Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


Murió Domingo Quarracino, un luchador socialista

Hermano del fallecido cardenal, fue su antítesis política y un defensor de los derechos humanos. Llegó a competir, en nombre del PSA, por la presidencia de la Nación. Su historia.

Domingo Quarracino,defensor
de los derechos humanos.

Domingo Quarracino, dirigente del Partido Socialista Auténtico y hermano del fallecido cardenal Antonio Quarracino, murió ayer de un paro cardíaco. Tenía 72 años y había dedicado buena parte de ellos a la política: fue cofundador de la Democracia Cristiana en el `50 y de la Democracia Popular en los `90, junto a Carlos Auyero. Decía que hacer política era “lo que más” lo “apasionaba en la vida” y planeaba ocupar este año un lugar en la lista de senadores del PSA. Para la mayoría de la gente fue “el Quarracino de izquierda” o “Quarracino el bueno”, sobrenombres derivados de los célebres enfrentamientos con su hermano.
Domingo fue el menor de los dos. Nació en San Andrés de Giles, a cien kilómetros de la Capital, de padres inmigrantes italianos: José, de ocupación sastre y María Ana, modista. “Era la típica familia italiana, de muchos gritos”, contó él alguna vez; “parecía que nos íbamos a comer el hígado y después no pasaba nada. Teníamos una vida muy austera, pero en esa época se podía ser pobre con dignidad”.
Antonio, el futuro cardenal, le llevaba cuatro años. A lo largo de sus vidas los hermanos compartieron un parecido físico tan fuerte como lo fueron sus diferencias ideológicas. Aunque laico, Domingo era profundamente católico y solía llevar un crucifijo al cuello, lo que favorecía que lo confundieran con Antonio. Siempre dio la impresión de que el tema lo divertía: cuando le preguntaban si el apellido le pesaba, respondía que en realidad al que le debía pesar era “a la otra parte”. También decía que lo único que tenía en común con su hermano era la fe religiosa.
El episodio de mayor enfrentamiento entre ambos ocurrió en el ‘90, cuando Antonio fue designado arzobispo de Buenos Aires y hubo un lunch oficial. Domingo fue, pero se retiró del lugar cuando vio entrar a Videla. Se dejaron de hablar por mucho tiempo, contaría después él. El Quarracino menor había elegido la defensa de los derechos humanos desde los primeros años de la dictadura; el mayor impulsó las leyes del olvido. Uno defendía el derechos de las minorías, mientras el otro criticaba abiertamente a los homosexuales.
Domingo Quarracino se había casado a los 24 años con Matilde Fernández, con quien tuvo cinco hijos y diez nietos. Era farmacéutico y bioquímico de profesión y se inició en la militancia partidaria en la democracia cristiana, a mediados de los `50. Había sido peronista antes, aunque por poco tiempo. Presidió junto a su esposa varios movimientos de laicos católicos.
En el ‘91 fue candidato a intendente de Vicente López por la alianza Unidad Socialista-Democracia Popular. En 1993 fundó con Carlos Auyero y Graciela Fernández Meijide la Democracia Popular, pero se apartó de ese proyecto cuando comenzaron las conversaciones con Chacho Alvarez para formar el Frente Grande. En el ‘95 fue candidato a gobernador con Pino Solanas. Dos años más tarde integró la lista de candidatos a diputados nacionales del Partido Socialista Auténtico. En 1999, a los 71 años, fue candidato a presidente de la misma fuerza. El PSA de la provincia de Buenos Aires lo había nominado candidato a senador nacional para los próximos comicios de octubre.
El Partido Socialista Auténtico informó que sus restos serán inhumados hoy, a las 14, en el cementerio Memorial, ruta Panamericana kilómetro 47, acceso norte, ramal Pilar.

 


 

LA RENUNCIA DE CASARETTO A LA PASTORAL SOCIAL
Con García Caliendo ni a misa

Por Washington Uranga

El obispo de San Isidro, Jorge Casaretto, confirmó que presentó su renuncia como miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, aunque evitó aludir a los motivos de tal decisión y hacer comentarios sobre el tema. El episodio deja en evidencia las diferencias de perspectiva y de estilo entre el propio Casaretto y el secretario ejecutivo de la Pastoral Social, el laico Guillermo García Caliendo, que ha actuado con el respaldo del titular de esa comisión, el arzobispo emérito de Córdoba cardenal Raúl Primatesta. El año anterior y ante actitudes que algunos obispos leyeron como intromisión en cuestiones político-partidarias de parte del secretario ejecutivo, el propio Casaretto y otros miembros de la Pastoral Social habían considerado la posibilidad de dejar sus cargos. Sin embargo, primó la autoridad y el respeto que los obispos le tienen a Primatesta y la voluntad de no contradecirlo.
Casaretto, que seguirá presidiendo Cáritas, el organismo de solidaridad de la Iglesia Católica –tarea para la que fue elegido por la asamblea del Episcopado– presentó su dimisión el pasado 27 de diciembre, pero hasta la fecha el hecho no habría cobrado estado público. La carta con la renuncia del obispo de San Isidro fue enviada al presidente de la Conferencia Episcopal, Estanislao Karlic, con copia al cardenal Primatesta. El pedido de Casaretto para apartarse del equipo social tiene que ser tratado por la Comisión Ejecutiva del Episcopado, que se reunirá la semana próxima. Además de Primatesta y Casaretto, integran la Comisión de Pastoral Social los obispos Rafael Rey (Zárate-Campana), José María Arancedo (Mar del Plata), Néstor Navarro (auxiliar de Bahía Blanca), Marcelo Melani (Viedma) y Ramón Sataffolani (Río Cuarto). Se desconoce por el momento cuál será la actitud de estos obispos.
El primer encontronazo serio entre Casaretto y García Caliendo se produjo en mayo pasado, cuando el secretario de Pastoral Social apareció imprevistamente como orador en un acto multitudinario organizado por la CGT que encabeza Huyo Moyano. García Caliendo fue desautorizado por la Comisión Ejecutiva del Episcopado encabezada por Karlic, presentó su renuncia a Primatesta, que lo ratificó en su cargo. A partir de ese momento la presencia del secretario ejecutivo de la Pastoral Social junto a Moyano fue en permanente ascenso, compartiendo incluso la mesa y las cámaras de televisión con los dirigentes sindicales cuando éstos anunciaron medidas de fuerza. El hecho resultó no sólo molesto para varios de los obispos de Pastoral Social, que lo plantearon en acaloradas reuniones de la comisión, sino también para otros obispos y en particular para la Comisión Ejecutiva del Episcopado. Las posiciones de García Caliendo movieron al Gobierno, primero a través del secretario de Culto, Norberto Padilla, y después por intermedio del vocero presidencial, Ricardo Ostuni, a pedir explicaciones a la jerarquía de la Iglesia respecto de la representatividad institucional del secretario de Pastoral Social.
En el ámbito de la jerarquía católica, el grado de exposición pública y las posiciones de García Caliendo se convirtieron en una evidente molestia para la estrategia que conduce Karlic, que, manteniendo una mirada vigilante y crítica frente a los temas sociales, se preocupa por sostener la autonomía frente al Gobierno y cualquier opción político-partidaria. El tema fue discutido en más de una ocasión entre Karlic y Primatesta, entre Guillermo Rodríguez Melgarejo, el secretario general del Episcopado, y el propio cardenal cordobés. Pero siempre primó la opinión del arzobispo emérito de Córdoba, que hasta hoy sigue respaldando a su secretario ejecutivo.
Detrás de la renuncia de Casaretto y por encima de la figura de García Caliendo se vislumbran también diferencias de perspectiva respecto de lo que debe ser la Pastoral Social de la Iglesia. Primatesta se inclina porlas negociaciones directas con las cabezas de las corporaciones o las dirigencias políticas y sociales. Para él mejorar la situación de los pobres pasa por lograr un consenso de redistribución entre quienes tienen el poder y la Iglesia tiene que usar su autoridad moral con tal fin. Otros miembros del Episcopado, entre quienes se cuenta Casaretto, prefieren una presencia eclesial más cercana a las bases, colaborando directamente con los pobres, propiciando la participación y buscando soluciones de largo plazo para combatir la exclusión.

 

PRINCIPAL