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HABLA LUIS BALAGUER, EL HOMBRE QUE SABE DEMASIADO
“Moneta no es más que un testaferro”

Lleva años estudiando las gigantescas operaciones financieras de los bancos de Raúl Moneta y el subcomité del Senado norteamericano lo convocó para poder penetrar en los secretos de sus números. En esta conversación, explica la importancia de la audiencia donde el Citibank se vio obligado a reconocer las acusaciones, pero resalta que lo fundamental se develará en la investigación que se desarrollará en el país.

�La aguda requisitoria del senador Carl Levin dejó claro que le mintieron a sabiendas a los empleados del Banco Central.� �En la corrupción de las instituciones argentinas siempre hay alguien permeable a los favores de Raúl Moneta.� �Carlos Fedrigotti, el titular del Citibank de Argentina, tuvo que pedir disculpas por sus mentiras.�
�Diego Guelar, invocando una supuesta condición de embajador argentino tomó asiento en un lugar que no le correspondía.� �John Reed fue el que pidió disculpas en el caso del hermano del ex presidente de México Salinas de Gortari.� �Richard Handley era el vicepresidente en el Banco del Oeste, cuyo presidente era Guido Guelar.�

Por Susana Viau

La investigación, cuya primera fase terminó el viernes, poniendo nuevamente a tres ejecutivos del Citibank ante los miembros del subcomité del Senado de los Estados Unidos, tuvo un paciente, empecinado constructor: el contador mendocino Luis Balaguer. Como la vida de cualquiera, la suya tiene momentos fundacionales. El que Balaguer recuerda con más emoción ocurrió a fines de los ‘60, cuando los universitarios de su provincia desataron el “mendozaso” y él, un joven estudiante de ciencias económicas militante de la JP, acabó conduciendo el carro hidrante que le habían tomado a la bravísima policía local. De entonces a aquí ha corrido mucha agua y una de las cosas que Balaguer no ha perdido -el buceo en las empresas de Moneta desató la ofensiva del aparato periodístico-judicial-económico que rodea al ex banquero, complicándole la vida cotidiana– es el entusiasmo. Por fin empieza a ver concretado un trabajo de diez años, casi solitario y descalificado en más de una oportunidad por quienes escuchaban incrédulos sus conclusiones. Ahora empieza a sentirse satisfecho y eso resulta inocultable para este diario, que siempre creyó en la verosimilitud de las historias que relataba y en la corrección de los datos con que documentó sus afirmaciones. Algo más relajado y a punto de abordar el avión que lo llevará de regreso a Mendoza, desplegó ante Página/12 su valoración de lo sucedido en estos días.
–¿Cuáles son las conclusiones de la “etapa americana” de la investigación?
–En primer término ha quedado corroborada y demostrada la veracidad de nuestra denuncia en cuanto a que el Federal Bank y el Citibank coparticiparon en una megaoperación de lavado de dinero que duró casi una década y tuvo como destino final financiar las operaciones del CEI. Primero en las empresas privatizadas y luego, a partir del ‘95, con la compra masiva de medios de difusión. En segundo término quedó absolutamente demostrado que el Federal Bank es propiedad de Moneta, aunque él lo niegue. Los mismos directivos del Citibank dijeron el viernes que no se explicaban por qué Raúl Moneta sigue negando ese hecho. En tercer lugar, ante la requisitoria aguda del senador Carl Levin quedó claro que, por un lado, le mintieron a sabiendas a los empleados del Banco Central porque la documentación inherente al Federal Bank la tenían el Citibank NA, de Argentina, y el Citibank de Nueva York.
–Carlos Fedrigotti, el titular del Citibank de Argentina, la tenía...
–Sí, claro. Se vio forzado a reconocerlo y tuvo que pedir disculpas por ello. Por otra parte, quedó en evidencia que el Citibank no actuó por ignorancia, sino a sabiendas de que las operaciones de este grupo constituían maniobras de lavado de dinero y ellos las fomentaron porque eran socios de Moneta en el CEI, donde iba a parar finalmente la plata. En determinado momento se les puso a los directivos del Citibank una planilla de los movimientos de traspaso, en un mismo día, de American Exchange al Federal Bank y de éste al República. Cuando les preguntaron a los ejecutivos del Citibank si tenían alguna explicación lógica para esos movimientos, dijeron que sí porque de esa manera se estaban financiando. Lo que no supieron explicar fue por qué triangulaban el dinero con el Federal y no lo colocaban en forma directa. Tuvieron que reconocer que era una maniobra para esconder el origen del dinero y que habían transgredido las normas americanas en materia de control de lavado y las propias normas del Citibank. Terminaron pidiendo disculpas por todas las infracciones cometidas en relación al grupo Moneta.
–Igual que en el caso del hermano del ex presidente mexicano Salinas de Gortari.
–Sí, John Reed fue quien las pidió en esa ocasión. Tampoco les quedaban esta vez muchas alternativas. Como bien dijeron los asesores de Levin: “Optaron por el mal menor. El Citibank tenía dos caminos: o decir que eranestúpidos o reconocer que eran corruptos. Dieron a entender que eran estúpidos, optaron por el mal menor”.
–Raúl Moneta lanzó el jueves un ataque masivo.
–Su táctica es esa. Es víctima. Primero de un juez corrupto que le pedía coimas que él denunció recién un año después, inventando pruebas inverosímiles y testigos como Daniel Vila, que terminan presionando en el Consejo de la Magistratura para cambiar el voto de algunos consejeros. Eso demuestra que no eran testigos, sino parte interesada. Después es víctima de los políticos, de los periodistas, de todos los que lo investigan. En la corrupción de las instituciones argentinas siempre encuentran a alguien permeable a los favores de Moneta.
–¿No hay mejor defensa que un buen ataque?
–Esa ha sido su estrategia. Ahora, la otra cuestión es dónde la expone. Nunca se presenta donde va a ser objeto de preguntas comprometedoras, sino que se presenta ante periodistas amigos o comprados que le dan pie a sus mentiras. Así como cuando salió de la clandestinidad no fue al programa de Mariano Grondona sino que Grondona fue al Banco República a hacerle un reportaje para que dijera que no se había profugado sino que estaba defendiendo su libertad, en esta oportunidad eligió al mismo periodista. No es casualidad teniendo en cuenta las relaciones del hijo de Mariano Grondona con Moneta y la mafia del Banco Central.
–¿A qué relaciones se refiere?
–No se puede soslayar que Mariano Grondona hijo fue asesor de María Julia Alsogaray en la privatización de ENTel, cuyo beneficiario fue el CEI; tampoco que Grondona hijo fue síndico del BCRA durante la siesta del Banco República y el lavado de dinero del Federal Bank y menos que él es representante de Finvercom, una oscura financiera que operaba con el Federal Bank y consumó una estafa mayúscula en perjuicio del Banco de Previsión por más de 30 millones de dólares. Además, coparticipó en una importante operación también de lavado con la compra de divisas “valor hoy” y venta “valor puesto”, realizada por el Banco República y Finvercom. Los inspectores que actuaron sobre el República y sobre Finvercom expusieron que dichas operaciones transgredían la ley penal cambiaria y el BCRA debía formular las respectivas denuncias penales. No obstante ello, un oportuno y falso dictamen jurídico dijo que no había delito alguno en esos manejos. En el caso del República esa operatoria tuvo la magnitud de 6 mil millones.
–Hubo algunas presencias inesperadas en la audiencia ¿no?
–Sí, la presencia de Diego Guelar, quien no estaba invitado a los estrados oficiales. Pese a ello, invocando una supuesta condición de “embajador argentino” tomó asiento en un lugar que no le correspondía. Su presencia revela la preocupación del menemismo por los resultados de la investigación. Muy significativo todo, mucho más teniendo en cuenta que la familia Guelar era socia del Citibank en el Banco del Oeste, cuyo presidente era Guido Guelar (hermano del embajador menemista) y el vicepresidente Richard Handley. No se puede olvidar que ese banco recibió redescuentos por cifras astronómicas y luego fue enviado a la liquidación configurándose así uno de los mayores vaciamientos bancarios de la década del ‘80. Esa historia continúa aún en un juzgado penal de Mercedes donde hay imputados, pero no detenidos y Guido Guelar se mantiene prófugo hasta hoy. Pero da la casualidad de que antes de profugarse transfirió sus bienes en favor de Moneta. La que era la estancia La Chocita se convirtió en la estancia La República.
–En La República (todo lo de Moneta se llama República) fue donde el gobierno menemista agasajó con asados a sus huéspedes extranjeros.
–Así es. Era la estancia de los Guelar. Cuando Guido Guelar se profugó no salió de escena: la sociedad Mora de Luna, presidida por él y su esposa pasó a ser presidida por Aldo Semino, el testaferro de Carlos Menem que aparece como propietario de la parte más exótica de la finca de Anillaco. Esa sociedad Mora de Luna es la misma que le sirvió después de puente aMoneta, para blanquear la compra de gran cantidad de propiedades rurales que realizó su mano derecha, Alberto Petracchi, ex director del BCRA en los primeros años del menemismo y simultáneamente abogado del juicio de la familia Guelar contra el Central. Petracchi, como ustedes mismos señalaron ya, es primo del miembro de la corte Enrique Petracchi y tío de Juan Petracchi, yerno del presidente De la Rúa. Para cerrar, volvamos a Guelar: este ex embajador estuvo llamando insistentemente en estos días a la oficina de los asesores de Carl Levin para conocer detalles de la investigación. Llamaba presentándose como embajador argentino.
–Por lo que parece, este escándalo no ha hecho más que empezar.
–Ahora viene lo más importante, que es el capítulo argentino. La etapa americana es apenas la punta de la madeja que pondrá en evidencia a los verdaderos beneficiarios de la megaoperación de lavado de dinero y de los cuales –no me cabe ninguna duda– Moneta no es nada más que un testaferro.
–¿Esa recordada tesis de Carlos Menem respecto de que al capital no hay que preguntarle de dónde viene, ha convertido a la Argentina en un paraíso fiscal, en un lavadero de plata malhabida?
–Argentina nunca tuvo fama ni tradición de lavado antes del menemismo. Y el lavado es una de las tantos males que trajo esa década terrible de Menem. Pero no hay que confundirse ni confundir. Esto no involucra a todo el sistema financiero argentino sino a un puñado de bancos. Básicamente a aquellos que crecieron en los ‘90 sin explicación económica alguna y a los que podemos encontrar en la nómina de accionistas del CEI. O en varios de los bancos quebrados y vaciados con la complicidad del Banco Central, como son los casos del Feigin o del Mayo-Patricios, por mencionar sólo algunos. Y a los que habría que investigar, porque en economía no hay milagros, es a aquellos bancos que no tienen sucursales, ni cartera numerosa de clientes, si sus inversionistas provienen de paraísos fiscales, su cartera de crédito son los gobiernos de provincia o el Estado Nacional y se llaman a sí mismos “bancos mayoristas”, como era el Banco República.

 

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