Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


KIOSCO12

SE ESCAPARON TRES PRESOS DEL DEPARTAMENTO CENTRAL DE POLICIA
Una fuga sin tiros ni problemas

Los dos acusados por el asesinato de Argaña y un pesado de la banda de Valor redujeron a la guardia, tomando rehenes. Salieron del edificio sin llevárselos, sin disparar ni un tiro y sin que nadie, al parecer, lo notara. No había casetes en los videos de seguridad, faltaban custodios y no estaban cerradas las celdas. La Justicia investiga si hubo una entrega y detuvo a tres policías.

Por Laura Vales
y Eduardo Videla

t.gif (862 bytes) Estaban detenidos en el lugar más seguro que tiene la Policía Federal, pero se escaparon sin disparar un solo tiro. Luis Alberto Rojas y Fidencio Vega Barrios, los dos acusados del asesinato del vicepresidente del Paraguay Luis María Argaña, se fugaron del Departamento Central de Policía junto a Agustín “Tractorcito” Cabrera, un pesado de la banda del Gordo Valor. La versión oficial de la Federal es que los paraguayos tomaron como rehenes a sus compañeros del mismo pabellón –dos ex policías presos por la causa AMIA–, que neutralizaron a los agentes que estaban de guardia y que entonces no quedó otra alternativa que dejarlos huir para “proteger la vida de los rehenes”. Pero la principal hipótesis de la Justicia es que se trató de una fuga “arreglada”: un comisario y otros dos policías están detenidos por “favorecimiento de evasión”. Los indicios: a pesar de que el edificio del Departamento Central tiene cámaras de vigilancia interna, los videos con la grabación de lo que sucedió no aparecen por ningún lado. Cuando el juez federal Gabriel Cavallo los pidió, la increíble respuesta fue que no se había grabado nada porque no tenían cassettes. En el lugar siempre hay cuatro custodios, pero esa noche hubo solo dos. Las puertas de las celdas individuales estaban sin candado. Los presos salieron por la puerta de la calle Moreno sin llevar consigo rehenes. No hubo adentro del edificio, en el largo trayecto desde las celdas a esa puerta, tiroteo alguno. Los fugados atravesaron todo el Departamento Central como cualquier hijo de vecino, sin que nadie notara nada. Simplemente cruzaron la puerta y se fueron.

La fuga de los paraguayos sacudió al Gobierno. El ministro del Interior, Federico Storani, el secretario Mathov fueron por la tarde a la residencia de Olivos para informar sobre lo sucedido al presidente De la Rúa. El comisario a cargo de la Alcaidía, de apellido López, y los dos agentes a cargo de la seguridad del sector –el suboficial Godoy y la celadora Locatelli– fueron detenidos por orden de Cavallo. Los tres fueron pasados a disponibilidad y se ordenó a Asuntos Internos de la Federal que los investigara. Anoche esperaban ser interrogados en los Tribunales de Comodoro Py junto con los detenidos de la causa AMIA. El jefe de la Federal, Rubén Santos fue ratificado en su cargo. "Está al frente de la investigación", recalcaré el secretario de Seguridad Enrique Mathov.

Juez federal Gabriel Cavallo.El escape comenzó pasadas las doce de la noche del sábado, en la alcaidía del Departamento Central de Policía, ubicada en el primer piso del edificio de Moreno 1550. Allí estaban alojados sólo seis presos: los tres ahora fugados y –en celdas contiguas– tres ex policías bonaerenses detenidos por la causa AMIA: Diego Barreda, Mario Bareiro y Bautista Huici. Cada preso tiene allí su habitación con baño privado. Las puertas de esas celdas se cierran desde afuera con candado y todo el lugar es vigilado siempre por cuatro efectivos. La noche de la fuga solamente había dos, porque los otros habían pedido licencia. Las puertas de las celdas estaban sin llave.

Según dijeron a este diario fuentes judiciales, los seis presos habían terminado de cenar y estaban en el patio central al que dan todas las celdas, en una suerte de charla de sobremesa aunque ya pasaba de las doce y media de la noche. El único guarda armado (el suboficial Godoy) permanecía en el primer piso del edificio, es decir bastante alejado del lugar. El segundo agente a cargo del lugar era una mujer, desarmada, que en realidad cumple funciones de celadora y que –según declararon los testigos– entró al patio donde estaban los presos para buscar “un efecto personal que había olvidado en un locker”. Entonces uno de los paraguayos la redujo con un cuchillo de cocina.

Los presos por la causa AMIA intentaron defenderla pero también fueron reducidos: Mario Bareiro, sostuvo el comunicado oficial de la Federal, terminó atado y a Diego Barreda lo golpearon con una barreta de hierro en la cabeza y en un ojo. Cuando todo terminó, le tuvieron que suturar lasheridas con 22 puntos porque uno de los fierrazos le había abierto el cuero cabelludo.

Los policías de la federal aseguran que, al escuchar los gritos, el suboficial Godoy subió hasta la alcaidía y se encontró con que su compañera había sido tomada de rehén mientras a Barreda lo molían a golpes. “Se desesperó ante la posibilidad de que lo mataran –dijo anoche a Página/12 Enrique Mathov– y por eso entró”.

Sin demasiada fortuna: Godoy también fue golpeado y quedó semidesvanecido. Le sacaron el arma y dejaron a todos encerrados con llave. Después los paraguayos Rojas y Vega Barrios y el pesado Cabrera caminaron tranquilamente por pasillos y patios del Departamento Central sin que nadie, aparentemente, los notara. Uno de ellos vestía el saco de su antiguo compañero de prisión, Diego Barreda. “Todos ellos con ropas iguales a las que usa cualquier policía de civil un sábado a la noche”, apuntaron anoche fuentes del Ministerio del Interior para explicar por qué los fugados pudieron retirarse como si nada por la puerta principal del edificio. Altas fuentes de ese ministerio insistieron ayer en su convencimiento de que la fuga fue “espontánea y no planeada”. “Vieron su oportunidad y la aprovecharon”, dijeron a este diario.

En el relato de los testigos hay, sin embargo, diferentes versiones sobre cómo ocurrieron las cosas. En una carta que escribió a su mujer (ver aparte), el ex policía Mario Bareiro sostiene que no estaban todos en el patio central, que no había sobremesa, no menciona para nada a la celadora y dice que en realidad él fue el primer agredido por los paraguayos. “Estaba en mi cuarto, entredormido. Entraron y me pusieron un cuchillo en el cuello” le relató a su esposa en una carta a la que accedió este diario. “Estaban dispuestos a cualquier cosa y por momentos pensé que nos mataban a todos”. Bareiro aseguró también que les ofrecieron a todos escapar con ellos. La carta fue escrita antes de que el ex policía fuera interrogado por el juez Cavallo.

“Por supuesto que esto significa una frustración”, admitió públicamente Storani, antes de la reunión con De la Rúa en Olivos. De todas formas el ministro descartó que la fuga de los acusados del asesinato de Argaña tuviera alguna influencia sobre la relación con el Paraguay. “Me comuniqué personalmente con el ministro del Interior (de ese país) para ponerlo al tanto de todas las medidas que se están adoptando para recapturarlos, y él ratificó la confianza de su gobierno”, dijo Storani a Página/12. Pero desde el Paraguay Félix Argaña, hijo del vicepresidente asesinado, dejó en claro sus sospechas sobre el papel que pudo haber tenido en el escape la policía argentina.

Mathov informó que “el Presidente dio la orden de hacer rastrillajes con todas las fuerzas disponibles y pidiendo la colaboración de las policías provinciales para recorrer todo el territorio y encontrar a estas personas”. También se dispusieron controles estrictos en las fronteras.

–¿Usted cree que la evasión pudo ser facilitada por la policía?– le preguntó Página/12.

–No lo sé. Lo que sé es que esta es la policía que los detuvo en febrero, cuando nadie creía que se los iba a poder detener. Y tengo esperanzas de que los vamos a recapturar.

Rojas y Vega Barrios estaban muy cerca de ser extraditados al Paraguay. El juez federal de Morón Daniel Criscuolo ya se había expedido para que los presos fueran trasladados a ese país para ser juzgados. La decisión fue apelada por el defensor de Rojas y Vega Barrios, Víctor Stinfale, por lo que su futuro dependía de una resolución del Tribunal de Casación.

Esta es la primera vez que se produce una fuga del edificio central de la Policía y constituye el golpe más fuerte a la gestión del comisario general Rubén Santos, jefe de la fuerza desde enero. Y para el juez Cavallo, el segundo caso en poco tiempo en que le toca investigar a la fuerza: el magistrado está cargo, además, de la causa abierta por la represión a los sindicalistas que se movilizaron al Congreso contra lareforma laboral. Todo indica que los subordinados de Santos deberán dar esta vez explicaciones al por mayor: la custodia de la Alcaidía está desde hace pocos meses en manos de la jefatura de la Federal.

“Hubo complicidad en Buenos Aires”

Por P.R.
En Asunción hubo silencio casi total por la fuga de Luis Rojas y Prudencio Vega Barrios del Cuartel Central de Policía en Buenos Aires. Casi, porque el que habló fue Félix Argaña, ex candidato del Partido Colorado a la vicepresidencia del Paraguay e hijo menor de Luis María Argaña, ex vicepresidente asesinado en marzo del año pasado. Argaña dijo a Página/12 que “hubo complicidad en la Policía Federal” y habló de “una mafia del Mercosur”.
–Usted declaró que hubo cómplices en la Policía para que Luis Rojas y Prudencio Vega Barrios escaparan.
–Sí, evidentemente hubo complicidad de las fuerzas de seguridad. Por las informaciones que tengo, el Cuartel Central de Policía en Buenos Aires es un lugar céntrico y muy bien custodiado. Es muy sospechoso que dos individuos puedan así como así escaparse de allí.
–¿Usted sospecha de la Policía Federal?
–No sospecho de la Policía Federal como institución, sino que simplemente hubo cómplices entre quienes se encargaban de custodiar a estos dos sujetos. Es probable que haya habido un soborno muy fuerte.
–¿Tiene pruebas de que ese soborno existió?
–No, para nada, pero no hay otra explicación para lo sucedido. Detrás de todo esto está la mano derecha de Oviedo, (Víctor) Galeano Perrone.
–¿Los países del Mercosur tienen alguna responsabilidad en todo esto?
–Sin duda, hay una mafia del Mercosur. ¿Cómo se explica que, a un día de asumir Fernando de la Rúa en Argentina, Oviedo pudo escapar del país?
–Cuando habla de “mafia del Mercosur”, ¿se refiere a sus gobiernos?
–No. Me refiero a que hay una mafia que trafica armas y drogas y que opera en las fronteras de los países del Mercosur. Y estas mafias sí tienen relaciones con gente de los gobiernos. No son los gobiernos.
–¿Es posible que Oviedo también pueda fugarse en Brasilia?
–Quiero creer que no. Pero con todo lo que ocurrió, con lo de ayer también, se puede decir que no hay nada imposible.
–¿Esto puede producir una crisis política?
–No. Ojalá que no.

 

Claves

Se escaparon Luis Alberto Rojas y Fidencio Vega Barrios, paraguayos acusados del asesinato del vicepresidente Luis María Argaña.
El otro fugado es Agustín “Tractorcito” Cabrera, pesado de la banda del Gordo Valor.
Salieron por la puerta principal del Departamento Central, sin que nadie los parara, sin disparar ni un tiro y sin llevarse rehenes.
La policía no puede explicar cómo ocurrió: la versión es que “nadie se dio cuenta”.
Salieron de su celda tomando rehenes. Pero las versiones se contradicen: en una redujeron a una celadora, en otra a los policía presos por la AMIA.
El complejo sistema de cámaras de seguridad no sirvió: no había cassettes en las máquinas, por lo que no grabó nada.

 

 

La versión de Mario Bareiro

Uno de los presentes en la fuga, el ex policía acusado de participar en el atentado de la AMIA, Mario Bareiro, le hizo llegar a su mujer, Alicia Conti, una carta contándole su versión de los hechos antes de declarar ante el juez. La carta llegó a manos de la preocupada esposa de manos de personal policial que aceptó entregarla. En la nota, Bareiro cuenta que estaba dormido y se despertó con un cuchillo en la garganta. “Después de un instante entra Diego (Barreda) y observo cómo le pegan, tomo conciencia de que estaban decididos a cualquier cosa. Por momentos pensé que nos mataban a todos para fugarse tranquilos.” Bareiro continúa afirmando que los fugados los invitaron a huir a él y a otro policía involucrado en el mismo caso, Bautista Huici, pero que se negaron: “No quieren que trascienda el hecho de que los policías supuestamente involucrados en AMIA no quisieron fugar, y más aun que uno de ellos que tuvo oportunidad intentó pararlos.” El detenido pide a su mujer que difunda el hecho y le avisa que percibe que en el Departamento están “agradecidos” por su actitud.

Esposas de los detenidos por la AMIA: Alicia Conti, Gabriela Schirnpa, esposa de Barreda, y la mujer de Juan José Ribelli.

 

PRINCIPAL