Por Cristian Vitale
En la Argentina de 1968, el
rock era un movimiento en gestación. Y el blues, que en Estados
Unidos e Inglaterra dominaba una porción de la escena con grupos
como Cream, Canned Heat o John Mayall & The Bluesbreakers, pasaba
inadvertido. Claudio Gabis, poco antes de ser un Manal, viajó a
Estados Unidos y cargó sus valijas con cincuenta discos de un género
que aquí casi nadie conocía. Después, dotado de las
herramientas necesarias, junto a Javier Martínez y Alejandro Medina
hizo de Manal el grupo clave de la historia del blues en castellano. Gabis,
un gran guitarrista, era el más chico; Medina el bajista fogonero,
Martínez el compositor y cantante carismático que tocaba
la batería. Así empezó la historia del género.
Hoy, a 30 años de aquella cruzada que derivó en temas aún
esenciales como Avellaneda Blues o No pibe, el
guitarrista, que vive en España hace 12 años, parece mantener
el mismo espíritu. A través de DBN, reeditó Convocatoria,
el disco doble con un seleccionado de invitados de la historia del blues-rock
en la Argentina, en una especie de venganza que tardó, pero llegó.
Y lo presenta hoy, para los amigos -tocarán León Gieco,
Claudia Puyó, la Mississippi y Alejandro Medina, entre otros
en el Club del Vino, desde las 19. En el disco, además de los nombrados,
cantan y tocan figuras como Charly García, Fito Páez, Ricardo
Soulé, Joaquín Sabina, Ricardo Mollo y Andrés Calamaro.
¿Por qué se reedita el CD
Porque tuvimos muchos problemas con la edición anterior (1995-96).
En Warner echaron a toda la gente que había bancado el disco y
perdimos la posibilidad de que se difundiese mejor. El CD iba a ser doble
y la compañía lo sacó por separado, con casi dos
años de diferencia. Yo había concebido el disco como material
para coleccionistas, de antología. Pero la compañía
no lo entendió.
Aquel fracaso comercial se vendieron no más de
15 mil discos dejó a Gabis con la espina. Por eso, lo primero
que hizo para poner el trabajo en otra dimensión fue recuperar
los masters y trabajar en pos de una reedición más prolija
y consecuente con su idea de lograr un material de culto. A diferencia
del trabajo original, en este CD hay dos temas bonus track
compuestos para la ocasión: Buenos Aires Blues y Bajando
a Buenos Aires, ambos con la Mississippi Blues Band. Además,
se edita doble, la tapa es de Rocambole y ya no se llama Claudio
Gabis y la Selección. El resto, igual que la edición
de 1995-96. Están Blues de un domingo lluvioso (del
segundo disco de Gabis solista, 1974), cantado por Alejandro Medina; Boogie
de Claudio (del primer disco solista, 1972), cantado por Calamaro.
Y más clásicos como Jugo de tomate (Manal, por
Charly García), Nena boba (Pescado Rabioso, por Fito
Páez) y Desconfío (Pappos Blues, por Ricardo
Soulé), entre otros.
¿Por qué eliminó para esta edición la
definición de Claudio Gabis y la Selección?
Lo hice para alejar el nombre del disco del estigma futbolístico.
Y no porque no me guste el fútbol de hecho soy de Boca y
estoy muy contento por eso sino porque quiero despegarme de esa
cosa triunfalista que tenemos los argentinos. Acá hay que olvidarse
de ganar campeonatos y ponerse a laburar en serio.
El CD involucra a varios músicos que tuvieron que ver con
el origen y el desarrollo del movimiento, o canciones de entonces. ¿Es
un homenaje al pasado?
Elegí los temas que tenían que ver con mi sensibilidad
y con la parte del rock-blues argentino que me gusta. Hay una tendencia
generacional marcada por temas como Desconfío, de Pappos
Blues. O Nena boba, uno de esos temas de Spinetta que están
más cerca del rock duro que de la línea melódica
spinetteana.
¿Logró Manal establecer un semillero de blues aquí?
Sin dudas. Están en Pappo, Mississippi, Memphis.
Pero no mucho más.
Es que el blues es ghetto en todo el mundo. Si bien no es tan elitista
como el jazz, tampoco es tan popular como el rock. Es una música
de adultos, con temática adulta. Agrego que el movimiento de blues
argentino es uno de los cinco más importantes del mundo, porque
tiene rasgos particulares. El primero es el idioma. En ningún lado
se hace tan buen blues en castellano. Lo digo porque soy un estudioso
del tema. El blues que hay en España es purista, en inglés
y no tiene características propias. Es pura repetición.
Lo mismo pasa en otros países de habla hispana.
Cuando visita el país, ¿nota que el paisaje y los
personajes que describía Manal en Avellaneda Blues
o Avenida Rivadavia permanece?
Sí. Eso que cantábamos está y es muy fuerte.
Pero depende dónde. En Avellaneda, seguro. De la avenida San Juan
para el sur, también. La autopista es una brecha que corta el Buenos
Aires de los shoppings, el que perdió identidad, del que la conserva.
Buenos Aires tiene un olor propio, que sigo sintiendo.
¿Cómo era el Buenos Aires de la gestación de
Manal?
En principio, mejor a éste que lleva 25 años de fracaso.
No hay mundiales de fútbol, ni plata dulce, ni Puerto Madero ni
privatizaciones que solucionen este caos. Perdimos dos guerras. La de
Malvinas y la guerra interna, y ésta la perdimos todos. Por eso
la violencia entre nosotros, la disgregación moral entre amigos
y familias. No hay político ni política que nos saque del
tercer mundo.
Un panorama muy distinto del que, en su criterio, vivió Manal.
Aquel era un país potente, brillante. No me daba cuenta en
la época, pero estábamos a la par de lo que pasaba en EE.UU.
y Londres. En mi juventud, acá pasaron cosas impresionantes, el
Cordobazo, el Di Tella, Almendra, Los Gatos. Hoy, la Argentina debería
adoptar como himno Yira, Yira, de Discépolo, porque
es el país de la frustración y del descreimiento.
El trío de
la discordia
¿Cuáles fueron los problemas que llevaron
a Manal a no presentarse más como trío, después
de la reunión de 1981?
Aquella reunión agotó algunas instancias personales
entre nosotros, que estaban pendientes desde la primera etapa. El
grupo se había separado en 1971. Hubo por entonces cosas
muy feas, de las que terminé enterarme hace muy poco, problemas
personales serios que ignoraba hasta hace meses y que tuvieron que
ver con el fin de un proyecto. Yo tenía una versión
de la separación de Manal, que encajaba bien y que me servió
para justificarla durante 30 años. Pero me di cuenta de que
me equivocaba. En cuanto a los factores musicales, Manal fue más
que la suma de los tres. Había diferencias que provenían
del egocentrismo y de la falta de madurez. En aquel momento, cada
uno creía que podía generar algo mucho mejor que Manal.
¿Pasó lo mismo en la segunda reunión?
Sí. En realidad, la hicimos con muchas ganas y también
con muchas intenciones de ganar unos buenos mangos. Hicimos varios
shows, hasta que chocamos con una piedra más grande que la
que nos frenó en 1972. Empezamos a hacer las mismas boludeces
de siempre. Desde ahí, dejé en clara mi posición:
para contar conmigo Javier (Martínez) y Alejandro (Medina)
tenían que cumplir con una serie de condiciones, no necesariamente
económicas, que les hizo más fácil el plan
de reunirse entre ellos y reutilizar el nombre.
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