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LAS RELACIONES DEL PREMIER ITALIANO CON LA MAFIA
Il capo di tutti i capi

Se ha hablado del conflicto de intereses del magnate mediático Silvio Berlusconi, que asumió el domingo como premier de Italia y controla así todos los medios del país. Pero cómo llegó a ser magnate tiene que ver con sus conexiones mafiosas. Esta es la historia de esas conexiones.

Berlusconi lee “el contrato con los italianos” durante la campaña. Ya había hecho contratos con italianos, específicamente con mafiosos.

Por Hermann Tertsch *
Desde Madrid

La asunción, esta semana, de Silvio Berlusconi como primer ministro de Italia estuvo precedida de una gran polémica por los conflictos judiciales a los que ha tenido que hacer frente durante años y que todavía le asedian. Algunos de los problemas de Berlusconi con la Justicia están relacionados por supuestas vinculaciones con la Mafia. Los fiscales de Palermo acumulan testimonios para probar esas vinculaciones. Algunos de esos testimonios aparecen aquí condensados por primera vez. El cerco judicial sobre Berlusconi puede comprometer la alianza pretendida por el presidente del Gobierno español, José María Aznar, uno de los primeros que le felicitaron por su victoria.
“Me encontré nuevamente con (Marcello) Dell’Utri en Milán. Si mal no recuerdo, a mediados de los setenta... Fuimos a comer Tanino Cina, Nino Grado, Mimmo Teresi y Stefano Bontate (miembro del triunvirato que regía la Cosa Nostra en aquella época)”, relata Francesco di Carlo, uno de los testigos que han comparecido ante la fiscalía. “Vestían de forma particularmente elegante, y a preguntas mías me dijeron que tenían que encontrarse con un gran industrial milanés amigo de Tanino Cina y Marcello dell’Utri. Me pidieron ir con ellos y acepté de buen grado. Acudimos a una oficina céntrica. A los quince minutos llegó Silvio Berlusconi. Bontate invitó a Berlusconi a invertir en Sicilia. Este le replicó que temía a los sicilianos, que en el norte no le dejaban tranquilo. Bontate ya me había anticipado en el coche que Berlusconi temía ser secuestrado”. A principios de los años setenta la industria del secuestro florecía en Italia y todo aquel que mostraba signos de riqueza, como ya era el caso de Berlusconi, debía temer por su seguridad y la de su familia.
“Bontate le dijo a Berlusconi que no tenía nada que temer habida cuenta de su cercanía con Marcello Dell’Utri, pero que en todo caso le enviaría a uno de los suyos para que no volviera a tener problemas con los sicilianos. Posteriormente me dijo que quien había sido enviado junto a Berlusconi era Vittorio Mangano, entonces a las órdenes de Bontate, y que cualquier contacto con Berlusconi debía pasar por Mangano. Recuerdo también que Berlusconi, al término de la entrevista, dijo textualmente que ‘estaba a nuestra disposición para cualquier cosa’. Por su parte, Stefano Bontate le confirmó lo mismo”.
Este es el feliz comienzo de una larga, fructífera aunque finalmente truncada amistad entre Mangano, notorio oficial de la Mafia, y el hoy nuevo y flamante primer ministro italiano, Berlusconi, emperador de los medios de comunicación, de la construcción y, según muchos mafiosos que han declarado ante diversos tribunales, de otros negocios en las turbias, procelosas y violentas aguas italianas de las finanzas, la especulación y el crimen. Lo relata en declaraciones a la fiscalía de Palermo el mafioso Di Carlo en un sumario que se instruye contra Dell’Utri. “Il Cavaliere” tiene un problema. En los procesos abiertos contra él ha tenido y tiene el derecho a no autoinculparse. Como testigo en el proceso contra Dell’Utri no lo tiene. Los fiscales quieren que declare como testigo sobre su relación con la Mafia.

Riína, socio de Berlusconi

Todos los nombres citados hasta ahora en esta historia, menos Berlusconi, por supuesto, que hoy goza de cómoda inmunidad y de la jefatura del Gobierno de un país miembro del G-7, son supuestos o confesos criminales de las mafias de Palermo y Corleone. Dell’Utri, eurodiputado por Forza Italia, está procesado con Berlusconi por su gestión al frente de Tele 5. Está acusado en otras causas por fraude y blanqueo de dinero. Son muchos los mafiosos de aquella época que se han prestado a colaborar con la Justicia, y además han sobrevivido pese a ello. Han testificado en diferentes momentos y lugares y sin posibilidad alguna de apalabrarse. Todos coinciden en sus datos. Es difícil concebir aquí el montaje que, según Berlusconi, son las acusaciones sobre sus vínculos con Cosa Nostra. Quien dentro de dos semestres ostentará la presidencia de la UE aparece una y otra vez en la instrucción de la Fiscalía antimafia de Palermo, y no como ejemplo de virtudes democráticas y europeístas, sino como socio de Stefano Bontate, uno de los miembros del triunvirato que dirigía la Mafia en los años setenta. Pero no sólo entonces. Después de la guerra entre las familias de la que salieron triunfantes los “corleoneses”, Berlusconi continuó cultivando sus amistades, entonces ya con el jefe único, el sanguinario “Totó” Riína. Detenido en 1993, éste está condenado a varias cadenas perpetuas. Está probada su participación en los asesinatos de varios mafiosos y de los jueces Rocco Chinichi, Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, del general Carlos Alberto della Chiesa, del jefe de la policía Boris Giuliano, de los políticos Salvo Lima y Pío de la Torre y del presidente de Sicilia, Pirsanti Matarella.
Riína, un hombre de trayectoria evidentemente poco común, y, según ex colaboradores, el criminal más cruel que conocieron, tuvo durante mucho tiempo la certeza de ser un buen socio de Berlusconi a través de Dell’Utri. El nuevo primer ministro italiano asegura no haber sido nunca consciente de ello. Insiste en que nunca ha tenido nada que ver con la Mafia y en que todo lo que se dice al respecto son calumnias, que hubo una conspiración por parte de los jueces para acabar con él políticamente. Esto lo ha desmentido hace tres semanas un tribunal de Brescia, que archivó la denuncia del líder de Forza Italia contra los jueces del movimiento de Manos Limpias.
Pero hay más. Según documentos de la Fiscalía de Palermo a los que ha tenido acceso El País, el mediador entre Berlusconi y sus sanguinarios socios se ve cada vez más comprometido por declaraciones de miembros de Cosa Nostra arrepentidos. Dicho mediador era el ya citado siciliano Dell’Utri, mano derecha del magnate en Fininvest y también en su partido, Forza Italia, al que ahora ha llevado al poder. Dell’Utri era ya entonces un hombre muy poderoso y temido. Pero alguno lo era más: sin ir más lejos, Berlusconi. Por entonces ya había comenzado la aproximación de “Il Cavaliere” a la Logia masónica P2 de Licio Gelli, a su vez cercano a “Totó” Riína. Y Cosa Nostra, como el propio Berlusconi, busca el acercamiento a un político que sería clave para la expansión de sus influencias y para el salto definitivo de Silvio Berlusconi al olimpo mediático: el socialista Bettino Craxi.
El mafioso Mangano, un hombre de honor de la familia de Porta Nueva, se instala en aquellos años, después de la multitudinaria reunión con Berlusconi en Milán citada antes, en Arcore, una lujosa villa del dueño de Fininvest. Según la fiscalía, Mangano “ya era entonces mucho más que un simple soldado” de Cosa Nostra y operaba en el sector de las extorsiones y del racket (cobro por seguridad) de las carreras hípicas. “Con intereses en el tráfico internacional de estupefacientes y en el blanqueo de dinero, Vittorio Mangano era un hombre clave en la llamada Milano Connection”, asegura la acusación en un sumario abierto contra Dell’Utri. Pues bien, Berlusconi asegura que Mangano trabajaba en su casa como cuidador de caballos, “ya que tenía intención de emprender una crianza de caballos, actividad después no realizada”, según aseguró a un juez en Milán el 26 de junio de 1997.
La relación entre Dell’Ultri, mano derecha de Berlusconi, y Mangano “era estrechísima”, asegura Salvatore Cancemi, miembro de Cosa Nostra, asesino confeso del juez Falcone, quien afirma que la muerte del magistrado antimafia Paolo Borsellino fue ordenada justamente por Berlusconi yDell’Utri. Y añade: “Mangano se servía de Dell’Utri y podía pedirle cualquier cosa. Por ejemplo, Mangano me contó que en una finca muy grande y hermosa a las afueras de Milán, si mal no recuerdo cerca de Monza, de propiedad o a disposición de Dell’Utri, fueron incluso escondidos fugitivos, entre ellos los hermanos Grado. En ese período, al comienzo de los setenta, la finca era frecuentada por personas involucradas en el tráfico de drogas, como los hermanos Grado”.
De la existencia de dicha finca también han hablado otros mafiosos, como Giachino Pennino. Su declaración permite ver quién podía haber puesto a disposición de Dell’Utri esta finca para esconder a mafiosos fugitivos y grandes traficantes de droga en tránsito. “Mangano tenía relaciones con Silvio Berlusconi. Estaba empleado, ficticiamente, como guarda de una villa cercana a Milán o Monza en la que eran acogidos todos los fugitivos de la familia [mafiosa] de Santa María de Gesú y puede que de otras”.
El dinero de tan lucrativas operaciones de tráfico de drogas tenía que ser invertido de forma discreta y fluida. Como recuerda en las declaraciones a la Fiscalía de Nápoles el mafioso arrepentido Pietro Cozzolino, en ocasiones había problemas. “En 1979 surgió el problema de cómo invertir cerca de 70.000 millones de liras (30 millones de dólares) procedentes del tráfico de morfina desde Italia a Estados Unidos. De éstos, 25.000 millones eran la cuota que nos correspondía a mí y a mi hermano Riccardo. Riccardo llegó a un acuerdo... para que los fondos fueran confiados a Vittorio Mangano y Marcello Dell’Utri, que era dirigente de Fininvest (...). Riccardo me dijo que era conveniente confiar ese dinero a los grupos mafiosos emergentes en Milán...Ya en 1979-80, Riccardo me había dicho que Dell’Utri gestionaba el dinero de Stefano Bontate. En 1990, cuando conseguí la libertad condicional, tenía la intención de resolver de una vez por todas esta cuestión. Decidí matar en Milán a Marcello dell’Utri porque, ya que no podía obtener lo que me correspondía, quería hacer entender a los sicilianos que no podían hacer lo que querían, y quería hacerlo eliminando a su punto de referencia para la gestión de los capitales ilícitos”.
Eran muchos los que en Cosa Nostra vivieron durante años convencidos de que Mangano, que murió el pasado año después de ser excarcelado por enfermedad terminal, y Marcello dell’Utri eran los hombres de contacto de Berlusconi con la Mafia. “Il Cavaliere” asegura que todos estaban equivocados y que él jamás ha tenido otro contacto con la Mafia que el que supuso que, sin conocer el pasado de Mangano, lo contratara para un proyecto de cría caballar que nunca se llevó a cabo.
La gran aventura que lanzó al empresario constructor de poco escrúpulo a la categoría de magnate mediático primero, político de éxito y hoy primer ministro con mayoría absoluta en ambas Cámaras parlamentarias de la República de Italia fue, nadie lo duda, la televisión. Filippo Alberto Rapisarda, banquero ligado tanto a las familias como a Berlusconi desde sus principios en el sector de la construcción, explica en un interrogatorio del día 1 de agosto de 1996 algunos pormenores de los principios de la ascensión de Berlusconi al trono del zar televisivo.
Declaraba Rapisarda: “En 1979 me encontré con Stefano Bontate (jefe mafioso después asesinado) y Mimmo Teresi (jefe mafioso no asesinado) cerca de la sede de Edilnord (empresa de Berlusconi) en Piazza Castello. Me dijeron que iban a ver a Marcello dell’Utri, que les había propuesto entrar en la sociedad televisiva que iba a constituir Silvio Berlusconi. (...) Yo quedé muy contrariado, aunque procuré que no se me notara porque en ese período Dell’Utri formalmente trabajaba sólo para mí. Esto me dio la prueba de que Dell’Utri hacía de espía para Berlusconi. Tales declaraciones ya las hice en 1987, pero no tengo noticia de que se haya hecho ninguna investigación sobre la procedencia de los capitales de Canale 5. Doy por hecho que hoy [por 1996], claramente tal investigaciónya no sería posible. Recuerdo que cuando le dije a Dell’Utri que podría denunciarlo me respondió textualmente que ‘es inútil que hagas la denuncia porque a mí no me hacen nada. Si me denuncias, se volverá contra ti’. Es, en efecto, lo que ha ocurrido”.
Los intereses de Berlusconi en el sector de la construcción y “varios” se concentraron en la televisión privada. Contaba en 1996 el mafioso Giochimo Pennino que “(Mimmo) Teresi, conocido como constructor y también como hombre de honor de relevancia de la familia de Santa Maria di Gesú (la de Mangano), como tal se ocupaba de los intereses de Bontate y de su grupo en el sector de la construcción. (...) También de los de Berlusconi y los hermanos Dell’ Utri. Tengo entendido que después de la muerte de Teresi el proyecto del mismo destinado a la adquisición de algunas cadenas de televisión ha sido realizado por Berlusconi y por Dell’Utri”.
El líder de Forza Italia surge en todas las declaraciones de los mafiosos como el gran jefe emergente en los años sesenta y setenta con el que convenía contactar. Nadie ha sabido –ni él– explicar cómo financió su primera gran operación inmobiliaria en 1963, con la que construyó un complejo residencial en Brughero para 4.000 habitantes. Sólo se sabe que el dinero llegó a través de Suiza movido por un oscuro abogado de Lugano. Cuatro décadas después, Berlusconi es prácticamente el dueño, además del jefe, de Italia.

Propietario de los intereses italianos

Los italianos lo han elegido como jefe del Gobierno por abrumadora mayoría. Hoy ya no es sólo un multimillonario, dueño de un emporio mediático omnipresente. Hoy controla la televisión pública y la privada, la mayor parte de la prensa, el Consejo de Ministros y las dos Cámaras parlamentarias. Dice que sus intereses son los de los italianos. Se supone que piensa que también es el caso viceversa. Lo han elegido no ya jefe de Gobierno, sino propietario.
La mayoría de los italianos lo ha votado por “un cambio”. Es posible que el cambio no acabe gustando a tantos como son hoy sus defensores. Nadie desde Mussolini ha dispuesto de tal poder en Italia como “Il Cavaliere”. Nadie duda de que lo va a utilizar con contundencia. Pero es difícil de creer que alguien con las compañías que ha frecuentado Berlusconi vaya a ser el líder de una revolución ética o una ofensiva en favor del escrúpulo y la honestidad que libere a Italia de sus décadas de podredumbre política y corrupción endémica.
Cuando son muchos los mafiosos autoinculpados que declaran cosas como las dichas por Cancemi: “Riína estaba en contacto con Dell’Utri y, por tanto, con Berlusconi”. O por Gaspare Mutolo: “Cuando era necesario venir a hablar con los hombres de honor [de la Cosa Nostra] no venía, evidentemente, Berlusconi, sino Dell’Utri, el sospechoso aludido”, Berlusconi debe sin duda gozar de la presunción de inocencia, pero resulta más que excéntrico que se convierta en poder máximo de una democracia desarrollada en Europa. “Sé que se produjeron inversiones de dinero procedentes de secuestros de personas, tráfico de drogas y usura (...) que tenía que ser reinvertido en actividades constructoras en Cerdeña y Sicilia. En particular supe de una inversión a través de Flavio Carboni (implicado en la muerte del presidente del Banco Ambrosiano Roberto Calvi y en blanqueo de dinero del narcotráfico). (...) Estaban interesados en las inversiones otros grupos, entre los que recuerdo al de Berlusconi”, decía en 1993 el mafioso Antonio Manzini. Según él, Carboni y Berlusconi se conocían más que bien, y según otro mafioso, Abruzatti, “la única diferencia entre Carboni y Berlusconi es que el primero se ponía peluca”.
La fiscalía de Palermo tiene decenas de testimonios que indican que hubo colaboración de Fininvest con la Cosa Nostra en la televisión y en lareconstrucción del centro de Palermo. Y no sólo ahí. “Berlusconi no habría podido emprender una especulación en la construcción (en Palermo) sin tener el permiso y el visto bueno de Riína”, dice Cancemi. “Sé que las entregas de 200 millones de liras (90 mil dólares) que llegaban a Riína se referían a las emisoras privadas en Palermo propiedad de Berlusconi”, añade.
La mafia de Riína otorgaba y cobraba; el socialista Craxi recibía el contrafavor de la orden taxativa de la Cosa Nostra en 1987 de votar en masa en Sicilia a su partido, e “Il Cavaliere” se enriquecía y aumentaba su poder día a día. Ahora es el zar de Italia. En el camino, algunos muertos. Muchas dudas. Grandes incógnitas.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12

 

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