Por Eduardo Febbro
Desde
París
Henry Kissinger se fue en puntas
de pie. En vez de responder afirmativamente a la convocatoria a testimoniar
dictada el lunes por la Justicia francesa en el marco de las investigaciones
sobre el Plan Cóndor y la desaparición de ciudadanos franceses
en Chile y la Argentina, Kissinger se negó a presentarse el martes
por la tarde al Palacio de Justicia de París. Abogados y jueces
lo esperaron en vano.
El ex secretario de Estado norteamericano protagonizó un curioso
episodio diplomático. Cuando los policías de la Brigada
Criminal fueron a buscarlo al lujoso Hotel Ritz para presentarle el documento
emitido por el juez Roger Le Loire, el director del Ritz tuvo que ir a
buscar a Kissinger a su habitación y, delante de sus guardaespaldas,
traducirle el contenido de la solicitud. Según trascendió
en los pasillos del Ritz, Kissinger se quedó mudo, sin entender
lo que le estaban pidiendo. La embajada norteamericana en París
sí entendió en cambio de qué se trataba y ayer salió
en defensa de su protegido. La representación diplomática
estadounidense se opuso a que Kissinger sea interrogado en París
indicando que el ex secretario de Estado no podía responder favorablemente
a la convocatoria debido a muchas obligaciones contraídas
hace tiempo. Además, la embajada invitó al juez francés
a remitir a EE.UU. una comisión rogatoria a fin de obtener las
informaciones buscadas.
En un plano más legal, la embajada arguyó en una carta que
las informaciones que están en poder de Kissinger acerca del Plan
Cóndor están consideradas como informaciones oficiales
del gobierno norteamericano. El mismo Kissinger se negó a
ahondar en detalles limitándose a decir que no deseaba hacer ningún
comentario. El abogado de los familiares de los franceses desaparecidos
en Chile y la Argentina, William Bourdon, cuya acción originó
el pedido de interrogatorio, consideró como un esquive incómodo
la actitud de Kissinger, tanto más cuanto que, señaló,
la obligación de testimoniar se aplica a todo el mundo, incluido
el señor Kissinger. Es una pena que no haya contribuido a la manifestación
de la verdad. Bourdon, que supo aprovechar oportunamente la estadía
de Kissinger en París para convocarlo, sigue considerando que existe
toda una serie de elementos que demuestran que la administración
norteamericana vigiló con mucha cercanía lo que estaba ocurriendo
en Chile, especialmente la situación de los extranjeros detenidos,
es decir, por lo tanto, los franceses. Según trascendió
en medios judiciales, la iniciativa de la Justicia francesa no es un mero
golpe oportunista sino la continuación lógica de un trabajo
de largo aliento. El representante legal de los familiares de los desaparecidos
ya había solicitado anteriormente el testimonio de varios responsables
norteamericanos y en 1999, dentro de la misma investigación, París
hizo llegar a Washington una comisión rogatoria que nunca obtuvo
respuesta. Ahora, el abogado francés piensa seguir el curso que
corresponde y remitir la comisión rogatoria internacional al mismo
Departamento de Estado para obtener, tal vez, el testimonio del dirigente
estadounidense.
El comportamiento de Kissinger, considerado como un deshonor para quienes
buscan establecer la verdad, ha creado una visible incomodidad entre París
y Washington. Ayer a última hora, el Departamento de Estado salió
al paso del escándalo proponiendo transmitir a Francia
las informaciones que están en su poder en lo que atañe
la desaparición de los franceses bajo el régimen de Augusto
Pinochet. En suma, historia oficial, vía oficial, dicen
los norteamericanos. La pregunta que se hacen abogados y allegados al
caso consiste en saber qué dirán en un futuro los norteamericanos
implicados en el Plan Cóndor cuando la Justicia analice
con más precisión el contenido de los numerosos documentos
provenientes de la CIA y del Departamento de Estado desclasificados por
la administración norteamericana. Actualmente, el nivel de conocimiento
que se tiene a propósito de la implicación estadounidense
es considerable. Las investigaciones actuales establecieron
como probada la responsabilidad del régimen de Pinochet en la desaparición
de varios ciudadanos franceses. Se trata de Alphonse Chanfreu y JeanYves
ClaudetFernandez, ambos miembros del MIR chileno, del padre Etienne
Pesle y de Georges Klein, integrantes del gabinete de Salvador Allende.
Se sabe a ciencia cierta que por lo menos una de las desapariciones, la
de JeanYves ClaudetFernandez, se produjo en el marco criminal
del Plan Cóndor. Además de los documentos de la CIA y otras
dependencias de Washington, las búsquedas también se orientaron
hacia otros testigos o expertos directos de ese período. Tal es
el caso del periodista norteamericano John Charles Dinges, interrogado
por el juez Le Loire el pasado 28 de febrero. Dinges escribió varios
libros sobre el período en que se desplegó el Plan Cóndor
y durante su audiencia comentó los documentos oriundos
de la CIA. Pero Kissinger no se prestó al mismo juego testimonial.
El Premio Nobel de la Paz de 1973 ni siquiera parece seguir alojado en
el Hotel Ritz. Página/12 intentó repetidas veces entrar
en contacto con el ex secretario de Estado, pero la respuesta fue siempre
la misma: El señor Kissinger ha dejado el hotel.
Claves
Anteayer, por demanda
de los abogados de detenidos-desaparecidos franceses en Argentina
y Chile, Henry Kissinger, secretario de Estado norteamericano en
la época en que fueron cometidos los crímenes del
Plan Cóndor, fue sorpresivamente convocado a declarar por
el juez francés Roger Le Loire.
Ayer, sin embargo, y
después que intercediera la Embajada norteamericana en París,
Kissinger pudo evitar el largo brazo de la Justicia. La Embajada
alegó compromisos previos por parte de Kissinger y sugirió
al juez interviniente el recurso de una comisión rogatoria
ante el Departamento de Estado norteamericano, afirmando que la
información requerida del ex funcionario tenía carácter
oficial para Estados Unidos.
Durante la época
en cuestión, Kissinger dio luz verde a las violaciones de
derechos humanos en Argentina y Chile.
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VICTIMA
URUGUAYA DE BANZER
Cóndor boliviano
Los restos de un ciudadano uruguayo
que fue muerto en Bolivia en 1976 probablemente vuelvan a su país
natal con el consentimiento de los familiares. Enrique Joaquín
López fue víctima del accionar represivo en la dictadura
del entonces coronel Hugo Banzer, y de la Operación Cóndor,
la internacional del terrorismo de derecha en América latina. Alberto
Hein, de la organización uruguaya Familiares de Detenidos-Desaparecidos
de Uruguay, confirmó que los restos de Enrique Joaquín López
fueron hallados en un cementerio de Cochabamba.
Este uruguayo, que fue muerto el 17 de setiembre de 1976 en un barrio
minero de Cochabamba, había sido detenido por la policía
y acusado de pertenecer al Partido Revolucionario de los Trabajadores
de Bolivia. Desde las agrupaciones de derechos humanos esperan que la
familia de la víctima, su hija y su hermano, decidan sobre la repatriación.
El vocero de la agrupación de familiares de desaparecidos dejó
en claro que lo que más los moviliza es la incansable búsqueda
de respuestas de cómo, quienes y porqué se cometieron los
asesinatos.
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