Por Diego Schurman
Dos
personas murieron en el marco de un operativo de desalojo de la Ruta 34
que desde hace dos semanas se mantenía cortada en General Mosconi,
al norte de Salta. El enfrentamiento entre gendarmes, piqueteros y francotiradores
también dejó medio centenar de heridos 27 de ellos
uniformados y por lo menos 6 detenidos. El gobierno nacional reforzó
anoche la seguridad en la región y alertó sobre la posibilidad
de nuevos disturbios.
El operativo se inició a medida mañana por orden del juez
federal Abel Cornejo. A esa altura, 400 efectivos de Gendarmería
habían llegaron a Mosconi a 300 kilómetros de la capital
provincial para evitar una presunta ocupación de la refinería
de petróleo crudo Refinor, ubicada a la vera del camino.
Lo que se inició con un clásico método disuasivo
a base de gases lacrimógenos, terminó tres horas después
a balazos limpio. El plomo reemplazó a la goma con el guiño
del juez al ver que de las respuestas de los manifestantes no se limitaban
a insultos y hondazos.
La teoría del enfrentamiento en verdad, la reacción
organizada y no la espontánea de la gente fue defendida a
capa y espada por Enrique Mathov. El secretario de Seguridad Interior
habló más específicamente de una emboscada
de un grupo de piqueteros que se habrían escondidos en el monte
lindero a la ruta. Había francotiradores, atizó.
El despliegue de los gendarmes se hizo en forma de anillo. Fue la manera
de evitar que la gente se acercara para solidarizarse con los 60 piqueteros
apostados en la ruta. Así, un retén detuvo a unas 200 personas
en Tartagal deseosos de sumarse a la protesta. Por eso hubo refriegas
en el perímetro del corte y también lejos de él.
La presencia de agentes uniformados, filtrando la circulación de
personas y dificultando el trabajo de la prensa al norte y
sur de Mosconi, seguía siendo notable anoche.
La primera muerte se produjo muy cerca de la ruta. Fue cuando Carlos Charly
Santillán, de 27 años, recibió un certero balazo
en la cabeza. No era un piquetero: se encontraba camino al cementerio
de Mosconi para visitar la tumba de su hija, fallecida hace poco tiempo
atrás.
La segunda muerte ocurrió dos horas después. José
Oscar Barrios, de 16 años, tampoco murió en la zona del
corte sino en la plaza del pueblo, situada a un kilómetro de la
ruta. Presentaba una herida de bala a la altura de la cadera.
El vicedirector del hospital Juan Domingo Perón de Tartagal, Luis
Martínez Negri, aseguró a Página/12 que la bala encontrada
en la cabeza de Santillán estaba encamisada. Dio a
entender así que se trataba de un proyectil de arma de guerra y
que fue disparado por los gendarmes. También confirmó que
la muerte de Barrios fue producto del disparo, pese a que originalmente
se había relativizado esa posibilidad.
Se llegó a hablar de un tercer muerto, pero no hubo ninguna confirmación
oficial. Los gendarmes no tuvieron bajas. Y en esa dependencia no solo
agradecían a la suerte sino también a los cascos y chalecos
antibala. De todos modos, se anunciaron 27 heridos uniformados, prácticamente
el doble que el de los civiles.
Gran parte
de los gendarmes heridos fueron trasladados a Orán algunos
fueron atendidos en la clínica Sagrada Corazón y otra
parte a la Capital Federal. En este último grupo se encontraba
un oficial en estado desesperante con una bala alojada en la base del
cerebro.
El violento resultado terminó provocando un cruce entre el juez
y Mathov. El secretario de Seguridad Interior lo responsabilizó
de la represión. El magistrado se defendió distribuyendo
la orden que emitió a la Gendarmería, donde exigió
los máximos recaudos de precaución, prudencia y recato,
a fin de evitar hechos de violencia de cualquier tipo. En los pasillos
oficiales hubo un recuerdo para nada ingenuo: el copamiento y posterior
robo de armas de una dependencia policial, hechos ocurridos en noviembre
del año pasado durante una pueblada en Tartagal. La recuperación
del armamento no fue total. Había de todas las clases, tamaños
y calibres.
Anoche ya había llegado un refuerzo de 300 gendarmes en un Boing
707 de las Fuerzas Armadas provenientes de Córdoba. La Comisión
de la Pastoral Social de la Diócesis de la Nueva Orán llamó
a la paz tras los graves enfrentamientos. Hoy han buscado el camino
de la lucha armada para lograr su propósitos. Ese no es el camino,
sólo una encrucijada sin salida, dice el comunicado. En el
Gobierno dejaron trascender su temor ante la posibilidad de nuevos disturbios.
La Ruta 34 es la única de acceso desde Salta hacia el norte. Une
diversas localidades, como Orán, Ciudad de Embarcación,
Mosconi, Tartagal y Salvador Mazza.
La mayoría de las críticas de los trabajadores apuntaron
a Juan Carlos Romero. En el momento del conflicto el gobernador menemista
se encontraba participando en una misa de Corpus Cristi. Estos son
grupos minúsculos, guiados vaya a saber por qué intereses
tratan de desestabilizar el sistema democrático, dijo Romero,
quien se comunicó con el presidente Fernando de la Rúa para
intercambiar opiniones.
El gobernador
no fue el único sorprendido: muchos salteños celebraban
en ese momento un nuevo aniversario de la muerte de Martín Miguel
de Güemes. Claro que no sólo el agua de una inusual lluvia
para esta época del año desactivó los actos, desfiles
y fogones tradicionales. También lo hicieron las balas de
goma y plomo y los gases lacrimógenos, en una escena que
volvió a la memoria los enfrentamientos del año pasado,
donde se produjo la emblemática muerte de Aníbal Verón
(ver aparte).
Los trabajadores que hace medio mes vienen protestando en Salta son mayoritariamente
del área de la construcción. El corte en la ciudad de Mosconi
era el último que quedaba de una retahíla que incluyó
Tartagal y Salvador Mazza, en la frontera con Bolivia.
Los piqueteros, muchos de ellos ex desocupados contratados para la edificación
del Hospital Público de la ciudad y otras obras locales, reclamaban
el pago de 2,50 pesos la hora de trabajo, como plantea un convenio para
el sector. La empresa concesionaria a cargo de la obra abonaba 1,50.
En los últimos días se produjeron varias detenciones, como
la del miembro de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados del Norte
de Salta, el dirigente del Partido Obrero José Barraza.
Los conflictos en la región se remontan a la década pasada
cuando YPF pasó a manos privadas. Ese proceso dejó a miles
de trabajadores en la calle con apenas una promesa de consuelo: el cobro
de las acciones que le correspondieran de la empresa a través del
denominado Programa de Propiedad Participada (PPP). Pero no hubo caso.
Romero aún negocia por estos días con el secretario General
de la Presidencia, Nicolás Gallo, para que se cumpla con el pago
de los PPP.
Protestas
y reclamos
La
represión del corte de ruta en la localidad salteña
de General Mosconi produjo reacciones de repudio en la capital provincial
y en pleno centro porteño. Los blancos de las protestas fueron
el secretario de Seguridad Interior, Enrique Mathov, y el juez federal
Abel Cornejo, que ordenó la recuperación
de la ruta.
En Diagonal Norte al 900, un centenar de manifestantes de partidos
de izquierda realizaron un escrache (foto) ante la Casa de la Provincia
de Salta. En la provincia donde tuvieron lugar los enfrentamientos,
en tanto, un grupo de manifestantes protestó delante del
Juzgado Federal a cargo de Cornejo. Venimos a denunciar la
incalificable represión a los obreros en el norte de esta
provincia, donde ya hay dos muertos, dijo Pablo Kinsman, dirigente
del gremio que agrupa al personal docente y los investigadores de
la Universidad Nacional de Salta (UNSa).
El líder gremial Carlos Perro Santillán
se sumó a los repudios desde Jujuy: Es un acto represivo
que no tiene parangón, tal vez sólo comparable a lo
que sufrió el pueblo en tiempos de la dictadura militar,
dijo.
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REPORTAJE
AL JUEZ FEDERAL DE SALTA
Yo
no ordené reprimir
Por
Martín Piqué
El
conflicto que ayer dejó dos muertos y decenas de heridos comenzó
hace veinte días, cuando trabajadores y desocupados de General
Mosconi cortaron nuevamente la Ruta 34 y organizaron un piquete. Está
en manos del juez federal de Salta, Abel Cornejo, quien el sábado,
luego de recibir información sobre un supuesto copamiento de las
instalaciones de una refinería de petróleo, ordenó
la recuperación de la ruta nacional 34. En el mismo
oficio pidió que se empleen los máximos recaudos de
precaución, prudencia y recato, a fines de evitar hechos de violencia.
El domingo, a medida que se iba conociendo la cantidad de muertos y heridos,
insistió en que fueron causados por una emboscada.
Y negó haber ordenado la represión, como había dicho
el secretario de Seguridad, Enrique Mathov.
¿Usted ordenó la represión?
No. El oficio (enviado al comandante de la VII agrupación
Salta de Gendarmería, Aníbal Maiztegui) está clarísimo.
La orden que di era la de recuperar la ruta. Y además tenía
una serie de aclaraciones a fin de evitar hechos de violencia. La orden
no implicaba necesariamente el desalojo de los manifestantes. Pero el
endurecimiento de las posturas del piquete, una tentativa de volar el
gasoducto y un copamiento de la refinería Refinor fueron los hechos
desencadenantes. Cuando los gendarmes fueron hasta ese lugar, se desencadenó
una emboscada.
Usted dice que no ordenó la represión, pero Mathov
dijo lo contrario.
Bueno, yo trato de mantener, en la medida de lo posible, la independencia
total. No emito ningún tipo de consideración política.
¿Si usted no dio la orden de reprimir, por qué actuó
Gendarmería?
La orden que se había dado era que vaya la Gendarmería
a la ruta, que se mantengan los pasos alternativos para que pasen los
colectivos y no queden aislados Tartagal y Salvador Mazza. La presencia
de los gendarmes se debía a una denuncia de la apoderada de la
empresa Refinor que decía que el viernes habían entrado
manifestantes a una planta con cinco millones de litros de petróleo
crudo. Ante esa situación van esta mañana, y les dicen que
depusieran su actitud. Pero los recibieron a tiros desde los costados
de la ruta. A partir de allí se iniciaron una serie de acciones
con intercambio nutrido de armas de fuego entre los gendarmes y un grupo
de francotiradores que tiraba con armas largas. Eso está totalmente
probado.
Mathov dijo que la Gendarmería había recibido la autorización
para usar balas de plomo. ¿Usted les dio la autorización?
No, porque yo no puedo dar órdenes. Esa es una cuestión
propia del área de seguridad.
¿Quiénes eran los francotiradores?
Eso lo tengo que investigar. Cerca de la ruta hay partes que son
de monte, medias boscosas. Estaban allí pero no se sabe la cantidad.
Durante dos horas, le tiraron con armas de fuego a la Gendarmería,
que responde con balas de goma y gases, y después de recibir la
autorización del ministerio del Interior, con armas de fuego. Hubo
dos civiles muertos en los enfrentamientos, y 27 gendarmes heridos. Los
francotiradores que estaban en las vías del tren tiraban con armas
largas.
LAS
CIFRAS SOCIALES DE LA PROVINCIA
Retrato
de la miseria
La
provincia de Salta tiene una de las situaciones sociales más
críticas del país, una de las peores distribuciones
del ingreso, uno de los más altos índices de desempleo
y una evolución de la miseria y las carencias de las más
negativas. Según un estudio de la consultora Equis, la
situación social provincial se polarizó agudamente
en esta década y la brecha de ingresos entre el 20 por
ciento más rico y el 20 más pobre aumentó
un 30 por ciento en diez años.
La ciudad de Salta ocupa el lugar 24 en una lista de 30 centros
urbanos ordenados por orden de pobreza del quinto más miserable
de su población. Donde los más pobres de la Capital
ganan un promedio de 136,8 pesos mensuales, los salteños
ganan apenas 36,8. Sólo los desposeídos de Tucumán,
Concordia, Formosa, Jujuy y Resistencia están peor.
La desocupación salteña es del 14,9 por ciento,
al que debe agregarse un 17 por ciento de subocupados con severos
problemas de empleo. Es decir, la tercera parte de la población
económicamente activa de la provincia, 133.342 personas
en edad de trabajar, tienen graves problemas laborales. Entre
los que tienen empleo, los problemas igual abundan: un 40 por
ciento no tiene ningún beneficio social y casi la mitad
trabaja en el sector informal, en negro. Los salarios que ganan
estos salteños con empleo son un 28,9 por ciento menores
que el promedio nacional y llegan a 438 pesos mensuales.
Esta última cifra esconde un problema todavía peor,
el del creciente deterioro de los ingresos de los que trabajan
en el sector informal como se dijo, la mitad de los salteños
frente a los que trabajan en relación de dependencia. Efectivamente,
el dato de los 438 pesos surge de promediar los 607 pesos que
ganan los empleados formales con los apenas 236 que reciben los
informales. Esta abrupta diferencia es la peor registrada desde
1994, según datos del INDEC.
Frente a este panorama, no sorprende que más de la mitad
de lo salteños estén por abajo de la línea
de pobreza y un 17,6 por ciento sean indigentes. Son 595.000 personas
con ingresos de menos de 490 pesos mensuales por hogar de cuatro
personas y 187.000 que reciben menos de 240. Sólo el 4
por ciento de los hogares salteños tiene ingresos superiores
a los 2000 pesos mensuales.
Como siempre, la carencia social de concentra en los más
chicos. Las dos terceras partes de los menores de 14 años
de la provincia viven en situación de pobreza, una quinta
parte de miseria, y apenas un quinto tiene sus necesidades básicas
de alimentación satisfechas. La provincia tiene 90.000
habitantes que perviven con un ingreso real de apenas 60 centavos
por día.
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LOS
ANTECEDENTES DEL ESTALLIDO
Historias
de la 34
La
explosión de ayer en Salta fue apenas una más. En mayo y
en noviembre de 2000 la Ruta 34 ya se había transformado en teatro
de operaciones de piqueteros, policías y gendarmes. En aquellas
protestas, los reclamos se basaban en el aumento de los planes Trabajar
y en la ejecución de nuevas obras públicas. Esos piquetes
dejaron como saldo un par de puebladas, el asesinato del manifestante
Aníbal Verón y el robo de varias armas de distintas dependencias
policiales y judiciales.
El primer corte de la Ruta 34 durante el año pasado empezó
el 2 de mayo, ante una reducción de planes Trabajar dispuesta por
el gobierno nacional. Cientos de desocupados interrumpieron el tránsito
en la ruta, en el acceso sur a la localidad de General Mosconi. La elección
del lugar de la protesta no fue casual: la 34 es la vía de salida
hacia Bolivia, por lo que tiene vital importancia económica para
toda la zona.
Finalmente, el viernes 12 de mayo, por orden de la Justicia salteña,
la Gendarmería inició el operativo de represión.
Sin embargo, los manifestantes resistieron y terminaron copando General
Mosconi, desde el cuartel de bomberos hasta las oficinas de la Municipalidad.
A las 13 del día siguiente, cuando la pueblada ya había
amainado, los piqueteros firmaron un acuerdo con el gobierno nacional
y con la provincia, pero el pacto se derritió a los pocos meses.
El segundo piquete comenzó en la localidad de Cuña Muerta,
al norte de Tartagal, el 30 de octubre, y el jueves 9 de noviembre se
extendió hasta Mosconi, con reclamos similares a los de mayo. En
la madrugada del día siguiente, como indican los manuales,
la policía provincial intentó despejar la ruta, pero se
trenzaron con los piqueteros en una batalla de palos, gases, y armas de
fuego.
A las 5 y 45 cayó asesinado el piquetero Aníbal Verón,
y los manifestantes, enfurecidos, coparon también Tartagal, llegando
a entrar a la subcomisaría local, de donde habrían desaparecido
tres FAL y un número no determinado de armas cortas, según
dijeron en su momento autoridades salteñas. El lunes 13 volvió
la paz con un nuevo acuerdo con la Nación y la provincia, pero
siete meses después la densa realidad social volvió a recalentar
a Salta, aún en pleno invierno.
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