Por Horacio Verbitsky
A 25 años del último
golpe militar, las Fuerzas Armadas vuelven a extralimitarse sobre asuntos
de seguridad interior y política exterior, que las leyes vigentes
les prohíben. El Estado Mayor Conjunto, a cargo del general de
división Juan Carlos Mugnolo, practica un seguimiento insustancial
pero detallado sobre las Amenazas hacia la República Argentina
que surgirían del Plan Colombia, analiza un hipotético apoyo
de las FARC colombianas a indeterminados grupos violentos
argentinos, pone bajo la lupa militar a organizaciones ecologistas y de
derechos humanos y contempla la participación de las Fuerzas Armadas
argentinas en el conflicto colombiano. Al mismo tiempo, un Grupo de Trabajo
de Estrategia Nacional planifica a pedido del secretario de Asuntos Militares
del Ministerio de Defensa, Angel Tello, respuestas para las denominadas
nuevas amenazas. Inspirador de ese GRUTEN es el coronel Oscar
Onell, asesor de Tello y denunciado por la desaparición de un soldado
conscripto en 1976. Tello proviene de la denominada corriente progresista
de la UCR liderada por el ministro del Interior Federico Storani. Además,
el ministro de Defensa Ricardo López Murphy creó dentro
del Estado Mayor Conjunto la Dirección de Inteligencia para la
Defensa, también enfocada sobre cuestiones de seguridad interior.
El informe que la jefatura de inteligencia del Estado Mayor Conjunto envió
a las tres Fuerzas Armadas está plagado de obviedades del tipo:
El atractivo del cultivo de coca es su precio de venta y de
informaciones superfluas para la Argentina como las rutas que sigue la
droga para llegar a Rusia. Esta inconsistencia no le quita gravedad. El
documento consta de un informe base y de actualizaciones semanales, con
referencias a cuestiones tan alejadas de la competencia militar como la
inmigración, el movimiento de los Sin Tierra y el lavado de dinero.
En cambio, ignora las cuestiones de táctica, tecnología
y estrategia militar que justificarían su existencia. Para que
no queden dudas sobre el grado de autonomía intelectual de los
autores, tanto el mapa de Bolivia como el de Paraguay tienen sus referencias
en inglés. La frontera internacional se identifica como international
boundary, las vías férreas como railroad,
las carreteras como road. Brasil está escrito con Z.
La guerra social
Según el informe, durante la reunión de ministros de Defensa
de octubre pasado, Estados Unidos no consiguió apoyo regional para
el Plan Colombia, pero instaló la idea de que el narcotráfico
puede ser igual a la guerrilla. Lo que está en juego es si el narcotráfico
era un problema de represión policial, ahora trasciende ese espacio
y se proyecta como una cuestión que incumbe a los ministerios de
Defensa y por consiguiente, puede eventualmente involucrar a las Fuerzas
Armadas, dice. Ya el 16 de marzo del año pasado, al inaugurar
el Curso Superior de las Fuerzas Armadas, López Murphy había
enumerado las nuevas amenazas que se cernirían sobre
la sociedad: La pobreza extrema, la superpoblación y migraciones
masivas, el terrorismo internacional, el narcotráfico, el fundamentalismo
religioso y las luchas étnicas y raciales. Esto ha revalorizado
el poder militar dentro de las estructuras de las naciones, al tener que
asumir nuevos roles y compromisos en el orden nacional, agregó.
Ante una requisitoria del Defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo
Mondino, López Murphy admitió haber pronunciado tan inquietantes
palabras. Pero dijo que había sido en un ámbito académico,
como reflexión y prometió el irrestricto cumplimiento
de la legislación vigente. Hoy es evidente que las Nuevas
Amenazas, lejos de constituir un mero ejercicio intelectual, son el eje
de la gestión López Murphy/Tello,con consecuencias concretas
violatorias de la ley que juraron cumplir y hacer cumplir.
El documento que el Estado Mayor Conjunto envió a las Fuerzas Armadas
analiza las amenazas que se derivarían para la Argentina de la
regionalización del conflicto colombiano y las ordena según
su origen. Ninguna de ellas es de índole militar:
Desde Bolivia: Aumento
de las rutas y cantidades de tráfico a través de Salta y
Jujuy; desplazamiento de los lugares de elaboración hacia nuestro
país; incremento del tráfico de precursores por la frontera
en común; tráfico de armas hacia Bolivia, tanto para el
narcotráfico boliviano como para la guerrilla colombiana.
Desde Paraguay: Incremento
de la producción y el tráfico de marihuana hacia nuestro
país; incremento del tráfico de cocaína; aparición
de nuevos grupos de traficantes locales; enfrentamientos entre los nuevos
y viejos grupos de traficantes; tráfico de armas hacia Paraguay,
para el narcotráfico local y colombiano; tráfico de armas
desde Paraguay hacia Argentina para organizaciones locales y bolivianas..
El informe sostiene que el tráfico de Paraguay hacia nuestro país
es mayoritariamente de marihuana y que es muy escaso el tráfico
de cocaína, lo cual quita sentido a la vinculación
de este capítulo con el Plan Colombia. En un claro avance sobre
competencias de la Cancillería y de la SIDE, el Estado Mayor Conjunto
sostiene que las organizaciones de narcotraficantes tienen una muy
fuerte relación con importantes sectores del poder de Paraguay.,
en cuyas fuerzas de seguridad existe .ineficacia y corrupción que
favorecen el accionar delictivo. También afirma que existe
una gran inestabilidad política y social. Con la misma concepción
de la seguridad nacional que en la década del 70 condujo a las
Fuerzas Armadas argentinas a su peor catástrofe histórica,
el informe del Estado Mayor Conjunto analiza las ocupaciones de
propiedades privadas en zonas urbanas y rurales de Lambaré, San
Lorenzo y Neemby por parte del movimiento paraguayo de los Sin Techo,
a quienes atribuye presunto apoyo logístico de las FARC colombianas.
Desde las FARC: Apoyo
a los grupos violentos que operan en el país, capitalizando la
grave situación socioeconómica, para promover la denominada
guerra social. Como ejemplo menciona las conferencias pronunciadas
en universidades y sedes partidarias izquierdistas por el
delegado de la guerrilla colombiana Javier Calderón.
El Estado Mayor Conjunto da por sentado que los incidentes que se produjeron
durante la visita al país del presidente colombiano Andrés
Pastrana fueron resultado de una reunión realizada en Manta, Ecuador,
en junio de 2000, a la que habrían asistido delegados de las FARC
colombianas y del Partido Comunista de Ecuador. Allí se habría
decidido promover la denominada guerra social. Su primera
fase consistiría en protestas sociales, sectoriales y sindicales
en Ecuador, Colombia y Perú. La segunda fase comprendería
a Brasil, México y la Argentina con el objetivo de lograr
la desestabilización general.
El documento menciona visitas que habrían realizado a la Argentina
delegados de las FARC (lo cual es público y notorio) y de los paramilitares,
las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), cosa que hasta ahora no se
sabía. El documento no aclara si los paramilitares tomaron contacto
con el gobierno, el Ejército o el Estado Mayor Conjunto. También
señala que continuarán las presiones y acciones externas
para involucrar a las Fuerzas Armadas argentinas en la lucha contra el
narcotráfico y que .seguirá en aumento la cantidad de inmigrantes
ilegales. En un ítem denominado tres fronteras, Sin
Techo, el documento afirma que se incrementa la potencialidad
de frontera del delito.
Fases
El informe reseña las tres fases del Plan de Campaña
del Comando Sur y vaticina que cuando Estados Unidos realice .Operaciones
Militares Decisivas. la estructura del narcotráfico se va
a desplazar hacia el sur, afectando no sólo a los países
andinos (zona de producción) sino a los países que han sido
tradicionalmente zona de tránsito:
Fase I (2000-2002).
Asistir a los países de la región en el aumento de sus
capacidades para actuar en las zonas de producción. Se realizará
mediante:
Interdicción en las
zonas de tránsito y arribo.
Establecimiento de lazos operacionales
y tácticos.
Mejorar la infraestructura.
Mejorar la capacidad de interdicción
dispuesta en su primer etapa
Fase 2 (2002-2007).
Apoyar el desarrollo de operaciones regionales decisivas. A través
de:
Apoyo de interdicción
en las zonas de tránsito y arribo.
Destrucción de laboratorios.
Interdicción de precursores.
Ruptura de cadenas de narcotraficantes.
Decomiso de drogas ilícitas.
Fase 3 (A partir de 2007).
Apoyar el mantenimiento de los logros obtenidos.
Según el Estado Mayor Conjunto las operaciones decisivas
en la zona de producción serían desarrolladas en la fase
2 y determinarán qué capacidades se requieren de las naciones
aliadas y cómo los Estados Unidos conducirán los apoyos
en la zona de tránsito. Añade que esas operaciones
decisivas requerirán que los países aliados comprendan
los aspectos centrales y desarrollen sus planes, identifiquen los límites
y las debilidades, coordinen los planes y las actividades. Como
si la opinión de los afectados fuera una cuestión menor
para la calidad de la democracia, el informe consigna que pese a
ser rechazado por los 200.000 campesinos a los que afecta, el Plan
boliviano de erradicación y sustitución de cultivos de hoja
de coca en la zona del Chapare, está logrando importantes
éxitos. Los Estados Unidos han ampliado la asistencia económica
para la erradicación en 100 millones de dólares y financiaron
dos millones de dólares para la construcción de tres modernos
cuarteles antidroga. La apetencia de recursos es una de las claves
de la indulgencia con que la conducción castrense se desliza hacia
una nueva ronda de su persistente vocación policial. En ese sentido,
la responsabilidad del gobierno nacional es ostensible: el Congreso aprobó
una ley de reestructuración castrense que dispuso un incremento
presupuestario del 3 por ciento anual, pero López Murphy no lo
incluye en el presupuesto de cada año como debería.
Las ONG
El informe atribuye las denuncias de los peligros del Plan Colombia para
la región a no identificadas ONG simpatizantes de las FARC.
Este afirmación dogmática permite descalificar a cualquier
persona u organización que impugne la militarización estadounidense
del conflicto como partidaria de la guerrilla. El informe atribuye a las
FARC la busca de contacto con el movimiento de los Sin Tierra brasileños,
de modo de ir constituyendo un enemigo único, al estilo de la década
de 1970, y consigna que el 30 por ciento de los militares brasileños
asignados en la Amazonía son indígenas. La misma
impronta racista se advierte en el capítulo dedicado a Ecuador,
según el cual persiste el problema del indigenismo en el
país (47 por ciento) que agravará los conflictos
internos. Para elEjército argentino, que suprimió
el indigenismo local con la campaña al desierto del siglo XIX,
el indigenismo ecuatoriano es uno de los factores que sume a ese país
en una ola de decadencia e inestabilidad (sic). El general
Mugnolo es pelirrojo y pecoso. También atribuye a organismos no
gubernamentales de derechos humanos y ecologistas el temor de que el uso
por Estados Unidos de la base de Manta ponga en peligro la paz de Ecuador.
La comprensión de los analistas militares sobre los intereses de
cada país no parece descollante. Por ejemplo, afirma que la preocupación
de Brasil obedece a la seguridad de sus fronteras, permeables hasta
el momento al accionar del narcotráfico y minimiza la alarma
brasileña por la intervención norteamericana en la región.
El 17 de enero de este año, en la audiencia de confirmación
ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados
Unidos, el nuevo secretario de Estado, general Colin Powell mencionó
el apoyo que se seguiría dando al Plan Colombia y agregó
un tipo de reflexión que está ausente en el informe de la
inteligencia militar argentina: Al mismo tiempo, tenemos que hacer
todo lo que podamos en el orden local para eliminar la causa de esa emergencia,
que es el ciudadano norteamericano que consume drogas. Y tenemos que asegurarnos
de que éste también sea un elemento esencial de nuestra
estrategia para Colombia.
Uno por semana
Aparte del documento base, el Estado Mayor Conjunto envía cada
semana a las jefaturas de inteligencia del Ejército, la Armada
y la Fuerza Aérea una planilla de actualización sobre la
situación en la Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador,
Estados Unidos, Panamá, Paraguay y Venezuela. Uno de esos partes
semanales explicita sin rubor el negado nexo entre el Ejército
colombiano y los paramilitares. Dice que el Ejército colombiano
carece de un verdadero servicio de inteligencia, al que denomina principal
arma antisubversiva, ya que no existe una legislación
que le permita usar sus usuales recursos. Y dadas esas deficiencias
prosperan los paramilitares, que no tienen limitación legal
alguna. Otro parte expresa que el Chapare boliviano puede convertirse
en una nueva Chiapas. Un tercero informa que los jefes de
los servicios de inteligencia de Brasil, Colombia, Ecuador, Panamá,
Perú y Venezuela se reunieron para tratar una agenda eminentemente
técnica, eufemismo que encubre la falta de información
sobre uno de los pocos temas en que se justificaría la preocupación
de la inteligencia militar. Sobre la Argentina, los partes se aventuran
en temas políticos, que con toda seguridad escapan a la competencia
castrense: De mantenerse una política permeable en cuanto
a control de migración nuestro país seguirá siendo
utilizado por extranjeros (en su mayoría de Bolivia, Paraguay y
Perú, indocumentados) para ingresar droga, con complicidad de mercaderes
locales. También prevé presiones económicas,
políticas y militares de Estados Unidos, para involucrar más
activamente [a la Argentina] a apoyar el Plan Colombia, de lo cual
el propio documento es una buena prueba. Su vaticinio es que con tal fin
Estados Unidos podrá llevar a cabo acciones que convulsionen
los ámbitos político-económico-militar en Latinoamérica.
¿Una Estrategia
Nacional?
Este es el escueto relato que la señora Dedid Angélica
Molina de Thomas formuló a la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas al concluir la dictadura militar sobre
la desaparición de su hijo, Alfredo Mario Thomas: El 5 de
junio de 1976 se encontraba de licencia en mi domicilio (en Mar del Plata)
ya que estaba cumpliendo el servicio militar en Azul. Lo citan y mi hijo
se presenta, quedando incomunicado durante cinco días. Luego, el
14 de junio lo visito. Pregunto siempre por teléfono cuándo
lo dejan en libertad. Permaneció 25 días en el calabozo
delcuartel; hablo por teléfono y me comunican que se había
ido de baja con todas sus pertenencias. Su jefe, el coronel Pedro Pablo
Mansilla, el teniente Gómez Centurión, el capitán
Oscar Onell y Guillermo Duret son los responsables de esta desaparición.
En marzo de 1981 un compañero de servicio militar de Alfredo Thomas
visitó a su familia .y nos contó que había visto
a mi hijo en un campo de concentración en La Quiaca. En su
libro El escuadrón perdido el ex capitán José
Luis DAndrea Mohr, quien murió el último jueves, reproduce
el relato de otro compañero de cautiverio de Thomas. Los
intimidaban con pistolas o fusiles en la cabeza y dentro de la boca; los
rociaban con líquidos inflamables y amenazaban quemarlos; les advertían
sobre la presencia de vidrio molido en la comida (práctica utilizada
por el oficial que los amenazaba para eliminar perros en la unidad). No
les dieron agua y tampoco les permitieron ir al baño durante los
primeros días de los veinte a veinticinco que duraron el cautiverio
y los interrogatorios. El entonces capitán Onell, hoy coronel
retirado, es el hombre que asesora sobre nuevas amenazas al
ministro de Defensa y al Secretario de Asuntos Militares desde el Grupo
de Trabajo de Estrategia Nacional. Lo acompaña en esa tarea el
ex mayor Jorge Pedro Mones Ruiz, quien acaba de cumplir los diez años
de reclusión que le impuso la Justicia por participar en el último
alzamiento carapintada, el 3 de diciembre de 1990.
El 9 de mayo del año pasado, López Murphy firmó la
resolución 490, que delegó en el jefe del Estado Mayor Conjunto
la creación de la Dirección de Inteligencia para la Defensa,
encargada de producir en forma conjunta inteligencia estratégica
nacional. En apariencia, estaba cumpliendo con el artículo 15 de
la ley de Defensa Nacional. Pero sólo en apariencia, porque el
texto de la ley establece que ese organismo dependerá en
forma directa e inmediata del ministro de Defensa y no del Estado
Mayor Conjunto. Además, la resolución encomendó al
nuevo organismo la obtención de información y la producción
de inteligencia estratégica correspondiente a las misiones
subsidiarias asignadas a las Fuerzas Armadas. Esta críptica
referencia era un alambicado modo de permitir la inteligencia sobre Seguridad
Interior, que las leyes prohíben a las Fuerzas Armadas. El 25 de
octubre de 2000 la Comisión de Defensa del Senado aprobó
un proyecto de resolución del aliancista Néstor Daniel Rostán,
firmado por representantes de todos los partidos (los radicales Mario
Losada y Luis León, los justicialistas Antonio Cafiero y Beatriz
Raijer, el provinciano Roberto Ulloa, entre otros). Su texto solicitaba
al ministerio de Defensa modificar la Resolución, de modo que la
Dirección de Inteligencia para la Defensa dependiera en forma directa
e inmediata del ministro, como manda la ley, y que la inteligencia sobre
las misiones subsidiarias de las Fuerzas Armadas se limitara a las misiones
de paz de las Naciones Unidas y no incluyera la Seguridad Interior. Cuando
el Senado iba a aprobar la resolución por unanimidad, Defensa pidió
que se postergara su tratamiento y prometió efectuar la enmienda
en forma espontánea. Los senadores cumplieron lo acordado.
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