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AMBIGUO FALLO DEL TRIBUNAL SUPREMO SOBRE LA PRESIDENCIA
Ahora vuelva al primer casillero

La Corte Suprema de Justicia norteamericana devolvió a su homóloga de Florida el caso “Bush vs. Gore”, en un dictamen complejo que anula los recuentos de votos ya realizados pero demanda otros nuevos. Sin embargo, uno de los abogados de Al Gore y un alto funcionario demócrata le pidieron que se baje de la campaña.

Escenas de un día ante la Corte Suprema de Justicia.
Con el tiempo, la poscampaña se volvió cada vez más surrealista.

En contra la mayoría de los pronósticos, la Corte Suprema federal norteamericana falló ayer en favor de permitir el recuento manual de votos en el estado de Florida. Esta es una desilusión parcial para el candidato republicano George W. Bush, quien buscaba aferrarse a su ventaja de 537 votos haciendo revocar la orden de la Corte Suprema estadual de Florida que permitía un recuento manual limitado. Lo de ayer no es el fin de la historia, sin embargo. La Corte Suprema federal exigió a sus colegas en Florida que establezcan “un mecanismo uniforme” para el recuento de votos. Es seguro que, decidan lo que decidan los jueces de Florida, los abogados de Bush apelarán ante la Corte Suprema, dilatando aún más la incertidumbre sobre el próximo presidente de Estados Unidos. Pero Lawrence Tribe, abogado de Gore, y Ed Rendell, secretario general del Partido Demócrata, llamaron a Al Gore a abandonar su campaña por la presidencia, en un signo de las cosas permanecen indecisas.
Era innegable que el fallo de la Corte fue una ingrata sorpresa para la campaña Bush. Ellos daban prácticamente por sentado que la decisión les sería favorable. Se consideraba seguro que tres de los nueve jueces votarían en contra del demócrata. Sin ir más lejos, uno de ellos, Antonin Scalia, tenía a su hijo trabajando en el mismo bufete de abogados que representó a Bush ante su tribunal. Parecía probable además que los dos jueces centristas, Sandra Day O’Connor y Anthony Kennedy, votarían en contra del fallo de la Corte Suprema de Florida. Durante la audiencia del lunes, O’Connor parecía rechazar el argumento demócrata de que ese tribunal no había infringido la jurisdicción de la legislatura estadual para establecer los parámetros de recuento. También criticó directamente a la Corte estadual por no haber contestado al pedido de que explicaran un fallo anterior donde autorizaban un recuento manual limitado. El juez Kennedy se mostró abiertamente irritado con el abogado de Gore, David Boies, y parecía rechazar la idea de establecer parámetros uniformes de recuento. Por lo tanto, se consideraba altamente probable que el fallo de ayer repetiría la votación de 5-4 que el sábado ordenó detener el recuento.
Pero la decisión final fue mucho más ambigua. “Puesto que es evidente que todo nuevo recuento buscando respetar la fecha del 12 de diciembre sería inconstitucional (...) invalidamos la decisión de la Corte Suprema de Florida ordenando que se proceda a un conteo”, escribió la Corte en su fallo. Con esto se anulaba la orden de recuento de 43.000 votos “dudosos” que había emitido el tribunal estadual. Con eso en mente, no era del todo extraño entonces que los jueces más “liberales” de la Corte, Ruth Bader Ginsburg y John Paul Stevens, fueran los que emitieran los votos disidentes. Sin embargo, este fallo de 7-2 no invalidaba en principio la realización de un recuento manual, y exigió a la Corte de Florida que establezca un “mecanismo uniforme” para efectuarlo. Esto era, según informes de prensa, precisamente lo que los jueces (también liberales) David H. Souter y Stephen G Breyer intentaban consensuar para evitar la fractura del tribunal. Por otra parte, al menos cuatro jueces, en sus opiniones escritas sobre un fallo muy enrevesado, estimaron imposible que la Corte estadual lograría establecer tal mecanismo.
Esa Corte, por lo menos, se abstuvo ayer de dar más argumentos para que se la acuse de ser parcial a los demócratas. El tribunal rechazó por 6 votos y una abstención la demanda desde militantes demócratas (que no fue respaldada por Gore) de anular 25.000 votos postales en los condados de Martin y Seminole, ratificando la decisión del sábado desde una instancia inferior. “Si bien la Corte no disculpa las irregularidades denunciadas, encontró que la evidencia no prueba que hubo fraude”, informó el portavoz Craig Waters. Convencidos al fin de su derrota, los abogados que presentaron la querella anunciaron que no persistirían con esta denuncia.
Naturalmente, la división política en los tribunales norteamericanos se refleja en los medios. Un editorial del liberal New York Times advertía ayer que “si la Corte Suprema (rechaza el recuento manual) estarían ignorando la evidencia de las urnas para llegar a un veredictopolitizado”. Intentando mantener una posición centrista, el Washington Post sólo esperar que “el fallo de la Corte sea recibido con respeto por la dificultad del tema y por el lugar de la Corte como la máxima autoridad judicial”.

 

Claves

La Corte Suprema de Washington, que había ordenado detener el recuento de votos en Florida, ayer lo dejó sin efecto. Pero reenvió el caso a la Corte Suprema estadual en Tallahassee, pidiéndole que establezca un “mecanismo uniforme” para, en el caso de un recuento, proteger los intereses de todos los votantes.
El dictamen no resuelve, por tanto, la batalla legal por la Casa Blanca y deja todavía en manos del Supremo de Florida que resuelva de qué forma se lleva a cabo el recuento de los votos.
El fallo da una ultimísima oportunidad al demócrata Al Gore, porque un recuento de los votos dudosos puede revertir la cerrada ventaja de 537 que le llevaba el republicano George W. Bush.
El secretario general del Partido Demócrata, Ed Rendell, pidió a su candidato Al Gore que abandone la carrera por la presidencia.

 

LA LEGISLATURA ESTADUAL VOTO AYER SUS 25 ELECTORES
Guerra de Secesión en Florida

Por las dudas de perder la batalla legal, los republicanos de Florida decidieron ganar por anticipado la guerra política. En Tallahassee, el lunes la Legislatura del estado votó en comisión a los 25 electores de George W. Bush, ayer lo hizo la Cámara de Representantes y hoy parece indetenible el voto en el Senado. El apoyo de la Corte Suprema de Washington al recuento de votos en Florida significa en este contexto una crisis constitucional cuya salida no está a la vista, y que en todo caso no promete ser pacífica.
Tras más de cinco horas de debates, la Cámara de Representantes aprobó ayer la resolución por 79 votos contra 41. Incluso dos demócratas que representan a condados conservadores votaron a favor de los 25 electores de Bush. Si el Senado de Florida –mayoritariamente republicano– la aprueba hoy en los mismos términos, la resolución tendrá fuerza de ley. No necesitará ni siquiera ser firmada por el gobernador del Estado, Jeb Bush, hermano menor del gobernador de Texas, George W. El nombramiento directo de los electores estaduales al Colegio Electoral por el Parlamento de Florida está previsto en la ley, en caso de que sea imposible llegar a un resultado claro de los comicios seis días antes de la reunión del Colegio, prevista este año para el 18 de diciembre. El Colegio Electoral es el organismo de 538 compromisarios representantes de todos los Estados –el órgano que realmente elige al presidente– en el cual es necesaria una mayoría de 270 para triunfar.
Los demócratas reaccionaron con violencia, acusando a sus adversarios de la confiscación del voto popular. “Esto es asegurar la inminencia de un desastre”, denunció ayer por la mañana, antes de conocerse la decisión parlamentaria, el representante demócrata Robert Wexler. “Nosotros debemos esperar la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos”, señaló Wexler, antes de advertir que “toda acción que tome la Cámara de Representantes de Florida provocará un mayor caos”. El día anterior, Wexler había sido todavía más claro en su rechazo a una eventual intervención del legislativo estadual en la designación de los electores, proclamando que “estamos en Estados Unidos, no en Cuba o en Rusia”.
Los demócratas han dejado saber desde hace varios días que se disponen a responder judicialmente si el Congreso de Florida toma una decisión.El grupo demócrata ya presentó una demanda a la resolución sobre el tema adoptada en una comisión el lunes y demandó una interrupción de todo el proceso legislativo. “Es un voto difícil para todo el mundo”, había reconocido previamente Tom Feeney, presidente republicano de la Cámara de representantes floridana.
El costo político para los republicanos podría verse en el mediano plazo. Los demócratas de Florida amenazaron con movilizar ampliamente el electorado y utilizar en las próximas elecciones locales en 2002 la acusación a los republicanos de haber pisoteado la expresión de la voluntad de los votantes. La Corte Suprema ayer les dio un poco más de oxígeno.

 

OPINION
Por Jesse Jackson*

La justicia descarrilada

El día de la elección en Florida fue como un accidente de tren en el que la justicia descarriló. La Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP), los líderes políticos afroamericanos y los funcionarios decididos a proteger a sus fieles hicieron un llamado para que el Departamento de Justicia interviniese, detallando las violaciones sistemáticas al Acta de Derechos Electorales. Pero rectificar las injusticias de Florida es aún más difícil que conseguir el recuento de los votos.
Es claro que hubo un plan sistemático para privar a los votantes afroamericanos de sus derechos civiles. La supresión de esos votos fue en parte institucionalizada y en parte ad hoc. Pero su resultado fue que la gran mayoría de personas cuyos votos fueron ignorados, cuyo derecho a votar fue ignorado y cuyos votos no fueron contabilizados son votantes afroamericanos. Si los afroamericanos que fueron a las urnas hubiesen sido autorizados a votar y sus votos hubiesen sido contabilizados, Al Gore habría ganado Florida directamente.
Jeb Bush y su corte partisana de funcionarios electorales (encarnada en la secretaria de estado Katherine Harris, la republicana que codirigió la campaña de George W. en Florida) fueron sorprendidos cuando más de 59.100 negros de Florida se registraron para votar entre febrero y octubre de este año, aumentando el índice de potenciales votantes negros en un siete por ciento. Y el día de la elección, los negros acudieron en cantidades sin precedentes. Según las últimas encuestas, su porción de votos saltó al 16 por ciento del total en relación al 10 por ciento de las últimas elecciones. Y votaron en una proporción de nueve a uno por Al Gore. Pero miles –literalmente– no fueron autorizados a votar, sus votos fueron descalificados o simplemente no fueron contados.
La discriminación institucionalizada fue flagrante. Los distritos con predominio de votantes blancos tuvieron máquinas de voto modernas que descartaron o leyeron mal muy poca cantidad de votos. Los distritos con predominio de votantes negros tuvieron antiguas máquinas de perforación de boletas que descartaron y leyeron mal la mayoría de las papeletas.
Pero la discriminación institucionalizada fue sólo el primer paso. Con un aumento masivo de registros electorales, los votantes primerizos acudieron en gran número a las urnas. Cientos llevaron sus tarjetas de identificación en sus manos, pero encontraron que sus nombres no figuraban en los padrones, y no pudieron votar hasta que su identidad fue confirmada. Pero las líneas telefónicas al centro de registro electoral estaban continuamente ocupadas. Cientos de afroamericanos quedaron así fuera de la votación, aun cuando estaban registrados y querían votar.
El estado había anticipado esa alta participación en Florida. Por eso envió modernas computadoras a algunos distritos para que pudieran evitar las líneas ocupadas y chequear directamente los registros oficiales de votantes. Un estudio del New York Times demuestra que las computadoras fueron enviadas a los condados que votaron desproporcionadamente por George Bush. Los condados predominantemente negros que claramente votarían por Al Gore y tenían miles de nuevos votantes registrados no recibieron computadoras.
En el condado de Hillsborough, por ejemplo, funcionarios equiparon decenas de distritos con laptops. Ninguno de los distritos predominantemente negros de Tampa recibió alguna, a pesar de la masiva afluencia de nuevos votantes a las urnas. Sólo tres distritos donde más de un cuarto de votantes es negro recibió computadoras. El resto fue a aquellos con predominio blanco que votaron desproporcionadamente por Bush. Esos votantes tuvieron una línea directa en caso de confusión. Los votantes negros fueron literalmente empujados afuera.
Y eso no es todo. A muchos nuevos ciudadanos américo–haitianos se les denegó la ayuda de traductores de creole, a pesar de que las leyes deFlorida permiten que se dé asistencia en las urnas a quienes la necesiten. La policía estatal de Florida, que opera bajo el mando del gobernador Bush, bloqueó la ruta cerca de un distrito predominantemente negro en las afueras de Tallahassee para inspeccionar cada auto que pasara. La policía justificó que se trataba de un “puesto de control” que coincidió “casualmente” con el día de las elecciones. En otros distritos, las oficinas electorales cerraron temprano, aún cuando había colas de afroamericanos esperando para votar.
El NAACP anunció ayer que presentará varias demandas judiciales por las irrgularidades en Florida, tendiendo en cuenta cientos de quejas de votantes negros. El NAACP presentó un reclamo ante el departamento de Justicia y demandó la participación de la División de Derechos Civiles. Pero a pesar de la negra historia de Florida de discriminación contra los negros, a pesar del claro mandato de la ley de derechos electorales, el Departamento de Justicia se quedó de brazos cruzados.
Esto es una deshonra para todo el país. Es innegable que Al Gore ganó más votos en todo el país, y en Florida, el día de las elecciones. El ganó la elección. Los hermanos Bush –ayudados tanto por la parcialidad del sistema institucional de Florida como por las medidas ad hoc que tomaron en forma desesperada– trabajaron para torcer estas elecciones al no contar los votos. Y las mayores víctimas de su robo fueron los afroamericanos que fueron a votar en gran número. Pero esta injusticia no será olvidada.

* Líder negro, ex precandidato presidencial del Partido Demócrata.
Traducción: Florencia Grieco.

 

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