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Atrapados sin salida en el laberinto legal de Florida

Si quisieran, los tribunales de Florida podrían declarar una vuelta a las urnas en Palm Beach. Los votantes demócratas alegarán que se equivocaron con las boletas y Al Gore les pagaría los abogados.

Por Martin Kettle
Desde Washington

t.gif (862 bytes) Algunos juristas norteamericanos creen que los votantes de Palm Beach en Florida tienen una base sobre la cual plantear ante los tribunales la nulidad del proceso electoral en su condado. La cuestión clave, sin embargo, es si algún juez va a sostener esta pretensión (con s) de la parte del electorado de Palm Beach que se siente agraviada. Una cosa es revertir la elección del consejo directivo de una universidad y otra ordenar un nuevo voto en un caso que tendría consecuencias prácticas de verdad.
En Estados Unidos, como en la mayoría de las democracias, el Poder Judicial es muy reacio a involucrarse, en cualquier forma que sea, con las elecciones. Las presiones en un juicio como el que los ciudadanos de Palm Beach quieren promover serían las más pesadas e intensas que puedan imaginarse. No sólo la presidencia misma dependería de la decisión, sino que además habría que cumplir con un apretado cronograma, y a los jueces no les gusta que los apuren.
Como siempre, no es imposible encontrar precedentes que apoyen el reclamo de los votantes iracundos de Palm Beach. Y no son lejanos. En 1998, la Corte Suprema de Florida dijo que una elección podía ser declarada nula incluso sin alegar fraude o dolo, lo que cuadraría perfectamente con el caso que se disputa en Palm Beach. El derecho de interponer la acción corresponde a los votantes, quienes deberán presentar la demanda ante los tribunales de Florida, y no a Al Gore o al Partido Demócrata. El partido puede financiar la demanda de los votantes y se espera que Gore empiece a recaudar unos 3,3 millones de dólares con este propósito.
Los votantes agraviados de Palm Beach argumentan que su intención de votar por Gore se vio frustrada por la boleta electoral “mariposa”, que ya se hizo célebre, que se usó en su condado. En la boleta, el nombre de George Bush iba primero, el de Al Gore debajo. Pero el segundo agujero en la línea de agujeros que había que marcar era del candidato del Partido de la Reforma Pat Buchanan, que estaba en la otra columna o “ala” de la boleta. El agujero de Gore era el tercero. De los nombres de los candidatos salían flechas hacia el agujero correspondiente.
Los abogados dicen que la boleta les da dos razones a los que intenten iniciar acciones legales. En primer lugar, no se conforma a la ley electoral de Florida, porque ésta ordena que los votantes deben marcar su voto a la derecha del nombre del candidato. En segundo lugar, afirman los abogados, la boleta provocó que los votantes se confundieran y así literalmente perdieran su voto. Muchos votantes afirman que por error votaron por Buchanan, mientras que 19.000 boletas fueron impugnadas porque los votantes votaron dos veces.
El precedente jurisprudencial del estado de Florida que parecería permitir a los votantes agraviados promover su acción legal en una difícil elección de sheriff en 1998, cuando la Corte Suprema estadual sentenció que los tribunales pueden invalidar una elección cuando “existan dudas razonables acerca de si la elección expresa realmente la voluntad de los votantes”. En tales circunstancias, los tribunales deben declarar nula la elección, “incluso en ausencia de fraude o alevosía”. Los pedidos de nulificar la elección pueden basarse en sobornos o inhabilitación de los candidatos –causales que aquí no se aplicarían– como también en “cualquier otra causa” que demostrara que las intenciones de voto y el voto efectivo no coinciden.
Los funcionarios que supervisaron la elección podrán argumentar que la mayoría de votantes (unos 400.000) sí usaron correctamente la boleta. Y pueden alegar un fallo de los tribunales de Florida en 1974 que decidió que la “mera confusión no significa un impedimento para el libre sufragio de los votantes si aquélla se resolvía estudiando la boleta en un tiemporazonable”. Más aún, las boletas mariposa fueron usadas antes en el mismo condado de Palm Beach sin levantar objeción alguna. Aun cuando los demandantes tienen el derecho de acción, los tribunales siempre fueron muy reacios a ordenar vueltas al primer casillero y repetición de elecciones, incluso en el caso de 1998. Pero tienen el poder de hacerlo. La orden más probable, en el caso hipotético de una revotación, confinaría el derecho de votar en una segunda elección a todos los que votaron el supermartes de la elección presidencial.
Una objeción clave para una nueva votación es que ocurriría en un contexto radicalmente diferente de la primera. Esta segunda vez, los votantes de un condado sabrían que tienen en sus manos el futuro de la presidencia. En términos generales, los juzgados federales dejan estas disputas a los tribunales locales y la mayoría de los abogados piensa que la Justicia federal no quiere intervenir en este diferendo. En el estado de Florida, los jueces de todas las instancias son elegidos por el gobernador (en la actualidad, por el republicano Jeb Bush, hermano de George W.), siguiendo las recomendaciones de una comisión de juristas. Los siete jueces que podrían decidir en el caso de Palm Beach, sin embargo, fueron designados en anteriores administraciones estaduales demócratas. Los jueces de Florida también están sometidos a elecciones periódicas.
Los que tuvieran que sentenciar en este caso lo harían sabiendo que se convertirían en hombres y mujeres marcados por el partido que se considerara desfavorecido por su voto. Y si las demandas de los afroamericanos, que dicen que los votantes negros no pudieron votar el martes fueran aceptadas, ya intervendrían los juzgados federales.
Las apuestas son tan altas que algunos jusperitos empezaron a tener en cuenta otro escenario, en el cual la elección de Florida permanece sin resolverse mientras el 18 de diciembre el Colegio Electoral se reúne en Washington para elegir al próximo presidente. Si Florida no puede certificar un equipo de 25 electores para tomar parte en el encuentro del Colegio, ningún candidato llegaría a los 270 votos que necesita para la victoria. En ese caso, decidiría la Cámara de Representantes (diputados) en el Congreso y cada una de las 50 delegaciones estaduales tiene un voto. Y en este caso Bush sería presidente.

 

 

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