Por Claudio Scaletta
Bernardo Cané fue el
titular del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa)
entre julio de 1989 y diciembre de 1996. Su gestión fue clave para
que la Argentina obtenga el status de libre de aftosa sin vacunación.
En el diálogo mantenido con Página/12, criticó la
actitud de ocultamiento de la Secretaría de Agricultura frente
a la reaparición de la enfermedad y acusó a los actuales
funcionarios de realizar un manejo mediático del tema.
¿Qué efecto tendrá para la gente no vinculada
con el sector ganadero la reaparición de la enfermedad?
Hay que tranquilizar a los sectores urbanos porque se trata de un
problema epidemiológico y económico, que no tiene incidencia
sobre la salud pública.
¿Qué actitud considera que debe asumir el Gobierno
frente a la situación actual?
En este problema de sanidad hay una sola manera de reaccionar y
es como lo indican las reglas de epidemiología. Hay que hacer el
análisis del riesgo, definir su manejo y recién después
tratar su comunicación. La Secretaría de Agricultura, en
cambio, hizo un manejo mediático del problema. Conocida la situación,
la analizaron desde la perspectiva de impacto en la opinión pública
y de su costo político. No entendieron que los problemas sanitarios
deben manejarse virológicamente. La recomendación de libro
indicaba el sacrificio de los animales infectados con el rifle sanitario
y la vacunación en las zonas de riesgo. A esto debía agregarse
la formalización del problema como una cuestión de Estado,
el compromiso de los gobiernos provinciales involucrados y una disponibilidad
de por lo menos 25 millones de pesos para mover esto rápidamente.
A nivel internacional era necesario transparentar hacia los vecinos regionales,
en cierta medida corresponsables del éxito, en su momento, de la
campaña, y de la complicación actual.
¿Qué hizo hasta ahora la Secretaría de Agricultura?
Lo hecho hasta ahora parece igual, pero al revés. En vez
de cortar en el momento debido, se viene trozando al individuo con un
alicate. Los pocos productores de la zona, en su momento en Formosa, luego
en Villegas y hoy en todo el país, reconocen tener serios problemas,
aparecen animales enfermos en los diarios y en la televisión, y
aparecen autoridades provinciales reconociendo que hay vacunación.
Como único avance, el Senasa dice que habrá vacunación
en la zona de frontera. Por otro lado, algunas provincias, como Buenos
Aires, Córdoba, La Pampa y San Luis, dicen que se va a revacunar.
Este manejo general representa un error con responsabilidad directa de
la Secretaría de Agricultura.
¿El rebrote de meses atrás se debió a la falta
de control en las fronteras, o la enfermedad siempre estuvo latente?
El tema de las fronteras debe ponerse en su justa medida. Los planes
sanitarios fueron exitosos porque se entendió a toda la región
como una sola cuenca. Si la enfermedad existía en Brasil o Paraguay,
entonces estábamos en una situación de alto riesgo. Ahí
comienza el alerta regional. La realidad es que no existen fronteras.
No existen para los autos robados, ni para las joyas, ni para las drogas,
ni para las propias personas. Razón por la cual la frontera no
es frontera. Lo que hay que tener es un plan sanitario regional.
¿Cuál es el cuadro actual?
Hay dos versiones. La oficial dice que no hay problema, que no hay
rastros de la enfermedad y que no se está vacunando. La información
de algunas autoridades provinciales y de los productores dice que hay
enfermedad y que se está vacunando.
La Sagpya reconoció que se está vacunando.
Dijo que se iba a vacunar en algunas zonas fronterizas. Se olvidaron
de algunas zonas como Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires.
¿Desde cuándo se está vacunando? La información
de los productores dice que desde agosto se empezó en General Villegas.
Desde entonces hay muchas denuncias de productores y de asociaciones agropecuarias.
¿Cuál debería ser el camino a seguir dado el
actual panorama?
La única forma de parar el problema es recomenzar su solución
de la misma manera que en su momento se erradicó: blanqueando la
situación, reconstituyendo confianza en un programa, involucrando
a las entidades agropecuarias en cada una de las comisiones locales, etcétera.
¿Por qué cree que la Secretaría de Agricultura
se esforzó en no blanquear la situación, en mantener una
actitud subrepticia?
Porque eligieron el camino mediático, creyendo que así
iban a evitar pagar el costo político. Las oficinas sanitarias
son siempre lugares desagradables para decir que no, para tener que pagar
costos. Hay que decomisar productos alimenticios, sacrificar animales,
pero de todas formas el costo debería haberse asumido en agosto.
La propuesta que en su momento algunos técnicos le alcanzamos al
Senasa tenía un costo inicial, con un riguroso plan de trabajo
en los primeros seis meses, pero terminando con el problema en ese momento.
EL
GOBIERNO NO PUDO SEGUIR OCULTANDO EL REBROTE
Piedra libre para la aftosa
Por C. S.
Las resistencias del Gobierno
para asumir la situación desencadenada a raíz del resurgimiento
de la aftosa provocó el efecto contrario al buscado. El desesperado
intento por no asumir el costo político en agosto, cuando se registraron
los primeros casos en Formosa y General Villegas, ya comenzó a
generar un costo aún mayor. Se anunciaron oficialmente campañas
de vacunación en las principales regiones ganaderas del país.
Brasil prohibió el ingreso de carnes argentinas y el país
perderá su estatus de libre de aftosa sin vacunación,
aunque por ahora el Gobierno lo niega.
Desde que reapareció la enfermedad, tanto la Secretaría
de Agricultura como el Senasa intentaron minimizar los alcances del rebrote.
La estrategia implicaba negar públicamente la verdadera magnitud
del problema en tanto se combatían activamente los focos descubiertos.
La táctica, sin embargo, no alcanzó para poner verdadero
límite a la expansión de la enfermedad. Mientras hasta el
martes pasado las autoridades continuaron negando las vacunaciones en
las zonas afectadas, la presión de las denuncias de los productores
de las principales regiones ganaderas del país y no sólo
de las fronterizas, como continúa insistiendo la SAGPyA junto
a la decisión de Brasil de establecer barreras sanitarias en las
fronteras comunes, hicieron estallar la estrategia de ocultamiento.
Ayer a la Secretaría de Agricultura no le quedó más
remedio que reconocer por boca de su titular, Antonio Berhongaray, que
se realizarán campañas de vacunación preventiva
en las zonas fronterizas, supuestamente las únicas afectadas. A
esta altura, las declaraciones de los funcionarios perdieron toda credibilidad
frente a las denuncias de productores y entidades agropecuarias. Luego
de negar la realidad durante más de seis meses, las palabras de
Berhongaray quedaron, cuanto menos, devaluadas.
El Senasa continuó también con la teoría del mal
vecino. Según la entidad, la reanudación de las vacunaciones
responde a la situación que se observa en los demás
países de la región. Sin embargo, fueron los propios
vecinos quienes decidieron limitar la entrada de carnes argentinas. Ayer,
el ministro de Agricultura de Brasil, Marcus Pratini de Moraes, optó
luego de acordarlo con las autoridades argentinas por la lisa
y llana prohibición del ingreso de carnes desde nuestro país.
La prohibición se mantendrá hasta que las autoridades locales
consigan garantizar que no haya peligro de contagio internacional.
Los efectos económicos se harán sentir rápidamente
con la pérdida de exportaciones por alrededor de 200 millones de
dólares en el corto plazo. En tanto, el director de la Oficina
Internacional de Epizootias (OIE), Bernard Wallat, ya adelantó
que Argentina perderá su estatus de país libre de
aftosa sin vacunación, aunque aclarando que en las
zonas donde se vacune. Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y
La Pampa ya anunciaron, a través de sus gobernadores, el inicio
de campañas de vacunación.
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