpe había sido mas de un año antes, el 24 de marzo de 1976.
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