Por Mauricio Bachetti La Cámara Argentina del Libro organizó el miércoles pasado un homenaje a José Boris Spivacow y con ello un recordatorio de lo que fue el día de la vergüenza del libro argentino, cuando el 30 de agosto de 1980 la Policía de la Provincia de Buenos Aires quemó un millón y medio de libros y fascículos pertenecientes al Centro Editor de América Latina (CEAL, fundado por Boris Spivacow), mientras otra gran cantidad quedó incautada. Al mismo tiempo, la dictadura militar iniciaba un juicio contra Spivacow, quien antes del CEAL había sido director de Eudeba en su época dorada y uno de los fundamentales actores en la renovación y consolidación del público en las décadas del sesenta y el setenta. Con este
merecido homenaje a Spivacow y el recuerdo de la bárbara quema
de libros se pretendía además recordar la larga persecución
(secuestros, clausuras, amenazas y todo tipo de presiones) de la que fueron
objetos las personas que trabajaron en la industria del libro durante
la última dictadura militar. El ataque al CEAL no fue un hecho
aislado. Numerosas editoriales y librerías como Siglo XXI, Fundación
Constancio C. Vigil de Rosario, Librería To Be de Omar, entre otras,
debieron enfrentar los embates de la represión estatal, convencida
de la necesidad de depurar la cultura argentina. Rogelio Fantasía, actual director de la Cámara Argentina del Libro, reclamó a la Fundación El Libro y a la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (mediante una resolución firmada por el Consejo Directivo de esa institución) una serie de medidas destinadas a brindar el reconocimiento que José Boris Spivacow se merece, junto con las demás víctimas de la dictadura. Una de las iniciativas de la Cámara del Libro convoca a un premio anual de narrativa para autores inéditos, que llevará el nombre de quien logró ser un ejemplo de excelencia y dedicación en la historia de la industria del libro. Spivacow trabajó en la sección infantil de la mítica editorial Abril, fue gerente general de la naciente editorial Eudeba entre 1958 y 1966, que se convirtió bajo su gestión en la mayor editorial universitaria en el mundo, y finalmente fundó y dirigió el CEAL, cuyas colecciones marcaron a varias generaciones de argentinos. Otro de los reclamos de la Cámara del Libro se dirige a la rancia Fundación El Libro para que designe con el nombre José Boris Spivacow algún sitio destacado de la Feria del Libro de Buenos Aires como un homenaje general a todas las víctimas de la dictadura militar, a cuya sombra la Feria fue creciendo año a año. Al mismo tiempo se propone que todos los años, al inicio de la Feria del Libro, se encienda una llama en recordatorio de la quema de libros llevada a cabo en 1980. Con la
misma intención, se sugiere a la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires que designe con el nombre de Boris Spivacow algún lugar de
la ciudad (calle, plaza, paseo o biblioteca). |