|
Por
Rory Carroll
Los siglos pasados de odio y
rivalidades no debían repetirse en el nuevo milenio. "Perdonamos
y pedimos perdón. Pedimos perdón por el cisma entre cristianos, por el
uso de la violencia por algunos que servían a la verdad, y por las
actitudes de desconfianza y hostilidad hacia los seguidores de otras
religiones." En lo que es un desafío a las advertencias de algunos
teólogos de que esa disculpa sin precedentes podría socavar la autoridad
de la Iglesia, el Papa, de 79 años, pidió a Dios que perdone la
persecución contra los judíos. "Estamos profundamente entristecidos
por el comportamiento de aquellos que a lo largo de la historia hicieron
sufrir a esos hijos tuyos, y al pedir tu perdón queremos comprometernos a
lograr una verdadera hermandad."
Con las vestiduras moradas de
la Cuaresma, el Papa pidió perdón por siete categorías de pecado:
pecados en general; pecados en el servicio de la verdad; culpas que han
comprometido la unidad del cuerpo de Cristo; culpas en relación con
Israel; y culpas contra el respeto por el amor, la paz, los derechos de
los pueblos, el respeto de las culturas y de las religiones. Demasiados
grupos étnicos sufrieron "desprecio hacia sus culturas y tradiciones
religiosas". Las mujeres "fueron demasiadas veces humilladas y
marginalizadas". La confianza que la Iglesia depositó en la riqueza
y el poder había oscurecido su responsabilidad hacia los pobres y los
oprimidos. No hubo ninguna referencia a los homosexuales, quienes habían
pedido ser incluidos entre los que sufrieron la violencia teocrática. El
Papa no identificó a individuos culpables ni mencionó a las Cruzadas, la
Inquisición o el Holocausto. Pero sus referencias eran claras.
Cinco cardenales del Vaticano y dos obispos confesaron pecados en
representación de la Iglesia. El cardenal Edward Cassidy recordó
"los sufrimientos del pueblo de Israel", y pidió el perdón
divino por "los pecados cometidos por no pocos (católicos) contra el
pueblo de la Alianza". Algunos líderes judíos alabaron el sermón
como histórico y significativo. El gran rabino ashkenazi israelí, Israel
Lau, sin embargo, criticó que el Papa no mencionara el accionar de la
Iglesia durante el Holocausto (ver recuadro aparte). El cardenal Joseph
Ratzinger, titular de la Congregación de la Doctrina de la Fe, confesó
los pecados del organismo que dirige, que antes llevaba otro nombre: la
Inquisición. "Inclusive católicos, en nombre de la fe y la moral,
utilizaron a veces métodos que no obedecían a la Palabra de Dios."
La congregación en la Basílica
de San Pedro recibió con aplausos la llegada del Papa. Juan Pablo II se
arrodilló primero ante La Pietà, la escultura de Miguel Angel que
muestra a Cristo yaciendo en los brazos de su madre. Luego fue conducido
en un rodado, construido especialmente para que el Papa puede desplazarse
de pie, rumbo al altar. Aun apoyándose en su bastón de plata le costó
varios intentos antes de que lograra al fin ponerse de pie para besar un
crucifijo. El Vaticano ya no niega que el Papa padece el mal de Parkinson.
Una operación para quitarle un tumor, varias caídas, y un intento de
asesinato lo dejaron además encorvado y entumecido.
La búsqueda del perdón
caracterizó al papado de Juan Pablo II desde que fue electo en 1978. Se
ha disculpado por las Cruzadas, la masacre de los protestantes franceses,
el juicio contra Galileo, y el antisemitismo. Pero el pedido de disculpas
que presentó ayer fue el más extenso que jamás realizó, y no tiene
ningún precedente entre los líderes de las grandes religiones. Fue uno
de los puntos álgidos de este Jubileo, o año santo, y es el resultado de
una investigación de cuatro años realizada por un panel de 28 teólogos
y estudiosos.
La persistencia del Papa en pos
de la iniciativa, aun frente a resistencias internas en el Vaticano, ha
contrarrestado las versiones de que se ha retirado de hecho de la vida pública
y que ha abandonado el manejo de la política vaticana. El documento que
proveía el marco teológico para su disculpa enfatizó la distinción
entre los pecados cometidos por los hijos e hijas de la Iglesia y la
Iglesia misma, que seguía siendo santa e inmaculada. En un discurso ante
una multitud en la Plaza de San Pedro luego de la ceremonia, el Papa hizo
hincapié en que no les estaba pidiendo perdón a quienes habían sido
afectados por los pecados de la Iglesia. Estaba pidiendo el perdón de
Dios. "Sólo El puede concederlo."
Por
E. F.
--¿Cómo juzgar el perdón del
Papa? ¿Como un gesto meramente simbólico o eficaz?
--Bueno, en primer lugar ese
gesto va a contribuir a estrechar los lazos ecuménicos con otras
iglesias. Es auténticamente necesario, tanto más cuanto que la implicación
personal de Juan Pablo II fue determinante. Pero tal vez lo importante sea
también que la iniciativa coincide con una serie de actos de memoria que
se están realizando en otros lugares del mundo. Recuerde que los
presidentes de Francia François Mitterrand y Jacques Chirac hicieron algo
similar cuando, en 1997, el Episcopado francés pidió perdón por lo
ocurrido en el campo de concentración de Drancy. La Iglesia no puede
continuar ignorando que la principal crítica que se le hace es que sigue
apareciendo siempre demasiado segura de sí misma. Ahora debe hacer una
suerte de cura de humildad.
--Vuelvo sobre una polémica
que sigue viva. Es la de responsabilidad colectiva, sobre la
responsabilidad de una institución constituida por personas.
--Muchos de los pecados históricos fueron cometidos por las altas instancias de la Iglesia romana y no por católicos que actuaban bajo su responsabilidad. La Inquisición, por ejemplo. Fueron Inocencio III y Gregorio IX quienes la orquestaron en el siglo XIII. Y fue el mismo Inocencio quien autorizó la tortura en los juicios contra los llamados heréticos. La lista de las decisiones institucionales es así extensa. Otro ejemplo: la decisión de obligar a los judíos a llevar ropas diferentes fue tomada en el Concilio de Letrán, en 1215. En 1434 otro Concilio decidió que los judíos ya no serían admitidos en las universidades... Sin embargo, para el Vaticano ha llegado la hora de confesar todas las faltas.
|