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--¿Es cierto todo lo que se dice de usted?
--Todo, todo, no es verdad,
pero muchas cosas son ciertas.
--¿Una vez volvió en un
avión con ruleros en la cabeza?
--Sí, con una cofia de baño.
Lo hice para divertirme. La gente se pone sombreros en la cabeza, y una
cofia de baño no deja de ser algo para la cabeza. Es un poco raro, nada más.
No nos estaban sirviendo bien, a las azafatas se les acababa todo cuando
llegaban a nosotros, y un poco para hacer teatro y otro poco para
divertirnos me puse la cofia. Además me tapé con una frazada por más
que hacía un calor bárbaro. Entonces el fotógrafo que venía conmigo
les decía que yo había estado en Vietnam, que estaba un poco loco y que
me atendieran bien. Era una época que había atentados y secuestros de
aviones. Con eso conseguimos que nos sirvieran de primera, con whisky,
champagne y todo lo mejor. --¿También
llegó a entrevistar a Bill Clinton disfrazado de Colón?
--Fue cuando se cumplían los
500 años del descubrimiento y necesitaba inventar algo para competir con
todo el despliegue que tenían los medios. Se me ocurrió recorrer toda América.
Pero para hacerlo más entretenido me vestí de Colón y preguntaba si había
hecho bien o mal. Me sentía Colón porque estaba actuando de Colón,
hablaba en idioma castizo, fue muy divertido. Y así llegué hasta
Clinton, pero también entrevisté a varios caciques indígenas que me
querían matar. Me encantaba retrucarles. ¿Quién se iba a poner a
defender a Colón? Nadie. Solamente yo, pero porque había investigado y
argumentaba.
--¿Con qué otro personaje
tuvo alguna relación extraña?
--Con Frank Sinatra. Me invitó
a ir con él al cine. Lo encontré en un teatro y me puse a charlar. Por
supuesto que no se acercó él. Pero el tipo me dio pelota y se armó una
conversación interesante. Hablamos más de media hora, nos fuimos del
teatro y no sé adónde me quería llevar. Pero yo estaba con mi novia y
no la podía dejar. Tuve que saludarlo, chau, chau, y nunca más. Si en
ese momento no hubiese estado mi novia, tal vez hubiese sido amigo de
Frank Sinatra. También tuve una linda relación con Jorge Luis Borges. Yo
era productor de un programa y tuve una serie de entrevistas y
producciones con él. Pero en vez de mandarle un chofer siempre lo acompañaba
yo. Así que estaba todo el tiempo con él, haciendo de intelectual para
hablar con Borges como si fuese un escritor. Y por ahí llegaba la noche y
lo llevaba a comer o a visitar a Bioy Casares o a Silvina Ocampo. Así nos
fuimos haciendo un poco amigos. Todo el mundo quería tener cinco minutos
con Borges y yo estaba todo el día. Pero también por ahí yo quería
salir con una chica pero tenía que estar con Borges. Estaba en la
disyuntiva. "Me gusta estar con Borges, pero más quiero salir con
esa mina", pensaba. Así que rogaba para engancharlo en la casa de
Bioy. También me tocó estar en una charla tomando whisky con el ex
primer ministro laborista inglés Harold Wilson. Yo estaba como oyente
porque era amigo de un integrante de la Internacional Socialista. Así, en
lo que era una conversación de estado, después de unos whiskies, Wilson
me trataba como un amigo. Cosas que te llevan a preguntarte ¿dónde
estoy? Otra
experiencia extraña es haber vivido dos años con una novia japonesa.
"Me va a agarrar artritis en los dedos de tanto comer arroz con
palitos", pensaba. Ya estaba acostumbrado a usar kimono. Me miraba al
espejo para ver si ya tenía los ojos rasgados. Esas cosas me fueron dando
golpes de todos lados y del que salió el director técnico de All Boys. --¿Cómo
se le ocurrió vincularse con el fútbol?
--Venía de ser corresponsal de
guerra, de viajar por Latinoamérica, de escaparme de un país para evitar
la censura, en definitiva de vivir "al palo". Y volví a
Argentina y me dije "tengo algo de actor, sí". Así me puse a
estudiar para formarme como actor y lo conseguí. Fui actor y me gustó.
Pero necesitaba un nuevo desafío. Busqué en mi mente y encontré mi
primera vocación. Antes de ser periodista, locutor y todo lo demás, con
lo primero que gocé fue con una pelota de fútbol. --¿Era
bueno?
--No, pero era un goleador muy
efectivo. --¿Cómo llegó a probarse en el Cosmos de las estrellas?
--Yo jugaba en un equipo
amateur de segunda división. Fui con todas las ganas pero sabía que no
iba a quedar porque sólo iban a contratar a grandes estrellas. Además
vivía mucho de noche y no me cuidaba. Le dije al técnico que no esperara
gran juego de mí, pero que iba a hacer goles. Pero en una prueba clave
hice una gran jugada, pero cuando fui a definir hice el peor remate de mi
vida. La mandé a las nubes y caí todo torcido, medio trabado. Un papelón
total. Ahí se apagó mi sueño de goleador.
--¿Lo fue a ver a su ex
compañero Franz Beckenbauer?
--No, se me escapó. Estoy tan
metido con lo de All Boys que no me enteré. Pero hace dos años estuve
con él. Cuando llamé a la embajada de Alemania me dijeron que ya se había
ido a Paraguay. Igual voy a hacer contacto con él para que dentro de dos
años vaya de gira a Alemania con All Boys. --Si Beckenbauer lo ve, ¿lo reconoce?
--Sí. El era una gran estrella
y yo era uno de los tantos que querían llegar, pero seguro que se
acuerda. --¿Por
qué el ambiente de fútbol se resiste a su llegada?
--Lo que pasa es que la
sociedad nos limita. Si tenés una profesión, no podés tener otra. Y en
el fútbol es peor. Si no fuiste profesional y no tenés un nombre, ¡qué
vas a venir a dirigir! ¡Qué sabés vos de fútbol! --¿Y usted sabe de fútbol?
--Sin duda. No voy a mostrar
falsa modestia diciendo "creo que sé". Yo sé que sé.
--¿Es consciente de que es
su única oportunidad para demostrarlo?
--No. Para nada. Me puede
contratar un equipo de más abajo. Tengo la gran ventaja de arrancar en un
equipo que está deteriorado, que está último, que era un equipo
perdedor. Así que peor que eso qué nos puede pasar. Estamos con la
expectativa de empezar a ganar. Por eso la posibilidad de que nos pueda ir
mal no está en mis planes. --¿Los jugadores están convencidos?
--De a poquito el proyecto va
penetrando. Las respuestas que recibimos son de un nivel ascendente.
--No son métodos muy convencionales...
--Es verdad. ¿por qué van a
ser convencionales si uno no es convencional? Es lógica pura. Hay que
ponerle divertimento, analogías, relatos, cuentos, simbolismos.
--¿Todo eso sirve? --Por
supuesto. Son técnicas para aclarar el mensaje. Uno de los problemas que
existe en el fútbol es la comunicación. Muchos pueden saber de fútbol,
pero no todos transmiten lo que saben. Mi valor está en poder
transmitirlo mejor. --¿Con ese discurso no corre el riesgo de que lo traten de
versero?
--Claro que lo corro. Pero lo
hemos ido superando. Prueba superada.
--¿Seguro?
--Sí,
y me consta. Si no no esperaría resultados. Entendieron el mensaje y por
eso confío en lo que puedan dar. De otra forma cambiaría el método.
--¿Y en el aspecto táctico?
--Nosotros tenemos una concepción,
pero siempre consultamos con los jugadores. La idea es que no sientan que
se les impone un sistema. Mostramos en el pizarrón lo que queremos y cada
línea pasa al frente y constata si se puede llevar a cabo.
--¿Es de mirar videos de
los rivales?
--Sí, sí. Si podemos,
miramos. --¿Cómo si podemos?
--Lo que pasa es que no tenemos
videos de la primera fase, sólo teníamos informes. Recién ahora estamos
consiguiendo. En este momento, lo único que tenemos para ver son videos
porno.
--¿Cómo es la relación
con la gente?
--Bastante buena. Siempre ha
habido escepticismo. La gente mira, tiene dudas, pero fue tan contundente
la modificación en los métodos de trabajo y en el estado de ánimo del
plantel, que los que dudan se lo guardan para adentro. Lo que sí es que
no nos llegaron críticas ni cuestionamientos. --¿Es consciente de que todo va a cambiar si pierde dos
partidos?
--Sí, pero tampoco creo que
sea un drama. No agarramos al River campeón, agarramos un conjunto --no
quiero lastimar a mi propio equipo--, pero que es el peor del torneo. Así
que si perdemos algunos partidos, cosa que no va a ocurrir, tampoco es
para hacerse problemas. --¿Y
con la barra brava?
--La relación con la barra
brava va a ser amable. Basta con que me dejen hablar y listo. Yo no
suscribo la violencia. Nuestra prédica es paz, no violencia, trabajo y
actitud ganadora. Con la barra vamos a aceptar el apoyo que nos den, pero
no voy a aceptar ningún tipo de presión y voy a enfrentar cualquier tipo
de apriete que haya, tal cual lo hice a lo largo de mi vida. --¿A
qué aspira? ¿Piensa quedarse en esta profesión o estar de paso?
--Me quiero quedar mucho tiempo
en All Boys. No vengo por un par de meses. Estamos apostando todo a esto.
Mi vida, mi corazón, mi mente, todo lo que acumulé está apostado en
este proyecto. --¿Cómo
se definiría?
--Intento romper límites. Es
una característica de mi personalidad, del espíritu aventurero. Uno se
cansa de los límites que te pone la sociedad. ¿Qué te va a dar un beso
Cindy Crawford?, ¿qué te va a dar bolilla? Si te lo proponés, te acercás
y le das un beso en la boca a Cindy Crawford. Y no era tan difícil. --¿Cómo
fue?
--Me lo propuse y fui. Me le
crucé frente a toda la comitiva y me presenté como "el embajador
del hombre argentino". Los custodios escucharon "an ambassador
of the argentine men", y uno dijo "es un embajador". Ahí
le dije que estaba agradecido de que estuviese en el país y le pedí un
beso en nombre del hombre argentino. --¿Ella
qué dijo?
--Nada. Se reía y me lo dio.
Después la seguí, la invité a salir y le dejé mensajes en el
contestador. Estuve cerca, pero no pude engancharla porque ya tenía un
programa hecho. --No
se priva de nada.
--Pareciera, ¿no? Pero voy a
contar la otra cara porque por ahí creen que soy un tipo que hace lo que
se le ocurre. Pero es cierto que me di muchos gustos en la vida. Quería
ver cómo era ser bombero y fui bombero en Nueva York para vivir la
sensación de apagar un incendio en un rascacielo. No tenía autorización,
ni uniforme. Era muy cómico porque tenía que usar el uniforme de alguien
del otro turno. Todo era a medida, así que no bien salía ya quedaba como
un bicho raro. Parecía el gato con botas. Lo importante es que estaba. Un
poco gracioso para todos, pero estaba. Viví un tiempito así y cuando se
acabó la experiencia me fui. No como en All Boys que me voy quedar porque
es algo más formal. Mi sueño es ser técnico de la Selección Nacional y
ser campeón del mundo.
--¿No será demasiado? --Pero
es un sueño. No estoy diciendo que sea un plan. Pero es más probable a
que haga un viaje espacial.
--Recién decía que hay
otra cara. ¿Cuál es?
--La de un tipo que por ahí
tiene veinte pesos en el bolsillo para tirar cinco días. El que se toma
un colectivo y se conoce todas las líneas de Buenos Aires. Porque siendo
como es a uno muchas veces no le dan un trabajo. No me llaman para dirigir
una revista, una sección en un diario, por más que tenga antecedentes de
sobra. --¿La faceta que se conoce le jugó en contra?
--Para muchos la imagen que les
queda es la del tipo loquito. Pero otros saben que es un divertimento y
que detrás hay una parte profesional sólida. Ser director de Associated
Press en Nueva York o productor de la NBC como fui si no sos un tipo
serio, no lo lográs. Pero algunos le dan trascendencia a la otra parte.
Creen que lo serio tiene que ser aburrido y muchas veces pagué ese
precio. Pero yo estoy contento con el plan que hice de mi vida. Nadie dice
"ojo con éste que es un tipo peligroso". --¿Es
cierto que tiene en cuenta el signo de los jugadores para armar el equipo?
--No, lo que pasa es que en un
reportaje venían de gaste y yo para seguir la joda les dije que no iba a
poner dos jugadores de Sagitario. Pero por ahí más adelante me dedique a
la astrología y ahí sí lo piense.
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