Por Rodrigo
Fresán
Responsable
de varios de los mejores episodios de la serie Dimensión desconocida
y Viaje a las estrellas, adaptador sui-generis de Poe para Roger Corman,
creador del incomprendido periodista especializado en fenómenos
paranormales Kolchak (antecedente directo de Los expedientes X, según
Chris Carter), guionista para el debutante Steven Spielberg en Duel y
maestro admitido y admirado de Stephen King, Richard Matheson está
considerado como el indiscutido genio popular de la ciencia-ficción
y el terror. El hombre responsable de traer lo inexplicable a los territorios
de lo cotidiano. Suyas son dos grandes ideas plasmadas en dos grandes
novelas consideradas clásicos con justicia.
Soy leyenda (1954) invierte una ecuación familiar: aquí
todos son vampiros menos un hombre que, al combatirlos sin tregua durante
el día, se convierte en el monstruo de los monstruos, un anacronismo
que acaba sacrificándose y entrando así en la categoría
de mito. La novela fue llevada al cine en dos versiones lamentables con
Vincent Price y Charlton Heston, respectivamente y, se dice, espera
una tercera oportunidad con Arnold Schwarzenegger empuñando estacas
y martillo. El increíble hombre menguante (1956) tuvo mejor suerte
al ser llevada a la pantalla por Jack Arnold en 1957 y contar bien y con
formidables efectos especiales para la época la odisea de un norteamericano
medio que, expuesto a una nube radiactiva y a un poderoso insecticida,
comienza a empequeñecerse sin prisa ni pausa descubriendo gradualmente
un nuevo mundo que está en éste.
Ambos libros considerados sutiles metáforas de la Guerra
Fría y la Caza de brujas son, junto a Los usurpadores de
cuerpos de Jack Finney uno de los ejemplos más logrados a la hora
de comentar el creciente alcance de la palabra paranoia en
un país hasta entonces inocente, despreocupado y listo para confiar
en lo que venga.
Para mí la clave está en injertar el elemento extraño
en un contexto realista y, a partir de ahí, olvidarme por completo
que estoy escribiendo terror o ciencia-ficción, dijo Matheson.
Stephen King, buen alumno, afirmó: Durante mis años
de formación él era el único que no estaba haciendo
nada parecido a Lovecraft. En Matheson, el horror no surge del castillo
sino del supermercado.
El célebre Nacido de hombre y mujer su primer
cuento publicado en 1950 conmocionó a crítica y público
y convirtió a Matheson en uno de los autores más publicados
en las revistas de entonces rompiendo otra regla para imponer una nueva
y desconocida hasta entonces: aquí habla el monstruo.
Nacido
de hombre y mujer
Por
Richard Matheson
X - Hoy cuando
apareció la luz mamá me llamó monstruo. Eres un monstruo
me dijo. Vi en los ojos de mamá que estaba enojada. ¿Qué
quiere decir monstruo?
Hoy cayó agua de arriba. Cayó por todas partes. Yo la vi.
Vi la tierra por la ventanita. La tierra se chupó el agua como
una boca que tiene sed. Bebió demasiado y se enfermó y se
puso oscura. No me gustó.
Mamá es bonita yo sé. Donde yo duermo con todas las paredes
frías alrededor tengo un papel detrás de la estufa. Ahí
dice Estrellas de cine. En las figuras veo caras como las
de mamá y papá. Papá dice que son bonitas. Una vez
lo dijo.
Y también mamá dijo. Mamá tan bonita y yo bastante
bien. Mírate dijo papá y no tenía una cara buena.
Le toqué el brazo y dije está bien papá. Papá
se sacudió y se fue donde yo no podía alcanzarlo.
Hoy mamá me sacó la cadena un rato así que pude mirar
por la ventanita. Vi el agua que caía de arriba.
XX - Hoy
está amarillo arriba. Sé que lo miro y los ojos duelen.
Después de mirar el sótano es rojo.
Me parece que eso es la iglesia. Se van de arriba. La máquina grande
los traga y camina y ya no está. En la parte de atrás está
la mamita. Es mucho más chica que yo. Yo soy grande. Es un secreto
pero saqué la cadena de la pared. Puedo ver por la ventanita todo
lo que quiero.
Hoy cuando estuvo oscuro me comí la comida y unos bichos. Oí
risas arriba. Me gusta saber por qué hay risas. Saqué la
cadena de la pared y me la envolví en el cuerpo. Fui despacio a
las escaleras. Gritan cuando yo las piso. Las piernas me resbalan porque
por las escaleras no camino. Los pies se me pegan a la madera.
Subí y abrí una puerta. Era un lugar blanco. Blanco como
la luz blanca que viene de arriba a veces. Entré y me quedé
quieto. Oí otra vez risas. Caminé hasta el sonido y abrí
un poco una puerta y miré la gente. Era mucha gente. Pensé
reír con ellos.
Mamá vino y empujó la puerta. Me golpeó y dolió.
Caí para atrás en el piso liso y la cadena hizo ruido. Lloré.
Mamá silbó dentro de ella y se puso la mano en la boca.
Tenía los ojos grandes.
Me miró. Oí que papá llamaba. Qué cayó
dijo. Mamá dijo la tabla de planchar. Ven a ayudarme dijo. Papá
vino y dijo bueno es tan pesada qué necesitas. Me vio y se puso
grande. Los ojos de papá se enojaron. Me golpeó. El líquido
me salió de un brazo. El piso quedó verde y feo.
Papá me dijo que fuera al sótano. Tuve que ir. La luz me
dolía ahora en los ojos. No era como en el sótano abajo.
Papá me ató los brazos y las piernas. Me puso en la cama.
Arriba oí risas mientras yo estaba quieto y miraba una araña
negra que bajaba a donde estaba yo. Pensé lo que dijo papá.
Ohdios dijo. Y no tiene más que ocho.
XXX - Hoy
papá puso otra vez la cadena en la pared antes de aparecer la luz.
Tengo que sacarla otra vez. Papá dijo que yo era malo si iba arriba.
Me dijo que no lo haga otra vez o me pegará fuerte. Eso duele.
Me duele. Dormí de día y puse la cabeza en la pared. Pensé
en el lugar blanco de arriba.
XXXX - Saqué
la cadena de la pared. Mamá estaba arriba. Escuché risitas
muy altas. Miré por la ventanita. Vi toda gente chiquita como mamita
y también papitos. Son hermosos.
Estaban haciendo bonitos ruidos y saltaban por la tierra. Movían
mucho las piernas. Son como mamá y papá. Mamá dice
que toda la gente normal es así.
Uno de los papás pequeños me vio. Señaló la
ventana. Yo me fui resbalando por la pared hasta abajo en lo oscuro. Me
apreté para que no me vieran. Oí las voces junto a la ventana
y pies que corrían. Arriba unapuerta hizo ruido. Oí a la
mamita que llamaba arriba. Oí pies pesados y corrí al lugar
de la cama. Puse la cadena en la pared y me acosté mirando para
abajo.
Oí a mamá que venía. Estuviste en la ventana me dijo.
Escuché que estaba enojada. No te acerques a la ventana me dijo.
Sacaste otra vez la cadena.
Mamá tomó el palo y me golpeó. No lloré. No
puedo hacer eso. Pero mi líquido corrió por toda la cama.
Mamá lo vio y se fue para atrás haciendo un ruido. Oh diosmíodiosmío
dijo por qué me hiciste esto. Oí que el palo caía
en el piso. Mamá corrió y subió. Dormí de
día.
XXXXX - Hoy
había agua otra vez. Cuando mamá estaba arriba oí
a la mamita que bajaba los escalones. Me escondí en la carbonera
porque mamá se enoja si la mamita me ve.
Mamita tenía una cosa pequeña viva. Caminaba en los brazos
de ella y tenía las orejas en punta. La mamita le hablaba.
Todo estaba bien pero la cosa viva me olió. Corrió a la
carbonera y me miró con el pelo todo duro. Hacía un ruido
enojado en la garganta. Yo silbé pero la cosa saltó sobre
mí.
Yo no quería lastimarla. Tuve miedo porque me mordió más
fuerte que la rata. Yo la agarré y la mamita gritó. Apreté
fuerte la cosa viva. Hacía ruidos que yo nunca había oído.
La apreté más. Estaba toda aplastada y roja sobre el carbón
negro.
Me escondí ahí cuando mamá llamó. Yo tenía
miedo del palo. Mamá se fue. Subí por el carbón con
la cosa. La escondí debajo de la almohada y me acosté encima.
Puse la cadena en la pared otra vez.
X - Hoy es
otro día. Papá puso la cadena apretada. Me duele porque
me golpeó. Esta vez le saqué el palo de la mano y después
hice ruido. Papá se fue y tenía la cara blanca. Salió
corriendo de mi lugar y cerró la puerta con llave.
No estoy tan contento. Todo el día hace frío aquí.
La cadena tarda mucho en salir de la pared. Y estoy muy enojado con mamá
y papá. Les mostraré. Haré lo mismo que otro día.
Primero gritaré y me reiré fuerte. Correré por las
paredes. Después me colgaré cabeza para abajo de todas mis
piernas y me reiré y echaré verde por todas partes hasta
que ellos estén tristes porque no fueron buenos conmigo.
Y si quieren golpearme otra vez los lastimaré. Sí los lastimaré.
De
Revista Minotauro. Se reproduce aquí por gentileza de Ediciones
Minotauro.
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