Por Cecilia Hopkins
Segunda obra escrita y dirigida
por Jorge Sánchez, La masa neutra parece concentrada en captar
la brecha que existe entre la palabra y la acción. Este pasaje
ocurre cuando se corta el diálogo delirante aunque profundamente
convincente, y de allí su principal atractivo de tres hombres
reunidos en el ínfimo departamento que dos de ellos comparten.
Las palabras recrean minuciosamente el mundo de estos personajes, que
a veces muestran conductas inexplicables o simplemente extravagantes,
que comparan los datos del pasado que los une en el seno del mismo núcleo
familiar. Del tono íntimo el trabajo de los tres actores
es notable se pasa a la acción reconcentrada y obsesiva.
La determinación por recuperar un tiempo perdido rompe con este
mundo detenido en recuerdos y anécdotas inconclusas, y así
es como deciden entre los tres reflotar la antigua fábrica de pastas
que tenía la familia.
Con enérgico impulso, los hombres se dedican a la tarea de amasar
volcando harina y agua sobre una batea, de frente al público y
en tiempo real. Los gestos se concentran en lo que realizan, estirando
la masa sobre la tabla para luego convertirla en ñoquis, a golpe
de cuchilla. Igualmente reconcentrados, cocinan la salsa para acompañar
la pasta. Estas actividades culinarias, que los personajes cumplen con
total apasionamiento, tienen la entidad suficiente como para narrar estados
de ánimo y objetivar sensaciones. Tras el imprevisto cambio escenográfico,
el terceto está listo para inaugurar la ceremonia gastronómica
que marcará el comienzo de la tragedia que se avecina. Hace tiempo
que los personajes no hablan, simplemente ejecutan acciones. Puede que
falten algunos nexos -especialmente verbales para contribuir a sostener
la historia con mayor eficacia. Pero para defender esta decisión
de dejar las cosas libradas al criterio de cada espectador, se ofrecen
en el programa de mano algunos fragmentos del diario de ensayos del director:
lo importante es lo que pasa, afirma Sánchez. Ya
tenemos demasiados discursos inteligentes en el aire. No hay
que explicar nada. Hoy hablar es mentir.
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