LOS
ROSARINOS QUE TOCAN CON CHAO
La
banda funk argentina Los Shocklender fue a probar suerte a España
hace un par de años. Terminó disolviéndose, pero
dos de sus integrantes conocieron a Manu Chao en las calles de Barcelona
y se unieron a Radio Bemba, el proyecto alternativo-ambulante del ex Mano
Negra. Uno de ellos ahora es parte de la formación que aterrizará
en Argentina. Todo muy loco, natural y sin misterios, aseguran
ellos. Acá son la envidia del barrio.
Tres
de Los Shocklender cuando todavía eran un grupo, antes de viajar
a Europa. |
TEXTO:CRISTIAN
VITALE
|
+En
mayo de 1998, Manu Chao le dijo a este suplemento: Me cuesta mucho
adaptarme a todo ese rollo Chili Peppers: todos hablando de la revolución,
pero escuchando música gringa. Todo un mundo falso. Por eso digo
que los mejores músicos me los he encontrado en los bares.
Con esa filosofía tiene que ver la historia de dos personajes rosarinos
que integraron Radio Bemba, la banda ambulante, de organización
casera, que el francés formó a mediados del 95,
cuando Mano Negra estaba en pleno proceso de desintegración.
El guitarrista Pablo Rodríguez, Piturro, tiene 30 años.
Comenzó en el rock cuando tenía 19. Y, poco a poco, fue
logrando cierta chapa en el ámbito funk de la ciudad del Che. Primero
con Hijos de Reina, un grupo que aún sigue vigente, y después
con Los Shocklender, cuarteto funky que, de casualidad nomás, le
abrió la gran puerta europea. Con Los Shocklender tocamos
durante cinco años y sacamos dos discos: Como me gustan, que es
del 95, y Shocklenders, que se editó en el 97. Pero
justo ese año se armó un quilombo padre en la compañía,
Fonovisa, y decidimos irnos los cuatro a España. Allí hicimos
doce shows en el País Vasco, Galicia y Cataluña, y un sello
independiente editó lo mejor de nuestro material. A mí y
al cantante, Tato (Leonardo Seoane Vega, segunda guitarra en la actual
formación que acompaña al francés) , nos gustó
tanto España que queríamos radicarnos a toda costa, pero
los otros dos, el bajista y el baterista (Máximo y Francisco, hoy
en Mambo) se querían volver. Así se separó Shocklenders
y se inició una nueva etapa para nosotros.
La nueva etapa les deparó novedades sorprendentes. Tato se quedó,
vivió un tiempo en Milán y otro tiempo en España.
Y Piturro volvió un rato a Rosario, pero despegó
nuevamente para Barcelona. Cuando vine, vi que el panorama aquí
era desolador: mucha voluntad, pero poco apoyo. En cambio allá,
en Barcelona, la cosa es impresionante: vas por la calle y te podés
encontrar con cualquiera para hacer todo tipo de música. Esa ciudad
te abre mucho la cabeza. Un buen día los pibes se toparon
con Manu Chao. Coincidió que vivían en el mismo barrio y
que el ex Mano Negra, en sus horas libres, se dedicaba a recorrer los
bares y las calles en busca de talentos para su troupe. El primer
contacto fue con Tato, que tocaba tambores en la plaza del Tripi (lugar
obligado de reunión para músicos callejeros). Manu lo escuchó,
se colgó a zapar y se hicieron amigos. Al tiempo, previa charla
escaviada en un bar, me sumé yo. Cuando me di cuenta, ya era parte
del grupo: ensayábamos cinco horas por día y, en los ratos
libres, tocábamos temas de Clandestino en las calles. Fue todo
muy loco, muy natural y sin misterios. Para mí era increíble
formar parte de una banda de músicos franceses e italianos. Algo
fascinante, narra Piturro al No.
Deslumbrado, el rocker rosarino decidió dejar su ciudad casi para
siempre. Sin mucha plata, se puso a trabajar primero en una galería
de arte y después en un estudio de sonido e iluminación
para solventar gastos personales. Y tuvo su primera entrada económica
con Manu, cuando tocó en el programa de Adriano Celentano en la
RAI, en un especial que trataba temas filosos como los clandestinos en
Europa o la pena de muerte, cita a la que el gurú del rock latino,
obvio, no podía faltar. Poco a poco fui tomando conciencia
de lo que me estaba pasando, cuenta el guitarrista. De hecho,
yo nunca tuve un disco de Mano Negra en casa. Los pibes me decían
boludo, vos no tenés idea de con quién estás
tocando. La verdad es que Manu es un tipo tan transparente que parece
uno más, es una persona común y corriente que habla de fútbol,
minas y libros. Es como un pibe del barrio.
Tato, que empezó a tocar la batería (antes de agarrar la
guitarra) copiando a Willy Iturri en un programa de Badía, cuenta
que con Manu se sabe todo el último día. Nunca
sabés que temas va a tocar, cuál va a ir primero o último,
detalla. El factor sorpresa siempre está presente, no hay
nada planeado. Los padres podrán decir ése es
mi hijo cuando lo vean sobre un escenario de su ciudad natal a un
costado del héroe de Mano Negra.
De
pronto flash
Cuenta Piturro que los ensayos
callejeros junto a Chao son sin micrófono. Un equipo a pila basta
para amplificar los sonidos de las guitarras española, eléctrica
y percusiva y el contrabajo. Esas zapadas también suelen
provocar situaciones risueñas: Una noche estábamos
metidos en una de esas escaleritas donde guardan los barcos en el puerto,
cuenta. Es habitual que la gente pase y escuche a todas las bandas
que tocan por ahí sin saber, en realidad, a quién escuchan.
Nosotros estábamos tocando un tema de Mano Negra y se acercó
una pareja para felicitarnos por la versión. Nos dieron la mano,
y cuando el chabón se dio cuenta de que uno de nosotros era Manu,
quedó flasheado. Fue increíble ver esa cara.
El
mate y la
camiseta de Newells
Francisco
y Máximo, los dos Shocklender que
se volvieron después de aquella experiencia en España, hoy
piensan regresar con su nueva banda, Mambo, un proyecto de música
electrónica que completan Adrián en voz y Nacho en guitarra.
Francisco recuerda algo de lo que pasó en el principio: A
Manu lo cruzamos en una plaza y resultó que vivía a la vuelta
del departamento que compartíamos Máximo, Tato y yo mientras
estábamos de gira con Shocklenders. Estos encuentros luego se transformaron
en ir a comer, jugar al metegol, zapar, tomar mate y compartir camisetas
de Newells en picados de fútbol. Inclusive, Máximo
llegó a grabar un par de demos con Manu en nuestro depto. ¿Qué
te puedo decir? El quía es un tipo recopado, abierto y muy talentoso.
Lo demuestra constantemente.
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