La Telefónica de Villalonga destinó 900 millones a
sobornos en Argentina. El titular del diario El Mundo de Madrid
levantó ampollas en la piel de una de las principales empresas
españolas. Los 900 millones correspondían, en pesetas, a
unos siete millones de dólares. De todas formas, en la península
la cifra es espeluznante y abre otro frente en la polémica por
la investigación de lavado de dinero. Telefónica de
Argentina señala el artículo pagó durante
1997 y 1998, bajo la presidencia de Juan Villalonga, el menos 870 millones
de pesetas a sociedades de su accionista Raúl Moneta, financiero
argentino procesado por diversos delitos económicos.
Moneta continúan Manuel Cerdán y Antonio Rubio,
los dos hombres de la redacción de El Mundo que investigaron las
alternativas del Yomagate y las andanzas de Monzer Al Kassar exigió
dichos pagos a Telefónica para compensar las comisiones pagadas
por él a jueces y políticos para conseguir el llamado rebalanceo
de tarifas. Los periodistas señalaron que la compañía,
tras efectuar fuertes inversiones, consiguió en 1997 de Menem
un cambio en el sistema de tarifas muy favorable a sus intereses económicos.
El Mundo relata una historia conocida, pero que retoma vuelo en el marco
del escándalo que envuelve al Banco República, al Citibank,
a una offshore de Moneta, el Federal Bank, y salpica con fuerza ahora
a una de las concesionarias de los servicios telefónicos. El rebalanceo,
asegura apoyándose en los datos aportados por su corresponsal en
Buenos Aires, se topó con la furia de los usuarios, soliviantados
y dispuestos a no hacer efectivo el pago de los recibos. Finalmente
las protestas contra Telefónica llegaron hasta la Corte Suprema
y al Congreso. La dirección de Telefónica de Argentina,
ante la gravedad de los hechos, encargó a Raúl Moneta, conocido
en Argentina como el banquero de Menem, la compra de voluntades a fin
de reconducir la situación.
Cerdán y Rubio agregan que el economista Luis Balaguer, un
experto en los negocios sucios de Moneta y el Federal Bank, acusó
al magistrado de haber cobrado 100 millones de pesetas (más de
500 mil dólares) a través de la entidad financiera del banquero
de Menem. El relato subraya que la empresa concesionaria de la zona
sur de los teléfonos, en esas fechas presidida por Luis Martín
Bustamante, canalizó el dinero para el pago de las comisiones
a través de cuentas del Banco República (...) Para justificar
los pagos, acudió a un sistema similar al de la Filesa del PSOE:
pagar fuertes sumas de dinero por informes que nunca se realizaron o,
si se elaboraron, no tenían ninguna utilidad. Es obvio que
la mención del caso Filesa, además de las similitudes
señaladas tiene un sentido mayor: el caso Filesa, así
como el que le costó la cabeza a Mariano Rubio, gobernador del
Banco de España, y la investigación del terrorismo de Estado
protagonizado por los GAL fueron los tres episodios que hundieron en un
insuperable descrédito los últimos años de la gestión
de Felipe González.
La nota de El Mundo aporta una novedad: La Telefónica de
Villalonga revela adelantó al amigo de Menem (Moneta)
seis millones de dólares a fin de asociarse con el CEI (la corporación
que adquirió las empresas privatizadas). Hasta ahora sólo
se conocía un hecho igual pero protagonizado por el Citibank: el
Citi le prestó a Moneta alrededor de 80 millones para hacerlo su
socio en el CEI. Una operación a primera vista escasamente comprensible.
El diario El Mundo remarca en su edición de ayer que el siguiente
paso de Raúl Moneta consistió en que el CEI, del que ya
era socio, desembarcara en los medios de comunicación. Esta operación
se efectuó a través de Roberto Dromi, ex ministro de Menem.
El propio Dromi se encargó, en 1999, de que Menem prorrogara la
exclusividad a Telefónica.
La amistad entre Raúl Moneta y Luis Bustamante, director
de Telefónica de Argentina puntualiza era de dominio
público en Buenos Aires. El banquero Moneta formó parte
del directorio de TISA (Telefónica Internacional). Al panorama
descripto en el artículo le falta, sin duda,una pieza básica:
la presencia del Citibank, socio inigualable en la aventura argentina
de Telefónica. Tanto es así que al abandonar la cúpula
del Citi, John Reed pasó a ocupar el directorio de Terra, la pata
de Telefónica en el mundo de Internet.
Finalmente, bajo el subtítulo de Un diputado ya lo denunció
a la Corte Suprema, El Mundo recuerda la actuación de Héctor
Polino en el controvertido tema del rebalanceo de tarifas. Un veterano
y combativo diputado del Partido Socialista Auténtico de la Argentina
así define al legislador se enfrentó en 1977,
en solitario, a las poderosas compañías Telefónica
y Telecom (...) Polino presentó más de 20 mil recursos contra
Telefónica y Telecom, que ganó. Después, la Cámara
de Apelación confirmó la sentencia contra las compañías
y las obligó a volver al cuadro tarifario anterior. Polino
mismo refirió al corresponsal que las telefónicas recurrieron
entonces a la Corte, donde todo cambió. Los representantes
del partido del gobierno, los menemistas evocó votaron
a favor de las compañías telefónicas y elevaron su
resolución a un decreto que es a todas luces inconstitucional.
Años después concluye el artículo,
el batallador diputado socialista sigue convencido de que los jueces
del Supremo fallaron de acuerdo con las instrucciones del poder político
que estaba en la Casa Rosada y que se llamaba Carlos Menem.
LOS
PERIODISTAS ESPAÑOLES ESTUVIERON EN JUNIO EN BUENOS AIRES
Un coletazo del derrumbe de Villalonga
Por Luis Bruschtein
En junio del año pasado
la estrella de Juan Villalonga, el empresario insignia del milagro español,
el que había privatizado Telefónica y la había convertido
en una poderosa trasnacional, el que había logrado que las acciones
de la empresa treparan un 500 por ciento, el amigo íntimo del presidente
José María Aznar, estaba a punto de culminar una caída
estrepitosa. Del cielo del milagro español a lo español
más parecido a la pizza y el champagne de la Argentina en la era
menemista. Aznar le había retirado su confianza entre escándalos
de polleras y corrupción. Y el diario El Mundo, uno de sus antiguos
aliados, investigaba su gestión. Ese mes, los periodistas Antonio
Rubio y Manuel Cerdán llegaron a Buenos Aires para investigar las
coimas de la filial argentina de Telefónica a jueces y políticos
para lograr un muy favorable rebalanceo telefónico en 1997-98.
Rubio y Cerdán son periodistas de investigación ya familiarizados
con Argentina por la investigación que realizaron del Yomagate
y Al Kassar para la revista Cambio 16. Traían en la valija el informe
de un alto funcionario de Telefónica sobre este dinero. La misma
empresa había ordenado una investigación sobre el derrotero
de cerca de seis millones de dólares. El dinero se había
usado para pagar tres informes de asesoramiento económico pero
había entrado en la cuenta personal del banquero Raúl Monetta,
quien en ese entonces era socio de Telefónica a través del
CEI.
Con estos antecedentes, los periodistas efectuaron varias entrevistas
y se dirigieron el Banco Central, lo cual confirmó los documentos
que ellos tenían y la conclusión de que el dinero había
sido requerido por Monetta para los gastos que había realizado
en la desgastante tarea de convencer a funcionarios, jueces y legisladores
sobre los beneficios del rebalanceo tarifario que desencadenó una
protesta masiva de los usuarios telefónicos.
Cuando regresaron a España, Villalonga estaba acorralado y las
historias de sus actitudes desopilantes de superempresario mundial tenían
el atractivo de la decadencia del imperio romano, con lo que la anécdota
argentina quedó relegada. En julio, Aznar le bajó el pulgar
a su ex compañero de pupitre de la aristocrática escuela
del Pilar de Madrid. El Estado español desistió de llevar
a los tribunales a su ya desahuciado y otrora hijo predilecto y prefirió
otorgarle una indemnización de casi treinta millones de dólares.
Y la investigación sobre las coimas en Argentina fueron archivadas
con la renuncia de Villalonga. Hasta que ayer, los editores decidieron
sacarlas a la luz a raíz de las denuncias del contador Luis Balaguer
publicadas en Buenos Aires por Página/12 sobre el dinero que habría
recibido por este tema el magistrado de la Corte Suprema, Enrique Petracchi.
La investigación realizada por Telefónica había llegado
a manos de Villalonga. La resolución del ditirámbico emperador
de las comunicaciones españolas fue ascender a los protagonistas:
Monetta a asesor de Telefónica Internacional y el titular de la
filial argentina, Luis Bustamante, fue a España como segundo de
a bordo. Algunas versiones dicen que Bustamante se llevó su jefe
de guardaespaldas, Luis Enciso, un criminal buscado por su participación
en la banda de Aníbal Gordon durante la dictadura. Estas versiones
aseguran que Enciso se esfumó de Madrid cuando se produjo la detención
del represor de la ESMA, Ricardo Cavallo, en México. El mismo Bustamante
quedó fuera de Telefónica con la caída de Villalonga.
El carácter de Villalonga forma parte del contexto de estas coimas.
Llegó a la presidencia de Telefónica dos meses después
de la llegada de José María Aznar a la presidencia española.
Es cierto, pero recuerden que yo siempre fui el número uno
respondía Villalonga cuando le recordaban que había sido
compañero de estudios del presidente. El empresario estaba casado
con Concha Tallada, íntima amiga de la primera dama Ana Botella
y los dos matrimonios solían vacacionar juntos.
En 1996, Aznar lo nombró al frente de Telefónica para que
terminara su proceso de privatización y la convirtiera en una potencia
comunicacional anivel mundial. Villalonga cumplió su misión
con grandes inversiones en América latina, adquisiciones de empresas
y fusiones, al punto que trasladó su centro de operaciones a Miami.
Estoy donde están los negocios decía para explicar
sus continuos movimientos en el jet de 34 asientos y cuarto privado que
había comprado la empresa.
En el interín conoció a una ex Miss Veracruz, Adriana Abascal,
viuda consorte del anciano millonario mexicano Emilio Azcárraga,
dueño de Televisa. El hombre se divorció para unirse a Abascal
quien llegó a convertirse en emperatriz de Telefónica. Enamorado,
Villalonga pagó con dinero de la empresa a los abogados de Abascal
que luchaban por la cuantiosa herencia de Azcárraga y llegó
a pagarle 750 mil dólares a su nueva compañera por un video
para Telefónica que resultó tan calamitoso que nunca pudo
exhibirse.
La provechosa equivocación de Villalonga tan común
en estas situaciones de confundir el patrimonio de la empresa con
el suyo afectó su imagen hasta que un escándalo por un plan
de reparto de acciones millonarias para un reducido grupo de directivos
casi frustró la reelección de Aznar en 1999. El fracaso
de una alianza con la empresa holandesa KPN fue la excusa para pedirle
su renuncia en el marco de una dura campaña de denuncias. El exitoso
tiburón de las finanzas reside ahora en una lujosa casa de dos
millones en Kay Biscaine, en Miami, con su flamante y llamativa esposa.
CONTADOR
LUIS BALAGUER
Todos, clientes del Federal Bank
En entrevista con Página/12, señaló que casi todos los altos
directivos de Telefónica tenían cuentas en el banco de Raúl
Moneta.
Pago: �El dinero salió de Telefónica
y hacía falta justificar el pago, para lo cual utilizaron al
Banco República de una forma poco creíble�.
Investigador
y acusador
Luis Balaguer.
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Por Susana Viau
En su oficina del centro de
Mendoza capital, el contador Luis Balaguer observó sorprendido
las inesperadas derivaciones de la investigación sobre lavado de
dinero, que tiene como protagonistas a Raúl Juan Pedro Moneta y
al Citibank. Navegando por Internet descubrió, muy temprano en
la mañana, que las preguntas que le formulara el corresponsal del
madrileño diario El Mundo, así como la información
recogida en Buenos Aires por dos de sus periodistas más notorios
(ver aparte), sustentaban la portada del periódico en su edición
de ayer. El escándalo había llegado a España de la
mano de Telefónica. Página/12 lo entrevistó y Balaguer
aportó más detalles al affaire. En 1997 y hasta agosto de
1999, recordó, el directorio de Telefónica de Argentina
lo integraban Luis Bustamante Vega, presidente; Martín Ruete Aguirre,
vice, y, entre otros, Leo Werthein, Benito Jaime Lucini, presidente del
Banco República, y Carlos Carballo, ex viceministro de Erman González
en las carteras de Economía, Defensa y Trabajo. Todos ellos, dice
Balaguer, tenían cuentas en el Federal Bank. Lucini por esos días
se encontraba procesado y prófugo por el Banco Mendoza (del que
era vicepresidente); Carlos Carballo fue procesado luego en el marco de
la causa por la venta ilegal de armas.
¿Qué cosas, de todo lo que se afirma, tiene usted
comprobadas en la relación Federal Bank, Banco República
y Telefónica?
Lo concreto y demostrado es que en 1998 Telefónica de Argentina
pagó 800 mil dólares al República en concepto de
honorarios por la evaluación del impacto del rebalanceo; 2 millones
por asesoramiento en el programa de propiedad participada y antes le habían
pagado otros 2 millones de dólares de honorarios por el estudio
de las telecomunicaciones en América. El Banco República,
de un día para otro, se había transformado en consultora
y sus empleados en expertos en telecomunicaciones.
¿Cuál pudo haber sido la verdadera razón de
esos pagos?
Lo evidente es que el dinero salió de Telefónica y
hacía falta justificar el pago, para lo cual utilizaron al Banco
República de una forma poco creíble. Estos pagos fueron
observados por los inspectores del Central y a fojas 140 del expte 100-115/99
objetaron estos pagos al igual que comisiones pagadas al Federal Bank.
Advertían al mismo tiempo a sus superiores en este sentido pero,
como de costumbre, el directorio del Central no hizo nada y encubrió
la operatoria. Era más que evidente la falsedad de los pagos y
que encubrían pagos a terceros. Otra cuestión muy sospechosa
es el alquiler del cartel de Telefónica, el que está en
el Edificio República, sede de Telefónica, que cuesta 800
mil dólares al año. Es decir, una cifra que en estos 5 años
da casi 5 millones de dólares Demasiado generoso de parte de Telefónica
para un cartel. Una cifra con la que se puede casi construir otro edificio,
no como ese, claro está. Bueno, todos esos obsequios no tienen
justificación alguna, excepto que se estén encubriendo otros
pagos.
Usted mencionó en un programa de televisión y en declaraciones
al mismo diario El Mundo la existencia de un depósito de 580 mil
dólares en el Federal Bank a nombre de un ministro de la Corte:
Enrique Petracchi.
Sí, tiene fecha del 14 de julio de 1998. Los tres pagos,
uno a Enrique Petracchi y dos a su primo Alberto Petracchi, son por cifras
idénticas, realizados en días consecutivos. A eso hay que
sumar que, en esas mismas fechas, se registra un depósito de casi
un millón y medio hecho por Telecom. Agregué que eso sucedía
poco después que la Corte aprobara el rebalanceo. Para nadie es
una novedad que el Estado, desde diversas instancias, favoreció
a las telefónicas. Mucho antes habían pasado dos hechos
muy importantes: entre la adjudicación y la toma de posesión
por parte de las empresas ganadoras de la licitación de los teléfonos,
María Julia modificó el cuadro tarifario alterando sustancialmente
las condiciones de la licitación. Por otra parte, Carlos García,
socio de Bauzá, abogado de Moneta y testigo estrella de Moneta
contra el juez LuisLeiva, desde la Procuración del Tesoro produjo
un dictamen favorable a un posible aumento tarifario en función
de las inversiones hechas y, lo más sorprendente, de las que tenían
previstas a futuro.
¿Los vínculos entre el República, Telefónica
y el Federal Bank eran puramente institucionales o también de índole
personal?
Muchos directivos del CEl y Telefónica tenían cuenta
en el Federal Bank y operaban en forma personal con esa off-shore. Le
voy dar unos pocos nombres: Carlos Basílico, del CEI; Felipe de
la Balze, del CEI; Luis Martín de Bustamante Vega, gerente general
y luego presidente de Telefónica en época de las privatizaciones;
Martín Ruete Aguirre, del Citi; Richard Handley, del Citi. Todas
estas personas del directorio del CEI, controlante de Telefónica,
operaban con el Federal Bank. Institucionalmente, Telefónica era
uno de los principales depositantes del Banco República y, además,
un gran depositante del Federal Bank, llegando al extremo de pagar los
dividendos a través de ese banco offshore. En realidad, Telefónica
también operaba con American Exchange, la sociedad panameña
de Moneta que inyectó centenares de millones de dólares
en el circuito a través del Federal Bank. Por lo demás,
Luis Martín de Bustamante Vega, director de Telefónica de
Argentina, era director de FINASOL, otra empresa involucrada en el caso
del Federal Bank y cuyo presidente era Richard Handley. A este cuadro
hay que agregarle el siguiente dato: según consta en la documentación
del Senado de Estados Unidos las grandes operaciones del Federal Bank
fueron autorizadas personalmente por John Reed y cuando Reed dejó
la presidencia del Citi pasó a la vicepresidencia de TISA, Telefónica
Internacional, lo cual demuestra la estrecha ligazón entre los
máximos directivos del Telefónica Internacional, el Citi
y Moneta. Ninguno de ellos ajeno a la operatoria de lavado del Federal
Bank.
¿Por qué dice que las operaciones estaban autorizadas
por John Reed?
Porque así figura. Hay informes crediticios que mencionan
la autorización de John Reed. Por la magnitud de las operaciones
no podían ser autorizadas por cualquier oficial de cuentas.
Enrique Petracchi ha anunciado que lo querellará...
No me preocupa. Esta absolutamente demostrado que cobró los
580 mil dólares y él tendrá que demostrar a qué
corresponden.
¿Cómo podría repercutir todo esto al interior
de Telefónica?
Esos pagos ilícitos al Banco República constituyen
administración fraudulenta.
El artículo de El Mundo afirma que Telefónica o, mejor,
De Villalonga le adelantaron a Moneta 6 millones de dólares para
poder asociarse al CEI.
No lo sé. Lo habrán confirmado a través de
sus propias investigaciones. Esa afirmación, igual que otras que
se hacen en el artículo, no son de mi cosecha. Son de la de ellos.
¿Cuándo llegará la documentación del
Senado norteamericano a Argentina?
Eso tampoco lo sé. Pero el que haya surgido el nombre de
los Petracchi involucrado en las operaciones del Federal Bank, siendo
ambos tíos del yerno del Presidente, son explicativos de las interferencias
del Estado nacional para demorar el envío de la documentación,
así como el intento del doctor De la Rúa de minimizar el
hecho de corrupción más grande de las últimas décadas
de la Argentina. La misma falta de voluntad en la investigación
la mostró el cavallismo. Alfredo Castañón fue el
único diputado que puso objeciones al pedido de documentación
a los Estados Unidos, aprobado casi por unanimidad.
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