Por Hilda Cabrera
En esta pieza de Roberto Perinelli
(autor, entre otras obras, de Los pies en remojo, Miembro del jurado,
Coronación, El cuento de la buena vida, Gastón y La cena),
la acción se desarrolla en tiempo real y entre personajes dispuestos
a la traición. Los preparativos para apropiarse de lo recaudado
en Round Producciones empresa que regentea un tal Torito Mazzarone,
un gesticulante ex boxeador que organiza peleas encrespan el ánimo
de unos y otros. Entre ellos, el del ideólogo del robo, el hasta
entonces sumiso Natalio, empleado y hombre de confianza de
Mazzarone, quien sin experiencia en estas faenas contrata al pistolero
Benigno Olmos. La aparición de éste es ya una humorada,
puesto que ingresa a la oficina en cuestión con aires de bon vivant
revisteril y de mafioso decidido a disfrutar del encargo. El hombre no
llega solo: detrás de él, y en actitud acechante, se ve
a un fumón con mucha historia, apodado Matagente.
El colorido diálogo que se suscita entre los compinches (logrado
básicamente por el rumboso Olmos, compuesto aquí por el
versátil Juan Carlos Dual, actor de trayectoria en el ámbito
publicitario, el cine y el teatro comercial) va bosquejando un cuadro
de deserción social en el que caben todos los rasgos de viveza
y recelo característicos de los individuos mediocres y en pugna.
La trama incluye violencias y picardías propias de quienes supuestamente
no han articulado sus existencias a la altura de sus ambiciones, y la
de aquellos otros que parecen vivir el presente como una mutilación.
Ejemplos de esto último son los patéticos Mazzarone (papel
a cargo de Aldo Pastur, actor de cine, teatro y televisión) y Natalio
(compuesto por el excelente Aldo Braga), quien se confiesa buchón
y vulgar entregador. Quizá sea por esta autodescalificación
y por la certeza de vivir en un tembladeral (que al parecer también
transita la joven secretaria Beatriz, interpretada por María Laura
Berch) que estos personajes hallan una salida en la traición, acaso
la única marca mental que los iguala.
Siempre a punto de convertirse en fantoches (a causa de la reiteración
de algunos tics), estos fabuladores resueltos a entrampar a quien se les
ponga en el camino se mueven incitados por la ambición de dinero
y el placer de la revancha, móviles sobre los que, sin embargo,
el director Julio Baccaro (actualmente a cargo de la dirección
artística del musical Grease!) prefiere no insistir. Su apuesta
es, por el contrario, destinar los primeros planos a las actitudes contradictorias
y la ambigüedad de los sentimientos.
Esta decisión resulta eficaz a nivel interpretativo, puesto que
impide a los protagonistas caer en estereotipos, como bien lo ejemplifican
Dual y Braga. Pero no sucede lo mismo en el plano de los climas. Salvo
esos buenos momentos en los que se alternan comicidad y enrarecimiento,
se extraña en este montaje el vértigo inherente a las historias
policiales. Y más todavía cuando es el mismo autor quien
califica su escrito de comedia policial. En todo caso, la singularidad
de la obra pasa por otro lado. Por señalar la cotidiana propensión
a destruir lo hecho (o lo planeado, como se observa más precisamente
aquí) por el otro. De ahí que toda relación (sea
ésta delictiva o no) implica una amenaza: la desaparición
de alguno de los personajes en juego. Ese presagio de desintegración
se corporiza aquí en el intruso Matagente (rol compuesto
con toques minimalistas por un eficaz Leo Granulles). Esa sería
una de las lecturas sobre Hombre de confianza, reforzada en parte por
los diálogos que, cómicos o enigmáticos, pero siempre
incompletos, disparan asuntos de muy diverso orden, escabullendo realidades
supuestamente más inquietantes que los mismos hechos.
PUNTOS
DENUNCIAN
ACCIONES INTIMIDATORIAS EN ARGENTORES
Los autores se sienten vulnerables
Por
H. C.
No hay representación
proporcional. La Lista que gana es la que gobierna, y los demás
no tienen derecho siquiera a preguntar sobre los contratos, por ejemplo.
La cita pertenece al autor y director teatral Hugo Midón, vicepresidente
de la Lista Plural, que preside el actor y autor Juan Carlos Mesa, agrupación
que competirá en las próximas elecciones del jueves 12 de
abril por la conducción de Argentores, la entidad que centraliza
la recaudación de los derechos de autor y nuclea a autores de teatro,
cine, radio y tv de la Argentina.
Esa y otras afirmaciones fueron vertidas en el Teatro Ateneo, propiedad
de Carlos Rottemberg, en una ronda abierta con los periodistas convocada
por autores independientes e integrantes de la opositora Plural. Entre
otros estaban Manuel Antín, Jacobo Langsner, Juan Carlos Gené,
Carlos Pais, Jorge Shussheim, Juan Carlos Cernadas Lamadrid, Clara Zappettini,
Roberto Perinelli, Carlos Gorostiza, Aída Bortnik, Eduardo Rovner,
Mauricio Kartun y Alberto Migré. Estos autores están agrupados
en consejos y comisiones, como la de Cultura, destinada a organizar
un verdadero programa cultural a través de talleres, divulgación
de obras y una mayor relación con los autores del interior y extranjeros,
según puntualizó el dramaturgo Roberto Cossa a Página/12.
El propósito de la convocatoria no era esta vez presentar la Lista
sino dar a conocer una serie de acciones intimidatorias de
la actual conducción de Argentores. Se aportaron cartas-documento
de apercibimiento enviadas (26 de febrero y 7 de marzo) por la junta directiva
a Mario Javier Segade (autor, junto a Gustavo Belatti, de Verdad-Consecuencia
y Vulnerables, este último sobre idea de Adrián
Suar), al dramaturgo y novelista Elio Gallípoli y al dramaturgo
Marcelo Marán. Se les reprocha haber vertido opiniones agraviantes
para la entidad e injuriosas para la actual conducción.
La inmediata reacción de los adversarios y no enemigos
de los hoy directivos como se apresuró a aclarar Mesa
convirtió cada apercibimiento en un boomerang para la junta, que
actualmente tiene en contra a algunos de los que la acompañaron
en su debut, como Celia Alcántara, quien renunció pocos
meses después de la asunción de las autoridades, hace ya
tres años. También desertó Alberto Migré,
quien, en caso de triunfar la Lista Plural, conformará la Comisión
de Cultura junto a la misma Alcántara, Bernardo Carey, Griselda
Gambaro y Roberto Cossa. La entidad, según evaluó Midón,
no estaría cumpliendo hoy cabalmente, en opinión de los
convocantes, la tarea para la que fue creada hace ya más de 90
años. Se sumaron otros ríspidos temas, como la falta
de transparencia en los asuntos administrativos. Parecería
que hay cosas sobre las que no se puede hablar, apuntaba Segade.
También se habló de la jerarquización de los premios
Argentores, porque el año pasado hubo por lo menos cinco
autopremios. Además de los especiales a Alejandro Romay,
Carlos Rottemberg y Suar, fueron otorgados, entre otros, a Agustín
Pérez Pardella, actual presidente de Argentores, Diana Raznovich
y Graciela Teisaire. Efraín Bischoff y Ricardo Halac se llevaron
plaquetas de reconocimiento, y el Gran Premio de Honor Cine 2000 fue para
Emilio Vieyra, actual secretario de la entidad. Una decisión controvertida,
como lo fue la designación de Fabio Zerpa (perito en Ovnis y problemáticas
del Más Allá) y Guillermo Ben Hassan para representar a
Argentores en la última Fiesta Nacional de Teatro, realizada en
Salta.
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